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Crónica personal y aún tibia: El retorno al ex Cuartel Borgoño

Crónica personal y aún tibia: El retorno al ex Cuartel Borgoño
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10 de junio de 2016

A Oscar Eliecer Rojas Cuellar, “Carlitos”, detenido desaparecido en este recinto  en diciembre de 1981 a los 29 años.

¿Cuántas veces se retorna al sitio de torturas? ¿Y dónde y cómo se vuelve?

Ese día del retorno creo que tuve otras preguntas: ¿Qué reconoceríamos? ¿Qué mostrarían? ¿O qué subsistiría de lo que pudimos conocer en los intervalos sin venda? ¿Valdría la pena remover tantas cosas?

Esas y muchas otras, eran las interrogantes el pasado viernes 3 de junio, cuando caminábamos en procura del ex Cuartel Borgoño, en las proximidades de la ex Estación Mapocho bajo una inclemente lluvia.

Pero, partamos por la noticia: sólo ayer fueron declarados Monumento Histórico Nacional estos recintos que fueron parte del complejo ex Cuartel Borgoño de la CNI durante alrededor de diez años.

En breve, casi como una sinopsis. Fines de abril de 2016, una nueva demolición alertaba a vecinos, a sobrevivientes. Estaban ya activados la Asociación de Barrios y Zonas Patrimoniales y la Municipalidad de Independencia Luego serían los piquetes y la multiplicación por las redes sociales.  Se constituía un Comité de Recuperación impulsado entre otros por ex presos y presas constituidos en una Mutual del MIR y la R Popular.

Se sabía que en 1997 había sido demolida una parte significativa  de este cuartel central de la CNI que durante casi 10 o más años, desde 1977 o 78 y hasta casi el fin de la dictadura jugaría un rol central en las detenciones y secuestros, torturas, desapariciones, falsos enfrentamientos y ejecuciones. Estas últimas instalaciones en proceso de demolición, ahora constituían los últimos vestigios de ese significativo complejo represivo.

En la fragilidad de nuestra memoria histórica, esa tangibilidad arquitectónica era y es importante.

UN EXTENSO PRONTUARIO DE MUERTES

Vicente Israel García Ramírez, enlace del PS clandestino, de apenas 19 años, secuestrado un 30 de abril de 1977 y desaparecido desde el ex Cuartel Borgoño, correspondería a la etapa de transición entre la DINA y la CNI. Es seguramente una de las primeras víctimas del terror que allí se instalará. Luego las operaciones en que intervendrán agentes de este cuartel represivo serán múltiples, continuas y crecientemente sanguinarias. Operaciones en regiones como el cerco a la guerrilla en Neltume el 81. Los días 23 y 24 de Agosto del 84, el exterminio y neutralización de estructuras del MIR que denominarían Alfa Carbón y que costaría la vida a siete de nuestros compañeros en Concepción, Los Ángeles y Valdivia. Y que es el origen de mi secuestro en la Vega Monumental, primero tortura en Concepción y luego traslado al Cuartel Borgoño.

Retomando el recuento. Luego, los operativos de Janequeo y Fuenteovejuna el 83. El montaje de la muerte de la joven Paulina Aguirre Tobar en marzo 84. La Operación Albania  al FPMR a fines de 1986, donde los jóvenes aparentemente muertos en enfrentamientos, antes habían estado en los subterráneos de Borgoño. Y un largo etcétera. En general se trata de operaciones encubiertas, simuladas como enfrentamientos y dónde el factor determinante es un extenso y complejo proceso de inteligencia y chequeo previo que asegura la sorpresa en el actuar de los agentes.

En septiembre de 1986 los secuestros y ejecuciones de José Carrasco Tapia, Abraham Muskablit, Felipe Rivera y de mi hermano Gastón Vidaurrázaga se planificaron y operacionalizaron desde allí..

