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Rusia rompe el orden mundial con un solo ataque hipersónico

Rusia rompe el orden mundial con un solo ataque hipersónico
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22 de diciembre de 2025

La guerra en Ucrania ha dejado de ser un conflicto regional para convertirse en el escenario donde se consuma el colapso del orden mundial unipolar. El lanzamiento del misil hipersónico ruso Oreshnik no fue simplemente una operación militar contra infraestructura ucraniana en Dnipro: fue una declaración estratégica dirigida directamente a Washington, Bruselas y la OTAN. Un mensaje claro, brutal y definitivo: las reglas del juego han cambiado y Occidente ya no controla la escalada.

Con velocidades superiores a Mach 10 y sin defensa conocida, el Oreshnik demostró que Rusia posee la capacidad técnica y la voluntad política para imponer hechos irreversibles. El silencio posterior del Pentágono fue más revelador que cualquier comunicado oficial. No hubo amenazas, no hubo represalias, solo comprensión. Moscú no estaba intimidando, estaba explicando. La disuasión ya no se basa en promesas, sino en realidades físicas imposibles de negar.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 añade una capa de tensión explosiva. Trump entiende que Estados Unidos no puede ganar una confrontación directa con Rusia, pero tampoco puede permitirse una capitulación visible. El resultado es un equilibrio incómodo: no habrá reconocimiento oficial de las nuevas fronteras, pero tampoco una capacidad real para revertirlas. Es la aceptación implícita de la derrota estratégica.

Mientras tanto, Rusia consolida su avance. La integración constitucional de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón elimina cualquier margen de negociación tradicional. Para Moscú, estos territorios son ahora existenciales y están protegidos por la doctrina nuclear. La guerra ha entrado en una fase de consolidación irreversible, donde cada día que pasa fortalece el nuevo statu quo.

Europa aparece como el gran perdedor. Alemania sufre desindustrialización acelerada sin gas ruso, Francia oscila entre retórica y parálisis, y el Reino Unido vive atrapado en fantasías imperiales obsoletas. Incapaz de actuar de forma autónoma, el continente observa cómo se decide su futuro sin poder influir en él.

En paralelo, el mundo multipolar avanza. BRICS se expande, la desdolarización se acelera y nuevas arquitecturas financieras y tecnológicas erosionan el monopolio occidental. Rusia y China no buscan destruir a Occidente, sino hacerlo irrelevante. Y lo están logrando.

El misil Oreshnik simboliza algo más profundo que una victoria militar. Representa el certificado de defunción de la hegemonía unilateral estadounidense. Ucrania ha sido el escenario elegido para esta demostración final, pero las consecuencias se extienden a todo el planeta. El mundo entra en una era más peligrosa, más equilibrada y sin un árbitro único.

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