Pretextos políticos y métodos de management neoliberal de J. Lavín en el Mineduc
por Leopoldo Lavín Mujica (Canadá)
15 años atrás 4 min lectura
Joaquín Lavín no podrá hacernos creer que los 466 trabajadores o
funcionarios despedidos del Mineduc son todos unos perezosos,
incompetentes, burócratas, operadores políticos concertacionistas y
aprovechadores. Así los quiere presentar la campaña de gobierno que con
voceros, asesores y adeptos del piñerismo, intenta convencer a la
opinión pública que hay que pasar la escoba y hacer limpieza.
Se olvida que entre los 466 despedidos no hay violadores de los derechos
humanos como los hay en las filas del piñerismo que ocupan puestos
políticos pagados con el dinero del fisco. Aquellos políticos
derechistas comparsas del pinochetismo con los cuales los
concertacionistas hasta hace poco se abrazaban. Baste con recordar a
Jovino Novoa y su apretón de manos con senadores socialistas, DC y
PPDés. Pero esa es la elite que forma parte del establishment. Ahí,
entre ellos, hay “respeto”. El trato entre elites tiene su correlato en
el trato patronal del Estado hacia los trabajadores públicos.
¡Cómo si no hubieran normas para hacer cargos y aplicar medidas
disciplinarias o sumarios a los funcionarios y como si éstos no tuvieran
derecho a hacer descargos y defenderse ante comisiones paritarias o
tripartitas para dirimir conflictos!
Empecemos por ahí antes de innovar, emprender, experimentar y desgrasar
para allanarle el camino al Estado empresario. Empecemos por hablar el
lenguaje de la democracia: respetar los derechos colectivos de quienes
viven de su trabajo.
Sin negar que arbitrariedades hubieron durante el gobierno de los
concertacionistas.
Pero la derecha del ministro de Educación es especialista en usar los
mecanismos propagandísticos para la manipulación de las audiencias.
Como, por ejemplo, presentar bienes almacenados que evocan derroche, mal
uso o mala planificación con el fin de fabricar indignación y machacar y
repetir; porque algo va a quedar. Nos hacen recordar el montaje de
imágenes o los relatos acerca de los alimentos y productos suntuarios
que supuestamente se almacenaba en la casa de Tomás Moro en septiembre
del 73.
No hubiera hecho la analogía con el pasado si el “affaire” del Embajador
Otero con sus declaraciones nostálgicas del pinochetismo golpista no nos
hubieran estallado en la cara y puesto en alerta.
Los argumentos para despedir son muy parecidos a los utilizados durante
el golpe militar. Cuando se “exoneraba”. El eufemismo causaba terror y
ocultaba el poder total ejercido contra quienes no pensaban igual. Así
se cerraron incluso escuelas universitarias como la Escuela de
Periodismo de la Universidad de Concepción. Y se expulsó de sus empleos a
miles de trabajadores a quienes el día de pago se los subió a
culatazos en camiones, por ser sospechosos de militar en la izquierda,
para luego ser conducidos a los campos de concentración y de tortura.
Lo que sí es seguro, conociendo el el espíritu de casta y camarilla de
la derecha chilena, es que serán cientos de RN y de la UDI, además de
algunas decenas de Opus Dei, los que se van a apitutar en el gobieno de
Piñera. De preferencia en los ministerios dirigidos por supernumerarios
con el retrato de Jaime Guzmán en la pared.
Y si se repiten el plato por cuatro años más —que nuestra voluntad nos
libre de tal calamidad— serán miles los que van a copar el aparato del
Estado empresario para continuar imponiendo en el ministerio de
Educación, con un ingeniero comercial y MBA a la cabeza, la idea que la
educación es una mercancía y que lo mejor es darle a cada familia un
monto de dinero (ticket o baucher) para que pague la “mejor oferta
educativa” para sus hijos. Así destruirán a la educación como proyecto
formador de ciudadanos. La vaciarán de sus contenidos laicos,
humanistas, racionales, científicos y críticos. La aplanadora neoliberal
en marcha aprovechándose de la LGE, de iniciativa concertacionista.
Así el Estado empresario fabricará mano de obra barata, maleable,
desechable, consumible.
Pero, si uno sólo de los 466 despedidos del Mineduc, si uno solamente,
no corresponde al retrato que de ellos ha hecho la propaganda oficial,
Joaquín Lavín tendría que —como es la regla en estos casos— renunciar
por inducir en error descaradamente al país y por actuar de mala fe.
Y como corresponde en estos casos ante trabajadores despedidos, la
solidaridad con ellos es vital para hacerle frente a los planes
piñeristas de expulsar, doblegar y flexibilizar a los trabajadores.
Las organizaciones sindicales comienzan a tener bastantes casos de abuso
patronal y de despidos injustificados entre las manos como para
comenzar a pensar en preparar acciones de defensa de los derechos
sindicales al respecto.
– El autor, Leopoldo Lavín Mujica, es ex miembro del Comité de
Solidarité international de la FNEEQ, Federación nacional de profesoras y
profesores de Québec.
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