Posteriormente los secuestros de los frentistas José Peña Maltes, Manuel Sepúlveda Sánchez, Alejandro Pinochet Arenas, Gonzalo Valenzuela Navarrete y Julio Muñoz Otárola en 1987, posiblemente las últimas desapariciones de la dictadura. Porqué en transición existirán situaciones aisladas pero nunca esclarecidas como la del joven mapuche José Huenante…

Pero, también el entonces Cuartel Borgoño tuvo otra significación de crímenes. Entre 1982 y 1984 se suceden significativas jornadas de protestas y el saldo de once de ellas sólo en la Región Metropolitana suma alrededor de 70 muertes y 600 heridos y varios miles de detenidos. Las muertes afectan especialmente a jóvenes baleados desde autos en marcha, sin patentes a la vista. Todos los antecedentes, hasta ahora conocidos, permiten afirmar que esos vehículos y sicarios salían entre otros cuarteles de Borgoño, desde los estacionamientos que daban a Avenida Santa María frente a la Estación Mapocho. En la décima protesta, la del 4 y 5 de septiembre de 1984 estoy en una celda de esos subterráneos y la actividad es febril, con salidas y arribo de múltiples vehículos. El sonido del ripio de los estacionamientos, sería una de las características en nuestra permanencia.

La lista de operaciones y muertes es seguramente más extensa y es imprecisa la cantidad de hombres y mujeres que estuvimos secuestrados y torturados allí. ¿Cuántos habremos sido en diez años de funcionamiento? ¿Cuántos procesos judiciales en curso conducen a este sitio y plantilla de agentes?

En Borgoño tuvo su base la Brigada Metropolitana de la CNI. Allí operaron entre jefes y agentes Humberto Gordon, Hugo Salas Wenzel, Álvaro Corbalán Rosa Humilde Ramos, Víctor Manuel Muñoz, Fernando Maas, Luis Sanhueza Ross, Manuel Provis, Francisco Zuñiga, Carlos Herrera Jiménez, Lilian Brevis Lagos, Octavio Vargas Bories, Iván Quiroz, Kranz Bauer Donoso entre muchos otros. Toda una galería de sicarios empeñados en detener la protesta social y las acciones armadas de los destacamentos de la Resistencia activos de esos duros años.

LA DEMOLICIÓN DEL 97

En 1997, las dependencias correspondientes al número 1470 de Borgoño fueron demolidas para construir modernas dependencias de la PDI, institución heredera de esta manzana. Eso, ocurrió en sigilo y silencio, de hecho como tantos otros sitios borrados, especialmente por el Ejército. Un  ejemplo de ello, lo ocurrido con el Regimiento Tacna. Los gobiernos, post dictaduras de todos los signos han hecho en general la vista gorda. A lo más una plaquita…Y en todos los casos de sitios recuperados han sido movimientos de vecinos, ciudadanos, de ex presos sobrevivientes y de algunas autoridades y funcionarios públicos, las que han logrado detener las acciones de invisibilización de los recintos de la DINA-CNI y otros dispositivos represivos.

UN ALERTA Y EL RECORRIDO

Demuelen el ex Cuartel Borgoño!!…esa fue la  alerta. El activismo en la calle y las redes multiplicaron ese alerta: quieren borrar los vestigios del ex Cuartel Borgoño. Suceden diversas gestiones y también un piquete simbólico y reducido frente a las dependencias de Borgoño.  En ese contexto se inscribió esta visita y en paralelo conformar una gran carpeta de antecedentes que debía permitir declarar patrimonio este sitio y así paralizar las obras de demolición. Esa buena noticia ocurrió ayer 8 de junio. Entonces, recién se crea el horizonte para la detención de la demolición, monumentalizar, transformar en sitio de memoria etc.

El pasado viernes 3 de junio un pequeño grupo de ex prisioneros del entonces Cuartel Borgoño fuimos invitados a recorrer ese espacio, a   reconocerlo y a revisitarlo, en condiciones libertad y voluntariedad. Seguramente estuvimos allí cerca de los 30 años, ahora retornamos con 60 años y más.

La tarea era relacionar cada espacio con lo que uno pudiera recordar, en mi caso 32 años después. Quienes asistimos, estuvimos secuestrados y torturados allí entre los años 78, 80, 81 y 84. Fuimos seis, de un universo de varios centenares que salimos de allí y estamos vivos. Por cierto allí no había posibilidad de verse entre detenidos. A lo más se escuchaban los gritos, atenuados por mordazas y esparadrapos. También, hay que recordar que la presencia de médicos en forma constante fue una característica de ese cuartel.

En 10 o 12 años de funcionamiento, desde ese lugar desaparecieron varias decenas de militantes. Pero los más fueron ejecutados en falsos enfrentamientos y presentados en diversos montajes.

