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Terremoto y Maremoto en Chile: El derrumbe de nuestras expectativas y la posibilidad de la Esperanza

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La expectativa es esperar realizar algo o conseguir algo, que generalmente tiene que ver con una conveniencia propia. La esperanza es la fe que tenemos en que es posible lo que deseamos a un nivel más completo del ser, de los sentimientos profundos, de las relaciones, de lo social, de lo espiritual… El dolor está en la espera, pero cuando a esa espera se suma la fe, se convierte en esperanza. No podemos vivir ni sobrevivir sin la esperanza en nosotros mismos  ni la esperanza en los demás. Nuestra esperanza en el futuro depende de ambas.

Cuando en la vida personal “se nos mueve el piso” o sufrimos una devastación en nuestra vida, caen nuestras expectativas y sí o sí nos inunda la desesperanza y el abandono, pero poco a poco, aparece una vital esperanza. Para quienes tenemos una opción creyente, esperamos en Dios y en sus Promesas, más que en sentir o no sentirlo en nuestras plegarias e iglesias. Hoy, literalmente, se nos ha movido el piso, la tierra, el mar. Chile ha sufrido nuevamente un devastador terremoto y maremoto. Se han derrumbado nuestras expectativas; ha quedado al desnudo los diferentes países que hay en nuestro único país; hay dolor y desesperanza, pero se asoma en el horizonte una vital Esperanza.

En esta hora debemos ser valientes para reponernos y reconstruir nuestro país; pero también ser valientes en enfrentar la verdad y ya no ser políticamente correctos:

Nuestra expectativa de ser un país “top” y aplaudido por su forma de llevar la economía y enfrentar las crisis, o por su sistema de AFP que ilusamente creemos justo, o por sus artistas e intelectuales (que siempre han sido reconocidos primero en el extranjero) o por ser los “ingleses de américa”, etc., tal expectativa ha sido derrumbada por la imagen dada al mundo de saqueos injustificados (porque se justifica cuando “ante la necesidad carece la ley”… pero ante la necesidad vital !!). Esos saqueos delictivos efectuados por los llamados “jóvenes flaites”, que derrumban la estúpida expectativa de andar animando en festivales, eventos o programas de tv modas originadas en el lumpen carcelario (vestimentas anchas para esconder lo robado o armas; pelo corto con cortes para distinguirse como “más choros” entre otros delincuentes; canciones regetoneras con letras basadas en los más bajos instintos y que las niñas pequeñas bailan con “inocente” entusiasmo; lenguaje propio de los reos más peligrosos; jóvenes que no respetan ni a sus padres ni a sus profesores y menos a la sociedad; que ni piensan pagar algún día la micro e imponen su infame “música” a los pasajeros que vienen cansados de sus turnos o trabajos; esos flaites que rayan cobardemente nuestras casas y la de sus pares pobres, creyendo que ellos nos dejan su valiosa chapa o marca o vomitable “arte”, etc., etc.). Son esos flaites que permitimos reinen entre los pobres  de las poblaciones que antes se organizaban en comunidades eclesiales de base o para hacer ollas comunes en tiempos de dictadura…Dios nos libre que esos “cerebros flaites” se organicen y ataquen, pues, no siempre podremos tener a las FF.AA. en las calles. Mientras, no faltarán quienes continúen animando en la radio y en la tv la “moda flaite”, en lugar de ayudar a desenmascararla y exterminarla.

Se ha hecho trizas la expectativa de terminar casi exitosamente periodos presidenciales concertacionistas, donde ante la envergadura de la tragedia y el costo económico de la misma, 7 mil millones de dólares de déficit duelen, y ya no es posible preguntar dónde se fue todo ese dinero o en qué se gastó de más… Todo ese dinero que podría haber financiado los millonarios estudios geológicos necesarios y toda una red tecnológica costera imprescindible para un país tan sísmico y con experiencias anteriores de tsunamis, incluso testificadas por el propio Darwin en las costas de la octava región. Se ha derrumbado la expectativa de terminar un gobierno con una altísima aprobación social, luego de saber que se mintió oficialmente al país, en cuanto a que no habría ningún peligro de maremoto. Los pueblos arrasados ya no confían y se convierten en presa del pánico ante falsas alarmas de tsunami. También se ha hecho trizas la expectativa de tantas promesas de cambios y esperanza depositadas en un nuevo gobierno que ahora tendrá menos recursos para dar un millón más de trabajos y arreglar esto y lo otro, pues, ahora demorará casi todo su período presidencial en alcanzar la reconstrucción y normalidad en tantas regiones devastadas y sin esperanza. Se ha derrumbado la pretensión de exitismo en la celebración del Bicentenario de nuestra “independencia”, creyendo que no necesitábamos de la ayuda de otros países. Se ha venido abajo las pretensiones mesiánicas de los dos últimos presidentes agnósticos para que el mundo “cuente con ellos y con nuestro ejemplo” para ser líderes en la defensa del planeta en cuanto al recalentamiento global y en la ayuda a naciones devastadas. Se ha movido el piso a las expectativas de buenas intenciones de algunos curas emblemáticos, (fundamentadas en algunas prótesis religiosas y teológicas), que para el Bicentenario ya no habría más campamentos… pero ahora, organizarse en campamentos se convierte en una de las soluciones para quienes lo han perdido todo.

