Wikileaks desde la izquierda
por Salvador López Arnal (Rebelión)
15 años atrás 7 min lectura
¿Es posible que
Wikileaks esté apoyado por grupos de la derecha extrema usamericana que
pretendan situar la administración Obama en el abismo diplomático internacional
para tomar por asalto la
Casablanca en 2012? No es imposible, desde luego, cosas
iguales o peores hemos visto. ¿Puede Wikileaks estar infiltrado por
topos-agentes del HaMossad leModi’in v’leTafkidim Meyuhadim que cuiden y abonen
los intereses del estado racista y anexionista en la documentación revelada?
Puede ser, la sombra del Mossad es muy pero que muy alargada y sus
procedimientos son conocidos. ¿Pueden pretender las filtraciones sobre la
voluntad de Cristina Fernández de colaborar con Estados Unidos en su estrategia
para Bolivia, y sus mismos calificativos de "persona difícil" que habría
dirigido al presidente Evo Morales, entorpecer las relaciones de Argentina con
Bolivia, Ecuador, Brasil, Venezuela o Nicaragua, en un momento decisivo en la
historia de América Latina? Puede, pero no será fácil. El vicepresidente Álvaro
García Linera ha sabido disolver ese peligro rápidamente. ¿No están las
revelaciones hasta ahora conocidas demasiado centradas en el ámbito político
quedando al margen las grandes corporaciones, los grandes centros de poder
económico?
Wikileaks ya ha anunciado futuras "filtraciones" sobre el
comportamiento real de grandes multinacionales. Los ataques contra Wikileaks,
¿no revelan, sorprendentemente, vulnerabilidades evitables? El error no siempre
está alejado de las acciones humanas. ¿No es posible que el complejo poliedro Wikileaks
presente caras que ahora no podemos ni siquiera imaginar? ¿No hemos sido
ingenuos en multitud de ocasiones con los resultados conocidos? Puede ser;
seamos todo lo prudentes que sea razonable. ¿No es acaso significativo que los
socios de Assange en París, la web owni.fr, la empresa parisina de periodismo
electrónico 22marsSAS a la que Assange solicitó el diseño de la plataforma
informática de búsqueda y explotación de los documentos sobre Irak que se
publicaron en octubre de este mismo año, exprese su escepticismo con el
proyecto tras la alianza de Assange con los cinco grandes medios de
(des)información? ¿Qué tiene el ver El País o Der Spiegel, por ejemplo, con la
"nueva agencia del pueblo" que decía querer ser Wikileaks en 2009? ¿No son
razonables las palabras de Nicolas Kaiser-Bril, el data-periodista y jefe de la
publicación francesa, cuando sostiene que uno tiene derecho a interrogarse
sobre lo que él considera nueva orientación de Wikileaks? [1] Tiene derecho,
desde luego, tenemos derecho, pero Pepe Escobar, por ejemplo, ha argumentado
también el probable sentido de la inteligente estrategia que está detrás del
acuerdo con esos medios [2]. ¿No está adquiriendo un papel demasiado central
Julian Assange? ¿No está buscando, y consiguiendo, que los focos de la opinión
pública internacional se centren exclusivamente en él? ¿No se habla demasiado
del mensajero y un poco menos del mensaje? La vanidad es una tentación al
alcance y riesgo de todos y, en este caso, el mensaje, los numerosos mensajes,
no parecen que hayan quedado ocultados. ¿Cómo es posible que el Pentágono, la CIA y mil agencias más, no
hayan sido capaces de destruir un intento así, que en definitiva parte, si no
hay gato encerrado, de la voluntad, capacidad y muy limitados medios económicos
de un número reducido de personas de la sociedad civil? Todo poder, incluso los
grandes poderes imperiales, tienen hendiduras. Nadie ni nada es perfecto,
incluso el kernel del eje del Mal. ¿No son los documentos revelados apenas una
punta del inmenso estercolero diplomático? ¿Aportan realmente algo nuevo a
personas informadas, puestas en materia? ¿No es cierto que la izquierda
resistente ya ha señalado esas mismas barbaridades, y otras afines y no afines,
centenares, miles de veces? ¿No existe el riesgo evidente de que las gentes
crean que esos desmanes son únicos, que no hay apenas nada más, y se pierdan en
el horizonte jupiterino del olvido miles de peores barbaries? Sin duda, pero a
los ojos y oídos de centenares de millares de ciudadanos del mundo muchas de
las cosas que están saliendo son una novedad y, además de ello, la
documentación compromete y el teatro afable de la política internacional ha
quedado herido de muerte. Como se ha visto obligado a declarar el miércoles 1
de diciembre de 2010 el portavoz del Pentágono Geoff Morrell: "No empleamos las
fuerzas del Cibercomando, porque la revelación de los documentos no nos van
impactar negativamente a largo plazo". Y eso por qué podemos preguntarnos. La
respuesta de mister Morrell: "El mundo no se relaciona con nosotros porque les
gustamos o porque nos tengan confianza. Pactan con nosotros porque no les queda
más remedio. Somos el último, el único, poder indispensable que queda". Lo
sabido, pero dicho ahora por televisión y puesto ahora por escrito.