Muy seguramente desde allí salen los vehículos con civiles no identificados que en días de protestas balearon y mataron a medio centenar o más de protestantes callejeros. Borgoño fue una eficiente fábrica de tortura y de muerte. El último bastión o el principal post Manuel Contreras. El reino de Álvaro Corbalán Castilla, el heredero natural de Miguel Krasnoff Marchenko. Del príncipe ario, heredero de los generales blancos al morenito bueno para las guitarras y el puterío.

En Borgoño, la tortura se torna científica, regulada, dosificada con el concurso de médicos. Allí la tortura sucede a una planificada labor de inteligencia y chequeo de las estructuras clandestinas. Allí la tortura se administra rápida, porque el tiempo apremia. No se pierde tiempo, porque la CNI derriba y demuele la alternativa política de “todas las formas de lucha” y del “derecho a la rebelión” de las organizaciones resistentes de esos años. Porque ellos no se distraen en la política posible y permitida. Porque Borgoño es un dispositivo enfocado que se concentra en combatir a lo menos tres vertientes de Resistencia antidictatorial: la operación Retorno del MIR; la creación y operaciones del FPMR y la extensión de la protesta social, política y territorial de los ochenta.

El ex Cuartel Borgoño es detectado tempranamente con la “bomba- caza bobo” que le cuesta la vida al teniente Luis Carevic Cubillos, agente de la CNI en Av. Santa María en las inmediaciones del portón 1470 en abril de 1979.

Luego el “Movimiento Sebastián Acevedo” encabezado por el cura José Aldunate se encarga de marcarlo con dirección y prensa. Posteriormente lo hará una jueza y madre, mi vieja Yolanda Manríquez que acompañada por abogados de la Vicaría de la Solidaridad y periodistas cree en la efectividad de los recursos de amparo. Y proseguirá el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago Luis  Correa Bulo al constituirse como tribunal y ordenar pericias médicas a mi condición de torturado.

También, hay que recordar al juez Rene García Villegas y su valentía para denunciar las torturas, pero son actos excepcionales, el grueso del Poder Judicial mira para el lado. Seguramente, hubo otras muestras de coraje desde el periodismo, familiares y activistas de derechos humanos que complicaron el “funcionamiento” de dichas instalaciones, que sintomáticamente pese a su temprana detección por alguna poderosa razón continuaron funcionando en ese vetusto complejo arquitectónico.

En 1985, el extenso y combativo funeral de los hermanos Eduardo y Rafael Vergara Toledo pasa por Avenida Santa María junto al Cuartel Borgoño en pleno funcionamiento. Las fotografías muestran como algunos de sus integrantes atinan a cubrir sus rostros, mientras la inmensa mayoría pasa a rostro descubierto y los agentes escondidos tras ventanales y mirillas filman y fotografían potenciales objetivos de detención.

LAS VUELTAS Y VUELTAS DE ESE RETORNO

Esa mañana del viernes 3 de junio y desde la invitación a la visita pensé en mi vieja y en que me hubiera dicho. Y también pensé en “Carlitos” al que dedico estas letras, muy seguramente detenido, torturado y desaparecido desde ese sitio. Y por cierto, en todos quienes ya no están y nunca salieron de allí.

Es cierto, lo que quedan son vestigios. Paredes, muros, escaleras, una obra gruesa que asemeja un bombardeo, una edificación deshuesada. Habitaciones taponadas de maderas, casi como si expresamente se quisiera ocultar la dimensión o el rol y uso de ellas. Es difícil recorrer y reconocer en esas condiciones, pero hay que hacerlo. Conscientes de que en varias décadas ha existido el tiempo y las condiciones para modificar estructuras y colores.

¿Persistirán en medio de esos escombros aún vestigios orgánicos? ¿Recuperado ese espacio podrá ser periciado de manera profesional?

Y todo es muy loco. Porque en el pasado ese complejo sirvió a la salud pública y a la higiene, a la docencia de facultades de medicina de la  U de Chile. Y en estos años en la transición la PDI iría ocupando partes, incluso demoliendo trozos  significativos del ex recinto de tortura y muerte. ¿Y si nadie hubiese reaccionado ante estas últimas demoliciones? No quedaría nada tangible…

La arquitectura es lo que queda del uso perverso…entonces resume lo allí ocurrido, es un testigo incómodo. Esos son mudos vestigios, incómodos vestigios.

