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Cerrando venas: Universo Galeano

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Este pasado mes de agosto Eduardo Galeano escribía un
artículo titulado ‘Grandes inventos de la humanidad’ donde nos contaba…
-fíjense- sobre el paraguas, las puertas giratorias o el semáforo. Añadiré a la
lista, con su permiso, otra gran invención: un artilugio que a modo de red
enlaza y conecta a muchas personas de cualquier lugar. Y no me refiero al
nacimiento de internet -que cumple una misión parecida- sino a un sistema de
comunicación mucho más viejo. Una tremenda telaraña invisible, unos latidos de
tam-tam, unas señales de humo, que rebotan mensajes, avisos, saludos de una
persona a otra y de ésta a una tercera, y así sucesivamente para ensamblar, sin
saber cómo -que tampoco hace falta- a las mujeres mutiladas por el machismo con
las mujeres que resisten en territorios militarizados; al campesinado asiático
acorralado por una multinacional con el campesinado latinoamericano enjaulado
por la misma multinacional; a pensadores privados de libertad de expresión con
personas encadenadas por el sistema capitalista sin libertades de ningún tipo;
a indígenas cobijados bajo las alas de la Madre Tierra con
reskatadores de pueblos abandonados, sin antecesores… Una invención sin
inventor y sin patentes que reúne a las gentes que luchan por transformar el
mundo desde el compromiso y la solidaridad.

Desde una esquinita del invento en cuestión, y ante la
invitación de la organización de UNIVERSO GALEANO, en Calella de la Costa (Catalunya) donde pasó
varios años de su vida desterrada, mi colaboración -pensé- debía ser recoger y
ensartar palabras de cariño y reconocimiento de algunas personas de esta red de
lucha y creatividad, en diferentes lugares del continente americano… la tierra
que pisan los escritos de Galeano.

Y accioné el artilugio:

Galeano, la persona
Desde Brasil -y claro- desde el Movimiento Sin Tierra y La Vía Campesina
Latinoamericana, Joao Pedro Stedile, nos describe al escribidor Galeano.

«Galeano es un personaje raro y cariñoso para todos nosotros
y nosotras que hacemos la lucha social en Latinoamérica. Raro, porque parece
ser un brujo, que adivina nuestros pensamientos colectivos y los pone en el
papel. Además, sin consultarnos. Y los pone de forma clara. Sin rodeos. Como un
río grande que anda orgulloso hacia el mar. Sin las vueltitas de los ríos chiquitos
que se desarrollan en las academias…

«Cariñoso, porque aparte de su sabiduría, no se olvido del
futbol. Y no hay nada más colectivo, social y cultural para nosotros que un
partido de futbol. En especial los bien jugados».

Resulta pues, que la mezcla de rarura y cariño, como dice
Stedile, «engendra una obra que es, en cierta forma, un diario colectivo de las
luchas y esperanzas del pueblo latinoamericano». Galeano es un pensador
colectivo.

Galeano también es, «un hombre común, un contador de memorias
que no obedecen y que se merecen». «Un hombre -que en palabras de la
antropóloga dominicana Fátima Portorreal, locamente encariñada de las
realidades campesinas- descoloniza las señales y los vocablos, para aspirar a
la igualdad de todos los seres humanos contradiciendo las palabras del padre,
todas asumidas desde la reflexión occidental de la historia moderna y los
grandes meta relatos».

«Un hombre -continúa Fátima- que no asume ya las
representaciones sociales que colocan a las mujeres en los escenarios de la
servidumbre, opresión y la exclusión. Un hombre que reniega del poder y de los
falsos profetas de la libertad que se escudan en la prioridad del mercado, las
nuevas tecnologías y los diálogos sordos. Un hombre, que lejos de querer
construir identidades universales, se decide y redecide en cada circunstancia,
sin que nadie sepa, ni le impongan cuál es su lugar, ni cuáles serán los
diálogos… que abrirán la puerta a los abrazos».

