¡La última pseudo-revelación mercurial de Víctor Farías
por Hermes H. Benítez (Edmonton, Canadá)
17 años atrás 10 min lectura
Carta de Víctor Farías a El Mercurio
Jueves 03 de Abril de 2008
Las 30 monedas de la izquierdaSeñor Director:
El Archivo Nacional, en sus 30 kilómetros de documentos, contiene un inmenso número de ellos sorprendentes, que, por su significado de renovada actualidad, constituyen una suerte de caleidoscopio en que los laberintos de nuestra memoria histórica nos conservan sorpresas inesperadas.
En una época en que se cuestiona compulsivamente la relación que los hombres públicos pueden o deben tener con la fortuna, quisiera llamar la atención sobre un descubrimiento reciente y actual. Reconstruyendo la historia económica de las grandes empresas de la zona salitrera, surgió en las actas de la Superintendencia de Valores y Seguros la documentación completa de la Sociedad Anónima y Comercial Pelegrino Cariola, dedicada hasta 1965 a la exportación y con sedes en Santiago y Valparaíso. Como propietarios de esta gran empresa aparece la flor y nata de los hombres más afortunados de Valparaíso: don Carlos Urenda Trigo, don Alfonso Gubler, la familia Ruiz de Gamboa, y ante todo los sucesores del patriarca don Pelegrino Cariola, propietario ya en el siglo XIX de minas de salitre con una extensión de más de tres millones de metros cuadrados. Ellos con su fortuna fundaron la gran empresa que llevó el nombre del antepasado. Las actas de 1956 contienen, sin embargo, una sorpresa desconocida hasta nuestros días: entre los mayores accionistas y como director general de la empresa, percibiendo además elevados honorarios, aparece don Salvador Allende Gossens, senador del Partido Socialista por la zona y que hacia 1953 había sido elegido senador por Tarapacá y Antofagasta, la zona en donde se dice que nació el movimiento obrero y donde estaba la Escuela Santa María de Iquique. Los documentos de la Superintendencia de Valores y Seguros eran públicos entonces y por sí mismos no dejaban constancia de ninguna irregularidad o delito. Pero sí estaban en contradicción con la praxis política del ilustre senador socialista. Su célebre biógrafo Fernando Alegría revela que lo conoció precisamente en esos años durante una marcha en que Allende en Lota, munido con un casco de minero, portaba un cartel en el que se leía: «Vamos a golpear la puerta de los gerentes!!». Bajo esta luz aparecen grotescos sus encendidos discursos en el Senado sobre los mineros del carbón y la silicosis.
Hoy está ocurriendo en Chile otro acontecimiento notable y del cual la prensa no se ha hecho cargo. En protesta por los sueldos de hambre y la superexplotación de los dueños de la empresa que publica el periódico «El Siglo», el órgano oficial del Partido Comunista de Chile, sus obreros están en huelga desde hace ya cinco meses. La dirección del PC procedió a expulsar de su trabajo a los trabajadores, y tras largo proceso la Corte Suprema aceptó la solicitud del Partido Comunista para negar a los trabajadores el derecho a tener su propio sindicato, ¡y ello porque son subcontratados! Como tales carecen de tal derecho, y por ello se anuló la disposición de la Inspección del Trabajo que había ordenado la recontratación inmediata. La huelga continúa y «El Siglo» es impreso por «rompehuelgas».
El pasado y el presente de nuestros izquierdistas caracterizan su historia de frustraciones e inconsecuencias. Por eso, cuando ellos levantan hoy su voz contra un político y empresario que no oculta su fortuna y que podría, por ello, eventualmente, ser una controlable garantía de eficiencia, uno no sabría entender su conducta populista sino como el odioso resentimiento político y social de los eternos perdedores que sólo han sabido, en lo importante, poner el país en peligro.
