Cultivos transgénicos en Chile
por Sandra Ríos Núñez (U de los Lagos, Chile)
17 años atrás 30 min lectura
INTRODUCCIÓN
Actualmente el estado chileno esta empeñado en subsidiar un nuevo sector para agregar valor a la economía nacional: la biotecnología, con el argumento de diversificar y mejorar la competitividad del sector exportador. Para ello, sin ningún proceso de consulta ciudadana sobre las prioridades científicas y tecnológicas del país, ha desarrollado con el apoyo del BID, un ambicioso Programa Nacional de Biotecnología. El mas claro exponente de este empeño, liderado últimamente por el Ministerio de Economía, es la Iniciativa Genoma Chile, con Programas de Recursos Naturales Renovables y Biominería. Ambos incluyen el desarrollo de organismos transgénicos.
Si bien es cierto la investigación sobre transgénicos en Chile aun es escasa, la mayor parte de estas investigaciones han estado vinculadas a especies forestales como pino y eucaliptos y especies agrícolas, como papas, maíz, vides y nectarines. Ello a pesar de que es justamente este último sector, el de los alimentos transgénicos, el que presenta mayor rechazo, no-solo en la población chilena, sino especialmente entre los consumidores de los países receptores de nuestras exportaciones. Este hecho, evidencia el camino errado que ha tomado el gobierno en relación con el desarrollo biotecnológico nacional. Uno de los hechos más evidentes de esta situación, es la moratoria que existe en la Unión Europea desde 1998, para evitar el ingreso de productos transgénicos. A lo que se suma la reciente prohibición de las importaciones de miel y canola orgánica desde Canadá, ya que los productores canadienses no han podido garantizar que estos productos están libres de contaminación por el polen de los cultivos transgénicos existentes en dicho país. Esta situación significa el cierre adicional de mercados a productos que potencialmente pudieran ser contaminados por la cercanía de cultivos transgénicos. Al respecto, hay que recordar que nuestro país acaba de firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea, y que parte importante del nicho nacional en ese mercado son los productos forestales y agropecuarios. Esto nos lleva a recordarle a nuestro Ministerio de Agricultura sus declaraciones de que basará su política sobre transgénicos en la cautela, en la posición de menor costo, frente a la disyuntiva Unión Europea/Estados Unidos, y con consulta a todos los sectores. La Unión Europea ya ha aprobado una estricta regulación sobre transgénicos, como etiquetado obligatorio y trazabilidad, que las exportaciones de Chile deberán cumplir.
Pero al parecer la entrada en escena del Ministerio de Economía, con su propuesta de desarrollo biotecnológico totalmente ajena a las tendencias políticas y económicas en curso, ponen en alto riesgo los actuales nichos de mercado de los productos chilenos. En efecto, frutas, vinos, miel, productos hortofrutícolas y alimenticios en general, podrían verse gravemente afectados de optarse por una política biotecnológica que incremente la presencia de transgénicos en el país. Hoy día el escenario político internacional es muy claro al respecto. Debido al rechazo de los consumidores hacia los productos transgénicos, y el quiebre de la mayoría de las empresas biotecnológicas al interior de E.E.U.U., el departamento de Agricultura de los E.E.U.U. ha invitado recientemente a todos los Ministros de Agricultura de los países en desarrollo a un gran Seminario en Sacramento, California, para presentarles la agricultura transgénica como la nueva revolución verde que solucionará el hambre en el mundo durante el siglo 21. En un momento en que simultáneamente desde Washington, el Presidente Bush, inauguraba la Asamblea de la Industria Biotecnológica norteamericana con un encendido discurso de acusación a la Unión Europea; culpándola de condenar al hambre a los países en desarrollo por cerrar sus mercados a los productos transgénicos; de impedir la entrada de productos norteamericanos; y amenazándola de llevar el caso a los paneles de resolución de disputas de la Organización Mundial de Comercio.
El objetivo de este ensayo radica principalmente en dar a conocer los impactos ambientales que genera la producción de transgénicos en Chile y sus impactos en la sustentabilidad de la actividad agropecuaria. El objetivo del presente estudio, es aportar mayor información sobre la investigación biotecnológica en Chile enfocada en el desarrollo de la transgenia y la genómica, con el fin de entender con mas profundidad el sistema de penetración de estas nuevas biotecnologías en el país y en América Latina y las implicancias para el desarrollo agrícola y sustentable.
– Los transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM) son aquellos que se les ha alterado la información genética artificialmente injertándoles genes de otro organismo diferente, aún hasta en reino, es decir, la biotecnología ya posibilita "crear" organismos con genes de plantas a animales o bacterias u hongos.
– Ya existen fresas con genes de peces, maíz con genes de bacterias, seres que genéticamente recordarían un "frankenstein". Los humanos estamos modificando el curso de la vida y creando seres vivos que nunca hubieran existido de manera natural y que nunca antes habían estado en nuestro planeta.
