La derecha, eterna perdedora de las elecciones presidenciales
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
16 años atrás 7 min lectura
Desde 1938, la derecha sólo ha ganado una elección presidencial: en 1958, con el célibe enfermo imaginario, Jorge Alessandri Rodríguez. El haber perdido casi la totalidad de los comicios presidenciales quiere decir que la derecha no ha tenido ningún poder político en Chile, por consiguiente, este país ha sido normalmente centro-izquierdista. El hecho de perder las elecciones ha afianzado en la derecha una tendencia dictatorial y autoritaria: es la división de los partidos de derecha la que hace imposible que triunfe en alguna elección presidencial. Si tomamos los dos extremos de esta historia, 1938, en que la derecha llevaba a un empresario avaro y especulador, don Gustavo Ross Santa María, y en el 2006, que nuevamente lleva a un empresario, apostador de la Bolsa y, al parecer, bastante avaro, pues destinó muy pocos recursos a su campaña. Gustavo Ross era un porteño afrancesado, hablaba castellano con acento galo; Popeye Piñera pretende presentarse como profesor de la universidad de Harvard, en Estados Unidos. Don Gustavo perdió por culpa de los falangistas y Popeye Piñera, por la estúpida quimera de querer conquistar a los humanistas cristianos; Gustavo Ross fue víctima de la dictadura de Ibáñez, pero en 1938, coqueteaba con el fascismo italiano; Popeye votó contra Daniel López Pinochet en el plebiscito de 1988, pero terminó del brazo con los dictatoriales, en el 2006. Como el lector podrá comprobar, hay demasiadas similitudes entre ambos empresarios candidatos.
En 1942, en plena Guerra Mundial la derecha, traicionando los valores democráticos, llevó como candidato al ex dictador Carlos Ibáñez del Campo, cercano al nazismo-fascismo; afortunadamente, don Arturo Alessandri, por los liberales y Rafael Luis Gumucio, por los conservadores, no sólo no apoyaron a ex tirano, sino que hicieron propaganda por su rival, Juan Antonio Ríos que era un radical arribista, autoritario, militarista e ibañista; nadie se acuerda hoy del oportunismo chileno, en la Segunda Guerra Mundial, cuando se declaró la neutralidad en la lucha entre la democracia y el nazismo. Se puede decir que, en las elecciones de 1942 de nuevo, perdió la derecha. En 1946, la derecha se presentó dividida: por un lado el social-cristiano Eduardo Cruz-Coke, quien obtuvo el 29.7% de los votos, y Fernando Alessandri, el 27.2% de los sufragios; si sumamos a ambos candidatos derechistas dos da el 56.2% de los votos, contra el 40% del izquierdista Gabriel González Videla; no había ninguna diferencia entre Cruz-Coke y Alessandri: pertenecían a la misma clase social, representaban los mismos intereses económicos, ambos eran progresistas en el mundo de la posguerra, se había acabado, hacía mucho tiempo, la guerra teológica entre conservadores y liberales, por consiguiente, fue sólo la división de la derecha la que posibilitó el triunfo del traidor y rumbero, Gabriel González Videla quien, al poco tiempo, traicionó a sus aliados comunistas.
En 1952 la derecha, de nuevo, llevó candidaturas separadas: Arturo Matte Larraín, apoyado por liberales y conservadores, y Pedro Enrique Alfonso, apoyado por radicales y falangistas. Esta vez, Carlos Ibáñez arrasó en las elecciones, con el 46.8%, contra el 27% de Matte y el 20% de Alfonso, los que sumados, le permitirían empatar con Ibáñez quien, en ese tiempo, era apoyado por agrarios laboristas y socialistas. Sólo en 1958, Jorge Alessandri logra ganar a Salvador Allende, por una diferencia del 3% de los votos. En triunfo de la derecha es muy magro y, al año, Alessandri ni siquiera logra un tercio para aprobar leyes en el Congreso, causa por la cual se ve obligado a aliarse a los arribistas radicales, siúticos que imitaban los modos de vida de la clase alta luciendo, como Daniel López Pinochet, una perla en la corbata y vistiendo abrigos de piel de camello –no hay nada más asqueroso, tonto y miserable que hombres de clase media quieran imitar los modos de vida de la clase alta, gente de esta calaña siempre corrompe a los partidos de centro-.
