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Julieta Venegas lanza documental sobre viaje a territorio mapuche

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Tommaso Koch, El Pais, Madrid, España 18 / 07 / 11
La lengua mapuche no tiene una palabra para definir el tiempo. Tal vez no haga falta en el paraíso terrestre de la Patagonia, al suroeste de Argentina, donde transcurre la existencia pacífica y a cámara lenta de este pueblo originario de Sudamérica. Sí debe de existir sin embargo el concepto de ritmo, ya que la música desempeña un papel central e imprescindible en todas las celebraciones de los mapuches. «La usan para darles un valor especial a los eventos. Es uno de los aspectos que más me impresionó del viaje», explica la cantante mexicana Julieta Venegas.

 

Con «viaje» se refiere a los cinco días que ella, El Pescao David Otero, Marc Ros de Sidonie, Jesús Antúnez de Dover e India Martínez pasaron buceando con sus guitarras y percusiones entre las gentes y las costumbres mapuches. De esta inmersión en apnea los artistas salieron con imágenes y melodías que el director argentino Nahuel Lerena ha convertido en el documental «En busca del sonido del viento II. Eres para mí».

Como cobayas privilegiadas los cinco músicos aceptaron participar en un experimento que, según explicaba Otero antes de la proyección del documental en la Casa América de Madrid, buscaba reflejar su trabajo «en un contexto, a priori, no tan tradicional». Guitarras, voces e improvisación tenían que ser las columnas de su exótico laboratorio. Respecto a los roedores, los artistas tuvieron por jaula el escenario sobrecogedor de montañas, ríos y llanuras que la Patagonia regala a sus visitantes. Y para ejercitarse, en vez de una rueda donde correr hasta el infinito, llevaban sus instrumentos.

Así, cada parada de ese viaje hacia el sonido del viento se aprovechaba para un unplugged ante la naturaleza. «La música está en todos lados. Está en ti», asegura Venegas. Estuvo también en una emocionante versión de Por Ti, de Sidonie, que Ros y la mexicana ejecutaron sentados sobre un tronco, en una explanada dominada por el volcán Lanín. A medida que la ruta avanzaba los artistas se conocían entre ellos y descubrían el nuevo entorno. De esta forma, los mapuches y sus canciones también fueron entrando en el altavoz del documental. Tanto que, pese a lo distinto de la musicalidad, en algunos casos los dos mundos acabaron cantando y tocando juntos.

Nada sabían los cinco artistas de sus anfitriones antes del viaje. Y poco acaba sabiendo el espectador cuando el filme termina, ya que el pueblo mapuche nunca alcanza los focos de un escenario que protagonizan los músicos. Es el lado peor de una medalla que a cambio ofrece momentos de belleza musical y fotogramas de postal. «No tenía que ser por fuerza una película sobre mapuches. Se trataba más que nada de ver qué pasaba con los artistas en ese contexto», se defiende Venegas. «Yo sólo sabía de ellos que eran los únicos que no se habían dejado conquistar por allá», ha dicho la artista.

Lo cierto es que, más allá de su sistema matriarcal y de siete hermanas que viven aisladas de la sociedad e ignoran quiénes son los Beatles, escasea información y abundan preguntas irresueltas sobre los mapuches y su lucha centenaria. Aún así los anfitriones hicieron mella en sus visitas occidentales. La mexicana destaca el contacto mapuche «con la femeneidad, con el balance entre lo masculino y lo femenino». Además el valor «ritual» de la música, «una forma de expresar alegría, de cantarle al hijo, al marido o cuando están haciendo un telar», señala.

Jesús Antúnez, por su parte, subraya «su manera de sentir diferente». «Tenían mucho respeto y eran muy agradecidos por todo, cosa que hemos perdido nosotros», sostuvo. «Su música hipnotizante», «la relación con la naturaleza», «su respeto por la fuerza de la mujer» son algunos de los elementos que los músicos subrayaban como los que más les habían impactado y gratamente.

Venegas y el Lanin

Con seis álbumes, 25 años de carrera y el millón de seguidores en Twitter superado, Julieta Venegas era seguramente la artista más famosa de la tropa. De visita en Madrid para promocionar el documental, la artista permanecerá en España para cuatro actuaciones veraniegas. Una de ellas será, o ha sido hasta ahora, especialmente polémica. «Toda la vida he querido tocar en el FIB de Benicàssim. Daré mis respuestas sobre el escenario», responde Venegas a las decenas de internautas que han lamentado que su inclusión en el cartel poco tiene que ver con el estilo rock del festival.

