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Intelectuales comunistas cubanos discuten el futuro del socialismo

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El Miércoles 3 de noviembre marcó el inicio en La Habana de una conferencia
de tres días sobre "El socialismo en el siglo XXI", organizado por el
Taller "Cuba, teoría y sociedad", bajo los auspicios del Instituto de
Filosofía de La Habana.
Entre un pequeño número de invitados extranjeros estuvo el
editor de Marxist.com, Alan Woods. Publicamos aquí el informe escrito por Alan
a su regreso:

A la reunión, que se celebró en el Instituto Cubano de
Relaciones Internacionales (ISRI), asistieron un centenar de destacados
intelectuales y académicos cubanos, y militantes veteranos del Partido
Comunista, entre ellos varios miembros del Comité Central. Se llevó a cabo en un
momento crítico de la historia de la Revolución Cubana,
cuando el futuro de la
Revolución se decidirá de una u otra manera.

Durante el transcurso de la conferencia, se anunció
finalmente la fecha del congreso tan esperado del Partido Comunista de Cuba. Este
se llevará a cabo en abril del próximo año y debatirá una serie de propuestas
relativas a la economía que figuran en el documento "Proyecto de lineamientos
de la política económica y social", cuyas copias se agotaron de inmediato
frente a los puestos de los vendedores de diarios.

En este contexto, los debates sobre el significado del
socialismo en el siglo XXI tuvieron un carácter muy concreto, relevante y
urgente. La campaña vociferante contra el marxismo y el socialismo, que llegó a
un crescendo ensordecedor después de la caída de la ex-URSS, ha sido repetida
por los revisionistas que están haciendo todo lo posible para introducir las
ideas burguesas en el movimiento obrero. La lucha contra la ideología burguesa
es por lo tanto una tarea urgente, y en ninguna parte más urgente que en Cuba y
Venezuela.

En el curso de tres días muy intensos, se dedicaron muchas
horas a discutir temas como la crisis del capitalismo, el socialismo y la
ciencia, la cuestión nacional (presentada por Juan Sánchez Monroe, ex-embajador
cubano en Yugoslavia y Ucrania), la revolución en América Latina, el marxismo y
las ideas de Bolívar y Martí (introducido por la veterana comunista cubana
Olivia Miranda Francisco), y muchas otras cuestiones. Tratar cada aportación en
el debate sería una tarea imposible, que ni siquiera voy a intentar hacer. Por
lo tanto, limitaré mi informe a lo que fui capaz de registrar en mis
anotaciones. Como tuve que reconstruir muchos puntos a partir de mi memoria,
esto no debe tomarse como un informe estenográfico sino más bien como mis
impresiones de la discusión.

La primera sesión
En el primer día, Juan Luis Martín Chávez aportó una
acusación devastadora del capitalismo a escala mundial. Señaló que los tres hombres más ricos del mundo tienen
un ingreso superior a los 48 países más pobres. La humanidad está amenazada por
la degradación a gran escala del medio ambiente. La desertificación amenaza a
250 millones de personas, o un tercio de la superficie terrestre (4.000
millones de hectáreas). Se malgastan vastas sumas en armas, mientras 1.200
millones de personas viven al borde de la inanición. Dio la cifra total de
gastos mundiales en armas que asciende a 1,1 billones de dólares, donde a los
EE.UU. les corresponde el 48 por ciento de la producción mundial de armamento.

En los últimos años ha habido un considerable interés en
Cuba por las ideas de Trotsky. En el transcurso de la conferencia, varias
personas mencionaron La revolución traicionada como un libro que explicaba lo
que había sucedido en la URSS
– un tema que, obviamente, tiene una enorme importancia para los comunistas
cubanos. El historiador Felipe de Jesús Pérez Cruz ofreció un análisis marxista
muy bueno del estalinismo y de las razones del colapso de la URSS, citando el libro de dos
autores cubanos, Ariel Dacal y Francisco Brown, Rusia: del socialismo real al
capitalismo real (para el cual yo escribí la Introducción).

