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2014 la esperanzadora apuesta que hoy hace un pueblo por sus derechos y por una vida mejor

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Se acerca el fin de un año que se lleva, al menos parcialmente, un gobierno de derecha, que trató de vendernos el pretendido éxito capitalista y sus paradigmas de desarrollo y bienestar basados en el consumismo ilimitado y depredador. Se va pero aun quedan sus mitos y sus odios de clase, un sistema donde proliferan —junto a las guerras— graves problemas humanos, ecológicos, culturales, naturales y ambientales.

Junto a esto que no es mas que la constatación de la realidad, se abre un tiempo de incertidumbres e interrogantes acerca del futuro y, simultáneamente, va tomando cuerpo la necesidad de no resignarse al estado de cosas que nos presentan e imponen. Por ello la tarea  de las tareas hoy día es, buscar/construir caminos hacia un modo no consumista ni individualista de producción.

Es cierto que propuestas alternativas totalmente elaboradas no están a la vista, tampoco podemos seguir esperándolas, como espectadores, porque si algo no se puede hacer es prescribir el futuro, determinarlo, enmarcarlo en la posición “políticamente correcta”. De lo que se trata es de que las  alternativas se van construyendo y definiendo junto al pueblo, o a la ciudadanía, en torno a sus necesidades y de las exigencias de los propios procesos de cambio, son estos los que se constituyen a sí mismos en sujetos del proceso socio transformador que necesita nuestro país, no las cúpulas políticas ni  empresariales, como lo ha sido hasta ahora.

En Latinoamérica estas alternativas han empezado a latir mas o menos fuerte, y están creciendo en las experiencias comunitarias y cooperativas, en las resistencias y luchas de movimientos indígenas y sociales, de mujeres, de campesinos, de jóvenes, entre otros, así como  también en las acciones de los gobiernos populares, como los de  Ecuador, Venezuela, Uruguay, que impulsan el cambio social, que abren las puertas a la participación de los de abajo, profundizando la democracia.

Y también Cuba, que aun sitiada económicamente  desde los años 60 se mantiene allí, con sus problemas, como un hito y un ejemplo de dignidad, que nos alienta y nos reafirma la convicción de que es posible un mundo mejor, que es posible cambiar la realidad, que es posible vivir en una sociedad justa y en paridad de todos y todas, que es posible ir más allá del  capitalismo, salirse de la hegemonía del capital y construir una sociedad inclusiva y que de oportunidades  a todos y todas.

El desafío no es menor, pero lo que está claro es que no será en los discursos ni en los egoísmos sectarios donde florezca el proceso de lucha por transformar la sociedad, será en las calles, en la lucha popular y social donde palpite la posibilidad de que los actores diversos, fragmentados e incluso alienados, se encuentren y reconozcan a sí mismos. Es allí donde tenemos que encontrarnos como parte de un colectivo mayor, y en donde se vayan todos descubriendo, como protagonistas, con capacidad plena para decidir nuestros destinos, y organizarse para ello, (auto) constituyéndonos, articulándonos como sujetos sociales e históricos.

En todo esto radica el tremendo desafío que asumirá el próximo gobierno de Michelle Bachelet, con una vara de  esperanzas muy grande y con un voto de confianza para que inicie un proceso de cambios reales a favor del pueblo. Esto lo reclamamos con generosidad y grandeza, pero como un derecho, quienes por mas de veinte años hemos sido los más golpeados, discriminados y excluidos.

Que el nuevo año produzca la reapropiación (crítica) de nuestras  experiencias de lucha, para mirar el futuro desde la izquierda y su historia, para que las construcciones y creaciones se transformen en grandes apoyos al crecimiento y al aprendizaje colectivo. Esta es la base para alimentar las conciencias hoy ávidas de ideas y ganas de luchar por un Chile distinto.

Es también el cimiento que fortalece el poder popular y facilita el despliegue de la independencia de pensamiento y acción, como lo han demostrado, y lo hicimos nosotros los chilenos en etapas de nuestra historia,  los  pueblos decididos a hacer realidad su liberación individual y colectiva. Punto desde donde surge otra de las tareas centrales, la reconstrucción de la memoria histórica, para hacer de los derechos humanos una solida base de la futura democracia.

Tal como ya se ha dicho antes respecto a esto,  en la situación actual de indefensión que vivimos los ciudadanos (as) necesitamos que el nuevo gobierno fortalezca las instituciones que velan por el respeto a los derechos humanos en toda su extensión, que se comprometan como lo ha hecho el INDH en este periodo, con la defensa de derechos, que fueron justamente formulados para proteger a las personas de la explotación, derechos laborales y sindicales, los que son percibidos hoy como impedimentos al comercio y como trabas a la libertad del mercado.

Feliz 2014, fortalezcamos con el aporte de todos y todas sin exclusión, la búsqueda de vías que posibiliten ir avanzando, saliendo de la lógica de la hegemonía y del pensamiento único, sectario, de los modos de vida únicos, de las cosmovisiones únicas, entendiendo el valor de la diversidad como fuente de una construcción social solida.

Construyamos una nueva izquierda en busca de la vida en plenitud, ese es nuestro deseo para el año que inicia y  es parte de este sueño y empeño colectivo. A través de estas letras se vinculan también la experiencia revolucionaria de muchos que hoy están a la expectativa y plenos de deseos de participar en las nuevas tareas, rescatando también el internacionalismo.

Este es un momento que nos invita a reflexionar, fortaleciendo nuestra espiritualidad al poner a nuestro alcance la esperanzadora apuesta que hoy hace un pueblo por sus derechos y por una vida mejor.

El autor, Enrique Villanueva M. es un ex dirigente Rodriguista

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