En 1964, después de las elecciones de Curicó, la derecha tiene que votar obligada, tapándose las narices, por Eduardo Frei Montalva, aterrada ante el peligro del triunfo de Salvador Allende. En 1970, de nuevo la derecha estaba convencida de que iba a ganar con el célibe Jorge Alessandri, por esta razón no acepta ningún proyecto de segunda vuelta que, a lo mejor, la hubiera salvado e, incluso, tuvo la jactancia de sostener que quien no tuviera un voto más, fuera elegido antes de que lo hiciera el Congreso Pleno; de nuevo, fue derrotada por Salvador Allende.
De 1973 hasta 1989, la derecha gobernó dictatorialmente con el asesino y ladrón Daniel López Pinochet; parece ser que su única posibilidad de éxito será por la vía dictatorial, pues el pueblo la rechaza. Cuando se recupera la democracia, la derecha sigue perdiendo: en 1989, el chascón Büchi obtiene el 29.4% de los votos, y Pollitos Francisco Javier Errázuriz, el 15.43%, es decir, juntos el 44.8%, y Patricio Aylwin un 51.17%; claro que no era fácil juntar la demagogia del hombre de los pollitos con el neoliberalismo del pinochetista Büchi. En el siguiente período, en 1994, Eduardo Frei, obtuvo el 57.98% de los sufragios, Arturo Alessandri Beza, el 24.41% y José Piñera, un 6.18%. La derecha estaba en su mayor declive y la Concertación en su cenit. No sabemos cómo Eduardo Frei Ruiz-Tagle se las arregló para dilapidar tan rápidamente esta cuantiosa fortuna electoral; ni siquiera los dueños de fundo, de principios del siglo XX, lograban botar su riqueza, en la mesa de juegos.
En la elección de 1999 y la del 2000 –en segunda vuelta – se presentó la oportunidad única para derecha, representada por el arcángel Lavín, de ganar una elección presidencial; la diferencia con el profesor Lagos fue prácticamente nula, un empate técnico, como dicen los alambicados técnicos electorales; si no hubiera sido por apoyo de los comunistas, el profesor se hubiera ido cortado. Por último, en el 2006, el empresario Lúculo Piñera pierde por paliza, contra la bella Michelle Bachelet. Cuándo la derecha ganará una elección presidencial? No soy profeta, pero como va, y su estilo de hacer política, me da la impresión de que no va ser durante el presente siglo, salvo que las estupideces y manos manejos de la Concertación terminen por ayudarle.
Si bien la derecha no gana las elecciones presidenciales en más de 60 y tantos años, ha gobernado casi siempre, con la salvedad del período de Salvador Allende, (1970-1973): De 1942 hasta 1952,integró todos los gabinetes de los gobiernos radicales; conservadores y liberales tuvieron mayoría en el Parlamento; la totalidad de los empresarios eran derechistas; no había, como hoy, lobistas como Garretón, Correa y Tironi, que se dicen izquierdistas; todos los diputados eran miembros de los directorios de las empresas privadas: se llamaban consejerías parlamentarias; las hijas de los radicales se casaban con los hijos de los conservadores, un amasijo entre masones y católicos, pero que siempre les reportaba grandes beneficios. Así, el poder económico estaba en manos de la derecha y no era necesario poseer la presidencia del país, que sólo trae malos ratos; por lo demás los radicales y después los socialistas, administran de mejor forma el capitalismo manteniendo callados a los sindicatos y repartiendo migajas a los pobretes. No eran necesarios los generales, ni los golpes de Estado, pero se recurría a ellos cada vez que el populacho se rebelaba. Así se hizo con la Ley de Defensa de la Democracia, de González Videla, con las matanzas del 2 de abril, con Ibáñez, con el asesinato de la población José María Caro, con Jorge Alessandri, y El Salvador y Puerto Montt, con Eduardo Frei. Por la razón o la fuerza. Si se quedan callados, tendrán “democracia”, si se rebelan, tendrán militares.
Si bien la derecha pierde elecciones, siempre logra mantener el poder, pues los políticos de clase media, sean radicales, demócrata cristianos o socialistas, están en la cola para convertirse en los mejores administradores de la dictadura neoliberal. Mientras exista este tipo de izquierda no hay esperanza de cambio que, a mi modo de ver, sólo puede venir de la sociedad civil cuando se transforma de clase en sí a clase para sí, en la terminología de Carlos Marx.
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