En su discurso, el compañero Felipe destacó la importancia
de la revolución bolchevique ("algo que nunca se había visto antes y que
cambió la historia del mundo") y que fue arruinada por "los errores y
la corrupción". Éstos son algunos de los puntos que mencionó:

"Lenin había tratado de combatir el surgimiento de la
burocracia, haciendo hincapié en la necesidad del control de los obreros y
campesinos y los soviets. Pero después de la muerte de Lenin, se produjo un
proceso de degeneración burocrática". Felipe lanzó un ataque devastador al
estalinismo, que según él "fue el responsable de la liquidación física de
los viejos bolcheviques."

"En teoría, era el socialismo, pero en la práctica el
poder estaba en manos de una minoría de funcionarios y administradores. Los
trabajadores fueron alejados de control de la producción, del Estado y del
Partido. El reclutamiento de burócratas se hacía sobre la base de una lealtad
incondicional al círculo gobernante, una capa de privilegiados que concentraban
todas las decisiones y que eran hostiles a toda crítica. Todas las críticas se
consideraban contrarrevolucionarias. Los intelectuales fueron silenciados y
sometidos a la censura o la autocensura".

Explicó que bajo Stalin y sus sucesores una parte creciente
de la riqueza producida por la clase obrera fue absorbida por la burocracia.
Esto terminó en la crisis de la década de 1980, y en última instancia, en la
restauración capitalista. "Estoy convencido de que si no queremos repetir
lo sucedido en la URSS,
debemos volver a las ideas de Lenin," dijo.

En su respuesta a las preguntas y a la discusión, Felipe
dijo:

"En lugar de la palabra burocracia, yo prefiero usar la
palabra funcionariado. Con esto me
refiero al gobierno de un grupo que tiene sus propios intereses y los defiende.
Cuando el funcionariado toma el poder
y lo ejerce contra la sociedad civil, se convierte en una burocracia. Los
funcionarios no pueden transmitir sus privilegios a sus hijos como una
propiedad, por lo que lo hacen a través del poder político y la corrupción. ¿Se
puede construir el socialismo así? Después de la muerte de Lenin el potencial
de la revolución rusa se había perdido. Ahora tenemos que redireccionar la Revolución Cubana.
En Cuba hay muchas formas de democracia directa que se pueden desarrollar,
incluyendo los sindicatos."

En el segundo día la presidencia fue asumida por Juan
Sánchez Monroe. El tema fue el "socialismo en el siglo XXI". La
primera oradora fue Juana Rosales García, quien señaló que la revolución
venezolana había abierto un debate fructífero con la participación de
pensadores de diferentes países, incluyendo Noam Chomsky, Istvan Meszaros, Alan
Woods y Mike Lebowitz.

A ella la siguió Olivia Miranda Francisco, quien manifestó
que después de la caída de la
URSS se había abierto un período de confusión, "incluso en
organizaciones que se hacen llamar ‘socialistas’". Ella atacó a los
detractores del marxismo y subrayó que las genuinas ideas del socialismo se
remontan a Marx, Engels y Lenin. "En el debate sobre el socialismo en
América Latina ha habido un silencio ensordecedor sobre las ideas de los
fundadores del socialismo – incluyendo Mariátegui – y la primera revolución
socialista. Mariátegui, Martí y Mella, todos tenían una estrecha vinculación a
las tradiciones colectivistas indígenas de América Latina", afirmó.

Ella continuó:

"La lucha no puede ser sólo en contra del imperialismo.
También debe ser contra el capitalismo. Mariátegui y Fidel Castro, ambos
excluyeron a la burguesía del bloque popular revolucionario, que consiste en
los obreros, los campesinos y los intelectuales progresistas, bajo la dirección
del Partido. Sólo en el socialismo se puede lograr la plena
independencia."

"El socialismo del siglo XXI"
Yo hablé sobre el tema: "El socialismo del siglo XXI:
nada nuevo bajo el sol". Este fue un artículo que había escrito para la
ocasión y que ya había sido impreso y distribuido (http://www.marxist.com/socialismo-del-siglo-xxi-nada-nuevo.htm).
Lo siguiente es una transcripción aproximada de mi intervención:

"Estoy contento de ver que el título de esta sesión es
‘El socialismo en el siglo XXI ‘ y no el ‘socialismo del siglo XXI’. Lo último
sugiere algo completamente nuevo y original, diferente a todo lo que ha pasado
antes. En realidad, no hay nada nuevo aquí: sólo regurgitaciones de las viejas
ideas tomadas de los socialistas utópicos en la prehistoria del movimiento.