Galeano en el
Ambiente

Eduardo aparece en medio de muchas luchas, en medio
-también- de la defensa del medio ambiente. El testimonio lo traen Tatiana Roa,
ambientalista colombiana, que dice la hicieron así -ecologista popular y
ecologista política- su papá y su mamá. Ambos le enseñaron a amar la tierra,
los paisajes, los caminos de piedra, a respetar las manos fuertes y la sonrisa
humilde de la gente campesina, a nadar en los ríos, a gozar de un lindo
atardecer, a disfrutar las ricas comidas campesinas, a respetar la vida. Esa
forma de ser, de pensar, de hacer, se complementó, cuenta Tatiana, cuando
«siendo aún una adolescente mis manos acogieron por primera vez ‘Las venas
abiertas de América Latina’ de Eduardo Galeano. Una puerta se abrió y con ella
la posibilidad de comprender que nuestras tragedias tenían historia y estaban
ligadas a los mezquinos intereses que se posaban sobre un continente tan
extremadamente rico. Nuestra pobreza, como bien nos decía en Las Venas, ha sido
resultado de la riqueza de nuestra Pacha Mama».

«Así conocí a Galeano, luego vendrían otros, Memorias del
Fuego, El libro de los abrazos, El fútbol a sol y sombra, La Palabras andantes, Úselo
y tírelo y me preguntaba cómo podía ir con tanta facilidad de un tema a otro:
política, amor, fútbol, ecologismo. Al final lo comprendí, las cosas no están
sueltas, no están desarticuladas. La invitación de Galeano ha sido clara. Para
comprender esta América India, se requieren muchos lentes, muchas miradas y
muchos ángulos. Nada más claro para asumir el trabajo y construir
alternativas».

Reflexiones del ecologismo que como indica Tatiana articulan
causas y efectos. «Este sistema de vida que se ofrece como paraíso -podemos
leer en Úselo y tírelo-fundado en la explotación del prójimo y en la
aniquilación de la naturaleza, es el que nos está enfermando el cuerpo, nos está
envenenando el alma y nos está dejando sin mundo. Extirpación del comunismo,
implantación del consumismo: la operación ha sido un éxito, pero el paciente se
está muriendo».

Galeano y la
inmigración

Escribe Carlos Marentes sobre la línea que divide un mundo
en varios, un entero en parcelas, para así adueñarse de ellas el postor más
fuerte. Un saludo redactado al pie de las fronteras que -sabemos- habrá que
desalambrar. Desde El Paso, Texas, y desde el interior de las organizaciones
campesinas, aquí, formadas por el campesinado inmigrante sin campo. «No sé
cuántas veces ha visitado Eduardo Galeano al Imperio. Hace años supe que venía
a Nuevo México a platicar en la
Universidad de Albuquerque, a menos de 500 kilómetros de la
frontera. Pero no coincidimos porque estábamos ocupados con un paro laboral en
un campo de chile (pimientos), demandando un aumento a los miserables sueldos
de los migrantes jornaleros. Pizcadores de chile que alguna vez fueron campesinos
en su tierra, producían su propia comida y fueron desplazados por la
agricultura comercial-industrial impuesta por el imperio. Como dicen estos
pizcadores: ‘Antes éramos pobres pero teníamos que comer, ahora somos más
pobres y además tenemos que comprar la comida…’

«Lo que sí sé -continua Carlos-, es que si Eduardo Galeano
estuviera en la frontera de El Paso y Ciudad Juárez, les refregaría en la cara
[a los racistas anti-inmigrantes, particularmente a los de Arizona], a manera
de advertencia, cómo la historia pudo ser:

Cristóbal Colón no consiguió descubrir América, porque no
tenía visa y ni siquiera tenía pasaporte.

A Pedro Alvares Cabral le prohibieron desembarcar en Brasil,
porque podía contagiar la viruela, el sarampión, la gripe y otras pestes desconocidas
en el país.

Hernán Cortés y Francisco Pizarro se quedaron con las ganas
de conquistar México y Perú, porque carecían de permiso de trabajo.

