La última semana de enero en Chile
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
15 años atrás 15 min lectura
1.
Durante el 2008 se suicidaron en Tongoy, un pueblo de 7 mil habitantes anclado en el norte chico de Chile, al borde del mar, 7 jóvenes. Uno tras otro y de la misma forma. Tenían entre 18 y 23 años. El primero se colgó con un cinturón en la reja que limitaba una casa. La reja era más baja que el muchacho, así es que para lograr una asfixia efectiva debió flectar las rodillas y, en cuclillas, pender los minutos suficientes para olvidarse de sí mismo y luego deshacerse completamente.
Tongoy nació primero como fundición y puerto de embarques de cobre del yacimiento de Tamaya, contando a mediados del siglo XIX con un ferrocarril y un puerto. El cierre de la mina significó su decadencia. Entonces la pesca se volvió una alternativa. Las costas en esa parte de Chile son potentes en mariscos y peces por sus aguas amables. Muy pronto llegaron las grandes pesqueras a reventar el litoral con criaderos artificiales de ostiones, pagando sueldos de hambre y destruyendo la pesca artesanal con sus prebendas legales y con los deshechos alimenticios y fecales que provoca la explotación intensiva de especies únicas, como ocurre con los salmones en el sur del país.
Así, el pueblo de Tongoy, roto y malviviente, ve morir a sus hijos o los deja marchar a las ciudades. Los jóvenes no tienen porvenir. Cuando ocurrieron los suicidios, un estudio gubernamental reveló que el 80 % de las madres del lugar sufría depresión o había tenido pensamientos suicidas muchas veces.
En Tongoy la gente tiene la piel ennegrecida por el sol vertical, los veranos largos, el trabajo esporádico en la extracción marina y las ferias libres. Hace tiempo sus habitantes cifran esperanzas en que Tongoy se vuelva comuna y abandone su condición de simple delegación. Consideran que llegarán más recursos y, por efectos misteriosos, el pueblo de casas enterradas bajo el nivel de las calles, prosperará.
En enero y febrero Tongoy se sobre puebla de veraneantes y sus pobladores se vuelven comerciantes de chucherías. Afuerinos abren locales de ocasión y en recurrentes ferias, migrantes y tongoyinos ofrecen verduras, ropa usada, artesanía, productos pirateados, lentes baratos.
Los suicidios de Tongoy, torvamente, hicieron noticia en su momento. La prensa abundó en hipótesis podridas sobre sectas satánicas y pactos secretos. Pero tras el relato amarillo sólo hay pobreza, ausencia de horizontes, sin sentido y las ganas juveniles de huir de allí para siempre. La intervención del gobierno se limitó a promover bandas de rock y terapias de emergencia y, tal como la noticia, la intervención se disfumó al poco andar. Quedó un liceo técnico de especialidad pesquera para bien de la industria del ostión, y las huellas de los cadáveres adolescentes.
A fines de 2009 otro muchacho se suicidó. La miseria a veces produce prácticas de muerte, repetidas y sordas.
Tongoy está roto como una maldición camino al norte grande.
2.
La fundación norteamericana Heritage puso a Chile, entre 179 naciones, en el décimo lugar mundial del ranking de libertad económica, un escalón arriba que el 2009. Lo precede Dinamarca y Estados Unidos. Los mejores puntajes del país corresponden a los ítemes sobre libertad de comercio internacional y libertad laboral. De América Latina, lo sigue México, 31 puestos abajo.
Asimismo, el Banco Mundial proyectó para el país un crecimiento del PIB durante el 2010, inferior al 5 %. Según Rodrigo Aravena de Banchile Inversiones “crecer bajo el 5 % estaría reflejando que la economía chilena no será capaz de cerrar (…) nada de las brechas que se generaron en la crisis, lo cual implicaría que no hay recuperación de productividad, empleo e inversión”. Las palabras de Aravena se ven trágicamente refrendadas por el 11,6 % de desempleo que afectó a la Región Metropolitana, la más grande del territorio, el 2009. Según la encuesta del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, los sectores más dañados fueron la construcción (18,2 %); el comercio (11,1 %); y transportes y otros (9 %).