Borgoño fue un recinto que albergó torturadores frente a torturados. La información de los resistentes es lo que estuvo en disputa. Así de brutal y duro. Eso es lo que estuvo y era eso lo que debía protegerse. Y nos habíamos preparado- eso creíamos- para esconder, proteger y resguardar las partes de información que cada uno conocía y podía tener significación para ese enemigo. Y el equipo de los torturadores se había preparado en verdaderas maestrías respecto a cómo procurarse esa información, se quitara o no la vida en ello. Y la tortura fue la herramienta para doblegar voluntades. Y no sólo fue la información vigente lo que buscaban procurarse, porque el logro mayor era la colaboración activa con o sin tortura mediante. Y como en toda situación humana…todo tuvo múltiples zonas grises. Porque de esas experiencias límites, creo que nadie salió indemne e inconmovible. O igual. Quizás, quienes no lo vivieron.

Por ello que volver era dificultoso y seguramente cada uno de los cinco debió vivir su singular y complejo proceso.

Si quedamos vivos fue producto de una ruleta siniestra de la que generalmente ignoramos sus exactos mecanismos o circunstancias. Allí opero el ni todos vivos, ni todos muertos. Hay quienes no podían entender en esas condiciones, que llegar a prisión podía ser motivo de alegría, incluso de triunfo aunque eso significara 3, 5, 7 o más años de encarcelamiento.

Chile aún está dividido en torturadores  y torturados de esos años. Y Chile tiene nuevos torturados en jóvenes estudiantes y en mapuches. Y por tanto tiene nuevos torturadores especialmente en sus fuerzas policiales. Y tiene autoridades políticas mirando para el lado. Y un Poder Judicial que aún no puede asegurar que en Chile no se tortura. Muy recientemente, se conocen denuncias fundamentadas de jóvenes estudiantes adolescentes torturados y abusados por carabineros!!

ESOS DÍAS ALLÁ ABAJO

Estoy en los subterráneos de Borgoño en agosto y septiembre  de 1984, del 24 al 4 o el 5 de septiembre. Los mamelucos azules y las alpargatas. Las celdas con luz permanente y gruesas puertas metálicas con ventanucos de vigilancia. Y el color café abajo y amarillo pálido desde la mitad hacia el cielo. Una cama de concreto como único mobiliario. El rancho, que parece ser común entre secuestrados y guardias. El baño de toallas húmedas y ducha hirviendo. Los jarros de aluminio. La sala de filmación de “confesiones y autoinculpaciones”. La tortura apagada por el volumen de la radio Cooperativa o de un programa de la televisión. Esos sábados gigantes de “Don Francisco” extendidos por horas para ahogar gritos y berridos.

Y ese miedo potencial de escuchar los pasos y la apertura de la puerta, para de nuevo retornar a la tortura. Y esa tortura eléctrica que embota y atonta, que hace saltar y contorsionarse el cuerpo desde las extremidades amarradas.

Y seguramente los ex presos o secuestrados o sobrevivientes que el pasado viernes 3 de junio recorrimos esos vestigios, cada uno tiene sus particulares Borgoño. Dependiendo de las fechas, los tratamientos, los días de permanencia, la información a proteger, los involucramientos y las reacciones externas luego de los secuestros. Y quizás que otras singularidades…

En esos días, la remembranza de mis dos hijas: Tamara y Katia me sostendrían. Allí no hubo grupo ni colectivo alentando, se estaba aislado, a merced de sus decisiones e intereses. Y en esas condiciones el cerebro debió correr a mil para discernir que sabían y que ignoraban.

En algún momento, en mi caso, comenzó el surrealismo. Me dicen: “que tengo visita”, me bañan con su colonia Flaño y me ayudan a vestirme con mis ropas y me advierten que según lo que diga retornaré a la parrilla…una primera vez no sucede nada, me devuelven a la celda y de nuevo el mameluco. Hasta el día siguiente que me presentan ante un tribunal en oficinas ubicadas en la superficie. De allí para adelante, he salvado con vida. Sé que me han reconocido. Vuelvo a estar con vida…

Y CÓMO SERÁ ESTE NUEVO SITIO DE MEMORIA

¿Y ya sitio de memoria, ya dependiente de la DIBAM? ¿que será? ¿Demolido por completo y luego simbolizado como Villa Grimaldi?. ¿O quedará igual así mismo, como Londres 38? ¿Acaso debiese recrearse la cotidianeidad del ex Cuartel Borgoño con oficinas y procesadores de información; chequeadores-ejecutores, o sea, operativos y torturadores especializados. Junto a conductores, cocineras de la ESAFE, guardias y otras funciones necesarias en este recinto que debía funcionar 24X24?