"Esto me trae a la mente la historia de Aladino, en Las
mil y una noches, cuando un viejo mago astuto pasaba por las calles gritando:
«cambio lámparas nuevas por viejas", y la novia de Aladino, que no era muy
avispada, le cambió su vieja, pero valiosa lámpara, por una nueva y brillante,
que era completamente inútil, y como resultado todo terminó en un desastre.

"La teoría del socialismo del siglo XXI, sin embargo,
tiene una gran ventaja sobre todas las demás teorías: nadie sabe lo que es. Es
una botella vacía que se puede llenar con cualquier contenido.

"Tenemos que poner esto en su contexto correcto. En el
último período hemos sido testigos de una ofensiva ideológica sin precedentes
de la burguesía contra el socialismo y el marxismo. Lo peor es que esta campaña
ruidosa ha tenido un efecto dentro del movimiento comunista en todo el mundo.
Todo tipo de ideas revisionistas están circulando, y lo más grave es que están
teniendo un eco en personas que se dicen comunistas.

"La afirmación de que el "libre mercado", da
mejores resultados que una economía nacionalizada y planificada puede ser
contestada con un ejemplo histórico. En Gran Bretaña en 1940, cuando las cosas
estaban muy graves, con los ejércitos de Hitler a punto de invadir la isla,
¿qué hizo la clase dominante británica? ¿Se orientaron hacia las políticas del
‘libre mercado’? ¿Dijeron: que cada uno se arreglara por su cuenta? No, lo que
hicieron fue nacionalizar las industrias de guerra, centralizar e introducir
medidas de planificación. ¿Por qué? Porque dan mejores resultados.

"La URSS
derrotó a los ejércitos de Hitler porque la superioridad colosal de una
economía nacionalizada y planificada les permitió producir más y mejores armas
y maquinaria, y más rápidamente que los alemanes, que tenía todos los recursos
productivos de Europa detrás de ellos. Las ventajas de una economía planificada
se muestran también por la transformación del atrasado zarismo ruso en una
economía moderna avanzada que tenía más científicos de los EE.UU., Japón,
Alemania y Gran Bretaña juntos.

"Al final, la
URSS se vio socavada por la burocracia. Pero la burocracia no
es un resultado inherente a una economía planificada. Es un producto del
atraso, como vemos en Pakistán y Nigeria, que no tienen nada que ver con el
socialismo. Una economía nacionalizada y planificada necesita la democracia
como el cuerpo humano necesita el oxígeno. No hablo aquí de la democracia
burguesa fraudulenta que es sólo una hoja de parra que oculta la dictadura de
los grandes bancos y monopolios, sino de una democracia obrera genuina ‘como
fue defendida por Lenin en su libro El Estado y la revolución – el control de
la clase obrera abajo hacia arriba ".

Al hablar en el debate, el economista y profesor Ernesto
Molina dijo que leyó un artículo de Dietrich en Rebelión, donde mencionaba la cita
de Lenin sobre Rosa Luxemburgo: "a veces un águila puede volar más bajo
que una gallina"; y añadió con humor: "Tengo que hacer una
autocrítica. Ahora me doy cuenta que Dietrich nunca voló más alto que las
gallinas."

Uno de los oradores que habló desde el auditorio, Fabio
Grobart, hijo de uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba, hizo
hincapié en la necesidad de una política internacionalista.

Otra veterana comunista de Cuba, la camarada Olivia
Fernández, dijo: "Me alegro que Alan Woods haya hecho hincapié en la
cuestión del marxismo. Me gustaría hacer hincapié en el punto de que todos los
problemas que han surgido en el socialismo, no son culpa de la teoría marxista,
sino de la interpretación [incorrecta] y la aplicación de estas ideas". Y citó
las palabras del Che Guevara: "El socialismo y el comunismo son un proceso
de búsqueda y descubrimiento."

