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Toulouse, Montauban, el tiempo del recogimiento y el tiempo de la manipulación.

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Francia ha sido estremecida por la muerte de civiles, niños entre ellos, de una escuela de la ciudad de Toulouse. Según la policía, días antes, Mohamed Merah, joven francés de 23 años de origen argelino, ultimó a tres soldados de un regimiento de paracaidistas de la vecina ciudad de Montauban, cuyos efectivos se encuentran desde hace años en Afganistán, participando en la guerra desencadenada por Bush en 2001. Dicha guerra, de la que Obama prometió retirarse, sigue diezmando civiles. Aparte de los miles de civiles afganos muertos debido a bombardeos « quirúrgicos” de la OTAN, hace algunos días, el sargento norteamericano Robert Bales asesinó a 17 civiles afganos, mujeres y niños,  algunos de los cuales fueron incinerados por su asesino. Washington evacuó rápidamente  a su sargento a una prisión de Kansas.

El gobierno francés, que también se prepara para retirarse de un conflicto donde toda salida militar victoriosa resulta imposible, debe pagar  el precio de varias decenas de soldados muertos en tierra afgana, guerra impopular en la cual no está en juego ningún interés vital galo.

Sin embargo, Mohamed Merah tuvo menos suerte que el sargento estadounidense. No fue juzgado y  los hechos por los cuales fue acusado no quedaron impunes mucho tiempo. La policía gala dio rápidamente con su paradero, lo identificó, cercó y acosó con uniformados armados hasta los dientes, que pusieron fin a la espectacular cacería puesta en escena por la TV francesa luego de treinta y tres horas. El tiempo que duró el circo mediático con informaciones contradictorias y  finalmente el enemigo público número uno fue abatido de un balazo en la cabeza, dice la policía francesa. Su padre, argelino residente en Argelia ha manifestado querer repatriar sus restos y ha acusado a la policía francesa de haberlo ejecutado.

Han surgido muchas interrogantes respecto a la operación realizada y a los resultados obtenidos. Un ex responsable del GIGN (Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional -comandos- creado bajo el gobierno de Mitterrand), el ahora prefecto Christian Prouteau, criticó públicamente el operativo y la manifiesta incompetencia del RAID (Grupo de intervención de la policía francesa) que luego de disparar, lanzar granadas, acosar y parlamentar con Merah por más de treinta y tres horas, no logró otra cosa que su muerte.

Se considera por parte de otros especialistas que habría numerosas zonas oscuras e inexplicables, toda vez que Mohamed Merah era un hombre conocido por los servicios de información galos, con antecedentes penales y que regularmente era interrogado por ellos.

Por otro lado, el jefe de la policía francesa Bernard Squarcini, fue nombrado por Sarkozy y se le considera un fiel amigo de éste. Squarcini dirige el más poderoso servicio de policía que ha tenido Francia desde hace muchos años, el DCRI (Dirección Central de Información Interior).

Entre las actividades desplegadas por este servicio está el reciente espionaje a periodistas del periódico Le Monde, que investigaban en torno a los lazos entre Lilianne Bettencourt, millonaria propietaria de la industria de cosméticos Loreal y el ex ministro de Presupuesto, Eric Woerth, quien debió dimitir y que fue el tesorero de la campaña presidencial de Sarkozy en 2005 y que aparece implicado en sospechosas donaciones de dinero por parte de la millonaria gala. Squarcini habría tenido que ver en el espionaje a dichos periodistas. El juez declaró que existían fundadas sospechas de su participación en dicho espionaje. Pero Bernard Squarcini sigue en su puesto.

Detrás de esta suerte de guerra entre policías hay un trasfondo político.

La Gendarmería habría sido dejada de lado en este operativo por su negativa a aceptar ser una obsecuente institución al servicio de la ambición política de Sarkozy.

Y desde ya el candidato socialista François Hollande ha anunciado que en caso de victoria, procederá a una “limpieza a fondo” en la administración pública y en los mandos de las fuerzas de seguridad.

El hecho noticioso acaparó la atención de los medios de comunicación y se declaró una tregua electoral por respeto a las víctimas, suspendiendo los diez candidatos a la presidencial de mayo próximo, toda actividad proselitista o propagandística. Es decir casi todos,  porque Sarkozy, ni corto ni perezoso,  asumió el papel de protector-gendarme, de la República Francesa  amenazada por un hombre, anunciando de paso una nueva cruzada antiterrorista con su corolario de medidas aún más represivas que las existentes y ocupó de esta manera el centro de la atención de los medios de comunicación, por cierto, no como candidato, sino como..…presidente de la República.

