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Estudiantes colombianos: ¡No estamos de fiesta!

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En el marco de la conmemoración del Bicentenario de la independencia y a
92 años de la publicación del Manifiesto de Córdoba , Colombia,
Latinoamérica y el Mundo cierran el capítulo del pésimo gobierno de
Álvaro Uribe Vélez, para dar inicio al de Juan Manuel Santos, que si
bien trae consigo la mudanza del personaje, no significa por ningún
motivo un cambio político, porque continúa la preeminencia de la
Seguridad que se ufana de Democrática, para mantener los intereses y
privilegios de las elites minoritarias.

Hay algo singular, que no tiene nada de novedoso, en el proceso
electoral que atravesó recientemente el país y se trata del despliegue e
intervención de los medios de comunicación en la escena pública de los
pasados comicios. No sólo influyó con la creciente popularidad del
candidato Antanas Mockus como estrategia mediática, para legitimar el
régimen democrático del establecimiento, sino que a través de la falsa
inclusión de un candidato “alternativo” y de los pobres debates
presidenciales, generó ilusorios escenarios políticos; escenarios
carentes de opinión pública real, donde no hubo compromisos y propuestas
para resolver las problemáticas profundas del país, contrariedades como
el conflicto social y armado por ejemplo se desplazaron o se abordaron
como se ha venido haciendo siempre.

Justamente el panorama político del país que se celebró en dos vueltas
electorales, como digno resultado de la “democracia más sólida” de
América del Sur, tiene como telón de fondo las vísperas y el desarrollo
de la fiesta del mundial de fútbol que, entre otras cosas, se celebra en
uno de los países del África con altos índices de desigualdad. Ningún
otro acontecimiento les hubiera ofrecido la ocasión perfecta para
distraer y pacificar a las masas, que cuando de neutralizar se trata,
las llaman ciudadanas. El despliegue, la cobertura y demás aparatos
dispuestos por los medios de comunicación para el mundial es la
herramienta más adecuada para sofocar los debates de opinión y revestir
de un carácter más eufórico y patriotero la conmemoración del
bicentenario y el cambio de figura en el nuevo período presidencial.

Está visto que a la clase dirigente no le bastaron las miles de
ejecuciones extrajudiciales (mal llamadas falsos positivos), la
constante violación a los DDHH, los asesinatos de los líderes
campesinos, estudiantiles, de las negritudes, trabajadores, indígenas,
LGBT, mujeres, etc. La élite y su régimen necesitan más de lo mismo y es
claro por la manera como funciona su sistema político, económico,
social y cultural que requiere, para su subsistencia, de salarios
indignos, de la tan aclamada innovación e inversión extranjera (conocida
como confianza inversionista), de la miseria, la ignorancia y la
guerra.

¿Cómo respondemos los estudiantes a esta realidad, la que nos bombardea
con formas de terror para inmovilizarnos a través del miedo, la que nos
especializa para saber sólo un poco y ojalá no saber nada de política,
historia y arte?

Ahora y como siempre la Unidad, y no la unidad para defender los
intereses de menos del 10% de la población colombiana, se hace urgente,
la tarea inaplazable de construir, como ya se ha venido haciendo, con
organización, propuestas y participación política. Que se escuchen los
gritos de inconformismo, que por los pasillos de los colegios y las
universidades suene el pasar de las hojas plasmadas de ideas diferentes y
acordes a las exigencias del medio ambiente, del pueblo colombiano y su
momento histórico. Lo anterior con el fin de demostrar que fue la
corrupción, el clientelismo y la ignorancia impuesta la que eligió al
gobierno de paso. En ningún momento fue la decisión de los colombianos y
colombianas que han asumido y del mismo modo asumirán junto con más
inconformes, el compromiso y el trabajo de la transformación política y
social, que comprende la realidad y sus problemas, del lado de la
historia de quienes no celebramos esta fiesta de sangre, quienes no
queremos que se hunda el barco, y que pugnamos por definir otra ruta,
que si bien no será perfecta dadas las condiciones del ser humano, si
será más justa y coherente.

“Los dolores que quedan son las libertades que faltan”
(Manifiesto de Córdoba, Argentina, 21 de junio de 1918)
¡La lucha continua!

Estudiantes Organizados

Movimiento de Estudiantes de Universidades Privadas

21 de junio de 2010

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