– Si los transgénicos se liberan al ambiente pueden contaminar genéticamente la naturaleza de nuestro planeta, esto es un peligro altísimo de seguridad ambiental del mundo. Igualmente el consumo de transgénicos en alimentos u otros productos representan un riesgo, ya que no se sabe qué pueden producir a nuestra salud.
– Las organizaciones ambientales luchan por usar el PRINCIPIO PRECAUTORIO y no tratar de arreglar los problemas cuando profundos daños ya fueron ocasionados al ambiente y la salud (como el uso del DDT y la energía nuclear, por mencionar algunos).
– Hay una gran mentira de quienes promueven los transgénicos. Dicen las empresas que los producen y comercializan, que son el hallazgo tecnológico que acabará con el hambre y la pobreza mundial, y nos permitirán ser y vivir en un mundo mejor. Una promesa con fines comerciales similares impulsó y abusó de los fertilizantes y plaguicidas químicos que a la fecha se encuentran contaminando todos o casi todos los organismos vivos, la tierra, el agua y el aire, generando daños incuantificables en los ecosistemas y los seres humanos. Y no resolvieron el hambre, como tampoco lo harán los transgénicos.
– Las industrias químicas tienen alimentos genéticamente alterados para las siguientes características específicas: para aumentar ganancias al aumentar artificialmente la durabilidad del producto en la estanterías de las tiendas; para aumentar ganancias al aumentar la compatibilidad de las plantas con las pesticidas y herbicidas de la misma industria química; y para aumentar ganancias al crear semillas que cuestan más pero ahorran el dinero de los productores porque los vegetales o las plantas crean sus propias pesticidas internamente.
– Los ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) acordaron la primera semana de diciembre reglas más estrictas para la identificación de alimentos modificados genéticamente. Los alimentos deberán poseer una etiqueta que los identifique como alimentos transgénicos si contienen al menos un 0,9% de organismos modificados genéticamente. La medida busca que los consumidores puedan distinguir claramente entre los productos no alterados y los fabricados con organismos modificados genéticamente.
– El peligro de cultivar organismos transgénicos radica en que la mayoría de las plantas se reproducen intercambiando polen entre miembros de su misma especie y con algunos parientes silvestres. Esta forma de reproducción es la que puede provocar la contaminación genética, ya que al implantar organismos transgénicos en el medio ambiente, se libera al mismo tiempo el polen transgénico y no se sabe qué le puede suceder a los insectos polinizadores o a las abejas cuando consuman miel de una planta que produce su propio insecticida.
– En materia de salud humana no se sabe qué consecuencias pueden traer a mediano y largo plazo el consumo de productos transgénicos. Sin embargo, se sabe que ciertos cultivos transgénicos, a los cuales les insertaron genes de resistencia a antibióticos, pueden generar bacterias que causan enfermedades o resistencia a los antibióticos en humanos y animales. Esto quiere decir que quienes consuman cultivos transgénicos con resistencia a los antibióticos, podrían tener dificultad para combatir infecciones.
– En los últimos tres años, las áreas plantadas en todo el mundo con cultivos transgénicos pasaron de 2,8 millones de hectáreas a casi treinta millones, y después de Estados Unidos, que tiene el 74 por ciento de esas cosechas, Argentina tiene el 15 por ciento y Canadá el 10 por ciento. Las ventas totales de cosechas transgénicas crecieron de 235 millones de dólares en 1996 a 1.500 millones en 1998. Se calcula que para el año 2000 será un negocio de más de 3.000 millones de dólares.
– En algunos países en que existe normativa sobre los transgénicos, sólo es obligatorio el etiquetado específico, indicando que puede contener organismos modificados genéticamente (OMGs), cuando pueda ser detectado en el alimento el ADN modificado por la manipulación genética o las proteínas procedentes de este ADN modificado, quedando excluidos de la obligatoriedad en el etiquetaje todos aquellos alimentos donde no pueda encontrarse el ADN y/o las proteínas extrañas, aunque utilicen en su composición componentes provenientes de OMGs como lecitinas, y aceites y grasas vegetales.
– De hecho, quedan expresamente excluidos del etiquetado obligatorio los componentes de alimentos, aunque estos procedan de OMGs, que sean clasificados en la industria alimentaria como aditivos de alimentos, saborizantes de alimentos y disolventes utilizados en la industria del procesado de alimentos. En la práctica, esta normativa deja fuera de la obligatoriedad del etiquetado aproximadamente al 90% de los alimentos comerciales que contienen OMGs o componentes de OMGs.
LA SITUACIÓN DE LOS TRANSGÉNICOS EN CHILE
– La única normativa específica en Chile respecto a transgénicos se encuentra en una Resolución del Servicio Agrícola y Ganadero sobre Normas y Regulación de Liberación de Transgénicos. Según este decreto, sólo se autoriza en Chile la entrada de semillas transgénicas para multiplicación con fines de exportación. No se permite liberación de transgénicos para consumo.
