Chile: La Democracia Cristiana, el general Prats y el golpe
por Juan E. Albornoz y Germán F. Westphal
13 años atrás 9 min lectura
Por el valor histórico que tiene su contenido, reproducimos nuevamente este artículo publicado por piensaChile hace ya casi 9 años, con fecha 12 de septiembre del 2003
Con excepción de ese grupo pequeño y recalcitrante de fanáticos pinochetistas, no se puede encontrar personas activas en el mundo político chileno que admitan ante los microfónos periodísticos e históricos haber urgido a los militares a llevar a cabo el golpe de estado.
La Democracia Cristiana sufre hoy, históricamente hablando, una tratamiento de liposucción histórica por parte de sus líderes; la actuación de la cúpula dirigente que controlaba el partido durante los años y días anteriores al golpe de 1973 es cuestionada persistentemente. Después de todo siguen controlando gran parte del poder político actual.
Dos cosas niegan: recibir fuertes sumas de dinero del gobierno norteamericano y haber incitado a los líderes militares a deponer al Presidente democráticamente electo.
¿Quién recibió las platas?
Sobre el recibo de dineros La Tercera (Septiembre 8, 2003) informa:
«En tanto, el senador Rafael Moreno recordó que debido a este tema el partido realizó una investigación interna y no encontró evidencia de que el partido haya recibido aportes de la CIA.»
En el mismo artículo otro líder afirma:
«Es una novela«, afirmó el ex ministro Raúl Troncoso, para quien «queda de manifiesto que hubo una contradicción entre la CIA y el gobierno americano. Eso es propio de los americanos, que dejan papers de todas las cosas que hacen y después resulta que no tienen nada que ver con la realidad«. Troncoso añadió que «la DC no recibió apoyo del gobierno americano ni de la CIA ni de nadie para botar a Allende, no lo habría aceptado. Otros aceptaron y los americanos saben quiénes fueron.»
Según Adolfo Zaldívar (citado por El Mercurio en su serie conmemorando el golpe), en una carta pública le recuerda a un correligionario del ala más izquierdista, Ricardo Hormazábal, que Frei actuó contra la Unidad Popular «con espíritu patriótico y no golpista, y recordó que el partido justificó la reacción militar.»
Mr. Zaldívar, un amateur en el masajeo histórico, nos sorprende con la lógica de lo que nos quiere hacer creer: los líderes de ese tiempo no buscaban el golpe; pero más tarde justificaron la reacción militar. Zaldívar nos quiere cambiar el léxico: No es un «golpe»; es una reacción militar. Recordemos la diferencia, por favor.
Este año también se cumple el centenario de ese escritor magnífico, George Orwell, quien escribió tanto y con tanta perceptividad sobre el uso y abuso del lenguaje, principalmente desde la perspectiva política, donde la hipocresía y la oscuridad lingüística son casi sinónimas. Dos pensamientos de Orwell son extremadamente a propos en estos días: «La insinceridad es el peor enemigo del leguaje claro», y, «los que controlan el pasado, controlan el futuro».
¿Por qué la Democracia Cristiana trata de evadir el pasado y así sus responsabilidad histórica?
Un motivo es la necesidad de seguir construyendo y puliendo el mito de un Eduardo Frei, límpido y demócrata, imagen y mito necesario para una ideología cuyos principios han sido pisoteados tantas veces por sus líderes. El otro motivo tiene que ver con la responsabilidad moral: el golpe que tantos de sus líderes pidieron y apoyaron fue mucho más salvaje y horrible de lo que se imaginaron.
Luis Pareto, ex diputado de la Democracia Cristiana y presidente de la Cámara Baja en 1973, insistió (La Tercera, Septiembre, 1, 2003) que dentro de su colectividad hubo sólo un pequeño grupo de militantes que apoyó el golpe militar. En ese sentido, defendió la imagen del ex Presidente Eduardo Frei Montalva y agregó que incluso intentó salvar la vida de Salvador Allende. Quienes estaban por la intervención militar en la DC eran «no más allá de 10 militantes con alguna connotación política», subrayó Pareto.
El Mercurio, este pasado 26 de agosto, contradice esta imagen con una simple cita de Eduardo Frei (Pére):
«Los militares han salvado a Chile y a todos nosotros… las Fuerzas Armadas siguen descubriendo depósitos de armas clandestinas, declaraba el ex Presidente el 12 de octubre de 1973 al corresponsal en Santiago del diario español ABC.»
«Cuando un gobierno actúa como lo hizo el de Allende… y se crean condiciones desfavorables como jamás se habían conocido… el derecho al levantamiento se convierte en un deber, continuó Frei en esa ocasión.»
Zaldívar, también citado por El Mercurio, decía entonces, mientras los dólares de Nixon flotaban libremente:
«El único responsable de la grave crisis que sufre el país es el Gobierno de la Unidad Popular que él encabeza, sentenció el presidente del Senado en esa oportunidad.»
Responden los compañeros de conspiración
Pero la ruta de escape de los líderes demócrata cristianos es cortada rápidamente por sus aliados de antaño. El Mercurio, con particular deleite, cita a los derechistas, quienes recuerdan las acciones de sus compañeros de ruta en 1973 en forma distinta:
«El senador Andrés Chadwick dijo que le «llama la atención» que Aylwin «intente explicar lo inexplicable» al tratar de desligarse de la señal con que fue percibida la declaración de la Cámara para frenar las «ilegalidades» que cometía el gobierno de la Unidad Popular (UP). «Aylwin intenta borrar con el codo lo que él mismo escribió con la mano cuando Allende gobernaba elpaís. Si sigue con esa actitud, su codo va a quedar muy gastado. No puede pretender obviar su rol».
