Miseria en la cultura: decepción y depresión
por Leonardo Boff (Brasil)
16 años atrás 4 min lectura
En 1930 Sigmund Freud escribió su famoso libro El malestar en la cultura y ya en la primera línea denunciaba: «en lugar de los valores de la vida, se prefiere el poder, el éxito y la riqueza, buscados por sí mismos». Hoy día estos factores han alcanzado tal magnitud que el malestar se transformado en miseria en la cultura. La COP-15 en Copenhague nos dio la demostración más cabal: para salvar el sistema del lucro y de los intereses económicos nacionales no se ha temido poner en peligro el futuro de la vida y del equilibrio del planeta sometido ya a un calentamiento que, si no es encarado rápidamente, podrá exterminar a millones de personas y liquidar gran parte de la biodiversidad.
La miseria en la cultura, o mejor, de la cultura, se revela por medio de dos síntomas verificables en todo el mundo: la decepción generalizada en la sociedad y una profunda depresión en las personas. Ambas tienen su razón de ser. Son consecuencia de la crisis de fe por la que está pasando el sistema mundial.
¿De qué fe se trata? Es la fe en el progreso ilimitado, en la omnipotencia de la tecnociencia, en el sistema económico-financiero, con su mercado, que actuarían como ejes estructuradores de la sociedad. La fe en estos dioses poseía sus credos, sus sumos sacerdotes, sus profetas, un ejército de acólitos y una masa inimaginable de fieles.
Hoy día esos fieles han entrado en una profunda decepción porque tales dioses se han revelado falsos. Ahora están agonizando o simplemente han muerto, y los G-20 tratan en vano de resucitar sus cadáveres. Los que profesan esta religión fetiche constatan ahora que el progreso ilimitado ha devastado peligrosamente la naturaleza y es la principal causa del calentamiento planetario. La tecnociencia que, por un lado, ha traído tantos beneficios, creó una máquina de muerte que sólo en el siglo XX mató a 200 millones de personas y es hoy capaz de exterminar a toda la especie humana; el sistema-económico-financiero y el mercado quebraron, y si no hubiera sido por el dinero de los contribuyentes, a través del Estado, habrían provocado una catástrofe social. La decepción está estampada en los rostros perplejos de los líderes políticos, que no saben ya en quién creer y qué nuevos dioses entronizar. Existe una especie de nihilismo dulce.
Ya Max Weber y Friedrich Nietszche habían previsto tales efectos al anunciar la secularización y la muerte de Dios. No que Dios haya muerto, pues un Dios que muere no es «Dios». Nietszche es claro: Dios no murió, nosotros lo matamos. Es decir, para la sociedad secularizada Dios no cuenta ya para la vida ni para la cohesión social. En su lugar entró el panteón de dioses que hemos mencionado antes. Como son ídolos, un día van a mostrar lo que producen: decepción y muerte.
La solución no estriba simplemente en volver a Dios o a la religión, sino en rescatar lo que significan: la conexión con el todo, la percepción de que la vida y no el lucro debe ocupar el centro, y la afirmación de valores compartidos que pueden proporcionar cohesión a la sociedad.
La decepción viene acompañada por la depresión. Ésta es un fruto tardío de la revolución de los jóvenes de los años 60 del siglo XX. Allí se trataba de impugnar una sociedad de represión, especialmente sexual, y llena de máscaras sociales. Se imponía una liberalización generalizada. Se experimentó de todo. El lema era «vivir sin tiempos muertos; gozar la vida sin trabas». Eso llevó a la supresión de cualquier intervalo entre el deseo y su realización. Todo tenía que ser inmediato y rápido.
De ahí resultó la quiebra de todos los tabúes, la pérdida de la justa medida y la completa permisividad. Surgió una nueva opresión: tener que ser moderno, rebelde, sexy y tener que desnudarse por dentro y por fuera. El mayor castigo es el envejecimiento. Se concibió la salud total, y se crearon modelos de belleza, basados en la delgadez hasta la anorexia. Se abolió la muerte, convertida en un espanto.
Tal proyecto posmoderno también fracasó, pues con la vida no se puede hacer cualquier cosa. Posee una sacralidad intrínseca, y límites. Si se rompen, se instaura la depresión. Decepción y frustración son recetas para la violencia sin objeto, para el consumo elevado de ansiolíticos y hasta para el suicidio, como ocurre en muchos países.
¿Hacia dónde vamos? Nadie lo sabe. Solamente sabemos que tenemos que cambiar si queremos continuar. Pero ya se notan por todas partes brotes que representan los valores perennes de la condición humana: casamiento con amor, el sexo con afecto, el cuidado de la naturaleza, el gana-gana en vez del gana-pierde, la búsqueda del «bien vivir», base para la felicidad, que es hoy fruto de la sencillez voluntaria y de querer tener menos para ser más.
Esto es esperanzador. En esta dirección hay que progresar.
2010-01-15
* Fuente: Koinonia
Artículos Relacionados
Según un experto la política social de la Unión de Repúblicas Populares suscita la simpatía de los habitantes de Ucrania
por Rabkor.ru
11 años atrás 3 min lectura
“El sistema capitalista subsidia la estupidez y multa la inteligencia”
por Félix Duarte (Uruguay)
14 años atrás 11 min lectura
Jóvenes y esperanzas postergadas
por Juan Pablo Cárdenas S. (Chile)
12 años atrás 7 min lectura
Exparlamentario judío: «Alemania debe protegernos de caer en el trágico destino de hacer a otros lo que una vez nos hicieron a nosotros»
por Avraham Burg (Israel)
38 mins atrás
07 de octubre de 2025
Hace más de setenta años, el canciller federal Konrad Adenauer comprendió que la supervivencia de la vida judía tras el Holocausto dependía del valor y la responsabilidad de Alemania. Al proporcionar apoyo político y material al frágil y joven Estado de Israel, estableció una alianza de responsabilidad y sanación entre nuestros pueblos. En aquel momento, ese apoyo fue un acto que salvó vidas. Hoy, Alemania debe protegernos de caer en el trágico destino de hacer a otros lo que una vez nos hicieron a nosotros.
Carta de madre palestina al presidente Petro: «Perdí a mis cuatro hijos en el genocidio israelí contra mi pueblo».
por Alaa Al Qatrawi (Gaza, Palestina)
14 horas atrás
06 de octubre de 2025
¿Debería lamentar que Dios haya reemplazado a los líderes árabes por ti para pronunciar la palabra de la verdad? ¿O debería alegrarme porque nos ha bendecido con un sustituto tan noble, señor Gustavo, y darle gracias a Dios por ello?
Chile: Senado inicia tramitación para el Reconocimiento Constitucional a los Pueblos Indígenas
por Gobierno de Chile
23 segundos atrás
07 de octubre de 2025
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado inició hoy la tramitación del proyecto de reforma constitucional que busca reconocer en la Carta Fundamental a los pueblos indígenas existentes en el territorio nacional desde tiempos precolombinos.
Carta de madre palestina al presidente Petro: «Perdí a mis cuatro hijos en el genocidio israelí contra mi pueblo».
por Alaa Al Qatrawi (Gaza, Palestina)
14 horas atrás
06 de octubre de 2025
¿Debería lamentar que Dios haya reemplazado a los líderes árabes por ti para pronunciar la palabra de la verdad? ¿O debería alegrarme porque nos ha bendecido con un sustituto tan noble, señor Gustavo, y darle gracias a Dios por ello?