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Libia: Una gran operación de manipulación, desinformación e intoxicación de la opinión pública

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Asistimos en estos días una
gran operación de manipulación, desinformación e intoxicación sobre
la situación en Libia dirigida por Washington, sus segundones de la
UE, más algunos cipayos de la periferia. La vasta campaña comunicacional
iniciada por los servicios estadounidenses y británicos se orienta
a convencer a la opinión pública -europea, en particular- haciéndole
tragar gruesas patrañas, con el objeto de arar y forjar un terreno
favorable a la intervención norteamericana, que esta vez, luego de
la desastrosa experiencia en Iraq, tratará de contar con el azulado
aval de la ONU. Sectores de la opinión europea y norteamericana 
no piden otra cosa : que los hechos les sean presentados forzando la
nota en el campo de la emotividad, que no de la racionalidad  -aceptando
una voluntaria y consciente deformación- para de esta manera poder
justificar moralmente dicha intervención, desde luego humanitaria,
y apoyar una justa e irrefutable causa por la libertad.  

Desde el inicio de la revuelta
en Libia a mediados de febrero, las informaciones difundidas por la
prensa norteamericana, británica, francesa, italiana, española y alemana,
han dado cuenta de un hecho: la revuelta iniciada en Cirenaica cogió
por sorpresa a las propias autoridades libias  : "No nos esperábamos
lo que ha ocurrido. No habíamos detectado ningún signo que hubiese
podido ponernos sobre aviso", explicó un colaborador de Muammar Gadafi,
al diario francés Le Journal du Dimanche.  

La sorpresa se reflejó 
también en las primeras declaraciones del dirigente libio que manifiestamente
no había calibrado la envergadura de la rebelión. Sus incoherentes
palabras y una entrevista telefónica posterior acentuaron la idea de
que se trataba de un régimen en sus estertores. Acusar a jóvenes drogados
como iniciadores de la revuelta aparece como absurdo, dada la amplitud
de la rebelión. Aun si el día 10 de marzo el diario Le Monde, confirmaba
que cantidades de hachisch eran distribuidas a los jóvenes en armas
que combaten en Ras Lanuf. Culpar a Al Qaida también aparece como no
ajustado a la realidad, aun si el régimen libio ya había cruzado lanzas
en años anteriores contra dicha organización, que seguramente ha mantenido,
así como en otros países, células "en sueño", que pueden haber
sido reactivadas. La acusación de Gadafi es una manera de esquivar
el hecho de que si Al Qaida ha podido desarrollarse es que ha encontrado
un terreno favorable. La denuncia contra Al Qaida, hay que interpretarla
también como recordatorio a EEUU y la UE, recordándoles que también
ha contribuido al esfuerzo occidental en su inextinguible "guerra
contra el terrorismo".

En los días siguientes, la
dirección libia hizo un llamado a sus partidarios y desde entonces
pareciera haber retomado la contraofensiva en Cirenaica. Sobre todo
después de haber logrado establecer cierta disciplina en el ejército,
que como resultado de disensiones internas se ha dividido entre leales
y rebeldes al régimen, en una proporción que resulta imposible evaluar.

Cirenaica, antigua posesión
del imperio turco otomano, tradicionalmente contestataria y primera
región independiente en los años cincuenta, había opuesto una enconada
resistencia a la ocupación italiana iniciada en 1911. Al fin del imperio
otomano, las tribus y notables de Tripolitania proclamaron una efímera
República de Trípoli e Italia replicó reconociendo la autonomía
de Cirenaica y Tripolitania. El este de Libia sólo fue sometido luego
de la ejecución de Omar al  Mohktar en 1931 y fue anexada por
el régimen fascista italiano, que designó al más puro estilo colonial
en 1936 al mariscal Graziani como virrey. La derrota italiana cedió
paso a la ocupación británica (1943), que desembocó en la independencia
de Libia bajo la égida de la ONU en 1951. La influencia tribal de la
cofradía Senoussiya, logró que de sus filas surgiera el primer
rey de Libia independiente, Idriss es Senoussi. El régimen monárquico
durará hasta 1969, cuando fue derrocado por los militares encabezados
por Gadafi.

Cirenaica, centro de la revuelta
actual  posee entonces un alto valor simbólico.

