España después de las elecciones: Todo sigue atado, bien atado
por Jaime Jiménez (España)
9 años atrás 16 min lectura
El pasado 20 de diciembre se celebraron las elecciones generales en España. En ellas se elige el Congreso de los diputados (350 curules), éste nombra, por mayoría absoluta, al Presidente de gobierno. Vale recordar que en éste país el Presidente no es el Jefe del Estado, éste cargo lo ostenta un monarca, de forma vitalicia y hereditaria por línea primogénita masculina, en la actualidad Felipe de Borbón y Grecia – Felipe VI – es el Rey del Reino de España.
Guerra civil y dictadura franquista (1936-1975)
España es una sociedad atravesada por hondas heridas que siguen sin cicatrizar, una de ellas producida por la tensión en su forma de gobierno. Democráticamente la monarquía fue derrotada en las elecciones de 1931, pero un Golpe Militar dirigido por Francisco Franco en alianza con la Italia fascista y la Alemania nazi, derrotó a la República en abril de 1939, luego de una cruenta guerra civil (1936-1939). Pero Franco no devolvió el poder al Rey Juan de Borbón, gobernó hasta su muerte en 1975: la primera gran traición en España en siglo XX. Tan solo a dos meses antes de su fallecimiento ordenó fusilar a cinco jóvenes, tres antifascistas del FRAP y dos de ETA.
Durante estos casi 40 años se afianzó una élite oligárquica, que se enriqueció tranquila con base en la más impúdica corrupción y el más ventajoso monopolio. Al mismo tiempo Franco jugó con los supuestos sucesores de la corona, Juan Carlos de Borbón y Alfonso de Borbón, a quienes les prometió la silla real y mantuvo bajo su control. Al fallecimiento del dictador ya estaba definido que el sucesor sería Juan Carlos, pero éste en vez de ceder el trono a su padre, don Juan, le dio la espalda y se apoltronó en el poder: la segunda gran traición en España durante el siglo XX.
Kim: Recordando a los Beatles: calendario de El Jueves. (Imagen: Biblioteca Nacional Española)
La Transición (1975-1982)
El Partido Comunista de España (PCE), los partidos nacionalistas (vascos y catalanes) y republicanos, sectores de base católicos, organizaron la resistencia durante la oscura noche franquista; el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se exilió y sus militantes no conocieron las cárceles de la dictadura. Al morir Franco en noviembre de 1975, el PCE con decenas de miles de militantes y centenares de huelgas organizadas, se perfilaba como la opción política que mejor defendería al pueblo. Ante este peligro, la socialdemocracia internacional en cabeza de Willy Brandt, inyectó 27 millones de marcos al PSOE de 1976 a 1980, partido éste que contaba con no más de 2600 afiliados y que vino a realizar un Congreso en España en 1976, luego de no hacerlo en ella desde 1932: prensa, radio, televisión y fastuosos actos políticos los catapultaron[1].
La Transición de la dictadura a la democracia no fue fácil. El PCE lideró un grupo de fuerzas alrededor de una Junta Democrática que planteaba la Ruptura, la cual consistía en consultar al pueblo si monarquía o república, amnistía general, libertad de organización política y sindical y convocatoria a elecciones en un plazo de 18 meses a partir de un gobierno provisional. Otro tanto hizo el PSOE, solo que su confluencia se denominó Plataforma Democrática y sus propuestas, similares a las de la Junta, se diferenciaban en que debían lograrse poco a poco. Tiempo después ambas corrientes se unieron en lo que se llamó la “Platajunta”.[2]
Mientras al PSOE le sobraba dinero y medios de comunicación, al PCE lo “hacían entrar en razón” por métodos tan “persuasivos” como la “Masacre de Atocha” en enero de 1977 en la que fueron asesinados 5 abogados y heridas otras cuatro personas en una sede sindical en Madrid.
En este contexto la izquierda renunció a la consulta de si monarquía o república, pues lo que la derecha les brindó fue “democracia monárquica” o “involución” y tuvieron que aceptar lo primero. Apareció entonces dentro de la derecha un hábil político, Adolfo Suárez, Secretario de la Falange Española (partido de gobierno franquista), que en principio dirigió al país casi desde la muerte de Franco hasta la celebración de las primeras elecciones generales en junio de 1977, en las que el mismo Suárez fue elegido como Presidente de Gobierno al frente de un partido de derecha denominado Unión de Centro Democrático. Las cifras fueron elocuentes: UCD 165 escaños, PSOE-Part.Soc.Catalán 118, PCE-Part.Soc.Unif.Catalán 20, Alianza Popular (extrema derecha) 16, etc. La aceptación de las reglas de juego de la oligarquía española se protocolizó en el “Pacto de la Moncloa”, octubre de 1977, en el que participaron las principales fuerzas políticas del país.