Jean Luc Melenchon, (ex troskista, ex PS durante 30 años, mitterrandista, ex subsecretario de la enseñanza superior durante el llamado gobierno de la “Izquierda plural” de Lionel Jospin entre 1997-2002, candidato del Frente de Izquierda (PCF, Partido de Izquierda, Izquierda Unitaria y un movimiento ecologista); Nathalie Artaud, de Lucha Obrera, troskista y Philippe Poutou del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista, ex Liga Comunista) se negaron a participar en la puesta en escena programada por los consejeros de Sarkozy, que utilizaron los asesinatos de tres soldados y cuatro civiles para tratar de posicionar en fuerza al saliente presidente, que todas las encuestas de opinión daban por derrotado en todos los casos.

Lo presentaron ante esta situación de emergencia por encima de contingencias políticas subalternas. La prensa del “establishment” hizo el resto exaltando al mandatario  en el delicado y sensible terreno de la emotividad. Un hecho policial con ribetes políticos fue la “divina sorpresa” salvadora que podría cambiar el curso de la campaña presidencial.

En cuanto a los hechos hay que decir que los soldados franceses asesinados estaban desarmados. No se trata de conscriptos puesto que el servicio militar obligatorio no existe en Francia desde 1996. Desde que se decidió la profesionalización del ejército, quienes sirven bajo la bandera gala lo hacen voluntariamente. Los soldados que participan en la ocupación militar de Afganistán, no están defendiendo Francia sino una opción militar decidida por Bush en 2001 y avalada en su momento por la desprestigiada ONU. Pero quien lleva el pandero  es en realidad la OTAN, el instrumento militar agresivo de EEUU fundado en 1949 contra el “peligro comunista”. Como se sabe, la punta de lanza de la amenaza comunista, el Pacto de Varsovia, fue creado seis años después, en 1955, y fue disuelto en 1991. La OTAN por su parte no sólo no se disolvió sino que sigue causando estragos en los cuatro puntos del planeta y crea e inventa nuevas “misiones”, sean humanitarias o  “preventivas “  en la lucha contra la nueva amenaza que ha remplazado al comunismo : el terrorismo islamista. Las últimas decisiones de Obama, en quien algunos incautos creyeron ver un líder de nuevo cuño, van en ese sentido y autorizan al gobierno de EEUU -que no a sus tribunales- a detener, secuestrar y eliminar a toda persona que dicho gobierno considere como una amenaza.

Los niños de confesión israelita asesinados en Toulouse han sido víctimas de  una persona que los había injustamente responsabilizado por los crímenes cometidos por los diversos gobiernos israelíes. Si la vida de todo ser humano merece respeto, la de un niño es sagrada. La vida de todos los niños. También la vida de los niños palestinos y afganos. Pero la invocación de su constante e interminable martirio no puede ser invocada para justificar tan deleznable acto.

Inmediatamente la propaganda sionista quiso establecer un parangón entre el asesinato de dichos inocentes y la lucha del pueblo palestino. Por su parte, la selectiva buena conciencia occidental olvida a su vez a los centenares de niños palestinos asesinados bajo las balas y bombas sionistas en Gaza. Durante un mes, entre fines de 2009  e inicios de 2010, Tel Aviv llevó a cabo una operación militar en esa sufrida franja de tierra, a sabiendas de las víctimas civiles que causaba y sin que la ONU ni las llamadas democracias occidentales osaran intervenir para poner término a la matanza.

Hace pocos meses, el noruego Anders Behring Brevikia, ejecutó fríamente a decenas de jóvenes que se habían reunido en una isla escandinava. Cristiano y masón, a nadie se le ocurrió vincularlo  con las instituciones religiosas que invocaba. Pero esta vez, con ocasión de los luctuosos sucesos de Toulouse y Montauban, se los ha tratado de asimilar al islam.

En las semanas y días previos a los hechos, la campaña presidencial había entrado en tierra derecha con el anuncio oficial de las candidaturas aceptadas por el Consejo Constitucional galo. Las encuestas de opinión estaban en su apogeo entregando resultados contradictorios supuestamente irrefutables cuya “cientificidad”, es como se sabe, indemostrable. En todas ellas resaltaba una constante, el actual presidente Nicolás Sarkozy estaba por debajo del más serio del contrincante señalado por las mismas agencias de sondeos de opinión: François Hollande, el pusilánime candidato socialdemócrata del PSF.  Los consejeros de Sarkozy buscaban desesperados en el terreno predilecto de la extrema  derecha, la seguridad ciudadano, recordando que había nutrido el discurso ideológico de Sarkozy en la pasada presidencial de 2005 y decidieron continuar pescando, como a lo largo del quinquenio, en aguas del electorado del Frente Nacional de Marine Le Pen.

