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Gobierno de Piñera: Gobierno de los herederos de Pinochet

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El gobierno de Piñera es prisionero de la UDI, así lo demuestra su línea zigzagueante, entre promesas grandilocuentes y decisiones inconclusas, pero sobre todo el reciente cambio de gabinete, en el cual aparecen como principales ministros aquellos militantes del partido heredero y defensor de Pinochet. Ágiles políticos que poco a poco se han apoderado del gobierno, del modo que saben hacerlo, como un partido agresivo, depredador y que se maneja con una gran frialdad en el sistema.

Por tanto lo que debemos esperar de aquí en adelante, al estilo “del tata” y de “don Toribio”, es que se criminalice y se descalifique todo aquello que tiene que ver con los derechos ciudadanos, incluyendo los derechos laborales y las extraordinarias manifestaciones estudiantiles, las que interpretan el creciente malestar de los chilenos y chilenas en contra de las políticas neoliberales que este gobierno pretende imponer. No está en el ADN de la UDI permitir acuerdos que respeten el clamor nacional, sean estos por una educación con responsabilidad del estado, gratuita y de calidad, o aquellas referidas a políticas para combatir el lucro y la especulación, u otras demandas tales como la unión de parejas de hecho o el pre y post natal con la cobertura que este realmente requiere.

En este nuevo contexto lo que hasta hace unos días no era tan evidente, ahora con la llegada al gobierno de los románticos jóvenes de la juventud pinochetista, se hará notar con mayor fuerza; asumirán el protagonismo las líneas político ideológicas predominantes de la UDI, que corresponden a un pensamiento económico y social bien integrado entre neoliberalismo en lo económico, formalismo en lo político-democrático y conservadurismo en lo cultural-valórico. Por lo tanto todo esfuerzo político y social con aspiraciones de cambio, se enfrentará a partir de ahora, con la matriz intelectual de la UDI y con su convicción de ser la elite destinada a terminar la refundación de Chile, iniciada en 1973 e interrumpida, según ellos en 1988, con el plebiscito que determinó la vuelta a la democracia.

Por esto es que la lucha que están dando los estudiantes es tan importante, porque han desenmascarado todo esto y han hecho crecer “la organización social de los inconformes”, impidiendo que los hijos de Pinochet y las ambigüedades de un liderazgo mediatizado de Piñera, le sigan vendiendo al mundo y a los chilenos la imagen de un país que solo crece y progresa, tal y como lo hicieron los gobiernos anteriores a este en los últimos años. El inconformismo, que mueve el cambio, ha sumado cada vez mas ciudadanos que reivindican sus derechos ante un régimen político que no les escucha, evidenciando con sus manifestaciones de repudio, que el sistema político ya no da para mas, que su enmascaramiento como una «democracia» representativa no es creíble y que la opinión del pueblo hace bastante tiempo que tiene cada vez menos peso en las decisiones de los actores políticos.

Así quedó demostrado con los nuevos “senadores designados”, una figura que inventó “pinocho” y que ahora la aplican directamente los partidos que están en el gobierno, en medio de una farsa democrática que continua arrebatándole al ciudadano el poder de su voto. Por eso tenemos razón los que hemos dicho que desde la época de la dictadura, lo que se ha hecho es perfeccionar un sistema político en el cual la sociedad civil es controlada a su antojo por el duopolio de partidos en el poder, alimentando un sistema binominal que impone sus patrones organizacionales y practicas operacionales, con partidos que desde hace 20 años han colonizado las instituciones del estado y que desde hace rato han puesto en tela de juicio el principio de la separación de los poderes públicos en aras de la hegemonía partidista.

Los senadores designados por Piñera para ocupar cargos de ministros, sin importar que estos fueron elegidos para ocupar dichos cargos por voto popular, dejan sus obligaciones estableciendo un trueque para que políticos del mismo partido ocupen sus vacantes en el Congreso. Así garantizan la continuidad de un modelo económico del cual son parte, en el cual se socializan los costos y se privatizan las ganancias del cacareado crecimiento económico, adquiriendo más poder para seguir defendiendo a ultranza los privilegios de la minoría rica, de aquí la justeza del llamado a «desmantelar el edificio de ilusiones» que nos venden como democracia de libre mercado.

Que duda cabe entonces que los ministros pinochetistas lo que harán en educación es perfeccionar y dar continuidad a la “Reforma educativa de la dictadura”. La historia se puede leer como se quiera, pero no nos olvidemos que esa reforma de la educación durante la dictadura de Pinochet, fue un experimento del Banco Mundial y del «Consenso de Washington», con el acompañamiento del FMI, para hacer cambios en los sistemas educativos de América Latina y el Caribe (exceptuando a Cuba) con el objetivo de reducir el déficit fiscal en su totalidad y asegurar el pago de la deuda externa. Por lo tanto fue una reforma de la educación inspirada en las exigencias del modelo económico que se impuso, definiendo ideológicamente la «libertad» de empresa en la educación.

Una reforma que consistió  en municipalizar la educación e implantar un sistema de concesiones a través de la cual esta se abrió al mercado, apareciendo los llamados “sostenedores”, quienes rigen la educación sin mas exigencias que tener determinados recursos económicos propios para hacerlo, por lo cual además reciben vía municipio una cantidad de dinero por alumno, sin un control pedagógico ni menos de calidad. Una reforma que, en suma, es la causa de la crisis de calidad, inequidad y segmentación social en las escuelas chilenas.