Pedro de Alvarado rebotó en Guatemala y Pedro de Valdivia no
pudo entrar en Chile, porque no llevaban certificados policiales de buena
conducta.

Los peregrinos del Mayflower fueron devueltos a la mar,
porque en las costas de Massachusetts no había cuotas abiertas de inmigración…’

«Y les echaría en cara la hipocresía de los expropiadores. Y
que es el hambre y la desnudez de los expropiados que cruzan las fronteras,
precisamente la que alimenta y viste al imperio.

«Finalmente les informaría que la crisis de la migración,
que les hace rajarse las vestiduras porque cruzar la frontera ‘ilegalmente’ es
una afrenta al estado de derecho -más bien al estado de derecha-, es la señal
que ha llegado la hora de las expropiadas, de los expropiados…»

Galeano,
constituyente

«En Montecristi, un pequeño pueblo en la costa ecuatoriana,
se elaboró y aprobó la última Constitución de este pequeño país andino. Desde
1830, la vigésima. Un record indiscutible, pero no encomiable.

«Esa Constitución será recordada en el mundo sobre todo por
la aprobación de los Derechos de la Naturaleza, de la Pacha Mama. Fue un
paso trascendental, impensable y por cierto inaceptable para muchos. Se repitió
la historia. La emancipación de los esclavos o la extensión de los derechos a
los afroamericanos, a las mujeres y a los niños y niñas fueron rechazadas en su
tiempo por ser consideradas como un absurdo. El derecho de tener derechos ha
exigido siempre un esfuerzo político para cambiar aquellas normas que negaban
esos derechos.

«La coyuntura del momento constituyente, la intensidad del
debate y el compromiso de un grupo de asambleístas, junto a las luchas desde el
mundo indígena en donde la
Pacha Mama es parte consustancial de sus vidas, permitieron
que finalmente se aceptara esta iniciativa. En el transcurso de este complicado
proceso, merece una especial mención los aportes de Eduardo Galeano.

«Cuando Eduardo Galeano conoció lo que se discutía en esa
pequeña localidad del mundo global, preparó un artículo vibrante, denominado "La Naturaleza no es muda".
Con dicho texto, Galeano llegaría a consolidar una posición que no parecía
prometedora al inicio del proceso constituyente. Las incertidumbres de los
constituyentes que apoyaban esta iniciativa eran muchas. Incluso él, Galeano,
quien ha roto lanzas por la vida desde siempre, dudaba en difundir su escrito.
En una comunicación dirigida a Esperanza Martínez, asesora de la Presidencia de la Asamblea, días antes de
la publicación de su artículo, el 18 de abril del 2008, en Brecha, él
demostraba su preocupación: "prefiero esperar, para evitar que el artículo
tenga vida efímera. Los hechos, a veces imprevisibles, podrían desautorizarlo
como expresión de deseos, de poco serviría".

«Dicho artículo, distribuido entre los y las constituyentes
por disposición del presidente de la Asamblea Constituyente,
Alberto Acosta, para la sesión número 40 del pleno de la Asamblea, celebrada el 29
de abril del 2008, fue citado en el pleno por más de un asambleísta. Entre
otros, por el asambleísta Rafael Esteves, quien, en una intervención memorable,
leyó fragmentos del artículo de Galeano: "la Naturaleza tiene mucho
que decir, y ya va siendo hora de que nosotros, sus hijos, no sigamos
haciéndonos los sordos. Y quizás hasta Dios escuche la llamada que suena desde
este país andino -Ecuador-, y agregue el undécimo mandamiento que se le había
olvidado en las instrucciones que nos dio desde el monte Sinaí -Amarás a la Naturaleza, de la que
formas parte".

«La Asamblea Constituyente y luego el pueblo
ecuatoriano, aprobaron masivamente la nueva Constitución en un referéndum en
septiembre del mismo año. Escucharon, curados de la sordera capitalista, a la Naturaleza».

