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Señor Ministro del Interior, Usted sabe que el narcotráfico es un síntoma de una herida social

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23 de Marzo de 2011

Sr Rodrigo Hinzpeter
Ministro del Interior                                                
PRESENTE

Estimado Señor: 

     
Somos miembros de la comunidad cristiana de San Cayetano. Durante la
asamblea de la comunidad cristiana hemos tomado la decisión de enfrentar
la situación actual de La Legua para llegar a la Paz. Vivimos cada día
un ambiente de violencia intolerable. Si esta situación es algo conocido
desde hace años ponemos en su conocimiento que en los últimos 15 días
han muerto tres personas más  y han sido heridas otras tantas. ¿Cuántas
personas más considera que sería necesario que murieran para que ello
provocara la reacción de las autoridades competentes?  Cotidianamente
tenemos que vivir en un contexto de miedo, nadie camina por nuestras
calles, la costumbre es recorrerlas corriendo para evitar verse atrapado
por el fuego cruzado. En las escuelas los padres retiran a sus hijos a
las 13 hrs en la certeza de que las balaceras comenzarán a las 14 hrs.
Muchos niños han dejado de asistir a clases, dato que usted puede
verificar con las autoridades de la Escuela 480 y de los Colegios Laura
Vicuña y Obispo Manuel Vicuña.  Los vecinos experimentamos la impotencia
de vernos obligados a vivir escondidos en nuestras casas mientras los
narcotraficantes son dueños de la calle y caminan por ella libremente
con armas en la mano. Es una costumbre de este lugar el que  los padres
llamen desde el trabajo a los hijos para saber si pueden entrar en la
población o deben esperar que pase la balacera de turno.  Este miedo
colectivo está destruyendo el tejido de las organizaciones sociales y
comunitarias, logrado tras décadas de lucha y sacrificio.

    
Mientras esto ocurre, se ha instalado un hábito de silencio de las
autoridades de todo tipo y este silencio  provoca un sentimiento de
abandono e  impotencia frente a tanta violencia. Nos preguntamos quién
encara a los narcotraficantes y traficantes de armas que viven fuera de
la Legua, muchos de ellos en barrios elegantes o en parcelas y que pagan
altas sumas  a los soldados que siembran el terror también en muchas
otras poblaciones.  A menudo dichos soldados tienen un poder de fuego
muy superior al de las fuerzas de orden y las usan sin piedad contra
niños, mujeres, ancianos, trabajadores, creyéndose dueños del mundo.

    
Usted sabe que La Legua está llena de gente honrada, trabajadores
honestos, estigmatizados sistemáticamente por los medios de comunicación
social.  Muchos de nosotros, en la vida cotidiana, vivimos como 
prisioneros de la dictadura instaurada por el narco. En la práctica en
nuestras calles no rige el  estado de derecho ni son respetadas las más
elementales garantías constitucionales, que, tanto su administración
como las precedentes prometieron defender. 

     Como
pobladores  creemos que merecemos el derecho a la protección  tanto o
más que la que se suele dar cuando alguna autoridad   viene a inaugurar
alguna dependencia, siempre con gran despliegue mediático y policial. 
Queremos la dignidad de cualquier chileno en las oportunidades de acceso
a  la educación, salud, vivienda y trabajo digno pero en esta carta le
pedimos algo mucho  más elemental:   que las armas salgan de nuestros
barrios. Es un deber de la autoridad hacer cumplir la ley en este
sentido, pues son las fuerzas de orden, y no el narcotráfico, el que
tiene, según la ley, el monopolio del uso de las armas. Nos preguntamos:
¿de dónde provienen las armas y municiones?

     Usted sabe que
el narcotráfico es un síntoma de una  herida social. Probablemente son
muchas las deudas pendientes en educación, salud, trabajo y
oportunidades que están a la base de esta  situación. Pero en lo
inmediato se hace imposible atender al pago de esas deudas si es que en
nuestras calles no rige la paz de un estado de derecho.

               
No nos resignamos  a seguir viviendo así porque la Legua es tierra de
lucha y dignidad. Desde nuestra fe en Jesucristo no claudicaremos en la
defensa de la vida que se nos ha confiado. 

Atentamente,

En el nombre de la Comunidad Cristiana San Cayetano de La Legua

Padre Gerard Ouisse
Párroco de la Parroquia San Cayetano
La Legua, Santiago de Chile

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