Todo indica que una guerra
civil  se ha iniciado, puesto que -gracias al apoyo de sectores
de la población en esta región y de algunas potencias europeas y de
EEUU- los amotinados han sido capaces de establecer una cabeza de playa
en Cirenaica y han logrado el  reconocimiento del Consejo Nacional
por Francia, como "único representantes del pueblo libio" y dos
de ellos han sido recibidos por Sarkozy. Los otros países de la UE,
más cautos, consideran la decisión gala como prematura. Y la próxima
reunión de la UE debería adoptar una posición común al respecto,
pero desde ya París y Londres son partidarios de bombardeos aéreos
contra las fuerzas libias y cuentan al parecer con unos cuantos lacayos
árabes de las insignificantes monarquías del Golfo y con la obsecuente
Liga Arabe. Rusia, Turquía y China se oponen.  

La rebelión se inició 
a mediados de febrero. A diferencia de los otros países de la región,
Libia posee un nivel de vida más elevado que sus vecinos que atrae
a la mano de obra,  incluso de regiones más alejadas.  La
rebelión exige el término del régimen del coronel Gadafi y el conflicto
no gira en torno a exigencias de tipo económico.  

La sorpresa por los sucesos
de Túnez y Egipto y en el resto de los países árabes, ha provocado
en Washington y en la UE, el temor de "perder" definitivamente al
mundo árabe-musulmán. Según Robert Pelletreau, ex responsable estadounidense
del Cercano Oriente "las sublevaciones árabes han sido explicadas
ligeramente por el papel jugado por las nuevas tecnologías, Facebook,
entre otras. Aunque tienen su importancia, la dimensión económica
de las revueltas salta a los ojos desde  Egipto y Túnez hasta
Omán, donde existe un foso cada vez más grande entre ricos y pobres,
acentuado por las consecuencias de la recesión mundial, que han hecho
de la corrupción y la autocracia un sistema insoportable para la población".  

Habiendo descubierto la "opinión
árabe", EEUU constata con estupefacción que los regímenes autoritarios,
sus aliados en la región, son precarios e inestables. Su objetivo estratégico
sigue siendo garantizar al "mundo libre" el acceso a los recursos
energéticos existentes allí. Y los aspavientos y preparativos navales
y militares estadounidenses se orientan a confortar a las monarquías
petroleras en la idea de que Washington no los abandonará. Es el mensaje
entregado por el almirante Mike Mullen a Arabia Saudita y a los emiratos del Golfo. Dicho mensaje
según Robert Malley, ex consejero de Clinton, implica una recomendación
de apertura política a estos regímenes autocráticos.  

Los acontecimientos que ocurren
en Libia desde mediados de febrero, podrían permitir a EEUU y a la
UE retomar pie en la región y proceder a una reorganización estratégica,
manteniendo sus objetivos permanentes : control de las vías de tráfico
marítimo, petrolero en particular, mantener la presión sobre Irán,
proteger el acuerdo de paz israelo-egipcio y por añadidura, apoderarse
de las riquezas libias de hidrocarburos. De paso, eliminarían a un
régimen, hoy denostado y diabolizado, con el cual han cooperado y hecho
pingües negocios desde hace más de diez años, una vez que Libia retomó
su lugar entre las "naciones respetables", marca registrada y título
otorgado  por el "mundo libre". 

El tratamiento de la información
por parte de la "prensa libre" en Occidente ha seguido la pauta
fijada por los servicios encargados de la guerra psicológica de la
OTAN. Igual que durante la "revolución rumana" de 1989 y sus "decenas
de miles de muertos a manos de la Securitate", compuesta ésta por
"varios millones de policías"; como la matanza de criaturas que
por necesidad de la propaganda fueron desenterradas del ahora célebre
cementerio rumano de Timisoara; como durante la primera guerra del Golfo
en 1991 y la monserga  de "Iraq, cuarto ejército más poderoso
del mundo"; como los supuestos bombardeos serbios a la población
kosovar en 1998 que huía justamente de las bombas de la OTAN; 
como las "armas de destrucción masiva en Iraq en 2003", que sirvieron
de justificación a la agresión, sin que se hubiese contado con la
aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. En todos los casos se
está ante una causa designada de antemano como sagrada y los servicios
no se quedan en chicas cuando de desinformar se trata. La cantinela
de la presencia de "mercenarios" en Libia, que machaca la propaganda
occidental es la misma historieta ya utilizada en Rumania y sus miles
de "mercenarios árabes", o en nuestro país cuando los servicios
norteamericanos difundieron vía  FFAA  el famoso embuste
de los miles de "mercenarios cubanos y extranjeros" en 1973, recogido
por el famoso Libro Blanco. Igual cosa con ocasión del golpe en 2002
en Venezuela, cuando la contrarrevolución acusó al ejército y a las
fuerzas de seguridad gubernamentales de atacar con armas de fuego una
marcha de la oposición.  

