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La especulación financiera y el petróleo, anticipan más nubarrones negros

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Desde la perspectiva más común, los norteamericanos ya sean políticos, operadores, analistas, banqueros, inversionistas e incluso una parte de la población, aún ven a su país como un gigante indestructible que en cuestión de meses volverá a la senda de la opulencia y al crecimiento de tiempos pasados, a pesar de los 6 años en crisis que viven. De hecho, según últimos datos de la industria automotriz, recopilados por el Instituto de Investigación de Transporte de la Universidad Michigan, señalan que los nuevos vehículos de pasajeros más vendidos en los EE.UU., lograron un promedio 25,1 millas por galón en diciembre, por debajo del 25,8 Mpg de agosto. El descenso en el rendimiento por galón de combustible se debe a que los estadounidenses están comprando coches más grandes y consumidores, en vez de autos de bajo consumo, pensando que el petróleo barato llegó para quedarse.
Esta forma de ver el país, demuestra la resistencia a “perder el sueño” americano basado en un modelo económico de libre mercado sin restricciones, alimentado por los poderosos medios de información y un sistema político y financiero capturado por los grandes grupos que componen el 1 % más rico. Desde mediados del siglo XVIII cuando surgen los primeros pioneros norteamericanos, se “vendió” una cultura que asumió que trabajar duro era la clave para sobresalir y tener éxito personal. En general los norteamericanos no ven o niegan la relación de su riqueza en relación a la dependencia con el resto del mundo. Las nuevas señales de cambio presentes en todas partes, como los salarios en EE UU, de US$ 7 o US$ 8 la hora, o los 45 millones de cesantes, (muchos de los cuales ya no están buscando trabajo), está demoliendo dicha concepción, porque entienden que matarse trabajando hoy, no funciona.
Quizás, algo del sueño americano, como sueño, pudo rescatarse si décadas atrás hubieran aceptado pensar que ningún imperio es imperecedero, más cuando el planeta está dando señales de agotamiento y saturación del medio ambiente. En estos días el servicio Meteorológico de EE UU., ha anunciado que las temperaturas en gran parte de los EE.UU., el Norte y Este bajan a niveles peligrosamente «fríos», y los fuertes vientos pronostican temperaturas de enfriamiento del viento para caer tan bajo como – 45 º C en el Estado de Minnesota.
La disposición de las fuerzas e intereses que se enfrentan en el mundo actual, son indicios preocupantes que fortalecen la idea que sea el propio hombre quien provoque su auto destrucción. No vivimos un estado de felicidad, sino un estado de guerra en materia monetaria, petrolera, hegemónica y una posibilidad de escalamiento a un estado bélico. La historia nos recuerda que el reparto de la riqueza lograda por dos grandes guerras mundiales y numerosos conflictos bélicos, que incluyo el uso de armas nucleares por Norteamérica, son indicadores que no es una simple especulación hablar de confrontación bélica entre países o regiones con intereses contrapuestos.
La soberbia de sentirse superiores, los dispone a disputar extensas zonas lejanas a sus fronteras en un afán hegemónico. Sacaron esclavos y diamantes de África, petróleo del Medio Oriente, Europa sufrió dos guerras en su territorio, minerales y variadas materias primas de Latinoamérica, el Caribe etc. Luego crearon el dominio monetario y multiplicaron la fantasía de los dólares mágicos, que nunca se acaban para crear deuda y forzar el pago de transacciones petroleras y commodities al resto del mundo en dólares, apoyado por los serviles señores de las elites locales, que ayudaron a crear una nueva forma de esclavitud, esa que obliga a los europeos a trabajar por menos de € 500 o pagando US$ 300 o menos a los latinoamericanos y mucho menos en los países pobres de África.
El mundo está cambiando rápidamente, sin embargo, en nuestra tendencia a seguir rutinas sociales, económicas, culturales y por la necesidad de subsistir, nuestro cerebro en un acto inconsciente deja fuera muchos pequeños detalles que no vemos. Son pequeñas señales, tal vez sea el sentido común del duro camino que enfrentara el mundo que vendrá, en especial para los más jóvenes. Pero como toda concepción holística requiere apoyarse en datos concretos, intentaremos completar los puntos que nos faltan en nuestro mapa cognitivo, con lo siguiente.
