Después de la tragedia del golpe de estado en Chile, nuestra sociedad debe enfrentar tres tareas impuestas por dicha tragedia histórica. Lo inmediato y urgente fue hacerle frente al autoritarismo de corte fascista encabezado por Augusto Pinochet. En lo mediato, la tarea fue pensar en formas de reconstruir una democracia para el país e instalar un horizonte económico y social de justicia y dignidad para los chilenos. Esta agenda histórica sigue vigente desde hace cuatro décadas y, digámoslo, hemos avanzado muy lentamente.
Si bien el año 1990 abre un nuevo periodo para nuestro país, un largo bostezo de casi veinte años, lo cierto es que todavía no hemos superado el diseño militar que preside nuestra institucionalidad hasta el presente. No habremos superado la dictadura mientras nuestro país no restituya la soberanía popular en una carta constitucional de todos los chilenos. Si bien se ha logrado abolir la forma dictatorial con su brutal represión y se ha llevado a la justicia a “algunos” de los culpables, la cruda verdad es que todos estos años muchos verdugos, civiles y militares, siguen impunes y el dictador murió en su cama eludiendo toda responsabilidad histórica. La primera tarea está inconclusa, Chile no ha roto la herencia de la extrema derecha ni ha desatado los nudos autocráticos en el país.
Hasta aquí, la imposibilidad de romper con una constitución de facto que prolonga el poder militar y empresarial bajo fórmulas pseudo democráticas, hace imposible aproximarnos siquiera a formas democráticas más avanzadas e inclusivas. En una palabra, no hemos superado el modelo militar de una Democracia Oligárquica, diseñada para el enriquecimiento de unos pocos y el sometimiento de las mayorías. Con la complicidad de muchos políticos de turno, incluidos casi la totalidad de los concertacionistas, se ha aceptado una constitución espuria, injusta y excluyente, pretendiendo una impostura democrática. Ni siquiera hemos iniciado en serio la segunda tarea que nos depara el presente siglo, darle a Chile una nueva democracia, popular, inclusiva y amplia, donde las mayorías se expresen en elecciones libres.
Por último, tampoco se ha planteado un orden tecno económico que instale en Chile un horizonte de equidad y dignidad para todos. Ayunos de toda imaginación política, nuestras élites se conforman con la herencia dictatorial. Nadie imagina la posibilidad de un orden post neoliberal que restituya al estado sus capacidades reguladoras y fiscalizadoras, sus capacidades de administrar las riquezas básicas del país y preservar el medio ambiente para las futuras generaciones. Hacer todo eso en un clima democrático y participativo, protagonizado por las mayorías. En estos tiempos de elecciones presidenciales, es bueno y necesario plantear estas tareas pendientes de la sociedad chilena. Pues, mientras la mayoría de los candidatos engañan a sus públicos con sandeces, solo están postergando un proceso histórico que fermenta en cada protesta, en cada reclamo de los movimientos sociales.
– Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS
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Muy bueno su artículo, Profesor Cuadra,…pero incompleto.
Hemos visto pasar muchos artículos que dicen : La dictadura no ha terminado, todavía no hemos hecho esto y lo otro…y ya van 23 años que hemos vuelto a votar para elegir los presidentes.
Los lectores hemos estado esperando que algún articulista nos explique por qué no logramos deshacernos de la dictadura.
Algunos han mencionado, brevemente y de pasada, causas como : el miedo de la población, la corrupción de la concertación, la despolitización de los decepcionados, la presión del imperio, etc. Usted acaba de mencionar « la falta de imaginación de las elites » !! ¿ Cree usted verdaderamente que a ninguno de esos señores y damas se le ocurre que pueda existir un « orden con equidad y dignidad para todos » ?
¿ Que no podemos conservar una constitución ilegítima ?
Es cierto que esos factores existen pero no constituyen una causa suficiente. Una prueba mayor es que la última vez elegimos, en una votación secreta e irreprochable según los observadores internancionales, un presidente pinochetista y que ahora estamos (solo algunos felizmente) pensando en la Sra Bachelet !!
Yo creo que existe una especie de pudor que impide mencionar LA causa principal.
Y como en la salud, mientras no haya un buen diagnóstico es imposible que haya un tratamiento eficaz.
Esperando leerlo pronto.
Tanto el articulista como el comentador se van por las ramas. El problema principal es que no existe un partido revolucionario que sea capáz de decir y hacer las cosas que se necesitan en la sociedad chilena. La revolución socialista. La diatribas no son más que farándula política. Chile no podrá cambiar si nos es a travez de una fuerza revolucionaria que desconozca todo el andamiaje burgués que se esta tragando todos los recursos creados socialmente. Esto lo entienden los momios y no se andan con cuentitos.
Mal titulo, por lo señalado no son 3 los temas pendientes, son mas. Sin embargo el contenido de fondo que plantea el articulo se comparte, a pesar de una redacción un tanto desordenada.
Sin duda el problema que refleja la sociedad actual es una crisis de institucionalidad política que tiene su mayor exponente en la ausencia democrática del sistema de representación política, lo que permite inferir con certeza que la crisis es el resultado de una Constitución política antidemocratica, impuesta bajo un estado sitio. Solo cuando una fuerza política, gravitante, condicione la conquista del poder, sobre la base de un acuerdo democrático, que considere la redacción de una nueva Carta Fundamental, solo en ese momento por voluntad forzada, estaremos en el umbral del termino de la transición.
Para los que creen en una revolución como proceso de cambio social, es importante que entiendan que eso es utópico o ilusorio. Si no se es capaz de obtener la fuerza política necesaria para reconquistar la Soberanía, pensar en algo mayor, es un tanto romántico, por decir algo. Todo pasa por una Nueva Constitución, lo demás es DEMAGOGIA pura y evidente, ya sean revoluciones o reformas.
Resumen, el articulo es bueno.
Por muy tristes y brutales que suenen mis palabras,sin violencia no ha habido ni habrá cambios sociales que duren algún tiempo.Allende lo intentó y todos sabemos lo que le sucedió.
Sin violencia no hubieran sido posibles las revoluciones de Francia en 1789 y Rusia en 1917;tampoco los cambios sociales de Cuba y Nicaragua.Cuando los criminales profesionales tienen el poder,solo lo sueltan desapareciendo ellos mismos.Cualquier otro tipo de cambio social como sucedió en Chile y España,consiste en una especie de acuerdo entre el lobo y la oveja,con el resultado de que en vez de ser el lobo el que tiene que correr para cazar a la oveja,ésta se entrega voluntariamente a las fauces del lobo.
El caso más avanzado de cambios sin violencia,lo ofrecen ahora los países del ALBA y aunque de corazón me gustaría equivocarme,sospecho que la violencia llegará desde fuera y los ciudadanos también tendrán que emplearla para defenderse.Una de las leyes de la naturaleza nos enseña a que sin violencia no es posible la supervivencia,la tenemos que emplear contra los animales y las plantas que nos alimentan.
A lo menos malo que los humanos podemos aspirar es a una violencia bien administrada y proporcionada en cada caso concreto, esto solo lo pueden practicar,los pueblos que la sufren desde siempre y saben lo que significa.De los criminales que tienen el poder no se puede esperar nada igual porque son crueles y sádicos.La violencia contra ellos,debe ser practicada sin contemplaciones.