– Una Comisión Asesora de Liberación de Transgénicos (CALT), presidida por el SAG, establece los requerimientos de bioseguridad para los cultivos transgénicos en Chile. Esta comisión, no está abierta a la participación de organizaciones ciudadanas.
– Por otra parte, la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, considera la liberación de transgénicos como actividad que debe someterse a un estudio de impacto ambiental obligatorio, pero no se aplica.
– Un informe de gobierno, revela que Chile ha permitido la internación de material transgénico desde 1992. Aunque no existen datos de la superficie sembrada en esos años, el informe sí revela un rápido aumento del área sembrada en los últimos años. En el año 1997, la superficie sembrada de transgénicos alcanzó un total de 7.152 hás, mientras que en el año 1998 esta superficie aumentó 4 veces, a 28.541 hás. La tasa de aumento de cultivos transgénicos en Chile es superior al aumento a nivel mundial que subió 2,5 veces entre 1997 y 1998.
– Los cultivos preponderantes en 1998 corresponden a maíz transgénico con 27.547 hás, seguido de soya transgénica con 838 hás. Otros cultivos sembrados en 1998 son canola (132 hás), remolacha (21 hás), melón (0,23 há), papa (2,5 hás) y tomate (0,22 há). Los cultivos transgénicos se habrían efectuado a lo largo del país en 8 de las 13 regiones de Chile: I, V, RM, VI, VII, VIII, IX y X.
– El informe no sólo da a conocer que extensas superficies de nuestro territorio se encuentran sembradas con transgénicos, sino que además revela que el 99,4% (28.371 hás) de la superficie plantada en 1998 correspondió a cultivos sin cuarentena de bioseguridad que incluyen 27.546 hás de maíz y 825 hás de soya sembrados en 5 regiones del país: I, V, RM, VI y VII. También se sembró canola transgénica sin medidas de bioseguridad en 1996.
– El número de compañías involucradas en la siembra de transgénicos sin medidas de bioseguridad aumentó de 2 en 1994 (Semillas Pioneer Chile Ltda. y Massay Agriculture Service Ltda.) a 13 en 1998, liderada por Pioneer con 17.472 hás, ANASAC con 2.986 hás, Massay con 2.825 hás, Compañía Industrial de Semillas con 1.426 hás, Agrotuniche con 1.375 hás, Novartis con 847 hás, Cargill con 607 hás, Limagrain con 536,7 hás. Otras compañías son Pinto y Gajardo, Manzur Agriculture, KWS, Semameris y Green Seed.
– Las dos características más comunes corresponden a resistencia a herbicidas y resistencia a insecto (Bt).
– Por otra parte, carecemos de información respecto a las medidas de bioseguridad exigidas a los cultivos bajo cuarentena en 1998 (canola, remolacha, melón, papa, tomate, maíz y soya) los cuales abarcaron una superficie de 170 hás o 0,6% de la superficie total plantada en 1998. Sin embargo, estudios empíricos han encontrado polen de canola a 4 Km de su fuente. Dudamos de que estas distancias se apliquen en Chile y que los agricultores vecinos a los tests hayan sido informados de la posibilidad de contaminación de sus cultivos.
– Es por ello que la siembra de transgénicos en general, y sobre todo aquellos sin cuarentena de bioseguridad, constituye un hecho gravísimo en Chile por el inminente riesgo de contaminación biológica a los centros de origen, cultivos y malezas cercanas emparentadas.
– El caso del maíz es muy grave, pues podrían verse contaminadas 23 formas raciales prehispánicas de maíz, 7 de las cuales están amenazadas de extinción.
– En el caso de la canola transgénica sembrada en Chile, esta puede contaminar 4 especies de malezas silvestres del género Brassica y crear supermalezas. En el caso del tomate transgénico, este cultivo podría contaminar y perder irreversiblemente el tomate originario Lycopersicon chilense. La siembra de papas transgénicas podría contaminar las 165 variedades de papas originarias de Chiloé y también contaminar 55 especies de plantas silvestres del género Solanum y crear supermalezas.
– Los riesgos de desequilibrio de los ecosistemas y la pérdida de polinizadores con los cultivos Bt no se han evaluado.
– Otras consecuencias de la siembra de transgénicos y del alza de la cuarentena de bioseguridad en Chile, es que nuestro país perderá su estatus de isla ecológica con productos sanos, ya que no podrá garantizar cultivos libres de transgenia. Ello significa la pérdida de importantes socios comerciales en la UE y el cierre de mercados hacia las grandes firmas productoras de alimento como Nestlé y Unilever, que, ante la presión de los consumidores, recientemente han adoptado la política de no adquirir materias primas transgénicas para la elaboración de sus productos alimenticios.
