Julio Castañer y la banalidad del mal
por Rafael Luis Gumucio Rivas, padre (Chile)
10 años atrás 4 min lectura
La filósofa y escritora Hannah Arendt, en su libro Eichmann en Jerusalen, desarrolló la teoría de la banalidad del mal. Eichmann, uno de los más connotados criminales nazis, raptado desde Buenos Aires por los servicios de inteligencia judíos y luego juzgado y condenado a la pena capital en Jerusalén que, según Hannah Arendt, era una persona común y corriente y no tenía nada de loco fanático o dogmático, incluso, un buen padre de familia. Según la autora de este libro, quienes llevan a cabo los más grandes males a la humanidad son, a veces, seres muy comunes en la cotidianidad.
La filósofa distingue tres tipologías de seres humanos que conforman el escenario de los regímenes totalitarios: los nihilistas, es decir, los oportunistas que se apegan a todo poder; los dogmáticos y fanáticos y, sobre todo, las personas comunes y corrientes – estos últimos, en momentos álgidos, por ejemplo, una crisis de poder, trasvasijan sus valores cambiando el “no matar” por el aplauso al asesinato, <según nuestra autora, fue lo que ocurrió con el pueblo alemán, el más culto de Europa, que aplaudió y adoró a Hitler> -.
Arendt distingue entre el conocer y el pensar: una persona puede ser muy docta y, a su vez, un criminal – en Chile, entre otros, Jaime Guzmán Errázuriz, “un genio del mal”, como decía mi amigo Agapito Santander; el pensar es algo muy distinto que el conocer que supone, como lo decía Sócrates, “un diálogo consigo con sus demonios”, es decir poseer una conciencia moral, que no es lo mismo que distinguir entre el bien y el mal.
En el caso de los jóvenes quemados en Chile se dan todos los elementos de análisis de Arendt sobre la banalidad del mal: el principal culpable, Julio Castañer, oficial del ejército se convierte, por “el pacto de silencio” y con el pasar de los años, en un académico de la Universidad de Magallanes, nada menos que en la cátedra de Ciencias Políticas y, aun cuando distingue entre el bien y el mal, como es un fanático y dogmático anticomunista, estará convencido de que obró bien al quemar a estos dos estudiantes e, incluso, proponer que los asesinaran, pues no quería dejar rastros.
Eichmann, durante el juicio en Jerusalén sostenía lo mismo: “yo no maté a nadie, sólo obedecí órdenes”. El ejército chileno, que durante más de veinticinco años – desde la transición a la democracia – han promovido el pacto de silencio premiando y apremiando a los entonces conscriptos para que declaren en falso ante los tribunales civiles y militares, obligándolos a memorizar un libreto redactado por abogados, incluso civiles, ha sido el protagonista culpable de que hasta ahora sus miembros estén protegidos por la impunidad.
Los “valientes soldados”, en doscientos años de historia, han matado más chilenos que a invasores extranjeros, incluso, la única guerra que ganaron – la del nitrato contra Perú y Bolivia – sólo sirvió para enriquecer al imperialismo inglés.
Sin seres nihilistas y fanáticos y, además, la complicidad de la oligarquía, es inexplicable quemar vivos y sin ninguna piedad a otros semejantes, hecho que sólo ocurrió en durante la inquisición, el estalinismo, el nazismo y todas las doctrinas de “seguridad nacional”, que hacen mucho más daño que los mismos regímenes totalitarios.
En la categoría de los fanáticos hay que incluir, en Chile, a los dirigentes de la Unión Demócrata Independiente (UDI), que aún siguen considerando el régimen de Pinochet como el que “eliminó la lacra marxista” y, aunque muchos cínicos no lo digan en público entre ellos, el secretario general de la UDI, Guillermo Ramírez, quien se refirió al caso “quemados” con frases como “se cuenta una parte de la historia, pero en el contexto; una persona, (Adolf Hitler), mató en campos de concentración a seis millones de judíos, y estamos hablando de un dictador en un país austral donde hubo 2.000 desaparecidos…” – “cuantitativamente es muy diferente”, los remito a Youtube y encontrarán miles de testimonios similares a los de Ramírez -. No falta quien sostenga que las cámaras de gas nunca existieron y que los nazis solamente mataron a dos mil judíos y que los demás murieron de tifus por falta de gas para combatir los piojos. Si analizamos a profundidad los argumentos de algunos dirigentes de la UDI, no son muy diferentes de los estos nazis tardíos – sólo los traidores de la Concertación han permitido la subsistencia de este partido político, cuya doctrina en defensa de actos criminales debiera estar fuera de la ley, como ocurre en Alemania en la actualidad.
