Es necesario mejorar la educación rural
por Polan Lacki (Brasil)
16 años atrás 8 min lectura
En el mundo globalizado existe un macro factor que, al final de cuentas, determina el éxito o el fracaso de los productores rurales; todos los demás factores, reales o imaginarios, son menos importantes. Este macro factor se llama eficiencia, dentro y fuera de las tranqueras de los predios. Para confirmarlo, basta observar que los agricultores que ya son eficientes, tienen rentabilidad, son competitivos y sencillamente no necesitan de ayudas paternalistas. Los que tienen más problemas, son más dependientes y vulnerables, coincidentemente, son los más ineficientes. En América Latina, los gobiernos no tienen y tampoco tendrán en un futuro previsible, condiciones de compensar las ineficiencias de esos agricultores a través de subsidios y otras ayudas paternalistas. Insistir en la generalización y “perennización” de esas compensaciones significaría perder tiempo, pues tal posibilidad es nula. En vez de subsidiar a los ineficientes, deberemos educarlos para que ellos mismos se transformen de ineficientes y dependientes en eficientes y emancipados. Sin embargo, solo tendremos éxito en este propósito emancipador si abandonamos los eufemismos y enfrentamos, con determinación y coraje, la "causa de las causas" que está originando las ineficiencias de estos agricultores. Esta causa está dentro del sistema de educación rural, es decir, en las escuelas fundamentales rurales (del primero al octavo o noveno año), en las escuelas agrotécnicas, en las facultades de ciencias agrarias y en los servicios de extensión rural.
Una verdad que debe ser dicha sin "dorar la píldora"
La principal razón por la cual esos agricultores están fracasando económicamente es que ellos no saben producir, administrar ni comercializar con eficiencia; no por culpa de ellos, evidentemente. No saben hacerlo porque, con honrosas excepciones, el mencionado sistema de educación rural no proporcionó y sigue no proporcionando a los agricultores los conocimientos adecuados a las necesidades del mundo contemporáneo, el cual, al ser altamente competitivo, exige que los productores rurales sean muy eficientes. Entonces, seamos objetivos: si las principales causas de los problemas de esos agricultores están en las ineficiencias del sistema de educación rural, es allí que deberán ser adoptadas las medidas correctivas para eliminarlas. Consecuentemente, el referido sistema debe asumir, como suya, la tarea de corregir sus debilidades e imperfecciones. Deberá hacerlo "desde abajo hacia arriba y desde adentro hacia afuera", sin esperar por macro decisiones políticas y recursos adicionales; porque algunas de esas siempre deseadas "ayudas externas" no son factibles de ser proporcionadas por los gobiernos y otras sencillamente son prescindibles.
Propuesta estratégica: Reemplazar las dispersas, efímeras y excluyentes ayudas paternalismo-dependientes por una estrategia educativo-emancipadora de dependencias. Es decir, ofrecer a los habitantes rurales una educación, formal y no formal, cuyos contenidos los educandos puedan aplicar en la corrección de sus propias ineficiencias y en la solución de sus problemas, con menor ayuda gubernamental, pues esta es decreciente y para la gran mayoría de los agricultores, sencillamente es inexistente.
Propuesta ejecutiva: Para llevar a la práctica esta estrategia educativo-emancipadora será necesario adoptar las siguientes medidas:
1) Exigir que las escuelas agrotécnicas y facultades de ciencias agrarias formen extensionistas que tengan real capacidad teórico-práctica de corregir las ineficiencias de los productores rurales, pues ellas son las principales causas de sus fracasos económicos. Esas escuelas no pueden seguir ignorando que, mientras se quejan de la insuficiencia de recursos presupuestarios, están desperdiciando en gran parte los que ya poseen, porque están formando egresados para el desempleo. Tampoco pueden ignorar que, en gran medida, el desempleo de extensionistas existe porque sus egresados no responden a las necesidades de los empleadores y de los agricultores. Esto significa que la principal causa de ese desempleo no necesariamente es la demanda insuficiente del mercado laboral, sino la oferta inadecuada de las escuelas agrotécnicas y facultades de ciencias agrarias. En verdad, la agricultura del mundo contemporáneo está "pidiendo a gritos" una enorme cantidad de extensionistas "correctores de las ineficiencias y solucionadores de los problemas" existentes en el campo; sin embargo, la oferta educativa no está siendo capaz de satisfacer tal demanda. Esto ocurre, en primer lugar, porque las "recetas" que esas escuelas están enseñando no son compatibles con los "ingredientes" que la mayoría de los agricultores posee; en segundo lugar, porque la educación que los educandos están recibiendo es excesivamente teórica, con mínimas oportunidades para que los alumnos desarrollen la creatividad y las habilidades prácticas. Esas escuela s en vez de aburrir a los alumnos con excesivos e irrelevantes contenidos teóricos en las aulas, deben enseñarles a producir, administrar y comercializar con eficiencia, produciendo, administrando y comercializando con eficiencia. Y deben ejecutar este "enseñar y aprender haciendo" preferentemente allá donde ocurren los problemas, es decir, en las fincas, en las comunidades, en las agroindustrias y en los mercados rurales. Esas habilidades prácticas deben adquirirlas mientras están en las escuelas y no, como ocurre con demasiada frecuencia, varios años después de egresados, a cuesta de los errores que cometen con los agricultores.