– Por otra parte, Chile está actualmente importando alimentos transgénicos, particularmente maíz y soya de Argentina y Estados Unidos. Importamos soya en forma de habas, harina, aceite, y tortas de soya, como también maíz de consumo. Toda la salsa de soya importada proviene de los Estados Unidos. Se desconoce con exactitud la cantidad de transgénicos que está entrando, pues los granos llegan mezclados con aquellos no transgénicos y los productos elaborados no vienen etiquetados.
– Conocemos, sin embargo, que EE.UU. y Argentina son los mayores productores de transgénicos en el mundo con 20,5 y 4,3 millones de hectáreas sembradas en 1998, respectivamente (RAFI 1999). EE.UU. es el mayor productor mundial de maíz transgénico, en tanto que su producción de soya transgénica alcanzó a 32% en 1998. Argentina es el segundo productor mundial de soya transgénica, siendo transgénica el 60% de su soya, con una superficie sembrada de dos millones de hectáreas, que equivale a la mitad del área plantada de soya del país.
– Los consumidores chilenos podrían estar ingiriendo alimentos transgénicos en forma de derivados del maíz y soya como aceites, almidón, jarabe, harinas, lecitina etc., e incorporados en galletas, leche, cereales, chocolates, helados etc. Además, una Resolución del SAG ha autorizado la utilización en Chile del descarte del maíz transgénico como alimento para cerdos y pollos, sin que los consumidores chilenos tengan ninguna idea respecto al origen de estos productos y sin que exista una adecuada evaluación de riesgos a la salud humana y animal, como por ejemplo el peligro de resistencia a antibióticos.
– La normativa respecto al consumo de alimentos en Chile se encuentra en la Ley de Derechos de los Consumidores. Esta ley reconoce expresamente los derechos de los consumidores a un etiquetado obligatorio, pero aun no se ha aplicado a los productos transgénicos.
– A pesar de los riesgos de perder nuestra única y exclusiva biodiversidad, la política de Chile frente a los transgénicos es la de constituirse en un potencial exportador de estos productos.
– Es por ello que nuestro país no ha tenido una posición clara de protección a los consumidores, ni de rechazo a la liberación de organismos transgénicos al medio ambiente a nivel nacional e internacional.
– La posición de Chile en la última reunión del Protocolo de Bioseguridad en Cartagena, Colombia, en Febrero de 1999, fue la de apoyar la posición de la industria biotecnológica. Se unió al Grupo de Miami liderado por EE.UU., que es el mayor productor de OGMs del Mundo y no es miembro de la Convención de la Diversidad Biológica, junto a Canadá, Australia, Uruguay y Argentina. El grupo se caracterizó por una posición intransigente de bloqueo de las negociaciones al privilegiar el comercio y no la biodiversidad y la salud humana. Se opusieron por ejemplo el principio de precaución como eje central del protocolo, a la inclusión de productos de consumo como alimentos, vacunas, microorganismos y control biológico, descartaron los productos derivados como harinas, alimentos procesados, aceites etc, excluyeron aspectos socioeconómicos y aspectos de responsabilidad y compensación, en un esfuerzo por obtener un protocolo estrecho e inefectivo que apoye los intereses de la industria biotecnológica.
– Chile promovió la rotura de la unidad latinoamericana y puso en riesgo no solamente nuestra biodiversidad, sino a toda la región suscitando el asombro de la mayoría de las delegaciones del Tercer Mundo y las ONGs.
– La posición adoptada por Chile no corresponde a nuestra realidad como país y es contraria a los intereses de nuestra población. Chile no posee una industria biotecnológica, no cultiva transgénicos, su papel en este escenario es de sólo proveer terrenos para la plantación fuera de temporada de semillas transgénicas para exportación, lo que permite a las grandes compañías acelerar la producción de semillas, es un país importador de biotecnología, con una biodiversidad muy importante y valiosa que conservar y no posee una regulación adecuada en esta materia ni la capacidad técnica de controlar la introducción y uso seguro de transgénicos en su territorio. Nuestro país tiene además mucho que perder si los transgénicos contaminan nuestros recursos genéticos, pues significa la pérdida irreversible de un capital natural único y exclusivo en el mundo. Esta posición fue adoptada en ausencia de un debate público y sin la participación de la ciudadanía, lo que es extremadamente grave en una democracia.
DOCUMENTO: “UNA POLITICA DE ESTADO PARA LA AGRICULTURA CHILENA, PERIODO 2000-2010”,
Ministerio de Agricultura
– En la página 29 del documento dice:
“Otro tema relevante se refiere a una definición de la postura-país frente a los productos transgénicos, pues éste es el único sector que trabaja en condiciones de campo con esta tecnología, y existe una presión de las empresas internacionales por ampliar la superficie de semilleros destinados a la exportación”.