Alguien preguntó: "¿Qué hay de malo en una teoría sin
terminar [refiriéndose a la "teoría" del socialismo del siglo XXI]?" A
esto yo respondí de la siguiente manera:

"Necesitamos tener un enfoque más riguroso hacia las
ideas. Si esta fuera una conferencia de físicos, bastaría con imaginarnos que
alguien dijera: ‘Yo no he hecho ningún experimento y no tengo prueba alguna,
pero esta es mi teoría’. Tal persona provocaría risas en la sala. O imagínate
que vas al dentista con un dolor de muelas y el dentista te dice: " En
realidad, nunca he estudiado odontología, pero abre la boca de todos modos y
veré qué puedo hacer". Usted saldría corriendo de la consulta. O a un
fontanero que llama a la puerta y dice: ‘No sé nada de fontanería, pero déjame
poner mis manos sobre tu sistema de calefacción central.’ Usted lo echaría de
su casa. Pero cuando se trata del marxismo, parece que todo vale. Bueno, eso no
es así. Las ideas del marxismo son esencialmente las mismas que hace 150 años.
Podría modificarse este o aquel detalle, pero lo que es sorprendente es lo poco
que hay que cambiar."

¿El camino de China?
El debate sobre Cuba fue inaugurado por el economista Ernesto
Molina, quien comenzó haciendo una lista del despilfarro y la ineficiencia que
son inseparables de los métodos burocráticos. A continuación, pasó a expresar
su oposición a las subvenciones que el Estado cubano paga por los alimentos
básicos y otras necesidades ("no podemos afrontarlas"):

"Mientras el mercado mundial capitalista exista, los
precios deben reflejar los precios del mercado mundial. Cuba es una economía
pequeña y abierta en un mundo capitalista turbulento. Siempre hemos tenido que
importar bienes y debemos mantener nuestras fuerzas armadas para la defensa.
Tenemos algunas grandes tareas a las que hacer frente; por ejemplo, en el
ámbito de la vivienda. Algunos de los problemas pueden resolverse dentro de
Cuba. Otros están fuera de nuestro control, en el mercado mundial.

"Después de la caída de la URSS tratamos de resistir. Lo
principal es que el pueblo esté unido. Debemos defender nuestras conquistas.
Pero el Estado no puede controlarlo todo."

En su discurso sobre el "socialismo" vietnamita y chino
Gladys Hernández Pedraza señaló claramente los peligros de seguir esta línea.
Si bien las cifras indican importantes avances en el crecimiento económico,
esto ha sido a costa de una desigualdad social enorme y creciente. En China
existe una desigualdad entre los que "tienen" y los que "no tienen", entre la
ciudad y el campo, entre el Este y el Oeste y entre las nacionalidades china y
no chinas, dijo.

Oficialmente, 270 millones de chinos tienen salarios bajos.
Tanto China y Vietnam se enfrentan a graves problemas ambientales. En Vietnam,
los ríos, deltas y ciudades están muy afectados.

Las contradicciones en la sociedad china son
"explosivas", explicó.

La actitud general hacia el "modelo chino" fue
negativa. Jorge Santana dijo con franqueza: "No se puede hablar de
socialismo en China." Hablando desde el auditorio me dijo que lo que
estaba ocurriendo en China era una advertencia para Cuba:

"Cuando Deng Xiaoping inició sus reformas en China no
tenía pensado volver al capitalismo. Pero después de 30 ó 40 años de
"reformas de mercado" el movimiento hacia el capitalismo asume un
carácter irresistible. Las condiciones de los trabajadores chinos en las
industrias privatizadas son una reminiscencia de las condiciones descritas por
Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra o en las novelas de
Charles Dickens".