La Codorniz (Madrid), nº 1826, 1977.
(Imagen: Biblioteca Nacional Española)
Presuroso el PSOE comenzó una “limpieza de sangre” renunciando al marxismo en mayo de 1978. Este paso fue la garantía hacia los poderes fácticos – industriales, banqueros, jerarquía eclesiástica, jerarquía militar, la OTAN – de que el PSOE sería una alternativa de poder confiable para las élites españolas.[3] Pero el PCE venía también haciendo lo propio, Santiago Carrillo, el gran dirigente comunista español, se adhirió al eurocomunismo, abjuró de la dictadura del proletariado, del leninismo y dio la espalda a la URSS, su gran retaguardia durante la dictadura: el propósito era mostrarle a las élites y a los sectores medios que podían confiar en ellos como administradores de la sociedad.[4] Traidores también los hay en la izquierda.
En las elecciones generales de marzo de 1979 Suarez volvió a ganar, pero la izquierda aumentó levemente sus curules, mas lo que alertó a la derecha es que en las municipales de abril el PSOE y el PCE, en alianza, obtuvieron las alcaldías de importantes ciudades españolas. Sectores de la élite consideraron a Suárez un blando y lo hicieron renunciar en enero de 1981. En la ceremonia de investidura del nuevo presidente de gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, un grupo de la Guardia Civil, en nombre del Rey, dio un Golpe de Estado el 23 de febrero que duró tan solo unas horas y del que según voces autorizadas contaba en un principio con el beneplácito del rey Juan Carlos I, éste “reculó” ante la falta de unidad en las Fuerzas Armadas en torno a apoyar la aventura golpista. (Ver trabajos de Patricia Sverlo – Un rey golpe a golpe [se consigue en Internet] -, Pilar Urbano [5] y del periódico El Mundo de España, entre muchos).
Cuadernos para el diálogo, nº 214, 1977.
(Imagen: Biblioteca Nacional Española)
La “democracia” sin sobresaltos
Calvo-Sotelo convocó nuevas elecciones generales para octubre de 1982 y en ellas el PSOE obtuvo una abrumadora mayoría, 202 diputados, la derecha 106 y el PCE, resultado de los bandazos de Santiago Carrillo, pasó de 23 a cuatro congresistas. El PSOE en su programa electoral pedía un referéndum para confirmar o no la presencia de España en la OTAN, vale decir que el país ya estaba en la organización militar desde 1982, y su postura era la del NO. Pero llegó la hora de la consulta, en enero de 1986, y el PSOE cambió por el SÍ. El referéndum arrojó 52,5 % por el SÍ y 39,85 por el NO. El PCE, sin Carrillo, quiso liderar todo el espectro político a la izquierda del PSOE y en alianza con otras organizaciones fundó a Izquierda Unida (IU).
El PSOE mutó al “centro”, Felipe González como Presidente firmó el ingreso de España a la Comunidad Económica Europea (hoy UE) en junio de 1985, tomó medidas neoliberales que le acarrearon tres huelgas generales durante los catorce años que estuvo en el poder (1982-1996). El PSOE atrajo a políticos de todos los pelambres, convirtiéndose de hecho en un partido afín al establecimiento. Mientras, la derecha y la extrema derecha franquista fundaron el Partido Popular en 1989 y se dedicaron a hacer oposición y a esperar…
Los escándalos de corrupción y de terrorismo de estado contra ETA, entre otros, hundieron al PSOE y el PP, con José María Aznar, ganó las elecciones en 1996. El capitalismo vivía una ola expansionista y España, con la peseta como moneda, era un buen destino para invertir y veranear. Los “populares” gobernaban con holgadas mayorías y no dudaron, a nivel internacional, en alinearse con los EEUU y apoyar la invasión a Irak en el 2003. Ello trajo consigo que en las elecciones generales de 2004, a tan solo tres días de celebrarse, un comando yihadista dinamitó el metro de Madrid el 11 de marzo: 191 muertos. Aznar acusó a ETA del atentado, en cuestión de horas se probó que eran islamistas, esta mentira le costó las elecciones.
El PSOE recuperó el poder con José Luis Rodríguez Zapatero, pero le tocó afrontar una crisis económica a partir de 2008. Con altas cifras de desempleo y un alto descontento social hubo de adelantar las elecciones generales a finales de 2011, las cuales colocaron como Presidente de gobierno a Mariano Rajoy del PP. Este partido prometió encausar a España por las pretéritas sendas de la prosperidad, pero no fue así. Impuso severos recortes sociales, favoreció la privatización de entidades públicas y la crisis continuó, pero con un detalle adicional: se hizo pública la más escandalosa ola de corrupción jamás vista en España. En los poderes centrales, en los gobiernos autonómicos y en los más humildes municipios gobernados por el PP aparecieron enormes agujeros por los que se desaparecieron millones de euros.
