No es fácil traer al foro chileno un tema tan complejo y, en apariencia, tan distante como es la situación que afecta a varias naciones del Magreb: Túnez, Libia, Irak, Afganistán, Siria y, por estos días, Egipto. No obstante, bien sabemos que la acelerada mundialización de la economía, la política y la cultura nos exige conocer y comprender aquellos sucesos en los más diversos rincones del planeta, no solo porque de un modo directo o indirecto nos afectan sino, principalmente, porque ellos dan cuenta de un cierto “estado del mundo” del que formamos parte.
Por de pronto, constatamos en nuestra vida cotidiana que lo poco que sabemos de aquellos conflictos es lo que nos informan los medios europeos o estadounidenses. Sabemos que el poder mediático de las grandes potencias está fabricando la historia, está fabricando el presente “en vivo y en directo”. En esta era de la Híper Industria Cultural, los medios logran sincronizar sus flujos de imágenes con los flujos temporales de conciencia de millones de seres en todo el orbe.
Hemos asistido atónitos a las Guerras del Siglo XXI, en que la televisión occidental nos muestra presuntas proezas bélicas, muchas veces protagonizadas por ejércitos mercenarios fuera de toda legalidad, como si se tratase de una película de Hollywood o un videojuego de última generación. No se nos muestran las ciudades destruidas, los cuerpos de hombres, mujeres y niños mutilados por una tecnología del horror que incluye la robótica militar de los llamados “drones”, los satélites y las computadoras. La guerra se ha convertido en un espectáculo en alta definición y el filme se llama “Primavera Árabe”
Pareciera que a todo el mundo se le han olvidado aquellas viejas palabras que se acuñaron durante todo el siglo XX como logros de la civilización humana. El valor de la “paz” y la “dignidad humana”, el derecho de los pueblos a su “soberanía y auto determinación”, en fin, la no injerencia militar en terceros países. Todo ha sido borrado del actual imaginario político internacional en nombre de un “Nuevo Orden Mundial”, presidido por los intereses económicos y geopolíticos de potencias imperiales. Se puede afirmar que todo el orden internacional se ha degradado, haciendo inútiles las instituciones a las que confiamos la lucha por la paz. Hemos llegado a la aberración de que la Organización de Naciones Unidas ya no es capaz de asegurar la “paz” y ni siquiera la vigencia del derecho internacional.
Contra lo que pudiera parecer a primera vista, América Latina debe conocer y comprender cabalmente lo que está ocurriendo en el Oriente Próximo, pues nuestra situación no es tan distinta a la de aquellas naciones. Es en estos momentos aciagos para el mundo entero cuando se hace indispensable volver a reflexionar y debatir sobre la barbarie, la violencia y la civilización, para levantar la voz en nombre de la “paz” y la “dignidad humana” como pilares de un orden internacional más justo y pacífico en que se respete los derechos de los pueblos, sean éstos desarrollados o pobres.
Más allá de la razón utilitaria, más allá del natural sentimiento de estupor ante el horror, es necesario observar en profundidad lo que acontece en el presente, solo de este modo constatamos que la humanidad enfrenta en estos tiempos el desafío de preservar la preciosa vida humana y la de nuestro propio mundo, en este rincón del universo.
– El autor, Alvaro Cuadra, es investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS
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