La supuesta "objetividad"
proclamada por la prensa del "mundo libre" mantiene por cierto oculto
el lazo que liga a empresas y periodistas con sus respectivos gobiernos.
Más del 80% de las informaciones distribuidas en el mundo son producidas
por cuatro o cinco grandes agencias mundiales, pertenecientes a países
que se preparan para intervenir. Contra esta andanada de desinformación
sólo algunos medios tratan de restablecer un espacio de racionalidad.      

Desde Libia se informa "según
fuentes oficiosas" o que "testigos oculares dicen" o "informaciones
que circulan". Dichas informaciones han inundado el mundo tratando
de presentar a los partidarios de Gadafi, como esbirros sedientos de
sangre que no habrían vacilado en atacar a la población civil. Canales
de TV europeos, han difundido por sus antenas algunas informaciones
-la cifra inverificable de 6 000 muertos como resultado de la represión
realizada  por las fuerzas leales a Gadafi- y otras atrocidades.
Estamos en presencia de una  monumental tentativa de manipulación 
que no tiene otra finalidad que preparar el camino a una intervención
militar en Libia. 

Las víctimas -que se cuentan
por centenas- son opositores y /o partidarios del régimen,  policías,
soldados. Son víctimas que desgraciadamente se producen cuando hay
enfrentamientos entre bandos armados opuestos, máxime cuando parte
del ejército y la policía se ha pasado al bando de la sublevación
que de hecho controla la región este, Cirenaica. En los primeros días,
las manifestaciones derivaron en enfrentamientos y saqueos de puestos
de policía y unidades militares. De allí proviene el armamento que
exhiben las fuerzas apoyadas por Occidente, además de los pertrechos
que podrían estar recibiendo por parte de éste.  

Que sigan habiendo víctimas
civiles es lamentable y queremos creer, como lo han repetido las autoridades
libias, que no ha habido orden de reprimir a los manifestatntes libios
desarmados, aparte, dicen, con medios policiales utilizados por todas
las fuerzas represivas del mundo, esto es con matracas, gases lacrimógenos,
etc. El coronel Gadafi propone en la entrevista antes citada "una
comisión de investigación que desmentirá todas estas calumnias".
Al mismo tiempo alerta acerca de las consecuencias de una "somalización"
del Mediterráneo y el éxodo masivo de africanos hacia Europa. Sin
embargo, el hijo de Gadafi, Saif al Islam, reconoce que durante los
primeros días de la revuelta el ejército disparó contra manifestantes
desarmados, lo que habría tenido como consecuencia la radicalización
de las protestas.   

Europa y EEUU tratan de diabolizar
al líder libio aun cuando desde hace más de diez  años la dirección
libia ha mantenido una línea zigzagueante y había comprado la benevolencia
occidental, abandonando entre otros, su programa de construcción de
armas no convencionales abriendo el país a capitales europeos y estadounidenses
para la explotación del petróleo y del gas y obras de infraestructura. 

La intervención que se prepara,
la manipulación en curso, es un nuevo ejemplo de la utilización en
conflictos bélicos del arma de la información. La eventual intervención 
en  Libia está como en otras ocasiones precedida por esta virulenta
campaña en las principales capitales del mundo. El dirigente libio
Muammar Gadafi  es presentado como un peligro comparable a dictadores
que han existido en épocas sombrías de la historia europea. Quisieran
mostrar a Gadafi encadenado como el héroe de la resistencia libia a
la ocupación italiana, Omar El Mohktar; como  Saddam Hussein,
encadenado y auscultado vejatoriamente para luego ejecutarlo en una
parodia de proceso por tribunales ad hoc amparados por las tropas
de ocupación norteamericanas. Seguramente que ese fue también el sueño
de Hitler cuando sus tropas llegaron a las cercanías de Moscú : meter
en una jaula a Stalin para exhibirlo como trofeo y bestia de circo en
las calles de Berlín.      