La proporción del PIB mundial de Norteamérica era de un 32 % en el 2002. Hoy es de 22 % y el año 1961 era de 40% del PIB mundial, lo que es un deterioro evidente. De acuerdo al Banco Mundial, el mayor importador mundial, con un 13% de las importaciones mundiales es EE.UU., frente al 16% que tenía en el 2005. El mundo depende cada vez menos del comercio con los EE.UU, país que ha vivido una década de recesión profunda. Sin embargo, en el mundo actual, el gigante del norte necesita al resto del mundo de lo contrario no habría espacio para colocar US$ 800 ó US$ 1.000 millones de millones en derivados dispersos. Recordemos que casi US$ 12 millones de millones están como reservas en países extranjeros, un 33 % de ellas las tiene un solo país, China. El presidente B. Obama, ha debido disminuir programas en las universidades para investigación e innovación por recortes presupuestarios y reducir el déficit a 2,8%, que sigue aumentando una deuda que ya suma US$ 18 millones de millones, es decir, equivalente al 105% del PIB. El refinamiento y el desarrollo de la ciencia, como pilares centrales para seguir liderando un crecimiento para toda la población, se aleja cada vez más y parecen estar perdiendo la batalla.
Existe un convencimiento que las empresas de tecnología estadounidenses siguen dominando las industrias del futuro y que la sociedad seguirá vibrante, incluso con una inmigración que sufre fuerte rechazo interno. Sin embargo, la nueva composición del congreso en Estados Unidos, con dominio del partido republicano, el grupo de intelectuales denominados “conservadores reformistas”, muchos de ellos menores de 40 años y procedentes del mundo académico, son el motor del rearme ideológico de la derecha republicana para “modernizar” el discurso de la economía del mercado sin cortapisas, que indudablemente se trasladarán a la política exterior de EE. UU.
La caída del precio del petróleo no es casual (Una señal importante). Se reforzó la idea de la independencia de Estados Unidos del petróleo extranjero, alentando una nueva burbuja con grandes inversiones en la extracción mediante el “fracking” que ahora está estallando por la caída del precio y por la disminución del consumo en EE UU., en China y en todo el mundo por la crisis mundial. En la última década, la demanda de petróleo en China creció un 7%, como tasa interanual. Sin embargo, el 2014 el crecimiento de China en demanda de petróleo fue cero.
Los estrategas de Washington, de la CIA y el Pentágono encontraron una oportunidad única para golpear a Rusia, Irán, Venezuela y otros países antagónicos a su política. Rusia se fortaleció por décadas del beneficio (otro dato interesante) de los altos precios del petróleo, lo que le permitió importantes avances en su economía, en tecnología y en la renovación tecnológica de sus armamentos.  Larry Elliott de The Guardian, asignan al descenso del petróleo a una burda manipulación de la política de Estados Unidos que persigue eliminar a los enemigos de Estados Unidos, Rusia, Siria e Irán. Washington ha convencido a los saudíes que deben inundar el mercado con petróleo barato para bajar los precios y así diezmar la economía de Rusia e Irán. Con esto se reduciría la resistencia de Moscú para ampliar el cerco de la OTAN y aumentar las bases militares estadounidenses en Asia Central. El periodista, F. William Engdahl cree que la «conspiración» estadounidense partió en Septiembre cuando dice, “Estos detalles fueron acordados en la reunión del 11 de septiembre entre el secretario de Estado estadounidense, John Kerry y el rey saudí… Desde entonces, el reino de Arabia Saudita ha estado inundando el mercado con petróleo barato”.