– En la página 30 del mismo documento dice:
“Arroz: en este rubro participan alrededor de 2.500 productores, con una superficie que durante la década ha fluctuado entre las 18.000 a 30.000 hectáreas cada año, dependiendo de la evolución de los precios internacionales y de la disponibilidad de agua de riego. Este rubro tiene la particularidad de ser prácticamente la única opción productiva para algunos suelos ubicados entre la VI y la VIII Región que tienen serias limitantes para otros cultivos. En los últimos años se ha podido apreciar un mejoramiento moderado de la productividad por hectárea (el rendimiento promedio fue de 52,2 qq/ha en 2001) a lo que se agregan avances en el rendimiento industrial del grano. Los suelos arroceros tienen un gran potencial que debe ser aprovechado a través de la introducción de técnicas agronómicas tales como el mejoramiento genético, la micronivelación de suelos y una adecuada fertilización. También es preciso mejorar las condiciones de comercialización de este producto”.
– En la página 45 del documento citado, bajo el título “Mercados Internos”, señala que debe perfeccionarse el “funcionamiento de los mercados internos, a través del desarrollo de normas y regulaciones que hagan más transparente las transacciones y eviten distorsiones en los precios percibidos por los agricultores”.
Entre otras áreas, señala que debe avanzarse en la Modificación al Reglamento 297 sobre rotulación de productos (Ministerio de Economía).
– En la página 49, bajo el título “Desarrollo de la Competitividad” señala:
“Como líneas de mediano plazo, el INIA contempla especializarse en las áreas de mejoramiento genético (cereales, frutales, leguminosas de grano, forrajeras, otros), biotecnología (agrícola y forestal), agricultura de precisión, conservación y valorización de recursos genéticos, evaluación ambiental de agroecosistemas en estados crítico o amenazado, y evaluación de insumos agrícolas y certificación de calidad”.
De acuerdo a información de prensa, en Chile se cultivaron 6.500 ha de transgénicos en el 2001, 80% de las cuales corresponden a maíz. Otros cultivos involucran soya, tomate, papa, remolacha, trigo, canola, melón, tabaco, zapallo y maravilla. La superficie de cultivos transgénicos ha estado disminuyendo desde 1999 en adelante, en que se sembraron 9.450 ha. La superficie bajó a 8.223 ha en el 2000 y a 6.500 ha en el 2001. Por otra parte, la proporción de cultivo de semilla de maíz transgénico respecto a la producción total de semilla de maíz, también ha disminuido. De acuerdo a datos de ANPROS, esta fue de 85% en 1998, 78% en 1999, 70% en 2000 y 47.9% en el 2001. Esta tendencia a la baja refleja los conflictos internacionales en la comercialización de alimentos transgénicos, que incide en la menor demanda por semillas de cultivos transgénicos. (Las Ultimas Noticias, 29 Julio, 2002, ANPROS, 12/7/2002).
ÁRBOLES TRANSGENICOS
La Revista Freedom Magazines International Inc. informa sobre el desarrollo de árboles transgénicos en Chile. Señalan que la compañía Genfor creada por Fundación Chile, estaría cercana a producir un pino Bt a nivel comercial resistente a la polilla del brote. Genfor ha anunciado que este árbol podría estar listo para el mercado en el 2008. El anterior director del área forestal global de Monsanto, señala que los chilenos podrían ser los primeros en llegar al mercado con un árbol transgénico, pues tienen un objetivo muy dirigido, relaciones con el gobierno e infraestructura necesaria para lograr esa meta. Genfor América Latina, es la única compañía biotecnológica de la región dedicada al área forestal.(Freedom Magazines International Inc. , May. 2002).
REUNIÓN DEL PROTOCOLO DE BIOSEGURIDAD
La Red por un Chile Libre de Transgénicos, presentó una minuta de su posición en la Tercera Reunión del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad en La Haya, Holanda, que se realizó entre el 22 al 26 de Abril del 2002. Por otra parte, el Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora, CODEFF, que es miembro de la red, realizó una serie de actividades de prensa y entrevistas, para informar sobre esta reunión y la necesidad que Chile ratifique el Protocolo. También elaboro un poster que se distribuyó a nivel nacional y en La Haya.
La creación de los cultivos transgénicos y su uso cada vez más generalizado ha originado considerable preocupación por el impacto que esta tecnología podría tener sobre la salud humana y el ambiente. Todavía es muy limitada la información que llega al público acerca de los cultivos genéticamente modificados (GM) y de las consecuencias de su utilización sobre otros organismos.
Afortunadamente, es cada vez mayor la evidencia científica que demuestra que los alimentos derivados de cultivos GM son tan adecuados para consumidores humanos y animales como los obtenidos por las prácticas tradicionales de mejoramiento genético. La mayor inquietud originada por el uso de los organismos genéticamente modificados (OGM) parece ser actualmente el probable impacto ambiental que eso traería aparejado.