En este escenario surgió el 15 de mayo de 2011 un movimiento social denominado “Los indignados” (el 15 M), en la época de las primaveras árabes, que se extendió por toda España y que poco después dio cuerpo a la “Marca” o partido Podemos a comienzos de 2014. Se ha posicionado electoralmente como una fuerza de peso en España.
El Roto
¿Qué pasó en las elecciones del pasado 20 de diciembre?
España tiene una ley electoral que exige un 3% de umbral para las elecciones al Congreso y un 5% para las municipales, pero para los partidos que en las comunidades autónomas defienden un proyecto propio tiene una circunscripción electoral bastante favorable.
De 350 congresistas a elegir los resultados fueron: |
|||
Partido |
Escaños |
Votos |
|
PP |
123 |
7’215.530 |
28.72 % |
PSOE |
90 |
5’530.693 |
22.01 % |
PODEMOS |
69 |
5’189.333 |
20.66 % |
C’s |
40 |
3’500.446 |
13.93 % |
ERC-CATSI |
9 |
599.289 |
2.39 % |
DL |
8 |
565.501 |
2.25 % |
PNV |
6 |
301.585 |
1.2 % |
IU-UNIDAD POPULAR EN COMÚN |
2 |
923.105 |
3.67 % |
EH Bildu |
2 |
218.467 |
0.87 % |
CCa-PNC |
1 |
81.750 |
0.33 %[6] |
Otros partidos que no alcanzaron 3.97%
De los resultados electorales podemos concluir que España atraviesa por un cierto equilibrio favorable a la derecha. Veamos.
El PP, con Mariano Rajoy como líder, obtuvo 123 escaños. Sorprendente. Este partido tiene una bolsa de fieles votantes de por lo menos siete millones y con ella se constituye en el partido más votado en la presente contienda. El franquismo tiene un fuerte pulmón en España. Con un partido afín como Ciudadanos, que algunos lo denominan como su “marca blanca”, ascendería a 163 escaños, a tan solo 13 de la mayoría absoluta, si bien este partido se esfuerza en tomar distancia del PP.
El PSOE, con Pedro Sánchez como candidato, logró 90 escaños. Prácticamente la votación más baja de la historia, pues si bien en 1979 consiguió 5’469.813 votos[7] y actualmente 5’530.693, en aquel año la población española era de 37 millones aproximadamente[8] y en julio de 2015 era de 46’423.064 [9]. El partido de Felipe González (14 años como presidente 1982-1996) que “espantó” la amenaza del PCE, que renunció al marxismo, que dijo NO a la OTAN y luego SÍ, que gestionó el capitalismo español posterior a la dictadura, que fue seducido por la corrupción, que no le tembló la mano para aplicar el terrorismo de estado contra ETA, ya no es un sólido referente de la izquierda, si bien conserva tímidos matices rojos a nivel sindical y social. No obstante esa bancada lo convierte en poderoso peso para inclinar el fiel de la balanza.
Podemos, con Pablo Iglesias como cabeza, logró 42 curules a nivel estatal y 17 a nivel autonómico en alianza con diferentes fuerzas de izquierda, entre ellas IU. Sumadas dan 69 y lo convierte en la tercera fuerza electoral española.
Este grupo se ha caracterizado por un cúmulo de vaguedades, cambio de posiciones, anti lucha callejera, ataques gratuitos a la izquierda y alguna que otra conducta inescrupulosa, autodenominándose a sí mismos como de centro, pero utilizando un lenguaje que los hace aparecer como “antisistema” al tratar a las clases dominantes como la “casta a la que hay que patearle su ajedrez político”. Sus votantes provienen del voto de opinión que a veces vota por el PSOE, IU y de la juventud que pudo votar en estas elecciones.
Vaguedades como si son republicanos o monárquicos [10]: la tricolor republicana fue perseguida con saña en las manifestaciones del 15 M. Cambio de posición frente a las bases militares norteamericanas y la OTAN: primero los cuestionaban, ahora seguirían en la Organización militar incorporando como garantía a un militar que ha ocupado el máximo rango en las FFAA españolas,[11] además “respetarán hasta la última coma de los acuerdos de las bases”[12]; atacan la “Troika” (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) pero apoyaron al Primer ministro Tsipras de Grecia luego de que éste traicionara la voluntad de su pueblo en un referéndum frente a las imposiciones de la UE [13]. No se consideran de izquierda filosóficamente “pues no quieren cargar con los errores de la izquierda cometidos en siglo XX”[14], ni pactaron a nivel estatal con IU, lo hicieron a nivel autonómico sólo porque allí necesitaban a dichas agrupaciones para acumular votos, pues sólo les sirve lo que “funcione electoralmente”. El establecimiento les ha permitido programas de televisión y han gozado de mucha publicidad: una “aparente izquierda”, brabucona y poco seria, será fácil de manejar en caso de que el bipartidismo colapse, cosa que no se ve a mediano plazo. Pocos escrúpulos como cuando utilizaron la imagen de Pablo Iglesias, el gran dirigente obrero fundador del PSOE, llamando a volver a los principios, sosteniendo que él votaría por su homónimo de Podemos[15]; o como cuando Juan Carlos Monedero, dirigente de la “marca”, indicó con lenguaje no verbal que el candidato de Ciudadanos, Albert Rivera, consumía cocaína [16]: las “pequeñas trampillas” para captar votos.
