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Hacia una Nueva Relación con los mapuches

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Acicateados por la insurgencia de los pueblos originarios de nuestra América, especialmente por el amanecer de Chiapas, de las comunidades indígenas de Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, comenzó a generarse en algunos sectores del pueblo chileno la idea de crear una Nueva Relación con los mapuches, que se concretó a principios de la década de 1990.
 
Al calor de la generosa solidaridad del Colectivo de danzas andinas TUN empezaron a reunirse en su casa comunitaria de la calle Chile-España grupos de no mapuches, con asistencia también de ellos, con el fin de crear las bases de esa nueva relación.
Carlos Ruiz R. contribuyó con sus conocimientos históricos sobre la vida y lucha secular de los mapuches, Aldo de la Reyna acerca de la cosmovisión de las comunidades de este pueblo originario; Germán, Julia, Yénive y Roberto con la fuerza de sus ideas solidarias con los peñi y las lamgien, al son del kultrum, mientras tomábamos un muday; el Colectivo Killén con sus discursos (wewpin) sobre la práctica de vida cotidiana de sus comunidades (lof) y sus cuentos (epew) y adivinanzas (kohew), amenizadas con los poemas de Elicura Chihuailaf.
 
El alma mater del grupo TUN, Miriam, un día sacó de su ser más profundo las siguientes palabras: “La nueva relación consiste en que dos culturas que son diferentes se puedan conocer, se puedan relacionar de igual a igual, aunque nosotros pensamos que los mapuches nos conocen mucho más de lo que nosotros los conocemos a ellos, porque saben Mapudugún y castellano y nosotros sólo sabemos castellano; desconocemos su idioma, que es lo más importante de una cultura. Nuestra intención dentro de la nueva relación no es convertirnos en mapuches sino intentar que los chilenos terminen con su afán de aculturizar al pueblo mapuche con elementos sociales, políticos y económicos que les son totalmente ajenos. Queremos que el pueblo mapuche y el pueblo mestizo se interrelacionen respetando sus diferencias culturales, para crear en nuestro territorio una gran comunidad pluricultural”.
 
Redactamos entonces las bases de esta nueva relación y las sometimos a discusión de las organizaciones mapuches. Y un 12 de octubre, en el cerro Santa Lucía, perdón Huelén, le dimos lectura ante un numeroso grupo de mapuches urbanos y lonkos, weupiches, werkenes y machis. Pronto surgieron grupos pro-nueva relación en Cerro Navia y otras poblaciones de Santiago. Nos reforzamos con las buenas ondas de Lincolao, el Teo, Romina, Carmen, Victoria, Mariela, Jaime, Rosita, Julia, Claudio, Cristian, Judith y otros/as de la revista “Abya Yala”.
 
El periódico AUKIÑ de junio-julio 1993 nos contestó:
“Estamos plenamente concientes del distanciamiento existente entre mapuche y no mapuche impuesto por parte del Estado. En este sentido, estimamos que es fundamental conformar una instancia de diálogo que nos permita reconocernos y fortalecernos desde nuestras propias realidades. Lo que buscamos es regular un sistema de convivencia entre ambas sociedades que serán incorporadas en el Estatuto de Autonomía o Constitución Política de la Nación Mapuche. Una nueva relación que surja del reconocimiento y respeto recíproco, nos encaminará a construir y definir el futuro de una sociedad diferente, más justa, solidaria y humana, capaz de aceptar la diversidad”.
 
Nota: el acto de compromiso por una Nueva Relación fue celebrado el 21 de noviembre de 1993, a 112 años del último levantamiento de la nación mapuche: 1881.

* Fuente: Chile Indígena

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