Divide y vencerás: La apuesta de Celco para ganar la «guerra del ducto»
por Marcelo Garay V. (La Nación Domingo)
17 años atrás 8 min lectura
Celulosa Arauco pretende sacar un ducto que lleve desechos industriales al mar en una zona de áreas protegida por ley en la bahía de Mehuin, en la costa de Valdivia. Es la alternativa del monstruo de la madera luego del desastre ecológico de 1998 en el río Cruces. Dada la oposición que encontró, la firma “convenció” a muchos usando la más efectiva de las armas: el dinero.
En la caleta de Mississippi, frente a Mehuin, los niños juegan a pegarle a los "vendidos". Marcelo, de 8 años, dice que hay que hacerlo porque "son malos y andan con metralleta". Como señal de su actitud, el pequeño carga un palo con gancho en la punta y advierte que con eso se defenderá de quienes han agredido a sus padres que se oponen al proyecto de la empresa Celulosa Arauco-Constitución (Celco). El millonario proyecto requiere varios Estudios de Impacto Ambiental (EIA), cuya ejecución debe aplicarse en una vasta zona de áreas de manejo (tramos de costa que por ley son controlados por organizaciones de pescadores artesanales) de las distintas caletas y pueblos, desde Tirúa, en el límite de las regiones del Biobío y de la Araucanía, hasta Corral, en Valdivia. El conflicto ha sido considerado como un tema "entre privados" por las autoridades regionales.
La llamada "guerra del ducto" tiene su origen a mediados de la década de los noventa, cuando Celco inició gestiones para la construcción de la planta de San José de la Mariquina, en Valdivia. Pese a la fuerte oposición que desató en su momento, la construcción del complejo maderero pudo materializarse. Las consecuencias quedaron a la vista pocos años después, cuando en 1998 una descarga de residuos industriales (riles) contaminó el santuario de la naturaleza Carlos Andwandter, en el río Cruces. El hecho colocó a Celco en el ojo del huracán y puso en tela de juicio su "prestigio".
Desde entonces las críticas llovieron sobre el accionar de la firma. Sus faenas fueron suspendidas, temporalmente, y se redujo en un 20% su producción. Tras una modificación legal, en 2005, bajo el Gobierno de Ricardo Lagos, se obligó a Celco a bajar su producción y buscar alternativas para la descarga de riles, diferentes al mar, que no fueran afluentes de los caudales valdivianos.
"Sin decirlo, lo que hizo la Corema fue cerrar todos los caminos a Celco para que optara por el mar. Eso fue ratificado por el ex Presidente Lagos, quien durante una visita a Valdivia dijo: propongo el mar", recuerda el pescador artesanal Eliab Viguera, férreo opositor al ducto, hoy bajo protección policial por amenazas de muerte.
Enfrentado a ese escenario, Celco inició de inmediato los estudios para llevar los riles al Pacífico. Tienen plazo hasta abril de 2009, pero fuentes consultadas por LND señalaron que "bajo cuerda" existiría una prolongación de ese plazo fatal, "para dar tiempo a Celco". El gerente de asuntos públicos de la planta Valdivia, Ángelo Romano, se excusó de atender a LND por su apretada agenda. Sin embargo, en declaraciones al "Diario Austral", reconoció que la empresa requiere aumentar la producción que por mucho tiempo estuvo a un 80%. "La mejor alternativa, desde el punto de vista técnico, es el ducto", dijo Romano.
EL PODER DEL DINERO
Una vez aceptada la alternativa del mar, Celco inició gestiones para alcanzar "acuerdos" con sindicatos de pescadores y distintas organizaciones de trabajadores del mar. La idea era concretar una "alianza estratégica" que "nos permitiera vivir adecuadamente", a decir de sus ejecutivos. No obstante, Celco encontró gran oposición de los habitantes de la zona. Pero esa mancomunada oposición que nació en el pueblo de Mehuin y sus alrededores, incluida la caleta de Mississippi, fue decayendo y sufrió la estocada mortal a mediados de 2007, cuando Celco encargó al presidente del Club de Deportes Valdivia, Jorge Salazar, gestionar acercamientos con organizaciones de pescadores.
En octubre de 2007 los emisarios de Celco consiguieron que el presidente del Sindicato Número 3 de Pescadores Independientes de Mehuin, Joaquín Vargas, hasta entonces un duro opositor al proyecto, comprometiera su apoyo a la realización de los primeros EIA. Se firmó un "Convenio de Colaboración y Asistencia Recíproca", que implicó el pago de bonos para quienes firmaran el documento. Los estudios estarían a cargo de la empresa Arcadis, externa a Celco.
Según el documento, al que LND tuvo acceso en Mehuin, el acuerdo permitiría a "la Sociedad" (así se hace llamar Celco en el contrato) "hacer uso de los espacios naturales de Mehuin, especialmente la playa y el mar adyacente o territorial, todo de acuerdo a la normativa legal y reglamentaria aplicable". A cambio se entregarían "aportes en dinero".