En el ámbito de la educación superior, durante los años 1973 y 1980 Pinochet prácticamente desmembró la estructura universitaria chilena, atomizándola para así garantizar los espacios que generaron oportunidades de mercado para quienes deseaban lucrar con la educación superior. Siguiendo la línea de una economía neoliberal, el dictador y sus asesores, entregaron la responsabilidad de los asuntos de la educación superior a los ciudadanos privados y al ejercicio de la especulación.

Para ello se introdujo con fuerza la práctica de la autorregulación en la economía, rezando que los mercados no deben ser intervenidos y que mientras más desregulados son más eficientes. Un predicamento que no es mas que una cuestión ideológica, que implica que las entidades actuantes en el mercado pueden vigilarse de forma eficaz a si mismos, algo que en este laboratorio neoliberal chileno se ha demostrado solo favorece a los especuladores.

Así lo demuestran la cadenas de farmacias coludidas en contra de los enfermos y la acción sinvergüenza de la Polar, los duopolios energéticos imponiéndonos “su solución”, la banca chilena obteniendo las mayores rentabilidades “autorreguladas” de su historia, entre otras. Un conjunto de hechos indesmentibles que nos demuestran que la “autorregulación”, piedra angular del neoliberalismo de Piñera y sus Boys, ha desfigurado la estructura valórica del país y están destruyendo la educación, comprometiendo el futuro de millones de jóvenes.

Vale la pena recordar las sabias palabras de Adam Smith quien decía que «los principales arquitectos de las políticas aseguran que sus propios intereses sean los que imperen, sin importar los costos», una verdad mas grande que el Titanic. Los intereses de quienes están destruyendo este país así lo demuestran, los economistas de gobierno (y los políticos ) ligados al mundo empresarial comparten esos valores dominantes, hoy caracterizados por el lucro y la especulación.

Por eso es que la competencia profesional de los bien preparados ministros de Economía, Hacienda, Minería entre otros, no consiste en interpretar los deseos populares en un temeroso lenguaje profesional, ni menos pensar a favor de sus intereses. Su competencia consiste en hacer entender cómo funciona un sistema económico situado en marcos institucionales bien precisos, haciéndonos ver a cada momento la relación de costos y beneficios de las disposiciones sistémicas y de gobierno en todos los ámbitos.

En este contexto la dedicación y la honradez de la que se ufana la burguesía empresarial y financiera, cada vez que nos dicen que están haciendo crecer la economía nacional no existe, solo son preceptos sin valor, lo que va quedando en total evidencia a medida que va saliendo a la luz pública hechos que demuestran como han desmembrado al país, transformándolo en una sociedad  en la cual la especulación y la inequidad son sus principales características. Ha pasado el tiempo en que el capitalista, como representante del capital, cumplía la función, socialmente necesaria, de dirigir la producción.

Hoy la hipocresía de esa clase minoritaria rica resulta tanto más evidente cuanto más saltan a la vista y se desenmascaran las sucias especulaciones y fraudes de sus empresas y corporaciones, las que excluyen cualquier noción de honradez y transforman todos los conceptos de la moral, coludidos con una clase política transversal que les ampara y protege. Los chilenos estamos cansados de esto, no luchamos en contra de una cruel dictadura y no la sacamos del poder para esto. Lo que queremos la mayoría está expresada hoy en las calles, en los centros de trabajo, de estudio y en nuestras casas: queremos una sociedad mas justa e inclusiva.

Por eso el plan GANE de Piñera para la educación no es una solución, por el contrario. Es mas de lo mismo. Insistiendo en no atender a una educación publica de calidad, lo que hace es reforzar el problema principal, que es la inequidad, impidiendo con esto que futuras generaciones de estudiantes chilenos alcancen niveles altos de educación para toda la vida. El anuncio de los 4.000 millones de dólares adicionales para la educación, sin especificar la forma y el tiempo en que se invertirán esos recursos es un volador de luces; tampoco se plantea solucionar el problema del financiamiento a la educación terciaria, en la cual la tasa de interés de los créditos que los estudiantes deben pagar para ir a la universidad se orientan por el mercado y la e

Piñera se hizo el loco con una realidad indesmentible, que las universidades privadas lucran a destajo cobrando hasta 1000 dólares por mes, en un país donde la mitad de los hogares vive con menos de 600 dólares mensuales. Tampoco tomo en cuenta las demandas de los estudiantes de la enseñanza media, quienes son los principales afectados por una educación municipalizada mediocre y que bajo las condiciones de desigualdad económica en la que vive la mayoría de ellos, ni siquiera pueden transportarse diariamente  a sus lugares de estudio, por eso piden la entrega gratuita durante todo el año de una tarjeta para el transporte público.

En fin el Chile real parece caminar en dirección contraria a la de este gobierno sordo. La mayoría de los chilenos quiere un sistema educativo ligado estrechamente al desarrollo económico, social y cultural del país, un sistema de educación pública de carácter nacional, productivo, científico, social e integral, con objetivos de igualdad de oportunidades para la incorporación y permanencia, que favorezca el pleno desarrollo de las capacidades y singularidades humanas y de integración social.

Un sistema que le garantice, también a los trabajadores de la educación, las mejores condiciones sociales, profesionales y funcionarias; que promueva la participación democrática, directa y responsable de los trabajadores de la educación y sobre todo, de la comunidad nacional en la transformación del sistema educacional chileno.

Aun tenemos patria ciudadanos _ estudiantes, a seguir movilizados por una  educación publica y de calidad.

– El autor, Dr. Enrique Villanueva M, es académico y vicepresidente del CEEFA ( Centro de Estudios Exonerados Fuerza Aérea – 73)

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