Por lo demás, ¿no tiene razón o razones el canciller cubano,
Bruno Rodríguez Parrilla, cuando afirma que las filtraciones de Wikileaks
"desnudan la diplomacia imperial", "transparentan sus verdaderas intenciones",
la "burda intervención en nuestros asuntos internos", y que van a quedar "pocos
ingenuos en este mundo que no hayan entendido que detrás de las sonrisas y
palabras amables del presidente de Estados Unidos no ha habido ningún cambio de
política ni ética"?
¿No es razonable la opinión del canciller venezolano,
Nicolás Maduro, quien ha sostenido que las filtraciones están destapando "una
inmensa operación de intriga política, de espionaje, de búsqueda de influencia
por vía ilegítima" y revelan la "persecución permanente en contra de la
revolución bolivariana, en contra del pueblo venezolano"?
¿No es significativo que Daniel Ellsberg, en que revelara
los "Papeles del Pentágono" sobre la guerra del Vietnam, haya pedido el boicot
a Amazon, a su vez amenazada por el senador Joe Lieberman y el Departamento de
Seguridad Interior, por su decisión de cancelar el servicio que prestaba a
Wikileaks? ¿No es igualmente significativo que la extrema derecha fascista
americana pida literalmente la cabeza de Assange? ¿No lo es también que el
gobierno francés de Sarkozy, en connivencia con el norteamericano, intente
impedir que Wikileaks encuentre un sitio donde alojar su página web y sus
contenidos? ¿No es prueba de alta tensión que el ministro de Industria, Eric
Besson, haya amenazado a todas las empresas que trabajen o colaboren con
Wikileaks? Teatro, puro teatro. Puede ser, pero no está demostrado que sea así
necesariamente. ¿No está Assange en peligro? ¿No hay órdenes de detención
contra él? ¿No suena a montaje policial, no parece una trampa diseñada, la
acusación de la fiscalía sueca? ¿No hay posibilidades reales de que sea
extradito a Estados Unidos? ¿No tiene razón Assange cuando señala que su
seguridad no es ya un asunto privado sino un asunto público que nos concierne a
todos? ¿No debe la izquierda defenderle? ¿No es un atropello inadmisible la
caza y captura a la que está sometido?
En síntesis: seamos dialécticos esta vez y que sirva además
de precedente, y recordemos el panta rei, el todo fluye. No toda esta senda de
la tradición fue una búsqueda insensata de lógicas alternativas imposibles y
metodologías indocumentadas. El "Watergate de los calles" no es el Primer Motor
inmóvil, es un proceso. No es una foto ni una situación fijada para siempre,
inalterable como el Ser parmenídeo. Va transformándose y, probablemente, con
movimiento uniformemente acelerado en los próximos días. Ahora, en estos
momentos, presenta una cara que merece el apoyo de toda la izquierda y toda la
indignación que comporta lo que vamos conociendo (o reconociendo). Veremos cómo
evoluciona. Apoyemos mientras tanto todas las causas justas que se deriven. Por
ejemplo, las acciones emprendidas por la familia del periodista asesinado Jose
Couso.
La búsqueda y captura de Assange prosigue y adquiere nuevas
dimensiones. Que el Imperio e INTERPOL le busquen, por los motivos que lo
buscan, no garantiza desde luego la bondad de su empresa. Peores hemos visto,
muchas sorpresas nos ha dado ya la vida. Pero la prudencia no nos debe hacer
inactivos ni mermar un átomo nuestra solidaridad activa con alguien que ha arrojado
luz sobre la barbarie e injusticias de la diplomacia internacional, ni con la
organización, Wikileaks, que le es anexa.
Notas:
[1] Andrés Pérez, "Los socios de Assange en París critican
el nuevo rumbo". Público, 4 de diciembre de 2010, p. 11.
Rebelión ha publicado
este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative
Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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