La propaganda trata de presentar
ahora al dirigente libio como un dictador peligroso para la comunidad
internacional. Paria al cual, tanto EEUU, Gran Bretaña, Francia, China,
Rusia, Italia y otros, no trepidaron en extenderle hasta hace tres semanas
certificados de buena conducta y algunos dirigentes de las potencias
antes nombradas lo recibieron con espesas alfombras rojas, o en otros
casos, como Blair, el faldero de Bush, aceptó ir a Trípoli para firmar
jugosos contratos con el hoy denostado enemigo. La TV libia ha anunciado
que  divulgará próximamente informaciones secretas acerca del
financiamiento libio de la campaña electoral de Sarkozy, lo que provocará
-dice- su caída.

Si se admite que el régimen
libio es un régimen no democrático y que ha ejercido una acción para
algunos nefasta, ésta ha estado circunscrita al ámbito estrictamente
regional. En cambio Estados Unidos, cuyo representante mancillará 
en los próximos días nuestro suelo, y por el cual algunos despistados
manifestaron una gran satisfacción por su elección, ha hecho de la
violación a los derechos humanos su norma de conducta, amparando, alentando,
financiando, armando y apoyando cuanta acción infame ha habido en el
mundo. El prontuario imperialista es en este plano, insuperable. 

Se trata de crear las condiciones
para lograr que la futura intervención militar sea apoyada por la opinión
pública del "mundo libre" y que ésta aparezca como destinada a
proteger a la población libia, camuflando que el objetivo es el de
apoderarse de los abundantes recursos libios en hidrocarburos y al mismo
tiempo, mantener bajo control occidental la ribera sur del Mediterráneo.   

En poco días el secretario
general de la ONU, Ban Ki Moon, mostró una sorprendente docilidad y
celeridad que no se le había conocido en otras ocasiones y el Consejo
de Seguridad de la ONU votó sanciones contra Libia mediante la resolución
1970 el 27 de febrero pasado, por "violaciones flagrantes y sistemáticas
de los derechos del hombre y la represión contra manifestantes pacíficos".

Días después, en Ginebra,
una mayoría de miembros de la CDH de la ONU, puso en tela de juicio
la presencia de Libia en dicha comisión.

Con el correr de los días,
la acusación en torno a la utilización de aviones para bombardear
manifestaciones de protesta en las ciudades de Cirenaica ha caído por
su propio peso. Lo que no excluye que se hayan utilizado otros medios
represivos militares pesados.Aparte del hecho de que en todo intento
de rebelión pueda haber habido acciones gubernementales condenables
y que hayan violado el derecho a manifestar, el embuste de los bombardeos
aéreos aparece hoy como un componente más de la guerra comunicacional
que Washington y sus segundones europeos emplean para engatuzar incautos.
El ejército ruso, que posee sofisticados medios de observación vía
satélite, no detectó tales bombardeos.

Los dos raseros es la acostumbrada
línea política estadounidense y volvió a manifestarse hace pocas
semanas. El 18 de febrero EEUU vetó en el Consejo de Seguridad (14
votos por, uno en contra, EEUU) una resolución patrocinada por más
de ciento veinte países que condenaba a Israel por los asentamientos
de colonos judíos en Palestina. Se recordará que pocos dirigentes
del "mundo libre" abrieron la boca cuando durante un mes Tel Aviv
bombardeó Gaza a vista y paciencia de la humanidad causando más de
1 300 víctimas -mujeres y niños- que muchos juristas consideraron
como crimen de guerra, pero a ningún representante del "mundo libre"
se le ocurrió recurrir ante la ONU. Nadie ha interpelado a la ONU por
los bombardeos de la población civil afgana, que últimamente, han
provocado "daños colaterales"y la muerte de centenares de personas.
¿Qué decir de los miles de muertos causados por la invasión a Iraq
y la práctica sistemática de la tortura por parte de las tropas de
ocupación?  ¿Qué egregio representante del "mundo libre"
se ha levantado señalando la peligrosidad de las centenas de bases
militares norteamericanas y el despliegue de centenares de miles de
soldados a lo ancho y largo del mundo? ¿Qué del pillaje de pueblos
y continentes por parte de Europa y EEUU en los siglos precedentes y
por el cual por primera vez en Durban (2002) se pidió reparaciones,
por cierto rechazadas por las potencias colonialistas de antaño y de
hoy?

