El problema de la UDI no es el cambio de generación sino el fascismo
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
11 años atrás 3 min lectura
El filósofo José Ortega y Gasset trató, a fondo, el tema de las generaciones y su rol en la historia, en la Revista de Occidente: cada generación abarca un grupo etario de 15 años, y la que está en el poder se ubica entre los 35 y 50 años de edad; más allá de esta edad deviene una generación declinante que va alejándose, paulatinamente, del escenario histórico.
El mito de la eterna juventud es tan antiguo como el hilo negro: Fausto vendió su alma al diablo a cambio de permanecer eternamente joven; El retrato de Dorian Gray, de la novela de Óscar Wilde, el protagonista quiere permanecer, a perpetuidad, en la edad juvenil en que el retrato fue pintado, pues “…lo único que vale la pena en la vida es la belleza y la satisfacción de los sentidos…”En política chilena, en las distintas etapas de la historia ha existido este recurrente e interesado mito a la juventud.
En los años 20, inspirado en el éxito de los jóvenes nacionalistas turcos – el triunfo de Mustafá Kemal Ataturk – el poeta Vicente Huidobro escribía en El balance patriótico, que “se vayan los viejos antes que de que los enviemos al cementerio”. El grito de la Falange Nacional era “¡juventud chilena, adelante! – claro que estos jóvenes conservadores, con el poder que todo lo oxida, terminaron siendo unos viejos carcamales pragmáticos y burócratas, cuyo alfa y omega vital era el asalto al botín del Estado.
Ser joven no es sinónimo de progresista, pues hay algunos mucho más reaccionarios que los viejos políticos. En la UDI, ejemplo, el diputado electo, José Antonio Kast, un personaje que encajaría muy bien en “las camisas pardas”, es mucho más reaccionario y conservador que el senador Hernán Larraín; el historiador fascista Gonzalo Rojas es mil veces más troglodita que los “coroneles”, y con el diputado Ernesto Silva ocurre algo similar; el caso del senador electo – gracias al binominal – Iván Moreira, está fuera de todos los cánones, así mismo ocurre con la rubiecita alemana, Ena Von Baer.
El tema de la UDI no sólo de las generaciones, sino fundamentalmente, su corte religioso-fascista, que no podrá quebrar nunca con la herencia purulenta del tirano Augusto Pinochet, junto a su ideólogo Jaime Guzmán Errázuriz. El día en que la UDI cese de ser la expresión de la derecha totalitaria fascista-franquista desaparecerá como partido político.
Este malhadado país, al igual que España, no podrá borrar, en siglos, el recuerdo de tan ruines seres humanos, los milicos “beatos” Francisco Franco y Augusto Pinochet. Sólo cientistas políticos muy despistados pueden colocar como ejemplo democrático estas respectivas transiciones, una vez reconquistada la aparente normalidad – para mí, ambas han sido un fiasco y una red de transacciones entre socialistas traidores, tanto en España, como en Chile, y de partidos de derecha dictatoriales; para este efecto, la UDI y el PP son exactamente lo mismo, excrecencias de sus jefes tiranos -. En ninguno de los dos países se puede inventar una derecha democrática pues, históricamente, ambas combinaciones don herederas de las dictaduras.
La diferencia entre Francia, y España y Chile es que la gran mayoría de la derecha francesa colaboró con el régimen de Vichy y, al menos, un sector estuvo con Charles De Gaulle – estuvo contra la ocupación nazi – lo cual permitió la existencia de una derecha democrática, situación que no ocurre, hasta hoy, con el posfranquismo y con el pos pinochetismo.
En consecuencia, del próximo consejo de la UDI, a realizarse este fin de semana, sólo se puede esperar cambios cosméticos y de caras y generaciones, pero ideológicamente, este Partido seguirá siendo fiel a su raíz Opus Dei, franquista y Chicago Boys que, hasta ahora, por la ineficiencia de la Concertación, les ha permitido continuar siendo dueños de los poderes económico y político.
10/01/2014
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