Cuando las empresas eligen a los déspotas antes que la democracia
por Amy Goodman (EE.UU.)
15 años atrás 5 min lectura
"La gente llevaba un cartel que decía ‘Para: Estados
Unidos. De: El pueblo egipcio. Dejen de apoyar a Mubarak. ¡Se terminó!’"
decía el tweeter de mi valiente colega y productor en jefe de Democracy Now!
Sharif Abdel Kouddous, desde las calles de El Cairo.
Más de dos millones de personas se manifestaron el martes en
todo Egipto; la mayoría de ellas inundaron la plaza Tahrir de El Cairo. Tahrir,
que significa "liberación" en árabe, se convirtió en el epicentro de lo que
parece ser una revolución en gran medida pacífica, espontánea y sin líderes en
el país más poblado de Medio Oriente. Este increíble levantamiento que desafió
el toque de queda militar, fue conducido por los jóvenes, que constituyen la
mayor parte de los 80 millones de habitantes del país. Twitter y Facebook y los
mensajes de texto de teléfonos celulares ayudaron a esta nueva generación a
vincularse y organizarse, a pesar de vivir desde hace tres décadas en una
dictadura apoyada por Estados Unidos. En respuesta, el régimen de Mubarak, con
la ayuda de empresas estadounidenses y europeas, cortó el acceso a Internet y
restringió el servicio de telefonía celular, dejando a Egipto en la oscuridad
digital. A pesar de los cortes, como me dijo el activista mediático y profesor
de comunicaciones C.W. Anderson con respecto a si lo que estaba ocurriendo en
Medio Oriente era una especie de revolución de Twitter: "no es la tecnología,
sino la gente la que hace la revolución".
La gente en las calles exige democracia y autodeterminación.
Sharif viajó a Egipto el viernes por la noche, a un terreno incierto. Las
odiadas fuerzas de seguridad del Ministerio del Interior y la policía de
camisas negras leales al Presidente Hosni Mubarak estaban reprimiendo y matando
gente, arrestando periodistas y rompiendo y confiscando cámaras.
El sábado por la mañana, Sharif se dirigió a la plaza
Tahrir. A pesar del bloqueo a Internet y los mensajes de texto, Sharif,
talentoso periodista y genio de la tecnología, pronto halló la manera de
publicar mensajes en Tweeter desde Tahrir: "Qué escena asombrosa: están pasando
tres tanques cargados de gente que grita ‘¡Fuera Hosni Mubarak!’".
Egipto ha sido el segundo gran receptor de ayuda externa de
Estados Unidos durante décadas, después de Israel (sin contar los fondos
gastados en las guerras y ocupaciones de Irak y Afganistán). El régimen de
Mubarak ha recibido alrededor de 2 mil millones de dólares al año desde que
asumió el poder, en su inmensa mayoría para las fuerzas armadas.
¿A dónde fue a parar ese dinero? En general a empresas
estadounidenses. Le pedí a William Hartung de la fundación New America
Foundation, que explicara esto:
"Es una forma de bienestar empresarial para empresas
como Lockheed Martin y General Dynamics, porque el dinero va a Egipto y luego
vuelve para aviones F-16, para tanques M-1, para motores de aeronaves, para
todo tipo de misiles, para pistolas, latas de gases lacrimógenos de una empresa
llamada Combined Systems International, cuyo nombre figura al costado de las
latas halladas en las calles de Egipto".
Hartung acaba de publicar un libro, Los profetas de la
guerra: Lockheed Martin y la creación del complejo militar industrial. Continuó
diciendo: "Lockheed Martin ha encabezado acuerdos de 3.800 millones de dólares
en estos últimos diez años; General Dynamics de 2.500 millones para tanques;
Boeing de 1.700 millones para misiles y helicópteros y Raytheon para todo tipo
de misiles para las fuerzas armadas. Entonces, básicamente este es un elemento
fundamental destinado a mantener el régimen, pero gran parte del dinero se
recicla. Los contribuyentes podrían simplemente darle el dinero directamente a
Lockheed Martin o General Dynamics".
De manera similar, la "llave general" para bloquear Internet
y los teléfonos celulares en Egipto fue activada con la colaboración de las
empresas. La empresa Vodafone (el gigante mundial en telefonía celular
propietaria del 45 por ciento de las acciones de Verizon Wireless en Estados
Unidos) con sede en el Reino Unido, intentó justificarse en un comunicado de
prensa: "Nos quedó claro que Vodafone no tenía opciones legales ni prácticas,
sino que debía satisfacer las exigencias de las autoridades".
Narus, una subsidiaria de Boeing Corp., vendió equipamiento
a Egipto para permitir "una inspección profunda de paquete" (DPI, por sus
siglas en inglés), según Tim Karr del grupo de política de medios Free Press.
Karr dijo que la tecnología de Narus "permite a las empresas egipcias de
telecomunicaciones ver los mensajes de texto de los teléfonos celulares e
identificar el tipo de voces disidentes que existen. También brinda
herramientas tecnológicas para ubicar dichas voces geográficamente y
rastrearlas".
Mubarak prometió no presentarse como candidato a la reelección
en septiembre. Pero el pueblo de Egipto le exige que se vaya ahora. ¿Cómo duró
30 años? Quizá eso se pueda explicar mejor en relación con una advertencia de
un general del ejército de Estados Unidos hace 50 años, el Presidente Dwight D.
Eisenhower que dijo "Debemos tratar de evitar que el complejo
militar-industrial adquiera influencia injustificada, ya sea buscada o no".
Ese complejo mortal no solo es un peligro para la democracia
a nivel nacional, sino también cuando apoya a déspotas en el extranjero.
3 de febrero de 2011
———
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de
esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps, editado por
Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero
internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y
televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro
"Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos
extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono
Sur.
*Fuente: Democracy Now
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