La banalidad del mal también se ha consolidado en este país debido a los “cómplices pasivos”, entre los cuales se encuentran los ex Presidentes de la Concertación y Sebastián Piñera, además de José Miguel Insulza – ex secretario general de la OEA, ministerio de colonias de Estados Unidos – además de la corrupta casta política que quiere mantenerse en el poder a toda costa, aun cuando no represente a nadie.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
29/07/2015
Artículos Relacionados
Cuando un país es soberano… para entregarse
por Leo Prieto (Piel de Leopardo)
18 años atrás 10 min lectura
¡El presidente no tiene quien le oiga! o el monólogo de Chávez
por Alfredo Mourad (Venezuela)
15 años atrás 3 min lectura
Miseria en la cultura: decepción y depresión
por Leonardo Boff (Brasil)
15 años atrás 4 min lectura
1 Comentario
Deja una respuesta Cancelar la respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
Consejo de Seguridad ruso ofrece ilustrar al canciller alemán, Olaf Scholz, sobre historia utilizando archivos de guerra
por Actualidad RT
47 mins atrás
Imagen superior: Soldados del Ejército Rojo alzan la bandera de la Unión Soviética sobre el Reichtag en Berlin 30 de enero de 2025 Consejo de Seguridad ruso ofrece ilustrar…
Teatro sindical iquiqueño en los años de fuego: 1970-1973
por Iván Vera-Pinto Soto (Iquique, Chile)
2 horas atrás
30 de enero de 2025
A finales de los años sesenta, cuando el mundo parecía tambalearse entre la esperanza y el delirio, un joven iquiqueño de adopción, de nombre Nesko Teodorovic recorrió las calles de esta ciudad con un grupo de actores dispuestos a convertir la realidad en fábula y la fábula en conciencia.
Sáhara: Marruecos tergiversa y miente acerca de votación en el Senado chileno apoyando una iniciativa marroquí sobre territorios ocupados
por piensaChile
4 días atrás
26 de enero de 2025
Marruecos habla de una declaración del senado chilenos, en apoyo a su política, aprobada por unanimidad. ¿Unanimidad?. Algo no cuadra. De 50 senadores, sólo 18, es decir, apenas un tercio, votaron a favor de la iniciativa. Simplemente ¡mienten!
¿Y eso es unanimidad para los marroquíes?
Sáhara / Sukeina Yed Ahlu Sid: “La ONU es peor para nosotros que Marruecos”
por Héctor Bujari Santorum
1 semana atrás
20 de enero de 2025 Cada palabra suya lleva el peso de un pueblo que resiste mientras el mundo sigue mirando hacia otro lado. Al otro lado del teléfono,…
La conciencia moral, es decir el hacer carne y sentimiento las norma morales, no es lo más frecuente. Las religiones han tratado de indoctrinar a los humanos y lo han logrado en una mínima proporción. Lo único que los contiene un poco es cuando la norma moral se convierte en ley de la república, con sanción incluida. Y ni los mismos seres humanos saben como van a reaccionar en un caso límite donde hasta los buenos, pueden ejecutar maldades que nunca pensaron que podían hacer. Y la mayoría de las personas, no es mala, es banal y de moral frágil.
Pero la maldad y el gusto por la maldad, existen. Y si los psicópatas ideológicos toman el poder y expanden sus ideas, harán que muchos, la mayoría de banales de moral frágil, cometan delitos.
Y el gusto por el mal no viene necesariamente de gente maltratada en su infancia, o pobre y resentida; el cinismo y la psicopatía de los ricos y poderosos puede ser aterradora, o de los países ricos planeando como armar guerras para vender sus mercancías, o como provocar hambrunas para tener mano de obra barata.
Solo el control social y leyes bien formuladas y una vigilancia permanente de los ciudadanos, puede contener la acción de los psicópatas, para que una sociedad no se vaya al tacho por descomposición moral.
Para eso se necesita una población educada en el manejo de las emociones desde la infancia, y en el conocimiento de por qué y como se generan las leyes que permiten que la sociedad funcione como un organismo cohesionado encriptando las tendencias más negativas de nuestra naturaleza humana.