PROF. DR. VÍCTOR FARÍAS
Universidad Andrés Bello
Víctor Farías, supuesto «desmitificador» de la imagen de Allende, y de otras grandes figuras intelectuales y políticas, acaba de anunciar al mundo un nuevo y portentoso «descubrimiento» suyo, aunque esta vez no lo ha hecho en un libro, sino en una simple carta a «El Mercurio», el diario del traidor a la Patria. Por cierto, no es muy difícil anticipar que Farías presentará, posteriormente, esta importantísima revelación en un nuevo libro, que eventualmente pudiera reportarle bastante más que las 30 monedas que figuran, algo enigmáticamente, en el título de su carta.
Según nos cuenta él mismo, investigando acerca de la historia económica de las grandes empresas salitreras, habría descubierto en el Archivo Nacional (que contendria 30 kilómetros de documentos) nada menos que una prueba aparentemente irrefutable de que Allende era un hombre y un político inconsecuente, porque habría sido, (revelación de revelaciones) uno de los mayores accionistas y director general de la Sociedad Anónima y Comercial Pelegrino Cariola, dedicada a la explotación minera en la zona Norte. Esta prueba se encontraría, afirma Farías, en una de las actas de la Superintendencia de Valores, correspondientes al año 1965, que el investigador se limita a mencionar, pero sin hacer el menor amago de citar, o reproducir, privándonos así de toda posibilidad de certificar personalmente la magnitud de este escándalo hasta ahora desconocido, cometido hace muchos años por el ex presidente, y sacado a la luz pública gracias a la obsesión y el odio antiallendista de tan eximio investigador de nuestra historia reciente.
Como es manifiesto, el patrón seguido por Farías parece ser el mismo que ha utilizado en sus diatrivas anteriores en contra de Allende: 1. Primero se nos anuncia que se ha descubierto un gran secreto acerca del Presidente, en algún archivo desconocido hasta ahora, o en un libro olvidado; 2. luego se escribe un libro en torno a tales supuestas revelaciones, que será financiado muy probablemente con dineros del Centro de Estudios Públicos(*), dirigido por su amigo Arturo Fontaine Talavera. Pero como lo muestran los libros escritos anteriormente por Farías en contra del presidente, aquellas «revelaciones», para cualquiera que sepa leer de corrido, resultan no siendo otra cosa que el producto de interpretaciones antojadizas, lecturas sezgadas, manipulación de citas, y otras maniobras «metodológicas» por el estilo.
Para darle algo de sustancia y credibilidad a la acusación de inconsecuencia lanzada sobre Allende, Farías echa mano de uno de sus ya conocidos trucos sucios:
«Los documentos de la Superintendencia de Valores y seguros eran públicos entonces y por sí mismos no dejaban constancia de ninguna irregularidad o delito. Pero sí estaban en contradicción con la praxis política del ilustre senador socialista. Su celebre biógrafo, Fernando Alegría revela que lo conoció precisamente en esos años durante una marcha de Allende en Lota, munido con un casco de minero, portando un cartel en el que se leía: «Vamos a golpear la puerta de los gerentes!!». Bajo esta luz aparecen grotescos sus encendidos discursos en el Senado sobre los mineros del carbón y la silicosis».
En otros términos, se recurre a un pasaje de una obra de ficción literaria, para probarnos otra ficción: una de carácter histórico. Porque, obviamente, Fernando Alegría no puede ser considerado como un biógrafo de Allende, por el hecho de haber publicado una novela sobre el lider de la izquierda (**). Esto lo sabe muy bien un hombre como Farías, con estudios de literatura e incansable buscador de documentos y libros recónditos. En realidad Fernando Alegría es astutamente investido por Farías con la condición de biógrafo(***), como un modo de legitimar su ataque en contra del Presidente por medio de la referencia a aquel curioso letrero que (según Farías) habría portado Allende, en la novela de Alegría, y en el que se afirmaba, metafóricamente entiende uno, que «se golpearía la puerta de los gerentes» de las empresas mineras. Al afirmar esto en público, mientras era (según Farías) el director y accionista de una sociedad anónima, dedicada a la explotación minera, Allende (según Farías), estaría mostrando que era un inconsecuente. Cualquiera puede ver que una acusación de esta naturaleza y calado no puede ser muy convincente, cuando se busca apoyarla en un pasaje tomado de una obra de ficción. Menos convincente y creíble aún porque la acusación se lanza nada menos que en contra de quien, durante su corto gobierno, nacionalizó el cobre, y varios de otros de los más importantes recursos mineros del país. Lo curioso es que si se miran las cosas desde esta perspectiva, el supuesto descubrimiento de Farías demostraría justamente lo contrario de lo que él afirma, porque si Allende tenía interéses en un compañía mineras, habría demandado una extraordinariamente consecuencia política y moral promover la nacionalizacion de la gran minería bajo su mandato.
