Domingo, 13 de mayo de 2018
El Imperio inicia una ofensiva para reimponer en el mundo la unipolaridad y el avasallamiento de los pueblos. La soberanía de los Estados Nacionales y su integración en organismos regionales es el bastión de resistencia jurídica, económica, social, política, estratégica y cultural contra esta ofensiva planetaria.
Lo que está planteado hoy es la disyuntiva entre Patria o Imperio, soberanía o dominación, independencia nacional o tutelaje: de la resolución de estas tensiones contrapuestas depende la supervivencia de la humanidad.
La soberanía es el derecho absoluto inalienable y perpetuo de un cuerpo político de darse sus propias leyes y normas, de aplicarlas con sus propias autoridades, y de resolver las controversias relativas a la aplicación de ellas con sus propios tribunales.
La soberanía reside de manera total e inalienable en el pueblo y en Venezuela tiene su máxima expresión en la convocatoria de elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente y la sanción por referendo de la Norma Suprema, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
La soberanía tiene un conjunto de manifestaciones, que no pueden ser eliminadas sin aniquilar la soberanía misma:
Las controversias relativas al orden público interno venezolano no pueden ser sometidas a órganos jurisdiccionales foráneos ni decididas por ellos.
Ni países ni organizaciones internacionales extranjeras tienen derecho de imponer sanciones a Venezuela ni de hacerlas cumplir por la fuerza u otros medios coercitivos.
Carecen de validez cuantos contratos, acuerdos, pactos o tratados intenten anular o disminuir la soberanía de Venezuela.
Carecen asimismo de validez los procedimientos o procesos encaminados a conculcar o dejar sin efectos la soberana potestad del pueblo de elegir y mantener democráticamente en el poder a sus gobernantes.
Venezuela tiene el derecho soberano de promover organismos de integración regional y formar parte de ellos para fortalecer la economía, la cultura, el intercambio y la defensa de Amèrica Latina y el Caribe.
Venezuela tiene el derecho inalienable e irrevocable de imponer los impuestos y contribuciones necesarios para cubrir los gastos públicos, de destinar éstos a las metas y objetivos que estime procedentes, de establecer el régimen de la propiedad y de sus eventuales restricciones, limitaciones y expropiaciones o confiscaciones, y de utilizar los instrumentos de política fiscal indispensables para proteger la producción y las industrias nacionales y el bienestar y satisfacción de las necesidades de la población.
Venezuela tiene el derecho de propiedad sobre sus recursos naturales y sobre las riquezas del subsuelo, y sobre aquellas empresas para explotarlos en los cuales se estime indispensable la propiedad pública total o parcial de los activos.
El sistema tributario se rige por los principios de legalidad, progresividad y territorialidad, según el cual los ingresos causados en nuestro país deben satisfacer sus impuestos en él.
Las reservas internacionales de nuestro país no pueden ser embargadas ni confiscadas por organizaciones o tribunales extranjeros.
Venezuela tiene el derecho y el deber de preservar la legitimidad y transparencia de todos los procedimientos y actuaciones relativos a la Deuda Pública tanto externa como interna, así como el de adherir a movimientos y procedimientos de revisión y anulación de la Deuda del Tercer Mundo.
Venezuela tiene el derecho y el deber de ejercer el control de precios con sanciones eficaces y disuasivas, así como el de adoptar las medidas indispensables para erradicar el contrabando de extracción y ejercer un control efectivo sobre sus fronteras.
La cultura es el vínculo que constituye y une a la Nación, y ésta a su vez el cuerpo colectivo para cuya defensa y administración se crea el Estado.
Venezuela tiene el derecho inalienable e irrevocable de preservar, promover, difundir y proteger la riqueza y diversidad de su patrimonio cultural y de sus manifestaciones creativas, así como la de aquellas originadas en el ámbito del resto de América Latina y el Caribe.
La historia de nuestro pueblo, sus tradiciones y su bagaje cultural son la mejor herramienta para fortalecer la Venezolanidad, el arraigo y el sentido de pertenencia a la tierra y a la Nación, enfrentando la Desmemoria y la imposición de identidades ajenas.
Contra la soberanía de Venezuela se ha alzado una doctrina cuyo mejor exponente es el documento “Masterstroke”, suscrito por el comandante en jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Kurt Walter Tidd.
Según este documento, no tenemos los venezolanos derecho a elegir nuestro gobierno; y en caso de que lo hagamos éste debe ser depuesto por la fuerza por Estados Unidos y sus cómplices, quienes deben suplantar al pueblo de Venezuela en el ejercicio de la soberanía, pues las fuerzas opositoras, cito, “no tienen el poder de poner fin a la pesadilla venezolana”. Vale decir, el Imperio y sus sirvientes deben ejecutar lo que nuestro pueblo no tendría la voluntad o la fuerza para realizar.
Pueblo sin poder es pueblo sin soberanía, y la soberanía se demuestra de una sola manera: ejerciéndola.
O Patria o Imperio; o esclavitud o soberanía. Elijamos.
*Fuente: Blog Luis Bitto
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