Los precios del petróleo han caído un 50 % desde junio, unido al desplome de los bonos basura del sector energético de Estados Unidos, que apostó desmedidamente al auge del costoso “fracking”. Desde que el petróleo alcanzara en julio de 2008 los US$ 145 el barril, la industria del fracking estadounidense se disparó y la producción de petróleo pasó de 4 millones de barriles diarios (mbd) a 9 mbd compitiendo, en volumen de producción, con Arabia Saudita y Rusia (10 y 9 mbd, respectivamente). Esto se hizo por la vía de la especulación financiera que ahora será cubierta con la futura confiscación de los fondos de pensiones (ver más adelante). Mientras el costo de la extracción del petróleo «normal» es de US$ 30 el barril, el costo del barril de petróleo obtenido vía fracturación hidráulica es de 60 dólares. El estallido de la burbuja del fracking que está ocurriendo, confirma la falacia que el “fracking” constituye una fuente energética para 100 años, como declaró el presidente Obama el año 2012.
El “fracking” empieza a hundir a Estados Unidos, con tsunami hacia el resto del mundo. La caída en el precio del petróleo un 50 % en cinco meses está corrigiendo la especulación en torno al “fracking”. El valor de las empresas petroleras ha caído en picada y las acciones de British Petroleum pierden 17 %, Chevron un 12%, Seadrill (el mayor propietario de plataformas petroleras del mundo) ha perdido un 23 %. Las compañías petroleras de Estados Unidos que incursionaron con el “fracking” hoy están en la quiebra y a las que se mantienen en pié se les cerró el crédito financiero. Como informan entidades financieras, las compañías petroleras han logrado acumular una deuda de US$ 1,6 millones de millones en inversiones en el sector energético que están presionando con fuerza a la banca. Barclays, Wells y UBS han comenzado a vender sus participaciones accionarias a 60 centavos por dólar. Aún así se estima que la banca no podrá reliquidar todos sus activos y deberá absorber cuantiosas pérdidas, no olvidemos que producir un barril con “fracking” cuesta entre US$ 60 a 70 dólares. Nada es gratis, la cuenta llegará por el exceso de dinero, afectando muy fuerte al gigante del norte, donde China es acreedor con US$ 4 millones de millones.
Dos consecuencias importantes pueden agregarse en el futuro. En la última cumbre del G-20 celebrada en Australia el pasado 16 de noviembre, se aprobó el plan de dar prioridad al pago de las obligaciones de los bancos entre sí por sobre todos los demás pagos. Es decir, tendrán prioridad por sobre los depósitos de los ahorrantes y de los fondos de pensiones… porque ahora no habrá gobiernos ni bancos centrales que puedan salir al rescate.
El segundo aspecto importante, que no se menciona entre inversionista ni operadores de mercado, pero que se “cuchichea” en privado, es el desplome del dólar. El susto viene de las grandes deudas, créditos impagables, déficits y un dólar en su nivel más alto en 9 años, en que todo se derrumba, menos EE UU., causante de la crisis que dice estar despegando, NO CALZA. Algo está muy mal en la economía y la hora de pagar la farra, no le quepa duda que llegará. Lawrence G. McDonald, estratega de mercado, cree que la FED está profundamente preocupada de la fortaleza del dólar, porque está creando problemas en los mercados de deuda, lo que a su vez daña el crecimiento. El Euro ha caído más de un 14% frente al dólar desde Marzo”. Seis años de dinero barato, gracias a la generosa política de cero interés de la FED, ha puesto enormes sumas de deuda en las manos equivocadas, aumentando el riesgo sistémico, que incluso justificaría ganar tiempo con más “anfetamina”, es decir, un nuevo “QE4”, mantener las tasas casi en cero y seguir metiendo más dinero.
Los mercados de dinero barato hacen que los inversores en bonos sientan que la fortaleza del dólar se haga muy difícil de sostener para los deudores, empresas de países desarrollados, gobiernos, etc., que han acumulado mucha deuda. De ahí viene el actual “despegue” de EE.UU. Los heridos se empiezan a avizorar en el campo de batalla, Europa, Italia, Grecia en particular, Rusia, Brasil, Argentina, y aún nuestro modesto Chile, presentan bajas en sus economías por déficits del petróleo de los commodities que agravan la actual situación. Lawrence G. McDonald cree que si se pierde el control, en relación a la FED y otros bancos centrales que están sosteniendo la economía con “alfileres”, el desastre puede hacer caer el Dow 1.000 puntos y empezarán a hablar del “dólar a la baja” y otros gritarán “SOS” nuevamente.

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