A continuación, sin que se explicite en modo alguno la conexión que su portentoso descubrimiento acerca de Allende tendría que ver con lo que sigue, Farías se lanza al ataque contra la empresa que publica «El Siglo», cuyos trabajadores se encuentran en huelga ya por varios meses, así como en contra del Partido Comunista, por su abusivo comportamiento con los huelguistas. Pero la más vitriólica frase final de la carta a «El Mercurio» es reservada por Farías para su más odiado enemigo, la izquierda chilena en su totalidad, al tiempo que, sin nombrarlo, y sin que ni siquiera venga a cuento, sale en defensa de ese hombre tan consecuente y moral que se llama Sebastián Piñera:
«El pasado y el presente de nuestros izquierdistas caracterizan su historia de frustraciones e inconsecuencias, por eso, cuando ellos levantan hoy su voz contra un político y empresario que no oculta su fortuna, y que podría por ello, eventualmente, ser una controlable garantía de eficiencia, uno no sabría entender su conducta populista sino como el odioso resentimiento político y social de los eternos perdedores que sólo han sabido, en lo importante, poner al país en peligro».
He aquí la gran aspiración de Farías: que si hasta ahora la historia de la izquierda ha sido considerada por los derechistas sólo como una historia de frustraciones; él se encaragará de demostrar que esta historia habría sido, también, una historia de inconsecuencias. Por cierto, esto no es otra cosa que uno de los propósitos ideológicos centrales de la historiografia derechista desde la época de la dictadura, agudamente consciente de la fuerza moral de la vida, luchas y muerte del presidente Allende. De allí que éste se haya convertido desde hace ya bastante tiempo, en el principal blanco de las diatribas de Farías quien, podemos conjeturar, no estaba en realidad investigando la historia de las grandes empresas mineras, como lo reporta en su carta, cuando se topó, «acccidentalmente», con aquel documento supuestamente revelatorio, sino buscando desesperada y obsesivamente pruebas y testimonios que le permitieran demostrar que Allende era un inmoral y un inconsecuente. Creer que un «programa de investigación» apoyado sobre tales bases morales y propósitos pudiera llegar a producir descubrimientos de algún valor histórico, es tan demencial como creer que porque Sebastián Piñera «no oculta su fortuna», eso pudiera ser garantía alguna de que en un eventual gobierno suyo su conducta tendría que ser, necesariamente, la de un hombre honrado y «eficiente».
Notas:
(*) El Presidente Honorario del Centro de Estudios Públicos es el ya fallecido Friedrich A. Hayek, uno de los más conocidos padres espirituales del neoliberalismo. Mientras que el resto de los miembros de su directorio son, en su mayoría, economistas neoliberales o ex ministros de Pinochet, tales como Pablo Barahona, Jorge Cauas y Sergio de Castro.
(**) ALLENDE. MI VECINO EL PRESIDENTE, Santiago, Editorial Planeta, 1989.
(***) Hasta la fecha, y a pesar de que se han escrito centenares de libros sobre su pensamiento político y su gobierno, Allende tiene sólo dos verdaderos biógrafos: el historiador ruso J.Lavrestski (SALVADOR ALLENDE, Moscú, Editorial Progreso, 1978); y la profesora chilena Diana Veneros (ALLENDE. Un ensayo psicobiográfico, Santiago, Editorial Sudamericana, 2003)
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