Como en Rumanía en 1989, en
Iraq en 1991, en Yugoslavia en 1999, en Iraq en 2003, la desinformación
forma parte de un dispositivo destinado a  "trabajar" a la
"comunidad internacional", eufemismo que engloba en realidad a EEUU,
Europa y los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU,
y que hoy apunta a lograr un consenso para invadir Libia. Este dispositivo
no está por encima de los beligerantes sino que forma parte de la guerra
misma, aun si ésta no ha sido declarada aún por el "mundo libre".

El imperio y sus segundones
hacen ímprobos esfuerzos por "legalizar" su intervención. No hay
que excluir una provocación que puede dar pie a una decisión ounusiana
favorable a la intervención. Al respecto el diario Le Monde es explícito
: "La injerencia en Libia necesita un apoyo internacional fundado
en la emoción de la opinión pública…en imágenes de masacres y
muertos… Ahora bien, esas imágenes de atrocidades no existen…la
injerencia humanitaria aparece entonces como imposible".

Han surgido voces de algunos
dirigentes europeos para rechazar o expresar reticencias ante una intervención.
Italia, que firmó en 2009 un acuerdo de cooperación comercial
y otro de control de la emigración clandestina con Libia, ha anunciado
que no congelará los capitales libios existentes en el país y se opone
a una intervención. El espectro de un éxodo masivo de refugiados y,
por cierto, el peligro del alza del precio y del suministro mismo de
petróleo planea sobre las capitales europeas.

Por otra parte, Rusia y China
aceptarían difícilmente una resolución que implique un acto de guerra,
como es la anunciada zona de exclusión aérea y bombardeos aéreos
contra las fuerzas libias, patrocinada por Cameron, EEUU y el ministro
galo Alain Jupé.

El propio ministro de defensa
norteamericano Robert Gate, ha recordado que EEUU ya se encuentra empantanado
desde hace años en Iraq y Afganistán, preguntándose "¿Qué consecuencias
tendría una nueva intervención y qué países estarían dispuestos
a acompañarnos?". Washington teme sobre todo que se exacerbe aún
más el sentimiento antinorteamericano en el mundo árabe y que ello
redunde en beneficio de Irán. El propio Malley antes citado afirma
en la prensa norteamericana : "Desde ahora sabemos que es imposible
atacar a Irán y debemos considerar la influencia que comienza a tener
un país como Turquía, con un islam un poco diferente. Nuestra influencia
está declinando."  

Otras iniciativas tendientes
a favorecer una solución entre libios han sido anunciadas por el presidente
Chávez en nombre de Alba, pero no han prosperado y fueron descartadas
por el hijo de Gadafi, Saif al Islam, quien manifestó que Venezuela
y América Latina se encontraban muy lejos, "en América Central"
(¡SIC!).

La cancillería gala, segundona
de EEUU según el ex primer ministro gaullista Dominique de Villepin
-quien tuvo una destacada actuación como opositor a la agresión de
Bush a Iraq- trata de atrapar el retraso diplomático francés a raíz
del desprestigio caído sobre ella luego de los bochornosos episodios
que motivaron la separación de su cargo de la ministra de RREE Michèle
Alliot Marie. Ello explica la voluntad del actual ministro de reconocer
al consejo nacional como representante de Libia y  de esta manera
socorrer al alicaído Sarkozy, cuya popularidad está por los suelos
a poco más de un año de la presidencial. Una acción exterior galvanizaría
-se piensa- en torno suyo a los franceses. Las mismas cuentas alegres
para consumo interno baraja la administración Obama. 

Según pasan los días todo
indica que Libia se encamina por la senda de la guerra civil y la partición
de hecho de su territorio ya ha comenzado.

Libia es un país que posee
un estado marcado por la influencia tribal,  que durante los cuarenta
y dos años de régimen no se ha podido o no se ha querido transformar.
Las declaraciones de algunos personeros cercanos a la dirección libia
parecieran dirigirse a la toma en consideración de las aspiraciones
democráticas expresadas por los sublevados, particularmente, la aceptación
del principio de una constitución que garantizaría los derechos de
las personas y el mantenimiento del sistema tribal. Las tensiones y
conflictos internos libios tendrán que ser resueltos por los propios
libios, sin intervención extranjera. Es la opinión de parte de la
oposición. Los días y semanas que vienen serán decisivos. Una nueva
intervención teñiría una vez  más de sangre las viejas tierras
aledañas al Mediterráneo en beneficio de los intereses imperialistas. 


Paco Peña, París, 10 de marzo
de 2011  

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