En la última década la Argentina ha asumido un papel de liderazgo en la producción de cultivos GM en América Latina. Aunque la política en esta materia no ha sido sostenida, la superficie cultivada con variedades transgénicas de soja, maíz y algodón aumentó rápidamente desde 1998 y las solicitudes de ensayos de cultivos GM comprendieron una variedad de especies.
La evaluación de impacto ambiental debería acompañar cualquier ensayo de nuevas tecnologías, pero es especialmente importante en los relacionados con biotecnología agrícola. La Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA) creada en 1991 y dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA) se encarga de regular la introducción y liberación al ambiente de organismos transgénicos. La mayoría son cultivos; en unos pocos casos se trata de vacunas de uso veterinario.
La normativa está basada en las características del OGM y en los riesgos que podrían derivar de su utilización. Presta especial atención a los aspectos que hacen al ambiente, la producción agropecuaria y la salud pública. El permiso de ensayo de OGM a campo o en condiciones controladas de invernáculo y laboratorio tiene en cuenta las características del organismo, las del sitio donde se realiza y las condiciones del ensayo. El control posterior está a cargo del ex Instituto Nacional de Semillas (INASE) y del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).
Formas de impacto ambiental
El impacto ambiental puede adoptar distintas formas. Sin duda, la mayor perturbación de los ecosistemas proviene de la actividad agrícola, que ha ocupado extensas superficies con cultivos en todo el mundo, destruyendo la flora natural, modificando el suelo y desbaratando toda forma de vida autóctona. Otras actividades humanas, como la caza no autorizada y la urbanización, reducen asimismo la biodiversidad. Pero también hay causas naturales de impacto, como el intercambio de genes entre las especies vegetales domesticadas y sus parientes silvestres, a través del polen. Todas esas formas de impacto ambiental pueden alterarse, como consecuencia del uso de biotecnología agrícola.
Aumento de la superficie agrícola
Actualmente, la superficie agrícola mundial dedicada a la siembra de especies de valor alimenticio o industrial -trigo, maíz, arroz, soja, cebada, girasol, algodón y muchas otras- ha llegado virtualmente a un máximo y no sería posible aumentarla sin comprometer seriamente el equilibrio ecológico. La destrucción indiscriminada de bosques y selvas tiene un impacto negativo sobre el clima y la preocupación sobre el cambio global del ambiente crece incesantemente.
Los rendimientos de los cultivos también han ido aumentando progresivamente hasta un máximo, impuesto por sus propias bases genéticas y las condiciones agroecológicas de cultivo en las distintas regiones mundiales. Es improbable que a través de las técnicas tradicionales de mejoramiento genético se logre un aumento significativo de la producción en los próximos años. Por otra parte, los insectos, enfermedades causadas por hongos, virus o bacterias y la competencia ejercida por malezas destruyen cerca del 40 por ciento de la producción mundial.
Las pérdidas por estas causas afectan principalmente las producciones agrícolas de los países en desarrollo, ya que disponen de menor tecnología para su control que los países industriales.
En este escenario, la biotecnología agrícola ofreció una solución a través de la creación de variedades vegetales GM con tolerancia a herbicidas y resistencia a insectos o a enfermedades causadas por bacterias, hongos y virus. Esto permitió un incremento de la producción por hectárea sin un aumento significativo de la superficie arable, mientras que la modificación genética no tuvo efecto sustancial sobre otras características de la planta que determinan el rendimiento.
Es comprensible que la adopción de biotecnología agrícola fuera muy rápida y movilizara grandes intereses económicos. En nuestro país, el primer ensayo con soja GM fue autorizado en 1991, sobre una superficie de 400m2. En la campaña agrícola de 1997/98 el cultivo comercial de soja transgénica comprendió el 20 por ciento del área total cultivada, ascendiendo al 72 por ciento (5,5 millones de ha) al año siguiente y cerca del 90 por ciento (8,6 millones de ha) en 1999/2000. Se estima que en la última campaña, un 95 a 98 por ciento de los 11,5 millones de ha sembradas lo fueron con variedades GM, principalmente soja RR, a la que se le ha introducido un gen bacteriano que confiere resistencia al herbicida glifosato. El impacto ambiental derivado de la adopción de esta tecnología no tuvo precedentes en la Argentina, en lo que se refiere a manejo del suelo y uso de agroquímicos.
El paquete tecnológico siembra directa
Las variedades GM de soja disminuyeron los costos de producción debido a la simplificación de las tareas de labranza y reducción del uso de agroquímicos, mediante la práctica conocida como siembra directa. Nuestro país presenta condiciones especialmente favorables para la siembra directa debido a las estaciones de crecimiento relativamente largas que predominan en la mayor parte de la región productora de granos.
