Una mirada sobre el libro y la lectura en Chile
por Iván Vera-Pinto Soto (Iquique, Chile)
8 meses atrás 9 min lectura
23 de marzo de 2024
En Chile, al igual que en muchos otros países latinoamericanos, existen diversas deficiencias en cuanto a la promoción del libro y la lectura. Por citar:
1.- Acceso limitado: Aunque nuestro país cuenta con una red de bibliotecas públicas, el acceso a libros y recursos de lectura puede ser restringido en áreas rurales y comunidades marginadas. Esto puede dificultar que ciertos grupos sociales, como niños y familias de bajos ingresos, tengan acceso a una amplia variedad de obras.
2.- Limitados incentivos para la industria editorial: Aunque existe un Fondo del Libro y la Lectura promovido por el Estado, a través de la institucionalidad cultural, sin embargo, los recursos son acotados, limitando, de este modo, la diversidad y la cantidad de ejemplares disponibles en el mercado. Además, los altos costos asociados con la publicación y distribución pueden dificultar que los escritores, especialmente los emergentes, encuentren una plataforma para compartir su trabajo. Para algunas casas editoriales el problema no radica en el financiamiento, sino la decisión sobre dónde y cómo se invierte el dinero del Estado, que termina, en el caso de los textos escolares, destinando cerca de un 90 por ciento de los recursos a producciones foráneas o producidas por consorcios internacionales.
3.- Baja inversión en programas de lectura: Si bien se han implementado algunos programas de lectura en escuelas y bibliotecas, la inversión en estos programas puede ser insuficiente para abordar las necesidades de alfabetización y promoción de la lectura en toda la población. Esto puede contribuir a altos índices de analfabetismo funcional y una falta de hábito de lectura en la sociedad. Hace dos años atrás, el presupuesto de las bibliotecas públicas no supera la cifra de un millón 300 mil dólares anuales, una cantidad equivalente al gasto mensual de una cadena de librerías en Chile.
4.- Escaso fomento de la lectura crítica y reflexiva: La promoción de la lectura en Chile a menudo se centra en la cantidad de libros leídos en lugar de la calidad de la lectura. Esto puede resultar en una carencia de énfasis en el desarrollo de habilidades de comprensión crítica y reflexiva entre los lectores. Al respecto, las encuestas revelan que solo un poco más de 20% de los ciudadanos declaran leer libros todos los días y el 30% declara hacerlo una vez al mes.
5.- Poca visibilidad de la literatura local: Aunque Chile tiene una rica tradición literaria, la literatura local a menudo recibe menos atención y promoción en comparación con la extranjera. Gran parte de la literatura regional no está incluida en el plan de estudios escolar y la adquisición de textos por parte del Ministerio de Cultura y Artes es a veces muy limitada. No hay duda de que esta situación puede impedir que los escritores regionales encuentren lectores para sus obras, especialmente entre las generaciones más jóvenes.
Podemos colegir que todos los aspectos que hemos reseñados, evidentemente, profundizan la odiosa brecha social e inequidad que existe en nuestra sociedad. También niega a las personas el acceso al conocimiento, que es una herramienta clave para cambiar las condiciones sociales injustas que enfrenta la mayoría de la población y, en última instancia, amenaza la democratización del acercamiento a la lectura, lo que a su vez conduce a la exacerbación del sistema neoliberal; y el desplazamiento de la valoración del libro tradicional por las nuevas tecnologías.
Abordar estas insuficiencias requiere de un enfoque integral que involucre tanto a los sectores público como privado, así como a la sociedad en general, para promover una cultura de lectura más sólida y accesible en nuestro país.
Estimamos que la celebración del Día del Libro es una oportunidad para promover la literatura, reconocer el trabajo de los escritores y fomentar la lectura entre las audiencias. Aquí proponemos algunas ideas para un plan que podría beneficiar a todos los sectores involucrados:
1.- Promoción de libros y autores locales: Destacar y promover la obra de escritores locales es fundamental para apoyar la escena literaria regional y nacional. Esto podría incluir lecturas públicas, y la creación de espacios en línea dedicados a la promoción de autores locales, enfatizando en la línea de identidad, la historia y la memoria regional, por su puesto, sin dejar al margen otras propuestas vinculadas con la ficción.
2.- Descuentos y promociones: Los descuentos especiales pueden fomentar la adquisición de libros y permitir que un público más amplio tenga acceso a la literatura. Estas promociones podrían ser organizadas en librerías físicas y en línea.
3.- Eventos culturales: Organizar actividades como charlas, mesas redondas, talleres de escritura y presentaciones de libros pueden crear oportunidades para que los escritores interactúen con su audiencia y compartan su pasión por la literatura.
4.- Apoyo financiero: Crear fondos de becas o subsidios para escritores emergentes puede ser una forma efectiva de apoyar el desarrollo de talento literario y garantizar la diversidad en la producción literaria.
5.- Incentivos fiscales: Implementar incentivos fiscales para la compra de libros podría alentar a más personas a invertir en literatura y ayudar a impulsar la industria editorial.
6.- Programas de lectura: Promover la lectura entre audiencias jóvenes y menos privilegiadas a través de programas de lectura en escuelas, bibliotecas y comunidades puede ayudar a cultivar el hábito de la lectura desde una edad temprana.