La evolución artística de Venegas, que el año pasado sacó su último disco, Otra Cosa, ha tirado más hacia el pop. «Mi música de hace años era más atormentada. No he vuelto a escribir álbumes como Bueninvento (2000). Ahora el espíritu de mis canciones es más claro», detalla la mexicana. Los nervios ante la creación siguen siendo los mismos del arranque de su carrera: «Te sientas ante el piano y piensas: ‘¿Y si no me sale nada?’ Componer requiere humildad, a lo mejor no vuelves a escribir algo decente».

«Me gusta sentarme todos los días a escribir, poco a poco echo a andar la maquinaria. A veces creo versos que tiro. De hecho, he escrito muchas cosas muy feas», se ríe Venegas. Eso sí, solo compone cuando puede dedicarse exclusivamente a ello. Para su próximo álbum por tanto habrá que esperar: ahora a la mexicana le toca llevar su famoso acordeón de gira -en septiembre pasará por España-. Tras el paréntesis natural en Argentina, Venegas volverá a tocar ante el público. El precio para miles de aplausos será renunciar al volcán Lanín. «Allí te sientes un bichito, la naturaleza es imponente», recuerda la artista. Como sus compañeros de viaje, reconoce que se hubiese quedado un poco más. ¿Cuánto? Imposible decirlo, entre los mapuches no existe el concepto de tiempo.

Por la ruta mapuche
Hace más de un año, un combinado de músicos mexicanos, españoles y brasileños, entre los que se encontraban Natalia Lafourcade y El Canto del Loco, viajaba a la región litoraleña para ponerse en contacto con la cultural guaraní. La inédita experiencia, bautizada En busca del sonido del viento, quedó registrada en un documental de Nahuel Lerena, producido por Sony-Music, que ahora tiene su segunda entrega, rodada en la Patagonia: En busca del sonido del viento II: Eres para mí.

El proyecto volvió a reunir a un combinado de artistas iberoamericanos, esta vez con la cantante mexicana Julieta Venegas a la cabeza, en un viaje iniciático por la cultura mapuche. «Sabía muy poco de ellos, sólo que era un pueblo que había luchado por su tierra», cuenta la artista en el documental, que será editado en un DVD por Sony-Music.

El adelanto del proyecto audiovisual -que se editaría en los próximos meses en Argentina- registra el viaje que protagoniza Julieta Venegas junto con noveles figuras de la música española como «El Pescao» David Otero, Marc Ros de Sidonie, la flamenca India Martínez (una de las sorpresas del documental) y Jesús Antúnez, del grupo Dover.

Fueron cinco días de rodaje por el sur del país, donde los músicos fueron sacados de su contexto cotidiano para confrontar con otra cultura y entrar en un viaje interno, donde la música y la naturaleza forman parte de la vida cotidiana de los originarios del Sur. «La música es usada por los mapuches para darle un valor especial a cada uno de sus eventos. Es uno de los aspectos que más me impresionaron del viaje», resaltó Julieta Venegas sobre la experiencia que comenzó en Neuquén, continuó en Junín de los Andes y terminó en las orillas del río Aluminé.

El documental ofrece buenos momentos musicales rodeados por ese clima bucólico del paisaje patagónico. Las versiones acústicas de los temas y los encuentros informales entre artistas de distintos estilos transitan en una atmósfera muy natural. Pero los momentos de mayor profundidad aparecen a medida que los cinco músicos se empiezan a impregnar de la filosofía mapuche. Entonces aparecen los cuestionamientos a las propias creencias y cierto sentimiento de culpa por el choque cultural:

«Es una mezcla de tristeza porque piensas que tienes que sentir pena por ellos, pero luego sientes pena por ti, porque te gustaría vivir como ellos, entonces a mí me produjo grandes conflictos», dice uno de los viajeros. Así la música de inocencia pop da paso a una experiencia más reflexiva: «¿De dónde viene esa distancia de los seres humanos que no debería existir? Debería ser todo más natural. Y no lo es», se cuestiona otro de los músicos en el camino: ése es el comienzo del verdadero viaje.

*Fuente: Azkintuwe

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