La gala que hace Chile respecto de los estándares mundiales de libertad económica, sustentada sobre todo en la dependencia de los precios de los recursos naturales exportables (su “lugar en el mundo”) de acuerdo a la especulación de los mercados internacionales y en la ultra “flexibilidad” laboral, hablan de sobreideologización capitalista, de subordinación canina a los variables vientos de la demanda externa, y de la precarización extrema del trabajo. Mientras menos regulación económica existe, las colusiones, el dominio sin trabas de la inversión corporativa transnacional, la concentración de la riqueza, la profundización de la destrucción de los derechos sociales, atentan a diario contra la ya mala vida de los asalariados y el pueblo. Sólo en materia educacional, la enseñanza pública escolar (la gratuita y garantizada por el Estado) apenas se aproxima al 40 % de todo el sistema. Es decir, más de un 60 % de la educación es privada completamente pagada, o privada subvencionada parcialmente por el Fisco. Mientras en el planeta la educación pública es un derecho de gratuidad absoluta en porcentajes superiores al 80 %; en Chile el sueldo de las grandes mayorías –que sin derechos sociales, es la medida de todas las cosas- debe distraerse hacia el negocio de la enseñanza. El reino de la libertad económica, por arriba, es el territorio salvaje de la necesidad y la desesperación, por abajo.
En materia de exportaciones, el 2009 Chile registró una caída de un 5 % en relación al año anterior. China es el principal comprador de recursos minerales del país, representando un 23, 8 % de las exportaciones. Para Asia, en general, se exporta un 45, 2 % de productos. Ya el 2008 China había desplazado a EEUU en este sentido.
Considerando la baja de las exportaciones, Chile vende un 50, 2 % de recursos minerales; un 9 % de celulosa; un 6,7 % de salmón; y un 5,1 % de uvas frescas.
Por otro lado, de acuerdo al Servicio Nacional de Aduanas, las importaciones chilenas durante 2009 mostraron una debacle de un 32 % respecto de 2008, resultando los países de la Región los principales proveedores. Los productos importados más destacados fueron el combustible (22,3 %) y los vehículos terrestres, sus partes y accesorios. China ya tiene un 13 % de participación del total de internaciones.
El modo primario exportador que gobierna las relaciones económicas y sociales en Chile hoy se inclina por China como su mejor cliente. Sin embargo, si bien el gigante asiático tuvo un crecimiento de casi un 9 % el 2009, su economía está marcada a fuego por la demanda norteamericana y el movimiento del dólar. No existe desacoplamiento de la crisis capitalista para nadie, menos en la era de la mundialización, interdependencia y relaciones de subordinación que ordenan el planeta y su presente división internacional del trabajo. Actualmente China procura diversificar sus exportaciones y demandantes, y ampliar su mercado interno. De allí la urgencia de comprar cobre chileno. No obstante, cualquier ruido en el sistema mundo –como un segundo momento de la crisis capitalista, que según muchos expertos, ya se está larvando- provocaría efectos inmediatos en la economía chilena, dependiente, rentista, sin industria productiva, echada a la suerte de la especulación de los Estados corporativos centrales.
Sobre los efectos de la crisis capitalista en Chile, el ex director de Presupuesto del gobierno de Ricardo Lagos y actual ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), informó que pese a los 8 mil millones de dólares inyectados al salvataje económico por el Estado el año pasado, el resultado fue similar al de toda la Región: “Nos hemos acostumbrado a decir que Chile respondió mejor a la crisis, pero la verdad es que si miramos las cifras de evolución de la actividad económica (…) vamos a ver que Chile en 2009 tuvo una caída de la actividad económica no muy distinta a la del resto de América Latina”.
3.
La industria de la madera en el país vive su propio calvario. La demanda de remanufacturas forestales –principalmente de paneles y molduras- se desplomó un 40 % en relación al 2007, debido a que el 80 % de la producción chilena se dirige al mercado norteamericano. Y la demanda de EEUU de las remanufacturas para la construcción de viviendas cayó un 75 % los últimos dos años. El fenómeno ha provocado que sólo en las regiones del Biobío, el Maule y Los Ríos, la industria forestal haya sufrido el cierre de 44 plantas y la destrucción de más de 10 mil plazas laborales.
4.
Una investigación del Departamento de Física de la Universidad de Santiago sobre polución ambiental arrojó que las fuentes que producen material particulado fino (MP2,5) se duplicaron peligrosamente en Santiago, entre el 2002 y el 2007. Las fuentes corresponden a actividades asociadas a la construcción y al parque automotriz. El MP2,5 ingresa directamente a los pulmones de las personas.
5.
