Los robots serán más baratos que la más barata de las manos de obra
por Rafael Urriola U. (Chile)
7 años atrás 4 min lectura
22 septiembre, 2017
Una evaluación hecha por M. Andrei, editor jefe de la revista virtual ZME Sciences indica que las industrias chinas estarían reemplazando cerca del 90% de los trabajadores por robots. Esto permitiría a la producción aumentar en 250% y una caída en los defectos en la producción de 80%.
Una fábrica como Adidas había comenzado a desplazar producción desde los países asiáticos hacia Alemania y otros países OCDE por la robotización que reducía las brechas de costos. China se ha visto en la obligación de mantener esta tendencia para evitar perder la totalidad de los puestos envueltos en la producción de, en este caso, 300 millones de zapatos deportivos por cada año.
Otro ejemplo en China es la Changying Precision Technology Company que produce teléfonos móviles con producción automatizada en línea. La empresa tenía hasta hace poco 650 empleados pero ahora solo permanecen 62. Según ZEM, Luo Weiqiang, el gerente general de la compañía anunció que el número aún podría caer hasta sólo 20 empleados, aunque con un aumento en la producción de 250% y asegurando mejor calidad.
Un informe de los profesores Frey y Osborne de la Universidad de Oxford estima que un 47% de los empleos actuales en EE. UU. será tomado por robots en 20 años. El estudio proporciona además evidencia de que a mayores salarios y nivel educativo es mayor la probabilidad de una empresa de robotizarse.
Aquí están algunas de las especialidades y su probabilidad de ser asumidas por los robots, según este informe.
- Menos del 5%: Médicos, cirujanos, maestros, terapeutas, antropólogos, arqueólogos, farmacéuticos, ingenieros, científicos materiales, científicos de suelo y plantas, biólogos, directores ejecutivos, ortodoncistas, fotógrafos, ingenieros de salud y seguridad, abogados, artesanos, veterinarios, escritores y autores, astrónomos, arquitectos, matemáticos, editores y politólogos.
- Más del 95%: telemarketing, buscadores abstractos, reparadores de relojes, preparadores de impuestos, vendedores de pedidos, oficiales de crédito, secretarios legales, operadores de radio, cajeros, contables y auditores, azafatas de hoteles y restaurantes, cajeros, corredores de bienes raíces, trabajadores de pulido, técnicos dentales, pulverizadores de pesticidas, operadores de teléfono, cocineros (no los chefs), distribuidores de juegos, técnicos de cartografía.
Todo lo anterior, por cierto tiene implicancias sociales descomunales. ¿Bajarán los precios? ¿Aumentarán las ganancias de manera exponencial? ¿Subirán o bajarán los salarios (de los que logren trabajar)?
En los inicios de la economía como disciplina un tal Karl Marx preveía del peligro de que en un sistema de acumulación capitalista incremental de las fortunas de los propietarios, la masa de salarios de la economía no alcanzase para comprar la producción de bienes en el mercado provocándose lo que él llamó una crisis de realización. Esa concepción, que parecía lógicamente impecable, no llegó al colapso anunciado. Se explicó la ausencia del derrumbe mediante las “ventas en el exterior” (teoría del intercambio desigual o del imperialismo) lo que permitía seguir vendiendo sin dejar de acumular porque se compraban materias primas o productos de escaso aporte manufacturero más baratas a los nuevos compradores.
Como de todos modos esto no era suficiente concurrieron en ayuda de “la realización” economistas como J. M. Keynes que previó que el Estado podía jugar un rol crucial rescatando parte de las utilidades y realizando acciones que -ya sea por subsidios o empleos- permitiesen mantener la demanda efectiva de los sectores que tenían mayor vulnerabilidad ante los empleos. La mayoría de los neoliberales –excepto los chilenos- no desmienten el rol del Estado en ambos aspectos, aunque les cuesta captar la importancia estratégica de esta herramienta de la política pública.
En efecto, es evidente en la actualidad la baja de los precios de los productos de consumo actualmente robotizados en su producción; así como lo es la descomunal concentración de la riqueza en unos pocos (según el Credit Suisse, las 62 personas más ricas del mundo tienen tanta riqueza como la mitad de la población más pobre de la Tierra). Los salarios, sin embargo, están tendiendo a bajar, especialmente en las carreras universitarias mencionadas mientras que pueden subir los de técnicos especializados en reparaciones y mantenimiento, más no en fabricación de productos.
Esta revolución en la estructura salarial y del empleo así como el alza de la tasa de desocupación promedio exige un Estado atento a amortiguar los shocks sociales que puede provocar estas transformaciones. No hay seguridad que los miles de estudiantes universitarios chilenos puedan acceder a las expectativas que les creó el neoliberalismo que pretendió explicar las desigualdades por falta de calificación. Esto ya no es una explicación en los países desarrollados.
*Fuente: El Mostrador
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Si hay un atisbo de esperanza en medio de la trágica niebla que persigue a nuestra región desde que comenzó la guerra genocida en Gaza, es sin duda el movimiento de solidaridad popular que se ha desarrollado en los países occidentales —en contraste con el sombrío panorama de los países árabes a este respecto—, especialmente en Estados Unidos, donde este movimiento es especialmente importante debido a la centralidad del papel de Estados Unidos en el apoyo al Estado sionista, su complicidad de facto con él y su plena participación en la guerra genocida que está librando.
La tecnología se debería poner al servicio de la humanidad y no al revés. Ahí entra el papel de la política y de la religión, en crear institucionalidades y visiones de la realidad que no nos lleven al caos.
Y digo religión, porque ese es el cuento en que vive media humanidad, y que configura nuestras creencias acerca de lo bueno, lo malo, lo debido y lo indebido sobre este mundo, además de sus promesas para el otro.
O el capital le paga a la comunidad a través de nuevos impuestos el permiso para que usando sus facilidades se de el lujo de dejar sin posibilidad de sustentarse a media humanidad, o va a venir una hecatombe peor que la que en su tiempo dejaron los bárbaros.
Además si las masas no tienen dinero, ¿Quién va a comprar la producción que logren estos robots? Y si no hay demanda, las fábricas quiebran. Me dirán que en el larguísimo plazo se alcanza un nuevo equilibrio, quizás, pero dejando detrás varias revoluciones y mortandad.
Y como dijo un gran economista: En el Largo Plazo todos estaremos muertos.