La apuesta compradora le significó a Celco desembolsar unos 10 millones de dólares. La idea, dice el documento, es "trabajar en pleno espíritu de colaboración en los estudios y mediciones, en particular aquellas a realizar en invierno y verano, que resulten necesarios para explorar la factibilidad de construir y operar un emisario submarino de propiedad de la Sociedad, en el área de la bahía de Mehuin".
La ofensiva de los ejecutivos de Celco dio sus frutos y consiguieron las primeras firmas. Se quebró la resistencia a las pretensiones de Celco, como ocurrió con el propio Joaquín Vargas, que arengaba, en YouTube, que "por ningún motivo entregarían el mar". El 9 de octubre de 2007, Vargas estampó su firma en el convenio.
Para Eliab Viguera, Celco hizo en Mehuin lo mismo que en otras zonas del país, como cuando buscaba llevar un ducto para descargar desechos desde la planta Nueva Aldea. Entonces, eligió una zona de área de manejo bajo administración del sindicato Los Perales, cerca de Dichato.
RIBERAS PELIGROSAS
Mehuin significa "cagada de pájaros". Antes de ser habitado, sus roqueríos y playa eran el "baño" de las aves marinas. Hoy, para sus habitantes, "el nombre que le hace honor a una bahía libre de contaminación", como ostentan sus muros y restaurantes, se volvió una literalidad. Amigos de antaño ya no se hablan y lindan en el odio. Lo mismo ocurre con familias que se enemistaron por haber negociado. De un lado, están los opositores al ducto y, del otro lado, "los vendidos". El eje del conflicto se ha situado del otro lado de la ribera, en la caleta Mississippi. Muchos de los que viven ahí no cruzan a la caleta de Mehuin, por las amenazas. "Estuvimos unidos hasta que la empresa comenzó a hacer ofrecimientos de dinero", dice un dirigente.
Tenso es el aire que se respira en la caleta Mississippi, desde que pescadores de Mehuin y de la propia caleta, que apoyan la idea del ducto, atacaron a pedradas y tiros de escopeta a un grupo de pescadores de comunidades lafquenches del Comité de Defensa del Mar. La trifulca no sólo terminó con varios lesionados y un detenido (opositor al ducto); las piedras, los insultos y las duras amenazas sellaron una división que había comenzado a fraguarse en octubre, cuando aparecieron los convenios a firmar y las tentadoras ofertas de dinero de Celco que "consiguieron comprar conciencias", según los opositores al ducto.
Las confianzas se han quebrado para siempre. En Mississippi, una aldea donada por el Gobierno de EEUU, tras el terremoto de 1960, un contingente de Fuerzas Especiales ocupa la escuela rural, luego de los incidentes de principios de abril. Los policías dan calma a los "vendidos", que acusan a los opositores de ser violentos y provocadores, mientras estos últimos ven con desconfianza la inédita presencia policial que hoy mantiene una casi falsa tregua. "Qué importa que hayan pintado el colegio y limpiado la campana. Nuestro hijos no quieren ir a clases, tienen miedo", dice una mujer.
TREMENDO NEGOCIO
Mientras, en Mehuin, del otro lado del río Lingue, se murmura mucho ante la presencia de "afuerinos", y sobre todo si se trata de "la prensa". Algunos comerciantes han sido obligados a cerrar, como ocurrió el día de los incidentes, pero se niegan a reconocerlo. "No hay que meterse en problemas", dicen. "En caleta Mehuin hay muchos que están en contra del ducto, pero están pasivos, porque están atemorizados, ya que han sido amenazados", dice Javier Quilapán, dirigente lafquenche.
"Los que negociaron y encabezaron el ataque contra la sede son una mafia de dirigentes que vendieron sus sindicatos por millones de pesos. No tienen tradición, son colonos, llegaron aquí con una mano adelante y otra atrás. Aquí la misma gente les dio trabajo, el aprendizaje del trabajo del mar, y así nos pagan", refuta Isabel Paillán, mujer lafquenche de la caleta Maiquillahue.
Los que negociaron se defienden y aseguran que firmar el convenio fue una decisión libre e individual, que no tiene nada que ver con que el ducto se construya. "Yo firmé el convenio para que se haga el estudio, pero el ducto no va a llegar al mar, nosotros vamos a oponernos", asegura el pescador Carlos Jéldrez.
Sus declaraciones parecen contradictorias para los que conforman el comité, para quienes el solo hecho de firmar el convenio de los estudios es "dar la pasada al ducto". Tan contradictorias como el arrepentimiento de la dirigenta Maribel Agüero, una muchacha de 24 años que posee un pequeño negocio en lo alto de la caleta. Ella reconoce que firmó y que con los 4,5 millones de pesos que recibió compró bienes y ha paseado con su familia. Ahora piensa en construirse una casa en el "tremendo negocio que va a ser cuando Celco quiera construir el ducto. Porque yo le creo a Celco. Pero sí estoy arrepentida, sé que somos los malos de la película, por ser los vendidos, como nos dicen".
* Fuente: La Nación
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