Desde el inicio de la agricultura se buscó un cultivo que pudiera sembrarse en la misma estación, luego de cosechar el trigo. Mijo, sorgo y girasol fueron ensayados sin éxito, hasta que con la expansión de la soja, en la década de 1970, se logró el objetivo. Esta modalidad, denominada 'siembra de segunda', debe ser realizada lo más temprano posible, para aprovechar al máximo las temperaturas del otoño durante el llenado de los granos.
El laboreo convencional, que deseca el suelo y requiere varios días de trabajo fue rápidamente reemplazado por la siembra directa, que puede realizarse inmediatamente de cosechado el cereal. Consiste en el laboreo de una angosta franja del suelo a escasa profundidad, donde se deposita la semilla con sembradoras especiales.
Las malezas presentes al momento de la siembra se controlan con herbicidas totales, pero las que emergerán en las primeras etapas del cultivo deben ser controladas con herbicidas de efecto residual. Las dificultades de control de las malezas en soja de segunda fueron muchas hasta el advenimiento de la soja RR. Antes de ello, se requería un verdadero 'arsenal' de herbicidas con suficiente estabilidad y residualidad como para trabajar en suelos cubiertos por rastrojos de trigo.
El herbicida glifosato es rápidamente degradado en los suelos dedicados al cultivo de soja RR, mientras que los utilizados en soja tradicional conservan mayor vida media en el suelo. Frente a la agricultura tradicional, la siembra directa ha mejorado la actividad de la microflora y microfauna (especialmente, lombrices) del suelo, el contenido de materia orgánica superficial, la porosidad, tasa de infiltración, retención de agua y nutrientes y ha disminuido ostensiblemente los riesgos de erosión hídrica y eólica. Esta técnica también ha permitido incorporar a la agricultura extensas regiones con dificultades de laboreo como los suelos extremadamente pesados del centro de Entre Ríos o los sensiblemente erosionables del sudeste de San Luis.
En la Argentina, donde dos tercios del territorio corresponden a regiones áridas y semiáridas, las prácticas agrícolas conservacionistas que reducen la erosión del suelo y la pérdida de la fertilidad son casi una obligación moral hacia las generaciones futuras. Sin embargo, el verdadero impulso de la siembra directa estuvo dado por la combinación de simplicidad de manejo del sistema, mayor oportunidad de laboreo, menor demanda de mano de obra y abaratamiento de los costos en general.
La transformación genética que determina la resistencia a herbicidas en los cultivos permitió un control de malezas con menor impacto en el ambiente. No obstante, el abuso de herbicidas totales en banquinas y caminos vecinales ha determinado una drástica reducción de malezas y plantas nativas. Esas comunidades son reservas de especies adaptadas, de posible utilidad futura y refugio de fauna benéfica que participa en el control biológico de plagas.
Esta situación remite a uno de los impactos ambientales más temidos, la reducción de la biodiversidad. El Estado debería velar por la existencia de 'corredores' de vegetación espontánea que posibiliten la supervivencia de especies actual y potencialmente benéficas antes de que se pierdan definitivamente como patrimonio de nuestra biodiversidad.
DOCUMENTOS SOBRE TRANSGENICOS EN CHILE
La Fundación Sociedades Sustentables ha elaborado el documento, Biotecnología y Bioseguridad: La Situación de los Transgénicos en Chile. También aun se encuentran disponibles algunos ejemplares del documento: Arboles Transgénicos: Biotecnología en el Sector Forestal de Chile y una cartilla educativa sobre los alimentos transgénicos: “Alimentos Transgénicos y Sus Riesgos a la Salud Humana”. A los interesados, solicitar a sustenta@rdc.cl o en las oficinas de la Fundación, Seminario 774, Santiago.
Aquí van algunos de los productos de consumo más frecuente que contienen transgénicos:
ACEITES
Aceites vegetales (Cristal, Trovattore, Ibiam, Acuenta, Olin, Oro, Jumbo, Doña Flor, Belmont, Líder); aceite de maíz (Arcor, Chef, Jumbo); aceite de maravilla (Chef, Belmont, Trisol, Líder, Miraflores, Bonanza); aceite de oliva y maravilla (Chef, aceite Omega 3 Miraflores); aceite de soya (La Fuente Natural).
MARGARINAS
Belmont, Bonella, Leche Sur, Loncoleche (Margarina Sureña), Banda Azul, Soprole (Margarina Next y corriente), Calo, Dorina, Nestlé (Margarina Doña Juanita), Superior.
ALIMENTOS PARA NIÑOS Y CEREALES
Los productos Nestlé llevan la delantera en el uso de transgénicos, con los siguientes alimentos: cereal infantil (de trigo con leche y 5 cereales con leche ), Multicereal Nestum (avena, trigo y frutas, 5 cereales), colados, picados, postres colados, picado de frutas surtidas, Milo, Nesquick, Nido (1+3+6+), Zucosos, Lechera flakes, Estrellitas, Chocapic.
