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Los crucificados son los resucitados

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Parodiando esa hermosa frase de Ellacuría o de Sobrino,
Teólogos de la Liberación,  que cambia la mirada, y por lo tanto la
interpretación simbólica para los cristianos de la Resurrección de
Jesús, diremos que  "Los crucificados por
la historia", los mineros chilenos que representan el esfuerzo de este pueblo
de rasguñar de las entrañas de la tierra los minerales que harán ricos a otros,
que permitirán la industrialización de otros, 
y por lo cual arriesgan su vida día a día en condiciones deplorables,
como lo ha reconocido hasta el actual presidente, han concitado el esfuerzo de
todo el gobierno y sus recurso, para resucitarlos.

Acto paradojal que me asombra, ya que pocas veces se ven en
el mundo decisiones con tanto significado simbólico, tomadas por quien menos se
hubiera pensado.

Con este gesto y a pesar del barullo mediático, se ha
dignificado la vida de los pobres ante el mundo.  No son 33 mineros chilenos, son los pobres
del mundo los que pueden ser salvados si realmente se tiene la voluntad para
hacerlo, si alguien está dispuesto a dejar de lado los cálculos miserables y
volcar su esfuerzo en un acto de amor y redención.

En este momento que los economistas están tirándose los
pelos porque la cosa no funciona, y las bolsas caen junto con la demanda global
y el dólar, el rescate logra detener el barullo, se produce un silencio y las
miradas se vuelcan sobre esa pequeña cápsula que trae a un modesto minero
chileno a la vida.  Y todos quedan
asombrados de que este pobre paisito, del último confín del mundo,
gobernado  por la derecha, aunara sus
esfuerzos para ayudar a los mineros.  Y
estos mineros demostraran tener una entereza, una valentía y una organización
ejemplar.

Algo parecido fue la  Epopeya
del Riñihue en Mayo de 1960, cuando sufrimos el cataclismo más grande
registrado en tiempos históricos, los aludes 
obstruyeron el desagüe natural del Lago Riñihue creando un taco que
obstaculizó el flujo regulado del caudal del Río San Pedro amenazando con una
ruptura violenta que hubiera devastado todo a su paso, completando el desastre
producido por el terremoto y maremoto  en
la ciudad de Valdivia y sus alrededores.

En ese tiempo la autoridad de Corfo y sus ingenieros
encabezados por Raúl Saez ayudado por obreros que trabajaron día y noche a
pesar de la lluvia sureña pala en mano, lograron perforar el taco y las aguas
empezaron a fluir con lentitud, sin dañar las riberas y Valdivia y sus
habitantes se salvaron.

No había en ese tiempo televisión en línea para que el mundo
visualizara la hazaña realizada por las decisiones de los ingenieros y el
sacrificio de los obreros.  Por eso la
recuerdo, porque este espíritu de colaboración que brota cuando estamos con el
agua al cuello, es lo que nos saca adelante periódicamente, es lo que nos da la
esperanza moral para seguir viviendo en Chile.

El pueblo de Chile necesitaba saber que el Gobierno era
capaz de invertir tiempo, energía y muchísimo dinero en 33 mineros enterrados,
sin perder la esperanza.  Porque somos un
país necesitado de esperanza ya que 
llevamos demasiados años de esperanzas no cumplidas

Así como los primeros cristianos, esclavos del Imperio
necesitaban la
Resurrección para pensar que Dios ayudaba a las víctimas de
las atrocidades del Imperio Romano, así 
necesitamos nosotros la esperanza de que los actuales adoradores del
dinero y del desentenderse de lo que no sea hedonismo, los cultivadores de la
racionalidad sin amor, hicieran un gesto hacia los pobres  tan bien representados por estos 33 mineros.

¿Por qué lo hicieron? 
No tengo la respuesta, no quiero ser mezquina.  Prefiero pensar que todavía existen los
milagros, y que de repente el espíritu puede iluminar a algunos por sobre sus
conveniencias inmediatas, contagiándolos de ese algo que llamamos humanidad.

Ya sé que me van a decir que si los dividendos políticos,
que con esto se tapó el conflicto mapuche, lo sé y lo he pensado, no soy tan
ingenua.  Pero aún y así me alegro que se
hayan salvado con bombos y platillos, porque es la resurrección de los
humildes, la resurrección de los que este sistema deja fuera de las
estadísticas, de los planes, es la resurrección de los "crucificados por la
historia" es la resurrección de los "esclavos del sistema". Y eso me llena de
alegría.

No opaquemos la pureza del momento en su parte medular
acordándonos de si el señor de la inspiración hizo esto o aquello.  Eso lo sabemos de sobra.  Celebremos 
la humanidad que superó la muerte.

Y si de paso eso sirve para revisar la situación de seguridad
de los obreros de la Minería,
me alegro aún más.
Octubre, 2010

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