Como EEUU estrangula Haití mientras intenta dar un golpe en Venezuela
por Vijay Prashad (Inglaterra)
6 años atrás 7 min lectura
El año pasado, en octubre, los haitianos siguieron dos hashtags que fueron virales: #PetrocaribeChallenge y #KotKobPetwoKaribea. Si no eres haitiano y no sigues la política haitiana con cuidado, puedes ser disculpado por no notar este acontecimiento. La queja en Twitter -y próximamente en las calles- era simple: ¿Qué ha pasado con los miles de millones de dólares estadounidenses que estaban en el programa Petrocaribe, de financiamiento venezolano?
En 2005, cuando los precios del petróleo comenzaron a ascender y los socialistas bolivarianos liderados por Hugo Chávez estaban en su cumbre, 14 países del Caribe se reunieron en Puerto La Cruz, Venezuela, para lanzar el esquema de Petrocaribe. La idea era elegante. Venezuela, con una de las más grandes reservas de petróleo del mundo, vendería el crudo a las islas caribeñas en apuros a través de un negocio muy lucrativo. Parte del petróleo era pagado por adelantado y el resto sería cancelado con los años bajo una ridícula tasa de interés (1%).
Las naciones isleñas del Caribe, que han luchado con la deuda y los altos precios de importación por energía, ahora encontraron alivio. Haití y Nicaragua, que no fueron parte de los 14 miembros originales, se unieron a Petrocaribe en 2007. «El Caribe no debería tener problemas en este siglo y más allá», dijo un boyante Chávez.
Venezuela tiene una deuda con Haití
Una economía de solidaridad para el Caribe definió el abordaje socialista bolivariano. Los países caribeños progresaban, Venezuela prosperaría a cambio. La prueba de esta generosidad vino en 2010, cuando Venezuela decidió no sólo absolver la deuda de Haití luego del terremoto, sino que proveyó de financiamiento adicional para la reconstrucción. «No era que Haití estuviera endeudada con Venezuela», dijo entonces Chávez, «sino que Venezuela tenía una deuda con Haití». Desde 2007. Venezuela ha dado 4 mil millones de dólares en petróleo a través de Petrocaribe.
La deuda que Venezuela tenía, en el pensamiento de largo alcance de Chávez, fue por algo que sucedió en 1815. El primer presidente de la República de Haití, Alexandre Pétion, dio a Simón Bolívar refugio y lo armó para regresar y liberar a la Gran Colombia (las vastas tierras norteñas de Sudamérica). Bolívar prometió a Pétion que emanciparía a los esclavos africanos en la Gran Colombia. Esto fue lo que hizo. Sin la demanda de Pétion ni la victoria de Bolívar, Chávez -cuyos ancestros fueron esclavizados- dijo en una visita a Haití en 2007, «no estaría aquí».
La deuda de Haití con Occidente
Ninguna generosidad ha venido de Occidente. De hecho, desde los primeros fuegos de la revolución de Haití, los poderes occidentales -de Francia a Estados Unidos- han intentado destruir la república haitiana. En 1804, Francia obligó a Haití acordar el pago de 21 mil millones de dólares por el «robo» de sus esclavos africanos y otras cosas. Tomó a Haití hasta 1947 pagar esta odiosa y asquerosa deuda. Francia nunca se ha disculpado por ello. Tampoco lo ha Citibank, que hizo miles de millones por los pagos. Ni Francia ni Citibank han considerado recordar el saquep inhumano.
La generosidad de Venezuela no se corresponde con la de ningún país occidental o institución financiera. En vez, Occidente apila deuda tras deuda sobre Haití. Incluso la «asistencia» dada durante el terremoto de 2010 dio dinero a la compañías occidentales. «Estas son como buitres que vienen para tomar el botín en medio del desastre», dijo el ex ministro de Defensa, Patrick Elie. El monto de dinero robado del socorro humanitario y del incremento de la deuda de Haití aún no se ha calculado. Millones de dólares fueron recaudados -como por la Cruz Roja norteamericana- pero muy poco de ello fue gastado para levantar la carga del pueblo haitiano.
FMI vs. Venezuela
El pasado febrero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo que daría a Haití 96 millones de dólares en préstamos de bajo interés y subvenciones. Pero demandó que el gobierno haitiano cortara el crucial subsidio a la gasolina. Este subsidio ha formado parte del programa de Petrocaribe. Las protestas estallaron en toda Haití, lo que llevó a la renuncia del primer ministro Guy Lafontant en julio.