El declive de la teoría se ha visto reflejado en la
terminología. Las constantes referencias al "neo-liberalismo"
parecieran implicar que hay diferentes tipos de capitalismo – un capitalismo
"bueno", el keynesianismo o capitalismo con rostro humano, y otro
capitalismo "malo" (el neoliberalismo). De hecho, la crisis del
capitalismo hace imposible el reformismo. Los enormes déficits públicos fuerzan
a la burguesía atacar los niveles de vida y las concesiones hechas en el pasado
en áreas como salud, vivienda y educación. Todos los cubanos son conscientes de
la importancia de estas cosas y no sería feliz verlas abolidas bajo el nombre
de "socialismo de mercado".

Me pareció que la mayoría (si no todos) de los presentes
eran conscientes de que al hablar del modelo chino (o vietnamita), estábamos
hablando del capitalismo. Señalé que el llamado "socialismo de mercado" era una
contradicción en sus términos. Se puede tener el socialismo o la economía de
mercado, pero no se puede tener ambas cosas. Sin embargo, entre algunas capas
hay un claro intento de confundir la cuestión, al referirse en términos
ambiguos a "una economía de mercado con orientación socialista" –
¡cualquier cosa que eso pueda significar!

El control obrero
El último día, la cuestión central fue debatida finalmente:
el futuro de la
Revolución Cubana. La sesión fue presidida por Jorge Luis
Santana Pérez, quien el primer día había citado las palabras de Rosa
Luxemburgo: la única alternativa ante la humanidad son el socialismo o la
barbarie.

Hablando desde el auditorio, un economista (no recuerdo su
nombre), dijo: "Después de 50 años no estoy en absoluto satisfecho con la
forma en que se ha dirigido la economía socialista.

Basta con mirar la agricultura. Hemos estatizado toda la
tierra, pero no fuimos capaces de cultivar una gran parte de ella. Vamos a
tomar el toro por los cuernos. Hemos cometido un grave error a todos los
niveles al copiar el modelo de la URSS. Hemos confundido la propiedad estatal con
el control del Estado. El trabajador no tiene control sobre la producción – que
es lo que Marx llamó alienación. Se ha hablado mucho acerca de si producimos
mercancías para exportar (commodities) o no. Pero tenemos que producir bienes
cuyo valor deben reflejar los costos de producción. "

Juan Sánchez Monroe, dijo: "He visto todo esto antes.
He oído las mismas discusiones. En Rusia, donde se llevó a cabo la mayor
revolución de la historia, había un Partido con 20 millones de personas a la
cabeza. Pero, ¿qué pasó? ¿Por qué fue derrocado? Eso ocurrió porque no se pudo
lograr la calidad en el área donde era más importante – en los bienes
producidos para el consumo humano. – Para satisfacer las necesidades de la
gente"

Yo estaba interesado en escuchar lo que diría Camila Piñeiro
Harnecker. Puesto que el tema sobre el que ella iba a hablar era Los Riesgos de
la expansión de empresas no estatales en la economía cubana y recomendaciones
para evitarlos, supuse que haría un alegato en contra de las privatizaciones.

De su contribución por escrito me di cuenta de que Camila se
opone a la introducción del capitalismo y del trabajo asalariado, pero encontré
algunas partes de su contribución no lo suficientemente claras. Por ejemplo:
"A veces es necesario admitir elementos no-públicos, pero esto debe
considerarse algo temporal y que hay que superar." "Las empresas no
estatales pueden ser socialistas. Un trabajo colectivo debe ser capaz de
dirigir su propia fábrica. Los consumidores también.", etc. Esto se
parecía mucho a la promoción de cooperativas, que fácilmente pueden ser un paso
hacia la privatización total.

El lado más positivo de este discurso fue el énfasis en el
control de los trabajadores: "Los trabajadores deben sentirse motivados,
que forman parte del proceso de toma de decisiones."

Eso es cien por ciento correcto y va al corazón del
problema. Pero esto se echó a perder, en mi opinión, por un énfasis excesivo
hacia lo "horizontal" (en oposición al control "vertical").
Es una lamentable tendencia de algunos "socialistas del siglo XXI" el
hacer hincapié sólo en el control, y no en la propiedad. Pero, por importante
que sea la cuestión del control, la cuestión de la propiedad – es decir, las
relaciones de propiedad – sigue siendo decisiva. El control obrero, a menos que
conduzca a la nacionalización, sólo puede ser una fase transitoria y puede ser
realizado sólo parcialmente. En ningún caso puede plantearse como una
alternativa a la nacionalización.