“Antisistemas” que rechazan la lucha callejera [17], que no se ven por las huelgas generales y que aceptan de hecho los mandatos del poder financiero, con el único mérito de llamarles “bastardos”, son funcionales al régimen.
Ciudadanos, C’s, con Albert Rivera de primero, alcanzó 40 escaños. Esta formación surgió en el año 2005 como plataforma ciudadana y luego tomo forma en Cataluña como partido en junio de 2006, después se extendió por España. Se definen como “constitucionalistas, postnacionalistas y progresistas”. Críticos con el independentismo catalán, tiene posiciones cercanas a la derecha a la vez que han sido críticos de la corrupción al interior del PP. Personajes como José María Aznar los ve con buenos ojos [18] y se rumora que su financiación proviene de grandes capitales [19]. Han captado buena parte del electorado disconforme con el PP, aunque se da por hecho que votarán a favor de Mariano Rajoy para un segundo mandato del PP.
IU, con Alberto Garzón, obtuvo, como fuerza estatal, dos escaños. La ley electoral española es bastante peculiar. Esta agrupación consiguió con 923.105 votos, el 3,67%, tan solo dos diputados, mientras que, por ejemplo, el partido catalán ERC-CatSí con 599.289, 2,39%, alcanzó nueve congresistas. IU arrastra la herencia de Santiago Carrillo, que no sólo rompió con el leninismo sino que además desvertebró todo el aparato del Partido Comunista, diluyéndolo en los puestos de la Administración o del gran sindicato comunista: Comisiones Obreras. Su participación en la vida política ha tenido momentos fulgurantes llegando a conquistar un importante grupo parlamentario, pero el enfatizar en la política institucional, léase electoral, le ha hecho perder iniciativa dentro del movimiento de masas y ha sido escuela para “auténticos traficantes de ideologías”, que por un puesto en un Ayuntamiento “venden a la mamá”. El apoyo del histórico dirigente Julio Anguita a Podemos, llegando a considerar a Pablo Iglesias como “un sabio adaptador de Lenin a las circunstancias actuales[20]”, es la muestra de la laxa ideología que hoy cohesiona a IU. Y si le sumamos la exclusión del candidato en los debates televisados, donde hubiera dado cuenta de la nefasta política del PP y del PSOE y de las veleidades de Podemos y de C’s, la cosa hubiera sido distinta. Incluso el “arrastrarse” a Podemos, buscando una alianza electoral, les quitó autenticidad. IU deberá entender que son las masas organizadas y movilizadas las que construyen poder y democracia, y que sólo ahí, ganando la iniciativa cotidianamente, se logrará construir una nueva sociedad.
El Roto
Estas elecciones reflejan un aparente reacomodo de la correlación de fuerzas, pero en últimas indica que desde el poder ejecutivo y legislativo el “status quo” español seguirá intacto, pues el margen de maniobra de propuestas transformadoras será poco. Mucho debate independentista, que la unidad de España, que el modelo federal, que la autodeterminación de los pueblos, pero los urgentes problemas de la sociedad: el desempleo, la precariedad laboral, los recortes en políticas sociales y en libertades políticas, unirán a las derechas de todas partes a la hora de defender sus intereses.
Podemos habla de una “segunda transición”. Es un engaño. La monarquía, la derecha, los poderes fácticos, la Iglesia católica, la UE y los EEUU duermen tranquilos pues en España “todo sigue atado, bien atado”, como lo dijo Franco. No se ven amenazas graves a la vista.
Notas
[1] Juliá, Santos. Los socialistas en la política española. Ed. Taurus, Madrid, 1996, pgs. 397-430
https://www.youtube.com/watch?v=L5Hh9L-VXws
y “Nuevo rey, vieja monarquía”
https://www.youtube.com/watch?v=ZskTUzPB5lU
El Roto
Gracias a: Tlaxcala
Fuente: http://tlaxcala-int.org/article.asp?reference=16899
Fecha de publicación del artículo original: 23/12/2015
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