2) Exigir que las escuelas fundamentales rurales "agriculturalicen" y "ruralicen" sus contenidos educativos; que proporcionen a sus alumnos una educación que desarrolle sus potencialidades latentes y que eleve su ego/autoestima/auto confianza/deseo de superación. Una educación que los energice y "les dé poder" para que adquieran la voluntad y la capacidad de corregir, ellos mismos, los errores que los habitantes rurales cometen en sus hogares, en sus fincas y en las comunidades rurales. Al egresar de las referidas escuelas fundamentales, los jóvenes rurales deberán:
i) estar conscientes de que ellos mismos pueden y deben asumir una mayor partici-pación/parcela de responsabilidad/compromiso en la corrección de las ineficiencias y en la solución de los problemas que ocurren en el medio rural;
ii) poseer la motivación y las competencias (conocimientos, habilidades y actitudes) que les permitan asumir, con eficiencia, este nuevo y fascinante desafió del auto-desarrollo;
iii) estar aptos a buscar, seleccionar y adquirir nuevos conocimientos para mantenerse siempre actualizados.
3) Exigir servicios de asistencia técnica y/o de extensión rural – SATER – que:
En primer lugar cuenten con los extensionistas cuyo perfil fue descrito en el punto 1; con aptitudes y actitudes más pragmáticas y pro-activas que les permitan:
i) diagnosticar las causas de los problemas de los agricultores, priorizando aquellas que puedan ser eliminadas por ellos mismos;
ii) identificar las potencialidades y oportunidades existentes en las fincas;
iii) identificar y corregir las ineficiencias "corregibles" por los productores rurales y solucionar los problemas que son solucionables por los propios agricultores. Extensionistas que identifican causas que no pueden ser eliminadas por los productores rurales, que solicitan recursos externos antes de utilizar racionalmente aquellos que los agricultores ya poseen, agentes de cambio que en vez de solucionar, ellos mismos, los problemas reivindican que otros lo hagan, son extensionistas improductivos y, por este motivo, serios candidatos al desempleo.
En segundo lugar, que esos agentes de extensión dispongan de medios (vehículos, combustibles, viáticos, etc.) para que puedan permanecer en las comunidades rurales. En ciertos casos será necesario que los ejecutivos de los SATER adopten la medida drástica de reducir sus estructuras burocrático-operativas; y con los recursos ahorrados ofrezcan a los extensionistas los referidos medios. Será mucho más productivo mantener 50 extensionistas bien remunerados y capacitados educando en el campo, que mantener 100 agentes mal remunerados, no capacitados y desmotivados, burocratizando en las oficinas, tal co mo, desafortunadamente, está ocurriendo hace más de 25 años en la mayoría de los SATER estatales de América Latina. Sin embargo, para que esas adaptaciones puedan ser ejecutadas, será necesario "desestatizar" los actuales SATER y delegar su administración a instituciones privadas sin fines de lucro, como por ejemplo las cooperativas y otras entidades gremiales, no politizadas, que genuinamente representen los intereses económicos de los agricultores; porque la rigidez burocrática de los servicios estatales y las nefastas interferencias político-partidistas, sencillamente, impiden la adopción de esas medidas saneadoras y "eficientizadoras" en los servicios estatales de extensión rural.
Afortunadamente, muchas de esas medidas correctivas pueden ser adoptadas por los propios profesores y extensionistas, en muchos casos sin necesidad de recursos adicionales ni de macro decisiones políticas. Los documentos incluidos en la Página Web http://www.polanlacki.com.br/ describen y demuestran el "qué" y el "cómo" los propios educadores (profesores, extensionistas y directores de sus respectivas instituciones) pueden hacer para volverse, ellos mismos, más eficientes; y cómo, a través de la sumatoria de las eficiencias individuales, pueden mejorar la eficiencia de sus respectivas instituciones.
Si el sistema de educación rural adopta apenas esas medidas "eficientizadoras" y emancipadoras, de sus educadores y de sus respectivas instituciones, los principales problemas de la mayoría de los productores rurales estarán resueltos; y, lo que es más importante, serán solucionados por las propias familias rurales; sin paternalismo, sin dependencias y sin humillaciones. Sin embargo, si esas medidas no son adoptadas – no tengamos ninguna duda – todo el discurso del desarrollo rural con equidad, de los derechos humanos, de la justicia social y de la inclusión de los excluidos, seguirá siendo una ingenua manifestación de buenas intenciones o, lo que es mucho peor, una vergonzosa y deplorable burla del sufrimiento de los pobres rurales, pues el paternalismo e statal demostró y sigue demostrando que no tiene condiciones de hacerlo.
E-Mails del autor:
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