También figuran otras marcas como Blevit (cereal); Cola Cao (chocolate en polvo); Raff (cocoa); Arcor (cereal mix); Bruggen (Gourmet Musli); Calaf (granola); Ipal (Digest, Natur trigo); Laboratorio Maver (Adelgazul); Kellogg‚s (Muslix tradicional, All brand, Froto loops, Miel flakes, Corn flakes, Chokos); Líder (cereal con miel, cereal con chocolate); Natur (chip’s, power girls, Galactum, Pequeña Lulú, Digimond); Nature Valley (Oat’s honey, Penauts butter, Trail ix); Nutrexpa (cereales Cola Cao).
FIDEOS, MASAS Y HARINAS
Prácticamente toda la variedad que ofrecen Carozzi, Luchetti, Parma y San Remo están en la Lista Roja, además de productos Talliani (pasta pronta al pesto); Maggi (pasta 3 minutos); La Salteña (capelletis, gnoquis, ravioles, saconitos); Il gastronómico (agnolotti, pancutras); Deli Expres Líder (gnoquis, tortellinis); Acuenta (canutos, quífaros, espirales); Líder (quífaros, corbatas); Pancho Villa (tortillas de maíz); Old El Paso (Flour Tortillas, tacos, fajitas, tortillas); Cena, Agua de Piedra, Ideal, Líder y O’Clock (pre pizzas).
Todas las harinas de marcas conocidas están en la lista roja, además de levaduras Lefersa, polvos de hornear Royal y Maizena Dropa.
LECHES Y PRODUCTOS LACTEOS
Leches Calo (chocolate, crecimiento, entera, instantánea, extra calcio, Purita); leche entera Colún; leche chocolate y semidescremada Copalca; leche en polvo instantánea Leche Sur; productos Loncoleche (leche cultivada, leche natural, yogurt batido); productos Nestlé (leche cultivada, leche descremada, leche entera, leche asada, flan, yogurt con cereal trix, chandelle, sémola con leche); Parmalat (yogurt diet fibra, mix, mousse, leche chocolate, semidescremada); Soprole (leche cultivada Next Gozzo, Manjarate, 1+1 Zucaritas, Chococrispis); Svelty (yogurt batido, fibra, leche cultivada, flan, leche líquida y en polvo); Quillayes (yogurt light Yoplait, leche cultivada Yoplait); leche entera Ula; Leche chocolate Surlat; yogurt diet Calán; sémola con leche Líder.
PAN Y GALLETAS
Ideal (molde integral, hot dog, diet, kids, siluette); Líder (hot dog, molde blanco e integral); Cena (molde blanco, integral, fibra, completos, frica); Ecovida (panteón diet); Pan Pierre (hot dog, molde fibra, light, burguer); galletas Costa, Costa Kids, Arcor, Ecovida, Holanda, Francisca Calaf, Bortolaso, McKay, Kraft, Ártica, Parmalat. Y, además, Galleta María Dorada (Marbu), Amandita (Lacta), Porteñitas (Bagley), Wafer (Baducco), Butter cookies (Copenhaggen), Butterscotch (Crolaina).
OTROS…
Salsas de tomate de marcas Malloa, Doña Clara, Pomarola, Dos Caballos, D’ampezzo, San Remo, Arcor, Tomatín Centauro, Talliani, Tuco Maggi, Ekono, Líder, Bolognesa Carozzi, Acuenta, Mickelsen.
Hamburguesas congeladas (carne, pollo, pavo) de las siguientes marcas: Ahora Más Ricas, Campo Lindo, Procarne, Ekono, Acuenta, Patty, Pollos King, Sopraval, además de croquetas de salmón AgroSuper, nuggets de pollo y croquetas Ariztía, croquetas de arroz y verduras Bouduelle, papas pre fritas y papas duquesa Frutos del Maipo, empanaditas de queso La Spegia, productos Maggi (rollitos y bocaditos de pescado, pescaditos apanados, empanadas de queso, nuggets y bocaditos de pollo).
Salchichas y chorizos PF; vienesas La Preferida, Winter y Fastdeli; zwancitos (Zwan); salchichas, longanizas, mortadelas y chorizos de Cecinas Llanquihue; salchichón, mortadela, patés y chorizos San Jorge, etc.
En bebidas de fantasía figuran las de la empresa Coca Cola (Coca Cola, Sprite, Fanta, Kapo y sus versiones light); CCU (7UP y light, Bilz light, Kem, Pap light, Crush light); jugos Watts (tutifrutti, naranja light, durazno, frutilla); Zuki (Luz Vitta), néctar light de Parmalat, Loncoleche, Andina, etc.
(Más información en www.greenpeace.cl)
– e-mail de la autoraa: sandra.rios@ulagos.cl
* Fuente: Ríos Núñez, Sandra (2004) "Cultivos transgénicos en Chile" en Observatorio de la Economía Latinoamericana, número 38. Texto completo en www.eumed.net/cursecon/ecolat/cl/srn-transg.htm
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