En cada casa que se derrumbó o que por seguridad hay que echar abajo; en cada hogar que el mar se llevó, están arrasadas todas nuestras expectativas de macanudéz, de medidas de éxito impuestas para todos; de confianza en la tecnología y en las comunicaciones y conectividad; en la sobrevaloración de aquellas profesiones importantes;  en ser uniformado para lucir la última moda de mimetismo militar y asumirse como los mesías que el pueblo aplaude en las calles; en ser clérigo y aprovechar de recuperar algo de prestigio eclesial ya tan alicaído; en ser político para decir las nauseabundas verdades dentro de lo políticamente correcto; en ser “rostro” y ser parte de un tonto reality (que ni   por una catástrofe así se  suspende!!);en la oportunidad del año para aparecer faranduleramente arriba de un escenario en campañas solidarias… Todo se nos derrumbó dentro de la casa, del pueblo, de la sociedad y de los valores que creíamos arraigados en aquello que llamamos “patria”. 

Mi desesperanza y mi rabia actual se suma a la del Dr. Maturana, ex director de la ONEMI, el cual, ha ratificado mi gran sospecha de que se está echando tierra a la gran verdad de que la Armada chilena y la Onemi actual son responsables de la pérdida de muchas vidas humanas. Cualquier ciudadano puede entrar al sitio web del USGS (Servicio geológico de los Estados Unidos) y observar que ese organismo de referencia mundial de terremotos y tsunami, a 10 minutos luego de ocurrido el terremoto del 27 de febrero de 2010, ya daba la información que en Chile, en la región del Maule, había acontecido un terremoto de más de 8 grados en el fondo oceánico o borde costero; todo lo cual, hace evidente el peligro inminente de tsunamis (incluso se puede ver las páginas en Google al colocar “USGS avisa a Chile alerta…” u otras búsquedas similares y un informe más tardío completo en   Earthquake.usgs.gov Por otro lado, cualquier persona de cultura común en la actualidad, sabe que las fotos satelitales se registran constantemente, y desde ellas, más instrumental en tierra, se hacen las mediciones respectivas…). La información existió y no cayeron las comunicaciones necesarias para advertir a la población de la costa del Maule. El alcalde de Tomé ha afirmado que el maremoto en Constitución ocurrió casi una hora después que el terremoto, y que al escuchar la radio Bío-Bío, que transmitía la no-alerta de tsunami basados en la información que contaba la Onemi a partir de los informes ambiguos y tardíos del SHOA (Servicio hidrográfico y oceanográfico de la Armada de Chile, quien a su vez había recibido un informe de USA y una alerta 10 minutos después del terremoto), varias familias bajaron de los cerros en sus autos o a pie, para verificar los daños en sus viviendas luego del gran sismo, pero se las llevó finalmente el mar y hoy se encuentran desaparecidas. Se desoyeron informes y tesis de geógrafos físicos nacionales y extranjeros (como por ejemplo, informes del geólogo de la UC Marcelo Lagos de abril del 2009), que como producto de sus investigaciones en la costa de la región del Maule, temían una catástrofe, incluso sobre el mismo hecho de que los pescadores hace meses debían pescar una cuadra y media más allá de lo normal mar adentro, puesto que los cardúmenes se agrupaban allí justamente porque la placa se estaba tensando hasta liberar toda su energía y entrar al continente… Es de esperar que los responsables uniformados y civiles, por honor, pongan a disposición sus cargos y piensen que sus nietos y bis nietos no se avergüencen de ellos a partir de la historia que se escribe hoy.