«Su par RN Sergio Romero, en tanto, dijo que el ex Mandatario no puede desconocer que el acuerdo parlamentario se constituyó en un abierto llamado a la intervención de las Fuerzas Armadas para que enmendaran el rumbo del Ejecutivo.» (El Mercurio, Agosto 25, 2003)
Nuestra contribución a la búsqueda de la verdad
El General Carlos Prats, último general chileno merecedor de que su rango se escriba con mayúscula, es alguien cuya veracidad y honestidad nunca ha sido cuestionada. Gracias al detalle increíble de sus Memorias, escritas a lapicera hasta días antes de ser asesinado por la dictadura, podemos explorar con tranquilidad los días anteriores a los distintos intentos de golpe.
Estas Memorias entregan la documentación más detallada, mejor estructurada y más rica que se hayan publicado de este período oscuro de la historia política chilena. El lector se da cuenta que el General Prats, un intelecto superior, mantenía un diario detallado y objetivo en extremo de lo que ocurría alrededor de él. Hasta hoy nadie se ha atrevido a decir que los hechos descritos por Carlos Prats, presenten un visión equivocada o tergiversadora de los mismos.
La pregunta que nadie se ha hecho en días de amnesia y borrones es la siguiente: ¿ Quién fue el líder democratacristiano que en 1970 le propuso al General Prats dirigir un golpe militar (incluyendo el rapto del Presidente Frei), para impedir que Frei entregara el poder a Salvador Allende?
Este es el episodio que describe el General Prats:
El jueves 24 de septiembre, Schneider reune a los generales y los informa de su conversación con el Presidente [Eduardo Frei Montalva], en los mismos términos en que me la contó a mí. Todos los generales afirman que no han emitido opinión alguna que justifique los rumores que llegaron a los oídos del Presidente.
El viernes 25 de septiembre me ocurre lo más insólito que podía esperar de ese tenso juego de muñequeo a que se nos sometía.
A las 9:30, un destacado demócratacristiano me plantea directamente, en actitud nerviosamente complacida, que ante la «intransigencia de Schneider para detener a la Unidad Popular, el Presidente Frei estaba dispuesto a que y
o encabezara un movimiento que lo derrocara y lo enviara al extranjero». Esto, porque había que impedir a toda costa el acceso de los comunistas al gobierno, que «soportarían dos años a Allende y después tomarían el control total.»
En seguida desarrolla su plan: había que «apoderarse de noche de La Moneda, enviar a Frei al extranjero, cerrar el Congreso, suspender la vigencia de los partidos políticos, utilizar en cargos claves a gente de confianza que ellos podrían señalar y, normalizada la situación, llamar de nuevo a elecciones.»
Yo escuchaba hipnotizado al caballero de arquitectura de la época victoriana, con una especie de presentimiento de que ésta no era una intervención fortuita en mi vida, por lo que no tenía ninguna probabilidad de eludir ofenderlo.
[El tipo recibe un sermón de parte de Prats, quien le advierte que Schneider y Ossa serán notificados.]
Antes de separarnos me pide el favor de que espere veinticuatro horas antes de informar a Ossa y a Schneider. Le respondo que por deferencia a su persona, le daré ese plazo.
[Al día siguiente, luego de haber conversado con SchneiderŠ]
Más tarde pido al ministro Ossa que me reciba y le doy cuenta textual de mi conversación, del viernes 25, con el importante personero de su partido. Se manifiesta muy sorprendido con mi información, que yo le pido transmita con todos sus detalles al Presidente Frei. Con un gesto entre desganado y cortés, me dice que no le dé importancia a los nerviosismos de la gente de su partido.
[Carlos Prats González: MEMORIAS Testimonio de un Soldado, 2ª Edición, Agosto 1985, Pehuén Editores, Santiago de Chile, págs. 173-175.]
Un par de observaciones: el nivel y autoridad política del «caballero de arquitectura de la época victoriana» indica que es alguien de importancia política substancial. En efecto: a) puede hablar privadamente con Prats, y, b) logra que Prats, en deferencia a su posición, guarde silencio por 24 horas. Más aun, dada la naturaleza, el grado de detalle y la trascendencia de la proposición que le hizo al General Prats, sólo es posible inferir que que no se trataba de una iniciativa personal e inconsulta a los más altos niveles del partido demócratacristiano. Esto es consistente con la falta de actuación del Ministro Ossa, un demócratacristiano, íntimo colaborador del Presidente Frei. De hecho, el segundo Jefe del Ejército le acababa de informar de una proposición criminal de primer grado -raptar al Presidente de la República y en efecto causar un golpe militar. El Ministro Ossa, «con un gesto entre desganado y cortés,» escucha la denuncia del General Prats, y cierra la conversación con un pedido de no darle «importancia a los nerviosismos de la gente de su partido.»
¿Para qué necesitaba el «caballero de arquitectura de la época victoriana» un plazo de 24 horas si no era para prevenir a la cúpula de su partido de los pasos que daría Prats? Si no hubiera sido así, la respuesta de Ossa a Prats no tiene explicación posible.
No sabemos si Ossa vive hoy en día, pero si vive, sería interesante preguntarle qué recuerda y por qué no actuó respecto a la denuncia del General Prats, aunque por supuesto, más interesante aun, sería saber el nombre del «caballero de arquitectura de la época victoriana»…
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Conversando con amigos muchas veces nos preguntamos y tratamos de adivinar el nombre de este sennor con pinta de la epoca victoriana.
Ahora me pregunto: Seria PA?
Yo pienso que puede ser Gabriel Vâldes (otro golpista e hipôcrita)
Por la descripción…PA.
El conde es más de cualquier época, en cambio PA tiene pinta de bolita de naftalina