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Brasil vs. Banco del Sur

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ALAI AMLATINA, 24/08/2007, México D.F.-  Desde 2002 a la fecha el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha perdido el 88% de su cartera de préstamos, incluyendo los préstamos llamados para pobres dentro del marco del Poverty Reduction and Growth Facility.  El Banco Mundial (BM) desde 1996 ha perdido el 42% de su cartera de préstamos y eso incluye el ligero incremento de los HIPCs (Países Pobres Altamente Endeudados).  El problema con ambas instituciones son las onerosas condiciones que ponen a los gobiernos para el desembolso crediticio, el costo financiero de los mismos, y el desprestigio de las políticas que no han resultado en lo que se esperaba sino en mayor concentración del ingreso y mayor emigración al tiempo que las economías se han desnacionalizado, las trasferencias netas de recursos se han vuelto abiertamente negativas a la región, tanto como en la década del 80, y las remesas de esos emigrantes financian la balanza de pagos y permiten acumular reservas. 

Esto amén de la evidencia de que trabajan más para el Tesoro estadounidense que para el bienestar de la comunidad internacional o nacional del país asesorado y financiado.

Desde el mes de junio, cuando el Banco del Sur estaba por ser lanzado en la cumbre de presidentes sudamericanos en Asunción, ha comenzado a haber un freno.  Algunos gobiernos han comenzado a poner el taco en la tierra para frenar el impulso lanzado primero por Chávez en el año 2005, luego por Chávez y Kirchner en el 2006 y finalmente por Correa en el 2007 que habló de ampliar el concepto del Banco del Sur a uno de arquitectura financiera regional incluyendo un banco de desarrollo, un fondo de estabilización y una unidad monetaria sudamericana ya bautizada por Evo Morales como la Pacha, por tierra en quechua.  Esta iniciativa ecuatoriana ya tiene el apoyo de Uruguay, Paraguay y Bolivia, además de los tres países grandes del inicio.

La primera parte lanzada a debate técnico ha sido el banco del Sur que vendría a ser una especie de fondo de desarrollo análogo al europeo, es decir, que financia obras de infraestructura en zonas de menor desarrollo relativo donde se requieren y pro mueve una matriz de desarrollo de forma autónoma.  Una matriz de desarrollo en América del Sur pasa por una matriz energética o va acompañada de la misma.  Esta claro que hoy dicha matriz tiene que ser de energía limpia y que las obras de infraestructura no pueden dañar el medio ambiente

 El proceso de consultas técnicas entre los ministerios de Finanzas de los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) interesados ocurre mensualmente, sin embrago ellos dicen que ya está listo el estatuto del Banco, que lo que falta es voluntad política para hacerlo.

De otra parte hay un debate sobre la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y si esta debe o no ser financiada por el Banco del Sur.  Grupos se ponen a esto y otros lo apoyan.  Eso es lo que en inglés se llama un red herring.  Es un distractor de la esencia del problema.  La esencia es si América del Sur se va a integrar dentro de un esquema financiero autónomo del dólar estadounidense ahora que dicha moneda ha perdido entre el 25% y el 30% de su valor paritario con el grueso de las monedas sudamericanas y que América del Sur en el agregado tiene tantas reservas internacionales como la zona Euro.

Ante el descrédito del FMI en Asia se lanzó la iniciativa de Chiang Mai.  Conscientes que tienen el 84% de las reservas internacionales mundiales (usando el IFS online del FMI) y que cuando hay guerras siempre los americanos les piden revaluar a los asiáticos (o sea devaluar el dólar) han optado por discutir una unidad de cuentas asiática para estabilizar su comercio intraregional que es el 50 de su comercio externo total.  El proyecto Chiang Mai es que el Asean + 3 sea una zona común para el comercio, las finanzas, las personas, el transporte, los bienes y servicios para el año 2015.  Su preocupación, como la europea hace años, es cómo nivelar a las zonas que tienen mayor atraso para que sea una región relativamente homogénea.  Para este fin están trabajando en un fondo de desarrollo.  Lo primero que hicieron los ministros de finanzas que firmaron la Iniciativa de Chiang Mai en su declaración del año 2000, en el punto 8 fue encargar a centros de investigación de la región estudios específicos sobre diversos ángulos del proceso, reconociéndole a los japoneses mayor avance en los campos de la investigación monetaria.

Mientras tanto en América del Sur a los niveles más altos no se discute esto sino si el Banco del Sur será una competencia para uno u otro banco nacional de desarrollo o si el proyecto tal o cual será conveniente.  Al margen de la frivolidad del debate, debe de hacerse énfasis en que los bancos nacionales de desarrollo se dedican a la promoción de sus empresas nacionales.  Eso es lo que hace un banco de desarrollo.  El banco de desarrollo mayor sudamericano y quizás americano en total es el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES) de Brasil que tiene préstamos totales equivalentes a 55,000 millones de dólares estadounidenses, mucho más que el BM en Sudamérica (36,000 millones de USD), que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (46,000 millones de USD) y siete veces más que la Corporación Andina de Fomento (CAF) (8,100 millones de USD).  En este marco, que el BNDES promueva a sus empresarios y al interés nacional brasileño que el Banco del Sur se deberá de ocupar de financiar una matriz de desarrollo suramericano, una matriz energética limpia y sobre todo, recircular los excedentes en divisas que hay en Suramérica en los bancos centrales y que ahora financian a los Estados Unidos.

