Nos robaron la voz, el voto, la democracia y la soberanía ¿y ahora qué?
por Javier Cortines (España)
10 años atrás 4 min lectura
El mito de la ninfa Eco refleja como ninguno “cómo nos han robado la voz y la palabra” y cómo, sin necesidad de ponernos una mordaza, los gobernantes y los mercaderes han logrado que repitamos las consignas que escuchamos o leemos, en la prensa hablada o escrita, y, encima, que hayamos convertido ese castigo en virtud.
“En otros tiempos la ninfa Eco había sabido decir. Y con tanta gracia decía, que sus palabras parecían no usadas, jamás dichas antes por boca alguna. Pero Hera, la esposa legal de Zeus, la maldijo en uno de sus frecuentes ataques de celos. Y Eco sufrió el peor de los castigos: fue despojada de su propia voz. Desde entonces, incapaz de decir, sólo puede repetir”, dice Eduardo Galeano[1].
Algo parecido ocurre con los tertulianos y consumidores de periódicos, telediarios y programas de televisión, a quienes les graban en las neuronas los “dictados del amo”. Así, los opresores, a través de “la opinión pública” creada por ellos mismos, dirigen a los humanos que acaban integrándose en las corrientes de pensamiento dominantes.
Así en el Norte, los tragadores de prensa y “paquetes” televisados (la gran mayoría copiados de Estados Unidos), se han liberado de la penosa y dura tarea de pensar. Los medios de comunicación les muestran las “hojas de ruta” que debemos seguir. De su seguridad se encargan “los pastores alemanes” y otros cancerberos del capital.
Recuerdo una época, no muy lejana[2], cuando la voz nos pertenecía. Cuando conectábamos con nuestro “yo profundo” y los pensamientos brotaban frescos y renovados. Eran los Tiempos del Despertar, cuando ser joven era sinónimo de estar vivo y las ideas, palancas que podían mover el mundo y, de hecho, lo movían.
Pero un día, un aciago día…. “Pensar se hizo incómodo como andar bajo la lluvia”[3] y, de repente, “el calor de la palabra se desvaneció (..) y, desde entonces, nos estamos preguntando inútilmente el por qué de las cosas, el significado de las palabras y el objeto de nuestras vidas”.[4]
Esas reflexiones me llevan de nuevo al mito griego. La ninfa Eco insiste en que los sabios de la economía nos están salvando y que no hay otra opción mejor en Europa que someternos a la brutalidad de los mercaderes. Luego los coros repiten “esos dogmas” y “las castas pactan en la sombra”.
Ahora que en Europa los países débiles se han visto obligados a ceder su soberanía a la “bestia rubia”[5] y la democracia ha sido pisoteada[6], ha llegado la hora de preguntarnos: ¿Merece la pena seguir entonando, como bobos, “el Himno a la Alegría” o es necesaria una rebelión en toda regla? ¿Ha llegado la hora de considerar una desobediencia civil encaminada a que se respete la voluntad del pueblo?
En Grecia hemos visto como la DEMOCRACIA se derrumbó ante la prueba de fuego impuesta por los mercaderes. Comprobamos con desánimo el giró de 180 grados que dio el líder de Syriza, Alexis Tsipras, invalidando el voto del referendo, del pasado 5 de julio, que le daba carta blanca para decir “NO” a las políticas criminales de la Troika.
Parece que el dimisionario primer ministro Tsipras, tras aceptar las imposiciones de Bruselas: recortes, privatizaciones y un endeudamiento monstruoso, ha seguido esta “sabia recomendación” de Frank Kafka: “En tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas al lado del resto del mundo”.
Aplaudo a la líder andaluza Teresa Rodríguez[7] que no acepta claudicar, que rechaza la metamorfosis del líder de Syriza. Que argumenta, con toda la razón del mundo, que es un grave error ceder y convertir “PODEMOS” en “NO PODEMOS”. Esa joven política es valiente, odia a “los camaleones” y aún cree, haciéndonoslo creer a los demás, que todavía “es posible recuperar la voz, el voto, la democracia y la soberanía”.
Ahora en Grecia se presenta como una incógnita “Unidad Popular”[8] el partido que acaban de fundar los 25 disidentes[9] de Syriza fieles al espíritu del OXI (NO). El ex ministro Panayotis Lafazanis, impulsor de esa nueva formación, piensa, al igual que Teresa Rodríguez, que “los mandatos populares hay que cumplirlos hasta el final”.
Y vuelve a cantar Quiquiriquí el Noble Gallo Beneventano para decirnos que siempre, incluso en la peor de las circunstancias, habrá mujeres como Teresa o Ada Colau, (la alcaldesa de Barcelona) que remontarán la corriente esquivando los zarpazos de ese animal, llamado capitalismo salvaje, que se traga todo lo que huele a economía solidaria, democracia y libertad.
Notas:
[1] Mujeres. “Eco”. Editorial Siglo XXI (Pág. 219)
[2] Los últimos años del franquismo y los “primeros de la democracia”. En muchos países también hubo ruptura de cadenas y de muros, en diferentes épocas de represión y liberación.
[3] Sentencia de Fernando Pessoa.
[4] Reflexión del historiador Raimundo Cuesta, cofundador de las plataformas de pensamiento crítico “Cronos” y “Fedicaria” (www.fedicaria.org/miembros/Cronos.html)
[5] Expresión utilizada por Nitetzsche.
[6] No hay ejemplo más elocuente que el de Grecia.
[7] Militante de “Izquierda Anticapitalista” antes de integrarse a Podemos.
[8] “Unidad Popular” se presentará a las elecciones anticipadas convocadas por Tsipras y que se celebrarán el próximo domingo, 20 de septiembre.
[9] Llamados “extremistas radicales” por “la europea prensa española”.
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