La demanda del FMI de cortar el subsidio de la gasolina vino luego de las revelaciones de la que la elite de Haití había hurtado los fondos de Petrocaribe. En 2017, el gobierno de Lafontant lanzó un reporte de 660 páginas ante el Senado sobre Petrocaribe en la década pasada. La investigación encontró que la clase dirigente de Haití había robado enormes cantidades de estos fondos clave. Nadie fue llamado a rendir cuentas; ni siquiera alguno de los que robó dinero ni los bancos que posibilitaron que ello ocurriera. Las protestas sobre que la Corte Superior de Cuentas y Litigación Administrativa se hiciera del reporte parecen irse a la deriva de la nada.
En medio de este escándalo, la directiva política del FMI fue hipócrita. El FMI dijo que los haitianos pobres, que no se robaron el dinero de Petrocaribe, deberían pagar los altos precios de la gasolina para ayudar a poner las finanzas de Haití en orden. Sin reparaciones por parte de Francia o Citibank, ninguna rendición de cuentas de los ladrones de los fondos de Petrocaribe; nada de eso. En vez, los haitianos -casi el 60% de los que viven por debajo de la línea de pobreza- deben pagar el recargo de la gasolina cara debido a los irrisorios préstamos del FMI.
Fin de la solidaridad
Las protestas estallaron hace una semana en toda Haití. Lo que motivaron que las calles estén en llamas esta vez fueron el aumento de los precios de la gasolina y la posición tomada por Haití contra el gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
En medio de la guerra económica en su contra, Venezuela no ha podido proveer a Haití con gasolina subsidiada. El pueblo de Haití ahora tiene que volverse a las compañías petroleras estadounidenses y pagar sus precios por la gasolina. Esto ha creado un embotellamiento en el suministro de gasolina y frustración por la subida de los precios. Novum Energy -de Estados Unidos- tiene barcos detenidos en el puerto de Port-au-Prince, esperando por el desprovisto gobierno haitiano para pagar antes de desembarcar 164 mil barriles de nafta y 205 mil barriles de kerosén. No existe una tarificación solidaria aquí (de hecho, Haití debe pagar 20 mil dólares diarios a cada barco que está postrado en el puerto como sanción). Estas empresas quieren dinero en metálico, y lo quieren sin dar descuento.
Para colmo de males, el gobierno de Haití decidió unirse a los Estados Unidos en el voto contra Venezuela en la Organización de Estados Americanos (OEA). Recientemente en 2017, el representante de Haití ante la OEA -Harvel Jean-Baptiste- votó en contra de una resolución similar anti-Maduro. Pero esta vez, Léon Charles de Haití votó junto a Estados Unidos, Fue un voto que provocó la ira en las calles de Haití. El único país -Venezuela- que ha ayudado a Haití estaba siendo, aquí, traicionado. Ese es el estado de ánimo.
La anacrónica Doctrina Monroe
Mientras tanto, otros países caribeños se mantuvieron firmes. El grupo de Caricom (Caribbean Community) de 15 Estados, de Antigua y Barbuda a Trinidad y Tobago, bosquejaron un fuerte comunicado en defensa de la soberanía de Venezuela. Trabajaron para crear una atmósfera de diálogo, que resultó en la articulación de Uruguay y México para proponer un encuentro en Montevideo, Uruguay, el 7 de febrero.
Estas pequeñas islas conocen el gran peligro de permitir que una anacrónica Doctrina Monroe (1823) reviva totalmente. La idea de que el hemisferio americano es el «patio trasero» de los Estados Unidos no es sólo humillante, sino que también es contraria al espíritu y letra de la Carta de la Naciones Unidas.
Es esta humillación la que motiva al pueblo de Haití de tomar las calles. Su mensaje es simple: si no nos dejan respirar, no te dejaremos respirar a ti tampo; y si sofocas a Venezuela, lo harás con nosotros.
Vijay Prashad es un historiador indio, así como editor y periodista. Forma parte de Globetrotter, un proyecto del Independent Media Institute. Es editor en jefe de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Ha escritor más de 20 libros, el último titulado en inglés Red Star Over the Third World (LeftWord, 2017).
Este artículo fue publicado en inglés originalmente en Peoples Dispatch el 19 de febrero de 2019, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Ernesto Cazal.
*Fuente: MisionVerdad
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