El Dr.  Fukushima del Nomura Research Institute, auspiciado por Nomura Securities, dice en su trabajo "Challenges for Currency Coooperation in East Asia" que el problema con el manejo de las reservas ahora es que está financiando a un gobierno muy deficitario que hace uso de ahorro externo para llevar a cabo guerras en la que sus financiadores no creen.  ¿Creen los suramericanos en esas guerras? ¿Alguien cree que habrá una recuperación económica estadounidense que lo vuelva a colocar en un sitial de respeto económico? Si la respuesta es positiva, tiene sentido seguir comprando bonos del tesoro estadounidense.  En caso contrario, es hora de comenzar a trabajar en una alternativa concreta y rápida.  Una lección aprendida en el siglo XX es que los gobiernos republicanos tienen un manejo poco responsable de la economía y que le cargan al resto del mundo sus problemas económicos de forma que los pobres del Tercer Mundo terminamos pagando por el gasto de los ricos estadounidenses cuando estos pagan progresivamente menos impuestos y su gobierno hace una guerra.  Esto es verdad desde Coolidge, Harding .y Hoover pasando por Nixon, Reagan y ahora Bush Jr.

La inestabilidad financiera internacional existente en estas semanas es producto directo de la forma de manejo económico estadounidense.  En América Latina hasta ahora no tenemos ningún salvavidas en caso de problemas más que el FMI que ya sabemos que primero deja que se ahogue el pasajero mientras estudia las condiciones con las que lo irá a rescatar y luego recoge el cadáver de la orilla, normalmente echándole la culpa de haberse ahogado.  Cuando los gobiernos se han soltado del salvavidas han comenzado a crecer con mejor distribución.  Eso lo aprendimos con Brasil y Argentina.  El único país sudamericano con un préstamo con el FMI, es el Perú y es para enllavar las políticas en caso de un cambio de ministro de economía en un arranque presidencial.  Nunca se desembolsará pero es una garantía de una forma de manejo económico que piden las elites ante la incertidumbre de la variable García.

La mayor resistencia del gobierno brasileño al nivel más alto a la arquitectura regional es que ellos quisieran que el Banco del Sur financie la IIRSA, una red de carreteras inter-amazónicas.  Eso es poner la carreta delante del burro, como se dice en México.  Una institución inexistente no puede financiar nada. Aunque ocurre, es como dividir una herencia antes de la muerte del causante.  Para que Brasil financie la IIRSA, si eso es lo que quiere hacer, la forma evidente es que emita bonos en una unidad de cuentas sudamericana pagadera en moneda nacional dentro de Sudamérica y ese dinero lo entregue al BNDES.  Eso se puede construir mediante un fondo para bonos sudamericanos y la culminación de un estudio sobre la unidad monetaria sudamericana.  IIRSA es una discusión al margen de la urgencia de una arquitectura financiera regional.  Primero diseñemos y hagamos posible la arquitectura luego que se discuta la IIRSA donde corresponda y con quien toque.  No son sinónimos ni condición de colaboración el apoyo al IIRSA con la arquitectura financiera, esto lo deberían de tener claro Marco Aurelio García, el presidente del banco central, Mantega del Ministerio de Finanzas, el Sr Luciano Coutinho del BNDES.y Amorim.

En segundo lugar, los bancos centrales que compran bonos del tesoro podrían perfectamente comprar bonos de tesoros de países vecinos y bonos de bancos de desarrollo garantizados por los tesoros y recircular dentro de la región las reservas de divisas.  En parte ese es el sentido de la unidad monetaria sudamericana como unidad de cuentas.  Ese fue el sentido de Chávez cuando lanzó el Banco del Sur en el 2005.  Eso no se opone al Banco del Sur que se debería de ocupar de financiar proyectos en las zonas menos adelantadas para nivelar su desarrollo con el resto de Sudamérica.  Brasil no requiere del Banco del Sur para financiarse ni para financiar sus proyectos, eso es evidente.  Tampoco saca nada obstaculizando el concepto de autonomía regional.  Brasil debería de mirarse en el espejo de la China en la iniciativa de Chiang Mai.  Luego de oponerse ferozmente, lo apoya sin condiciones porque ha comprendido que siendo el mayor mercado es el que tiene más que ganar con la integración completa.

A estas alturas, oponerse a la arquitectura financiera sudamericana es hacerle un servicio al status quo, al Tesoro estadounidense y a las instituciones financieras de Washington, debilitadas y desprestigiadas. 
La razón que urge, en este momento, es que ahora Washington no se opone a la integración regional asiática y es posible que tampoco se oponga a la sudamericana.  Con el nuevo gobierno, quien sabe.  Hay que recordar que en 1984 Washington desarticuló el club de deudores que se iba a reunir en Cartagena, Colombia, con el apoyo de un gobierno latinoamericano.  Que eso no se repita ahora con Brasil.  El pueblo brasileño y todos los sudamericanos esperamos que Lula esté a la altura de las expectativas de la integración de los pueblos.

* El autor es economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México, e integra la Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).

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