La confusión sobre lo que se entiende por control obrero
sería desastrosa para Cuba, como lo fue para Yugoslavia. La concepción
leninista del control y la gestión obrera no tiene nada en común con el
concepto anarcosindicalista por el cual los trabajadores ferroviarios dirigen
el ferrocarril, los mineros las minas, etc. Tal noción tendría el efecto de
oponer a una fábrica contra la otra, a trabajadores contra trabajadores, a los
trabajadores contra los campesinos, a los productores contra los consumidores,
y así sucesivamente. Causaría una gran desigualdad.

En tal sistema, los trabajadores de las fábricas más
eficientes y productivas estarían mejor que los de las fábricas más antiguas y
menos eficientes. Se terminaría por asumir la mentalidad de los propietarios y
se actuaría como tales. Con ello se socavaría completamente la planificación
central absoluta y se asestaría un golpe fatal a la economía nacionalizada y
planificada. Así, este "horizontalismo", a pesar de las buenas
intenciones de sus partidarios, lleva directamente al mercado capitalista. Por
esta razón mantenemos la firme defensa de la planificación central y de la
nacionalización, y nos oponemos implacablemente a cualquier tipo de
privatización (a excepción de algunos pequeños comercios y empresas) y al
"horizontalismo".

La idea leninista es completamente diferente. Somos los más
fervientes defensores de la planificación centralizada, pero esto debe ir
acompañado por el control democrático y la administración de la clase obrera a
todos los niveles, tanto en la elaboración del plan como en su puesta en
práctica. De esta manera, el centralismo y la democracia no son incompatibles,
sino completamente inseparables. La voz de los trabajadores se escucharía a
todos los niveles del proceso, que implica un flujo libre de información y de
comentarios, de "arriba" hacia "abajo" y de
"abajo" hacia "arriba".

Cuando hablamos de control obrero no tenemos en cuenta sólo
a los trabajadores de una empresa en particular, sino a la clase obrera en
general. Toda una serie de cuestiones como la seguridad, las condiciones de
trabajo, etc., estarán directamente en manos de los trabajadores, pero el plan
general debe ser decidido por el conjunto de la sociedad, lo que debe reflejar
los intereses generales y las prioridades de la clase obrera en su conjunto. Eso
es lo que queremos decir con la planificación central.

¿Qué pasa si hay un conflicto entre las opiniones de un
lugar de trabajo particular y el interés general? En ese caso, este último debe
prevalecer sobre el primero; al igual que en toda democracia la minoría debe
aceptar la opinión de la mayoría. Una posibilidad sería ejecutar el trabajo
sobre la base de un comité tripartito, integrado por un tercio que represente
al Estado, un tercio a los sindicatos, y un tercio que sea elegido directamente
por los trabajadores. Sin embargo, para que esto tenga éxito, es esencial que
tanto los sindicatos como el Estado deban estar bajo el control democrático de
la clase obrera.

Hablando desde el auditorio en el curso de este debate,
dije:

"Dudé antes de hablar en este debate porque los
problemas de la revolución cubana sólo pueden ser resueltos por el pueblo
cubano y, en primer lugar, por los comunistas cubanos. Sin embargo, el destino
de la Revolución
Cubana es una cuestión de gran importancia, no sólo para el
pueblo cubano, sino también para los trabajadores de todo el mundo. La
liquidación de las conquistas de la Revolución Cubana
sería un terrible revés para el movimiento obrero de América Latina e
internacionalmente. Hemos visto una catástrofe en Rusia, y ahora China y
Vietnam van por el mismo camino. No queremos ver una repetición de esto en
Cuba.

"Vamos a hablar con claridad. Hay gente en Cuba a la
que le gustaría volver al capitalismo. Ellos piensan que las cosas estarán
mejor. Se equivocan. Se dice que las personas no trabajan en Cuba y en una
economía de mercado los que trabajan son recompensados y los que no lo hacen
son despedidos. Pero eso no es cierto. Cuando los patrones cierran una fábrica
no distinguen entre un buen trabajador y uno malo.