Me parece un deber y una obviedad, que en tiempos de paz las FF.AA actúen en catástrofes naturales, y ojala con todo el entusiasmo posible en virtud de que pueden jubilar a los cuarenta y tantos años, que reciben una buena jubilación y que gozan del 10% de las  utilidades de nuestro Cobre…qué bueno es verlos en las calles ayudando al pueblo y reprimiendo al mundo flaite!! Pero emerge la desesperanza de que no se investigue nada, de que no se evalúe las reacciones tempranas ante la catástrofe y en 25 o más años estemos lamentándonos de lo mismo. Quizá a ciertas mentes enfermas, ahora convenga la expectativa de motivar y enfocar la atención exclusivamente a eventos solidarios-artísticos, el drama real y el duelo radical, de un país e idiosincrasia que se autoimpone ilusamente una vocación solidaria. Así disfrazamos la verdad y aprovechamos de sentirnos por un tiempo “dignos de los altares” por donar lo que nos sobra muchas veces o porque elegimos las monedas y billetes de menos valor que sacamos del bolsillo para dar. Disfrazamos la realidad que el terremoto y el maremoto desnudó: que aquellos pobres que ahora no tienen nada de nada, ya antes no tenían nada ni eran objeto de viviendas dignas ni en altura o de un desarrollo social y económico (…por ejemplo los que veraneaban en Pingueral veían impactados desde su terraza el paso de las casas y restaurantes del plano de la localidad vecina de Dichato). Se ha desnudado nuestra crisis de valores, en cuanto a que se venden viviendas tipo B como si fueran tipo A, pues, funciona que el engaño produzca dinero. Y nuevamente volvemos a la expectativa, a la conveniencia propia, saliendo de la fe, del amor gratuito y de la esperanza. La causa no es el individualismo, pues, es el individuo el que decide lo que es, asumiendo lo que heredó y cómo se le formó, antes de darse dignamente a otra persona. El problema es la flojera de no informarse y de conocer más exhaustivamente la realidad, es la indiferencia e indolencia ante el dolor cotidiano de los otros, es la falta de esfuerzo por ser consecuentes, es la lamentable falta de genios, de santos y de líderes positivos, es la valoración cada vez más normal de lo vulgar y la desvaloración de la creatividad que da ser; es la confianza y dependencia de la tecnología y el desprecio por la sabiduría de la naturaleza, los ancianos, los indígenas y nuestras intuiciones más nobles y profundas. Es en definitiva nuestra cobardía de ver la herida y no hacer nada, sino dejar que cada día que pasa se infecte aún más.

No es una prueba de Dios a nuestra fe. Dios no nos tiene en un laboratorio para ver cómo reaccionamos o para ver de qué calidad es nuestra fe y nuestro amor, aunque a algún pastor o cura se le ocurra pensarlo y predicarlo; no somos marionetas de Dios ni sus conejillos de indias. Él es Fiel a sus Promesas. Y a pesar de que crucificamos al Prometido no se venga, sino que se compromete a salvarnos. Es un Padre que corrige con claridad para salvarnos o para que decidamos dejar que nos rescate. Si tenemos con gangrena una pierna deberán amputarla para salvarnos la vida. Muchas veces somos nosotros los que hacemos que Dios cumpla su papel de sanarnos como médico cirujano. Dios no es un viviseccionador, sino un “médico” serio que sabe que no debe aceptar la propuesta del remedio que nosotros le ofrecemos para que nos cure. Solemos hacer trampa y queremos que nos cure con tal medicina o con la que nos dolerá menos, aunque sea menos efectiva. Si  uno no se cuida las muelas terminará solito venciendo el temor de ir al dentista, en virtud del insoportable dolor que siente. Nosotros muchas veces no le dejamos a Dios otra alternativa para que finalmente cumpla su promesa de salvarnos. Luego de esta catástrofe cada uno de nosotros ha tenido la oportunidad de saber de qué está hecho. Nuestra esperanza no es expectativa, porque no se basa en nuestras metas, sino que se basa en quien no será nunca la meta, pues, es Eterno; tan eterno como nuestra insatisfacción, y por ello, tan Fiel y Confiable, que puede caminar al paso que podemos andar y reconstruirnos desde dentro, si lo dejamos reinar en nosotros, independientes de monopolios eclesiales de la fe y de prótesis religiosas. Cayeron municipios, retenes e iglesias. Cayó simbólicamente el poder político, militar y religioso. Cuando caen las expectativas por buenas que parezcan, cuando caen nuestras representaciones y mediaciones, sólo Dios basta; porque en verdad, la realidad que verificamos, es que siempre Él nos basta. Lo específicamente humano es que optamos por buscar un sentido a lo que nos ocurre y si buscamos con fe en Dios ese sentido, seremos capaces de vislumbrar la Esperanza en medio del tormento; y que la lucha de la Fe es la loca lucha por la posibilidad, pues, no se cree sino cuando no se descubre otra posibilidad. Y hoy Dios significa que es posible levantarnos, reconstruir y reconstruirnos. Hoy, Dios significa en definitiva, que todo es posible y que todo es posible, significa Dios.
 
Santiago de Chile, 3 de marzo de 2010 (en el año del Bicentenario de Chile; a 25 años exactos del terremoto de 1985 y sólo a 4 días del gran terremoto y maremoto que nos ha desvastado).

– El autor es teólogo

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