“Democracia de los acuerdos” es la expresión que repite papagayamente Sebastián Piñera cuando le falta poco más de un mes para asumir el sillón presidencial. La frase fue acuñada hace 20 años por Patricio Aylwin, primer mandatario concertacionista de los gobiernos civiles post dictadura. Ante el empate técnico en las cámaras del Congreso (mayoría de la Concertación en el Senado y mayoría de la vieja derecha entre los diputados), Piñera también habla de gobierno de “unidad nacional” y de consenso. En este sentido, y borrando toda frontera sustantiva entre la nueva y la antigua derecha, el ex ministro de Aylwin y Bachelet, Alejandro Foxley (DC), aseguró que en los 90 “Yo era ministro de Hacienda, él (Piñera) era miembro de la comisión de Hacienda en el Senado y fue el principal interlocutor que tuve para construir los acuerdos en materia económica. Tengo que hacer ese reconocimiento público hoy día.”
En tanto, la Concertación –en las tapas de su recomposición que augura nuevas componendas y añejos contenidos con nuevos rostros- se arranca los ojos en su interior, entre sus partidos y dentro de cada partido. Autoflagelación, recriminaciones mutuas, diagnósticos culposos marcan sus discursos a menos de 2 semanas de perder las elecciones.
Si no fuera porque los medios de comunicación de masas, propiedad monopólica de la clase dominante, a nadie le interesaría el cuento. Pero ya fue noticia el acuerdo fallido y tras bambalinas entre el Partido Radical (pieza arqueológica de la partidocracia chilena y parte, hasta ahora, de la Concertación) y la vieja derecha para que uno de sus miembros encabezara la cámara alta. La reacción fue negativa e inmediata en la Concertación. El presidente del PR, el mismo día que se descubrió el arreglo, debió desdecirse y renunciar ante la prensa.
Por su parte, el ex presidente del Partido por la Democracia (PPD), José Auth –quien renunció a la cabeza de esa verdadera bolsa de trabajo inventada por el ex mandatario Ricardo Lagos a fines de los 80-, culpó en un documento público a la dirección del Partido Socialista y de la Democracia Cristiana de la pérdida de Frei Ruiz Tagle. Auth escribe que “El rechazo acumulativo a algunos signos de decadencia en la Concertación y su gobierno, como la poco nitidez de las fronteras entre lo decente y lo indecente, el achanchamiento de muchos, los numerosos hechos de corrupción (…) reforzaron la demanda ciudadana por el cambio”. Allí mismo, José Auth afirma que la imposibilidad de realizar primarias para elegir al candidato de la Concertación por voluntad de Camilo Escalona (cabeza del PS) y Juan Carlos Latorre (líder de la DC), provocaron “las renuncias de Jorge Arrate (luego candidato presidencial de la dirección del Partido Comunista) y el senador Alejandro Navarro, y la emergencia al candidato Marco Enríquez-Ominami”. Según el ex jefe del PPD “Mi impresión es que se terminó de escribir la historia de la derrota el día en que retrocedieron los presidentes del PS y la DC en su decisión de dejar sus cargos, facilitando la tardanza, mezquindad y narcisismo con que MEO entregó su apoyo a Frei, confirmando de paso el juicio ciudadano que (en) la Concertación lo que importa son las consideraciones del poder propio antes del interés general”.
En otra ladera, la misma noche del 17 de enero, miembros de la juventud de la DC fueron a exigir la renuncia del líder del partido, Juan Carlos Latorre, quien hizo oídos sordos al clamor de sus militantes jóvenes.
Mientras, en el PS, las aguas turbulentas finalmente precipitaron las elecciones de un “nuevo” directorio para esa tienda (o lo que de ella queda). Uno de los posibles sustitutos de Camilo Escalona, el recién electo diputado y ex ministro del Trabajo de Bachelet, Osvaldo Andrade, muy campechano y con discurso para todos los públicos. Andrade ha señalado que “soy amigo de Escalona, tengo una trayectoria común y no voy a negar que me unen con él lazos políticos y afectivos muy importantes”. Andrade ya comenzó la campaña de Bachelet para el 2014: “Ella es una muy buena alternativa (…), pero para que eso sea posible empecemos a cuidarla desde ya”.