Todos por igual son arrojados a la calle. No creo que las
cosas no puedan ser peor. ¡Pueden ser mucho peor! ¡No hay que saltar de la
sartén al fuego!

"Ahora, vamos al punto: sabemos que el capitalismo es
un sistema injusto, inhumano y antieconómico. Por decir poco. Sin embargo, el
capitalismo funciona, y ha estado funcionando durante unos doscientos años. Por
cierto, no es verdad que no hay planificación en el capitalismo. Toda empresa
capitalista funciona bajo un plan. El problema se presenta fuera de la empresa,
en la anarquía del mercado, donde todo se decide por el juego ciego de las
fuerzas del mercado, por la ley de la oferta y la demanda.

"Se puede decir que el mercado actúa con un control
rudo para tratar de poner límites al despilfarro, la corrupción y la ineficiencia.
Si una empresa particular, va demasiado lejos en este sentido, se tendrá que
cerrar, quedará fuera del negocio por la presión de competidores más eficaces.
Pero ¿qué es lo que sucede en una economía socialista planificada? Si todas las
grandes empresas son nacionalizadas, ¿cómo podemos evitar la corrupción, el
despilfarro, la mala gestión de la burocracia y la ineficiencia? Sólo hay una
forma posible: el control consciente de los hombres y mujeres a través del
control y la gestión obrera, como Lenin explicó muchas veces".

Jorge Luis Santana, citando La revolución traicionada,
señaló el peligro de la restauración capitalista en Cuba:

"Yo me pregunto ¿hasta qué punto nuestras ideas son
correctas y realistas? ¿Qué significan hoy el comunismo y el socialismo para el
cubano promedio, o para el mundo de hoy? Necesitamos una causa que defender y
la esperanza de un futuro para un mundo que está desgarrado por las guerras y
las crisis. Necesitamos un análisis profundo de nuestras viejas posiciones, una
remodelación completa de las posiciones revolucionarias a escala mundial.
Tenemos que innovar, como lo hizo Lenin."

Discusión en el
Instituto de Filosofía

Después de que el taller hubiera terminado me invitaron a
dar una conferencia a los profesores y estudiantes del Instituto de Filosofía
de La Habana,
sobre el tema: ¿por qué cayó la
URSS?

Este fue el mismo día en que fue anunciada la convocatoria
del Sexto Congreso del Partido. En sus observaciones introductorias, el
compañero Jorge Santana dijo: "Cuba es hoy un crisol de ideas y nadie
puede decir que Alan Woods no forme parte de esto."

Considerando que en la conferencia el tiempo disponible para
las contribuciones se vio limitada por el gran número de oradores, en esta
ocasión pude hablar durante una hora, donde traté de explicar las razones de la
caída del estalinismo en la línea de "La revolución traicionada" y del libro de
Ted Grant "Rusia, de la revolución a la contrarrevolución".

Lo que me sorprendió positivamente fue el grado de acuerdo
entre prácticamente todos los que hablaron. Nadie expresó ninguna diferencia
real con el análisis que había proporcionado, incluyendo a veteranos del
Partido Comunista. Hubo mucho interés y una animada sesión de preguntas y
contribuciones. Éstos son algunos de los comentarios (no siempre fui capaz de
obtener los nombres):

"En el PCUS se suponía que había 18 millones de
comunistas. Pero no pudieron evitar lo que sucedió. Estaban esperando una
dirección desde arriba, pero cuando no llegó se desorientaron"

"Sí, pero si se le preguntara a la gente de hoy, muchos
dirían: las cosas eran mejores antes…"

"El gran fracaso fue la falta de libertad para
discutir. Esto hizo un gran daño al arte y a la cultura. Era una cultura
cerrada y no abierta a las ideas del exterior."