Así explica Alberto Acosta, 
economista ecuatoriano, Ministro de Energía y Minas entre enero y junio
de 2007, y Presidente de la Asamblea Constituyente y asambleísta desde
octubre 2007 hasta julio 2008, la contribución de Galeano a consolidar el
derecho a la existencia de los seres humanos, que eso es -aunque haya quien no
quiera verlo- lo que está en juego en última instancia.

Galeano, los
movimientos campesinos y las palabras

¿Qué significa las palabras de Eduardo Galeano para los y
las campesinas del mundo? ¿Para los y las hacedoras de nuestros alimentos?

Significan, dicen, «ESPERANZA, por haber encontrado en ellas
fuerza, vida, y reconocimiento a nuestras culturas, a nuestras raíces, a
nuestras historias. Historias de Pueblos campesinos masacrados, expoliados,
ignorados. Gentes que siempre dieron un valor inmaterial a la palabra PALABRA.
Palabra cumplida hablan, y así hacen. Palabras que Eduardo rescató y escribió
para que los seres humanos de la modernidad, postmodernidad, la informática o
la robótica, pudieran entender que hemos perdido el norte, anclado en la tierra
que nos sostiene y nos alimenta». Palabras dictadas, esta vez desde tierras
castellanas, donde su autor Jerónimo Aguado Martínez, practica y enseña que
alimentar es una responsabilidad no apta para negociantes.

Y que complementa Juana Ferrer, de la Articulación Nacional
Campesina en la
República Dominicana, con una nueva palabra: «aportamos VIDA
en cualquier parte del mundo y Eduardo la trasmite hecha realidad e impregnada
de esperanza. Manifiesta la sabiduría popular campesina como un elemento de
carácter político, para que resuenen -con sentido crítico- en las cabezas que
son capaces de marginar y excluir a tantos nuestros pueblos»

Finalmente, querido Eduardo, una historia real de Ángel
Strapazzoni, llegada desde Argentina, desde Santiago del Estero, donde los
quebrachos ya no dan sombra, donde la soja y el agronegocio, como un nuevo Rey
Azúcar despuebla pueblos y mata naturalezas. Una pequeña historia real hecha
‘cuento galeano’.

«Una tarde paseábamos en camioneta por una huella ajada en
los montes y a lo lejos vimos una niña en bicicleta. Aminoré la marcha para no
llenarla todita de polvo. Al acercarnos abrimos la ventanilla y le preguntamos,
¿falta mucho para ese lugar?… Un silencio milenario surgía del ambiente y de su
mirada. Miraba la niña atrás el camino andado y miraba adelante, el por andar…
y luego de una eternidad de pausas llenas, nos dio un mensaje interminable:
-Falta menos. Nosotras, nosotros quizás seamos esos caminantes, esos
constructores: vemos lo recorrido, vemos que nos falta. Vemos que ya falta
menos».

Las venas
cicatrizarán.

  El autor, Gustavo Duch Guillot (1965,
Barcelona), es licenciado en Veterinaria y Postgrado en Dirección de Empresas.
Su mayor empresa ha sido la de colaborar en la construcción de un espacio para acercarse
a la realidad rural de los países del Sur, Veterinarios sin Fronteras fundada
hace 23años, y de la que ha sido su Director desde 1991 hasta el 2009. También,
en el ámbito de la cooperación al desarrollo ha sido miembro de la Junta Directiva de
la Federación
Catalana de ONGD y Presidente de AGORA NordSud.

En los últimos 7años colabora
estrechamente con los movimientos y campañas relacionadas con la lucha por la Soberanía Alimentaria
de los Pueblos. Ha sido miembro de la Junta Directiva de
la Plataforma Rural,
colabora con las actividades de La Vía Campesina y con campañas como No te comas el
mundo o Som lo que Sembrem

Colabora en distintos medios de
prensa escrita como El Periódico de Catalunya, Público, La Jornada de México, Galicia Hoxe y el Correo Vasco.

*Fuente: Rebelión

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