¿Y servirá a los estudiantes, jovencitas y jovencitas de las escuelas de Independencia y el sector norte de Santiago para conocer de ese tiempo y valorar los derechos humanos? Y seguramente más de alguno relacionará ese tiempo con los abusos de los pacos en el furgón o en la comisaría…

LA OSADÍA DE MI VIEJA

De esa memoria, de nuestra memoria de ese sitio, descubiertas recién el año pasado algunas fotos, casi coincidente con el fallecimiento de mi madre. Jorge Figueroa, foto-reportero de Fortín Mapocho me cuenta: “Observo a la Jueza del 11 Juzgado de Mayor Cuantía de Santiago. Tiene su credencial en la mano y mientras golpea el portón negro la muestra a quienes están tras una mirilla. Ella, está rodeada de abogados de la Vicaría y de algunos periodistas y reporteros. Todo esto ocurre por Av. Santa María por el costado norte del Río Mapocho. Era osado golpear las puertas de un cuartel de la CNI, era impensable. Nosotros para tomar fotos pasábamos en un auto y a velocidad o cuando descubríamos un local nos situábamos a una cuadra de distancia…”, recuerda el foto-reportero Jorge Figueroa.

Ese día frente al cuartel de la CNI nunca les abrieron el portón, pero el logro estuvo en que se constituiría días más tarde el ministro Luis Correa Bulo y vendrían luego exámenes legistas para finalmente ser entregado en Concepción ante una Fiscalía Militar. En suma todo eso me salvó la vida. Pero, también aportó a un nuevo paso, un audaz paso frente a todo lo que representaban miles y miles de recursos de amparo rechazados y el terror que inspiraban los cuarteles secretos de la CNI.

UN FINAL EN DESARROLLO

Hoy 32 años después, al parecer podrán conservarse los últimos vestigios del ex Cuartel Borgoño. Es un pequeño avance, resultado de múltiples esfuerzos. Ello coincide con una fuerte y oscura ofensiva política y judicial por sentar el precedente de conceder excarcelaciones a agentes de la CNI condenados a cadena perpetua, autores de crímenes horrorosos y repetidos y que de momento cumplen condena en Punta Peuco. Si prosperan estas gestiones de diputados como Kast y de algunas salas de la Corte Suprema, quizás Corbalán, Miguel Estay Reino “el Fanta” o Krasnoff podrían en un próximo tiempo obtener libertades condicionales. Así de preocupante y contradictorio es todo.

Y por último, creo es significativa la reflexión de la antropóloga e investigadora de la Universidad de Chile Loreto López, que en un reciente texto a propósito de las circunstancias que han rodeado la presión por detener la invisibilización del ex Cuartel Borgoño afirma:

“Si el Estado considera que luego de 25 años de procesos de memorialización por recuperación y apertura de recintos de detención a solicitud de la sociedad civil, una política dirigida a estos espacios sigue resultando innecesaria, no sólo se equivoca sino que además devalúa el inédito impulso y voluntad ciudadana por construir patrimonios que se sostienen en memorias colectivas capaces de conectar al territorio nacional (e incluso del Cono sur) y a distintas generaciones. O tal vez la política estatal sea justamente la de la destrucción por omisión”.

Pd. La invitación a retornar al ex Cuartel Borgoño nos la realizó María Soledad Espinoza, asesora del Programa de DD. HH. del Ministerio del Interior, conocida en este ámbito desde su extensa pertenencia al CODEPU. También estuvieron funcionarios del Consejo de Monumentos Nacionales y fuimos recibidos por un grupo de funcionarios de la PDI, con el Sub Prefecto Jefe de ese recinto.

Los ex prisioneros de la CNI que concurrimos a reconocer y conocer las dependencias en proceso de demolición fuimos: Antonio Cadima; Fermín Montes, Higinio Espergue; Ángel Allende; Eduardo Arancibia y el autor de este texto. Cada quien saco fotografías, estas son de mi autoría con la cámara de un celular. Ya está dicho: las de mi madre de 1984 son del foto-reportero de Fortín Mapocho ya citado.

AJIPICANTE. Ignacio Vidaurrázaga Manríquez 9.6.2016

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