"Lo que ocurrió en la URSS no era inevitable. Se podría haber evitado.
"

Alguien me preguntó acerca de la teoría del capitalismo de
Estado, a lo que respondí:

"La llamada teoría del capitalismo de Estado es una
teoría que no explica nada. Es un error en lo teórico y un desastre en la
práctica. Si se caracteriza a la Unión Soviética como un régimen de capitalismo de
Estado, entonces debería aplicársele la ley del movimiento del capitalismo: la
existencia de auges y de recesiones en su economía, lo que no fue el caso. Si
uno acepta la conclusión de que existe un sistema social llamado capitalismo de
Estado, que es totalmente desconocido para el marxismo, una forma de
capitalismo que es capaz de proporcionar un largo período de altas tasas de
crecimiento y donde no hay desempleo; entonces sería un sistema que es
históricamente progresista, ya que desarrolla las fuerzas productivas a un
grado inaudito. Esto requeriría una revisión fundamental de todos los
postulados básicos del marxismo. Habría que volver a escribir los tres
volúmenes de El Capital.

"De hecho, no es necesaria ninguna revisión. En La
revolución traicionada Trotsky dio una explicación marxista del fenómeno en las
líneas de las ideas clásicas de Marx y Lenin. Este análisis ha resistido la
prueba del tiempo.

"Aunque sea superficialmente atractiva, la teoría del
capitalismo de Estado fue desastrosa en la práctica. Cuando se enfrentaron a la
amenaza de la restauración capitalista actual en Rusia, ¿qué podrían decir los
defensores de esta teoría? ¿Que no había prácticamente nada que elegir entre
ambas cosas? ¿Que no había ninguna diferencia entre un régimen u otro en el
momento en que la propiedad nacionalizada se privatizó? Sólo es necesario
formular la pregunta concreta para ver el lío en que nos meten las teorías
confusas."

Me complace señalar que mi más reciente libro "Reformismo o
revolución" ha despertado un gran interés en Cuba. La copia que existe en la
biblioteca del Instituto de Filosofía se ha leído tanto que estaba en un estado
lamentable, y los pocos ejemplares que pude traer conmigo tuvieron una gran
demanda. La editorial Ciencias Sociales, que anteriormente publicó la edición
cubana de mi libro "Razón y Revolución", ha acordado ahora la publicación de "Reformismo
o Revolución".

El debate ha comenzado
También hablé en la Universidad de La Habana y en otra reunión de
estudiantes latinoamericanos y cubanos. Fui invitado a hablar en la Universidad de
Santiago, pero tuve que cancelarla por falta de tiempo. Por la misma razón, no
pude hablar en una reunión de estudiantes venezolanos que iba a ser organizada
por la Embajada
de Venezuela.

De mi breve visita, una cosa está clara: todo el mundo en
Cuba tiene una opinión sobre los cambios económicos propuestos por el Congreso
del Partido.

Si bien es posible establecer comparaciones con Rusia,
también hay diferencias importantes. En 1989, la Revolución de Octubre
era un recuerdo lejano para la mayoría de los rusos. Las antiguas tradiciones
habían sido enterradas durante décadas por la burocracia. Pero en Cuba la
revolución que se llevó a cabo permanece dentro de la memoria viva del pueblo.
La mayoría de los cubanos están muy orgullosos de los logros de la Revolución y no estarán
dispuestos a rendirse sin luchar. Lo mismo ocurre con los miembros del Partido
Comunista, que son dolorosamente conscientes de la catástrofe que la
restauración capitalista ha significado para el pueblo de la antigua Unión
Soviética y de la Europa
del Este.

En conversaciones privadas, muchos me expresaron su firme
oposición a cualquier intento de arrastrar a Cuba por el camino capitalista.
Juan Sánchez Monroe me dijo: "¿Sabe usted cuánta gente he conocido en
Rusia y Europa del Este que se ha suicidado, que se ha ahorcado o que ha puesto
una bala en el cerebro? No, nadie habla de esas estadísticas, pero hay muchos.
Eso no debe suceder aquí".

El Congreso del Partido es esperado y las expectativas son
altas. El futuro de la
Revolución cubana es demasiado importante como para que sea
decidido por un pequeño grupo. Debe haber un debate a fondo y democrático a
todos los niveles, empezando por el Congreso. Este debate ya ha comenzado.

Fuente: Corriente Marxista 

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