Un blanco predilecto lo constituye en dichas aguas la inmigración, los trabajadores extranjeros y entre éstos, los árabes y musulmanes. La extrema derecha acusa a Sarkozy de haber sido demasiado blando con ellos durante su mandato y lo acosa desde su flanco derecho.

La islamofobia se ha acrecentado en Francia y temas alentados por el gobierno de Sarkozy han alimentado dicha fobia : la prohibición del uso de la burka en lugares públicos, la sospecha permanente  contra los fieles de dicha religión de no respetar la ley, la discriminación y la estigmatización de los jóvenes de los suburbios pobres que rodean las opulentas ciudades.

La islamofobia hizo mella también en sectores populares e incluso en organizaciones de izquierda. Uno de los temas más debatidos en el último congreso del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) fue el relativo a la foto de una de sus candidatas que cubría su cabeza con el velo mediterráneo mal llamado islámico…El actual descenso de la influencia del NPA entre los jóvenes de las barriadas populares, mayoritariamente pobladas por descendientes de trabajadores extranjeros, musulmanes en particular,  no está lejos de ser una explicación de dicha baja.

El kunderiano deslizamiento progresivo de la sociedad francesa hacia posiciones derechistas se manifiesta con fuerza y ha llegado a afectar a sectores populares desilusionados por  la autodenominada  izquierda, que durante los cinco años de gobierno de Jospin (1997-2002) privatizó más empresas que los precedentes gobiernos de derecha. Dichos sectores  no han trepidado en concurrir con sus votos al crecimiento electoral del FN, que se jacta ahora de que “teníamos razón y el electorado popular  nos apoya”.

La legítima emoción por los hechos ocurridos, en Toulouse fue aprovechada por Sarkozy que vio entonces la posibilidad  de reposicionarse en la carrera electoral.

Las primeras indicaciones al respecto después de los acontecimientos de Toulouse y Montauban parecieran darle razón : un segmento significativo del electorado lo considera como una garantía contra la “invasión extranjera”.

Marine Le Pen ha ido más allá y pide que se vigile a imanes y mezquitas. Por su parte, Sarkozy, anunció el envío de proyectos de ley en los cuales se prevé punir penalmente a los ciudadanos que viajen a países como Afganistán y Paquistán. Curioso, los miles de mercenarios franceses y de otras nacionalidades -chilenos comprendidos- presentes no sólo en los países antes citados, sino también en Iraq, Libia y Siria, no parecen inquietar  al mandatario francés.

Los acontecimientos de Toulouse y Montauban opacaron también un hecho político de envergadura   : la gran demostración de fuerza dada por el Frente de Izquierda y los partidarios de Jean Luc Melenchon el 18 de marzo en la célebre plaza de la Bastilla, donde se reunieron decenas de miles de personas al grito de insurrección ciudadana! En vísperas de los acontecimientos de Toulouse y Montauban,  con cerca del 15 por ciento de intenciones de voto según todas las empresas de encuestas de opinión, Jean Luc Melenchon había relegado a Marine Le Pen a un cuarto lugar constituyéndose así en el “tercer hombre” de la campaña electoral. Ha expresado que se desistirá por el candidato de izquierda mejor situado -alusión a la preocupación del candidato del PSF, François Hollande- por la pujante campaña de quien hasta ahora había sido tratado como un “outsider” cualquiera.

La popularidad de Melenchon es motivo de preocupación para el PSF que ve con alarma la eventualidad de la repetición del desastre electoral de 2002, cuando el candidato socialista a la presidencial, Lionel Jospin, quedó excluido de la segunda vuelta, desplazado por Jean Marie Le Pen y Jacques Chirac. El PSF habría  realizado  gestiones ante la dirección del PCF, para que éste influya y modere el discurso de Melenchon. El PCF, siguiendo su tradicional línea electoralista a ultranza, tiene acuerdos electorales para las legislativas que se llevarán a cabo después de la presidencial y no considera la posibilidad de malquistarse con Hollande y el PSF a causa del brío y la pujante campaña de Melenchon.

Luego de esta semana pletórica de emociones en vivo y en directo transmitidas por la TV, la política ha vuelto por sus fueros. Pero desde ya, se puede constatar que los acontecimientos ocurridos parecen haber afectado a una parte del electorado, otorgando a los paladines de la política basada  exclusivamente en la omnipresencia policial un impulso significativo.

Paco Peña, París, 23 de marzo de 2012

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