Carta a un alcalde con copia no oculta al universo
por Tito Tricot (Valparaiso, Chile)
2 años atrás 4 min lectura
08 de febrero de 2023
Dicen los antiguos que había un anciano con una memoria tan colosal que era la memoria misma. Recordaba hasta el silencio de una hoja después de haber sido resquebrajada por la pisada de una tapir encinta. También, cuentan, que de su garganta brotaba la historia, porque, a fin de cuentas, era la historia misma. Es que, la memoria y la historia, pero también el Olvido, surcan el mar en una nave de cristal, tan frágil, que puede estallar en mil pedazos en cualquier momento. Y, a veces, en medio de la tempestad, el Olvido fagocita a la memoria y pulveriza a la historia. Es lo que ha ocurrido, creo, en este proyecto de la Alcaldía ciudadana.
Digo inequívocamente: “creo”, pues no represento a nadie, no hablo por nadie, no opino por ninguno. Acierto y yerro en la más catedralicia de las soledades. Por ende, mi renuncia es tan propia y única como la muerte una noche cualquiera de tardío invierno porteño.
Y fue precisamente en la madrugada de fines de invierno de 1973 cuando Valparaíso fue golpeado por el peor de los golpes: el golpe de Estado. Historia y Memoria, esas que se cuidan, se atesoran, no con nostalgia irreductible, sino que con resguardo crítico. Pero jamás se desechan. Sin embargo, acá pareciera que todo empezó de cero; que los sembradíos históricos de obreros, campesinos, mujeres, pueblos originarios, estudiantes, entre muchos otros, desaparecieron en un temporal de arrogancia. Esa soberbia, alcalde, de un séquito de acólitos sectarios que te rodearon desde el comienzo. Fueron distanciándote de la gente y, por sobre todo, de la realidad, inventando un Valparaíso imaginario, aquel que dibujan los santiaguinos circulares. Porque giran en torno a ellos y ellas mismas. No ven ni quieren ver más allá. Sólo aceptan lealtad a ultranza, de lo contrario pudiera asomar en lontananza Siberia ¡Quién sabe! O, en el mejor de los casos, el castigo podría ser el ostracismo total.
¿Las promesas de prácticas laborales distintas? ¿De prácticas políticas diferentes? Solo un discurso, palabras que no alcanzan a hilvanar oraciones que signen democracia, participación o debate crítico. La crítica no es aceptada, la confrontación de ideas tampoco, menos aún la posibilidad de argumentar en profundidad tópico alguno. El sectarismo, la exclusión, las decisiones cupulares políticas constituyen el averno donde arden todos los infieles. El anciano, que es la memoria misma, invocaría a Pelantaru, Anganamon, Rodríguez, Recabarren, Allende, Cecilia Magni. La historia en movimiento rebelde. ¿Yo? Únicamente puedo decir que a la Alcaldía me acercó un proyecto provocador ¡Y claro que lo fue! Es más, se hicieron y se continúan haciendo cosas buenas para Valparaíso. Mi detracción no se refiere a esto, sino que a la violencia simbólica y política ejercida sobre muchísimas personas las cuales, al igual que yo, perciben a la Alcaldía como un espacio de disciplinamiento y control. O se es leal a algo –que ni siquiera se sabe lo que es– o se corre el riesgo de perder el trabajo. Siberia está siempre en el horizonte para aquel que no es militante escogido de la legión de centuriones.
Por largo tiempo pensé que el ruedo y danza a tu alrededor obnubilaban tu pensamiento y accionar, no obstante, luego de tanto, es obvio que eres parte integral de toda la maquinaria dominante de este incierto proyecto. Está bien, todos y todas ustedes tienen el derecho a hacer lo que quieran –finalmente este es un proyecto político– pero también me asiste el derecho a disentir. También sé que podría haber salido antes, mas aún creía que –en conjunción con gente profesionalmente muy calificada que hay en la Alcaldía– podríamos realizar un aporte al desarrollo de Valparaíso. Empero, no existe valoración alguna por el trabajo realizado. Nada. ¿Por qué te lo digo ahora? Porque pedí hablar contigo en los últimos cuatro años y nunca lo hiciste. Parece insólito, pero no lo es. No.
Sea como fuere, como ya dije, esta es mi palabra. Puedo estar equivocado, puedo estar en lo cierto, lo que no puedo es estar callado. Quizás no te interese leerla y a estas alturas da igual, sólo deseo que sepas que Carta a un alcalde con copia no oculta al universo es el último recurso para instalar la memoria y la historia por sobre el Olvido. Valparaíso no merece ser atizado, ni por palabras, ni por círculos, ni por temores. Para eso siempre estará el anciano con una memoria tan colosal que es la memoria misma.
Saludos porteños
Dr. Tito Tricot
2 febrero 2023
Valparaíso
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