7.- Campañas de concientización: Realizar campañas de concientización sobre la importancia de la lectura y el valor de los libros en la sociedad puede favorecer a cambiar percepciones y generar un mayor aprecio por la literatura.
Otro punto importante son las universidades. La Academia tiene un rol fundamental en la generación de publicaciones y la promoción de actividades que creen nuevas audiencias. A mi juicio, una universidad mayor, no puede privarse de tener una política de publicación, una editorial, una imprenta y una librería, pues la Academia, según el vocablo lírico, es el «faro del conocimiento». De todas formas, proponemos algunas acciones en las que las universidades pueden contribuir a este proceso:
1.- Investigación y publicaciones académicas: Las corporaciones universitarias son centros de investigación y producción de conocimiento. Muchos académicos y profesores universitarios realizan investigaciones que resultan en la publicación de libros, revistas académicas y otros materiales de lectura especializada. Estos trabajos escriturales contribuyen al avance del conocimiento en diversas áreas y pueden llegar a un público académico y general interesado en temas específicos, evitando así que el conocimiento sea encapsulado en pequeñas esferas de expertos.
2.- Promoción de la literatura y las humanidades: Las universidades suelen albergar departamentos de literatura, estudios culturales y humanidades que se dedican al estudio y la promoción de la literatura y la lectura. Organizar conferencias, coloquios, lecturas de autores y otros programas culturales puede ayudar a fomentar el interés por la lectura y la apreciación de la literatura entre los estudiantes y la comunidad en general.
3.- Apoyo a escritores emergentes: Las universidades pueden ofrecer programas de escritura creativa, becas y residencias para apoyar a escritores emergentes y ayudarles a desarrollar su talento. Estas iniciativas pueden generar nuevas voces literarias y contribuir a la diversidad y la vitalidad de la escena literaria.
4.- Colaboraciones con la comunidad: Las universidades pueden colaborar con bibliotecas, escuelas, organizaciones culturales y otros actores de la comunidad para organizar programas de lectura, clubes de libros, talleres de escritura y otras actividades que promuevan la lectura y la apreciación de la literatura en diferentes segmentos de la población.
5.- Digitalización y acceso abierto: Las Casas de Estudios Superiores pueden jugar un papel importante en la digitalización y la disponibilidad de obras literarias y académicas, a través de repositorios institucionales y plataformas de acceso abierto. Esto puede ampliar el alcance de las publicaciones y democratizar la lectura para una audiencia más amplia.
En resumen, las universidades tienen el deber y la capacidad de generar acciones significativas y permanentes, y deben promover operaciones que fomenten nuevas audiencias de lectores, contribuyendo así al enriquecimiento cultural y al desarrollo intelectual de la sociedad, esencialmente, en sus zonas de influencia.
El sistema educativo, incluido todos sus estamentos (colegios y universidades) deben procurar la transformación del paradigma actual. Es decir, cambiar el énfasis en la educación formal, la cual, preferentemente, se orienta a la excesiva lectura obligatoria de textos académicos y poca ponderación en la lectura recreativa y el placer de leer. Esto puede llevar a que la lectura sea vista únicamente como una tarea escolar en lugar de una actividad placentera.
En la misma línea, las Unidades Educativas deben encaminar el desarrollo del pensamiento crítico y analítico, que en nuestra experiencia como docente es bajo, incluso en los profesionales egresados de las universidades. Esto es esencial para formar ciudadanos y ciudadanas que puedan participar de manera informada en la sociedad y en el proceso democrático.
Una persona ilustrada, con una visión integral de la realidad, se forma a partir de la visión que tiene en todos los campos del conocimiento. Esto permite entrar en las mentes y experiencias de personas diferentes; descubrir personajes y situaciones diversas, desarrollando la empatía y comprensión hacia aquellos que son diferentes en términos culturales, origen étnico, género, orientación sexual, etcétera. Esto es esencial para promover la tolerancia y la inclusión en la sociedad.
Por otro lado, un sistema educativo que fomente la imaginación y la creatividad. a través de diversos programas culturales y la lectura de libros, puede llevar a estudiantes y profesores al mundo de la imaginación, permitiéndoles construir nuevas realidades y personajes complejos. Esto es clave para desarrollar habilidades de pensamiento creativo y resolución de problemas, variables que son valiosas en todos los aspectos de la vida.
Aunque el Día del Libro es una oportunidad para promover la lectura, a veces se presta escasa atención a la necesidad de abordar cuestiones más amplias relacionadas con la educación y la alfabetización. Celebrar esta fecha puede ser una ocasión para resaltar la importancia de la alfabetización y profundizar políticas que fomentan la lectura desde edades tempranas.
En general, lo anterior requiere que las instituciones y los ciudadanos acepten este desafío y superen la compleja realidad que enfrentamos como país en esta materia. Por ello, sugerimos que se debe formar alianzas estratégicas con empresas, instituciones educativas, organizaciones culturales y medios de comunicación, con el fin de ampliar el alcance y efectividad, de lo contrario seguiremos repitiendo las prácticas tradicionales que están en la agenda pública y burocrática, pero que tienen resultados e impactos pocos efectivos y mensurables.
-El autor, Iván Francisco Vera-Pinto Soto, es antropólogo social, magíster en Educación Superior, Académico UNAP y Director Teatro Universitario Expresión
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