Por su lado, MEO (cuyos electores en la segunda vuelta se distribuyeron de modo que 1/3 votó por Piñera y 2/3 por Frei) pretende crear un especie de organización transversal cuyo eje sea el liberalismo cultural y simbólico. En el plano económico, MEO no escapa en nada a la matriz del capitalismo brutal. Indecorosamente, algunos ex militantes de la izquierda anticapitalista más consecuente de los tiempos de la Unidad Popular –hoy convertidos en grandes empresarios o capataces de grandes empresarios-, se albergan y medio conducen la figura política de MEO y sus aparentes potencias (más mediáticas que nada). Lamentablemente, MEO no es ningún caballo de Troya de una eventual alternativa que lidere los intereses históricos de las clases subalternas. Ello sólo es megalomanía conveniente y oportunista en la cabeza de algunos ex revolucionarios, hace tiempo jubilados de la causa popular.
Lo cierto es que la Concertación implosiona en vitrina, más rápido de lo esperado, de manera autodestructiva y en reyertas muy lejos de la gente, bandeando entre la “oposición constructiva” y la “oposición crítica y más dura”. Vaya a saberse de qué se tratan esos matices demasiado opacos para distinguirlos desde abajo.
Sebastián Piñera, en tanto, cual Berlusconi tercermundista y a escala, persiste en su eficiente farándula mediática; asiste a todos los magazines bobalicones de la pobre televisión chilena, baila reggaetón y pestañea fuerte con la dentadura antipopular de sus párpados.
La gran promesa de generar un millón de puestos de trabajo “de calidad” durante su gobierno (que, en rigor, satisfacería el mito del pleno empleo bajo el capitalismo chileno), se basa sobre supuestos demagógicos. Concretamente, Piñera ha notificado que el millón de plazas laborales las creará doblando a 200 mil empleos nuevos anuales (?). También continuará la política de subsidios estatales a la contratación de jóvenes entre 18 y 24 años (que en general, por el mismo trabajo que realiza un hombre adulto obtienen 2/3 menos de salario, y 1/3 menos que una mujer adulta). Esta iniciativa propiciada por la Concertación ha sido un fracaso rotundo. De los 300 mil jóvenes que se “beneficiarían” con los subsidios, sólo 5 mil empleadores utilizaron las platas para 60 mil jóvenes declarados (1/5 de lo presupuestado).
Como si el Estado y sus instituciones, y el país todo no perteneciera ya a la clase de la que Piñera es miembro estrella y ahora representante político, también quiere inventar la figura de los “defensores públicos de los empleadores” en el ámbito de la justicia laboral. La cuestión es –si es posible luego de la labor realizada al respecto por la Concertación- flexibilizar aún más el trabajo y limitar todavía más la insignificante capacidad de negociación de los asalariados con la patronal.
Finalmente, Piñera acaricia un plan de reforestación de 3 millones de hectáreas al sur de Chile que todavía no resultan apetitosas para la gran industria de la celulosa por un asunto de costos (es decir, de ganancias). Al respecto, lo obvio, y continuando con un Estado aval de los grandes propietarios, Piñera subsidiará con recursos de todos los chilenos a la empresa forestal de manera que, ahora sí, el negocio resulte super rentable.
6.
Por abajo, entre los pueblos y los trabajadores, sólo existen desafíos. Hacia fines de febrero se realizará la Asamblea General del Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores (MPT), federación que agrupa a gran parte de la izquierda anticapitalista chilena. Entre sus objetivos para el período, probablemente, estará consolidar su independencia política respecto de la vieja y la nueva derecha, la Alianza por Chile y la Concertación o sus rémoras, “nuevos” formatos, partidos o criaturas al estilo MEO. Y proyectarse y crecer en las luchas concretas de los pueblos y los trabajadores, acentuando las luchas del pueblo en el movimiento real (aquellas fuerzas sociales cuyas expresiones y luchas, en los hechos o potencialmente, tienen una dirección antagónica a los intereses del capital), y luego en la agenda tradicional del pueblo y la izquierda, potenciando contenidos que hagan sentido a las grandes mayorías, visibilizando al MPT como alternativa, y radicalizando políticamente los hitos. Aquí, radicalizar quiere decir, ir a la raíz, descubrir con creatividad y protagonismo que las causas de los males de las mayorías se encuentran en el capitalismo. Ello en el trabajo, en las luchas de género, de los originarios, contra el patriarcalismo homofóbico y misógino; en el ambientalismo consecuente y en toda expresión organizada de descontento social.
Enero 27 de 2010
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