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La Teletón o la solidaridad de mercado

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En esta ciudad para “válidos”, esto es, para aquellos y aquellas que tienen un cuerpo “normal”, los inválidos, o aquellos que no tienen el cuerpo “normal”, carecen de la posibilidad de circular por ella de manera expedita. Nuestras ciudades no están hecha para ciegos, sordos, mudos, sordo-mudos, ciego-mudos, ciego-sordos, ciego-sordo-mudos, como tampoco para quienes tienen alguna “deficiencia” física, sean parapléjicos, tetrapléjicos, amputados, etc. Esta “minoría”, sin embargo, tiene la suerte de que cada año se les organice una jornada para recolectar dinero que va en directa ayuda de su rehabilitación.

Empero, la organización de tan noble gesto está articulada a partir de un criterio que une el consumo, la competencia y la solidaridad. En efecto, mientras más consuma un determinado producto, más apoya esta noble causa. Las empresas comienzan a mostrar un rostro “humano”, donde la explotación, los abusos y otras características que genera el afán de lucro quedan subsumidas al empuje de la noble causa. La solidaridad queda estandarizada en el mercado.

Tan noble causa está atrapada en el engranaje de la neoliberalidad. ¿Quién podrá creer que las donaciones que las empresas realizan están motivadas por la afectividad que la solidaridad exige y no por el interés del empresario en mostrar un rostro “humano”, en mostrar que el afán de lucro tiene un rostro amable? La gente que voluntariamente hace sus donaciones tiene la esperanza de que su dinero efectivamente contribuya a tan noble causa. Todo Chile unido por el amor a esos niños y niñas que sufren su destino, pero con empuje y coraje el pueblo de Chile, que en esto es uno sólo, sin diferencias de ningún tipo puesto que los une el valor común de la solidaridad, contribuye a que, a lo menos, puedan tener la esperanza de una vida mejor. Lo terrible es que esta esperanza está cifrada en el mercado. 

El mercado, voraz, tiene un uso “positivo”. O mejor: en el mercado, con sus reglas y procedimientos, es posible la solidaridad y el amor, como también el maltrato, el abuso, la explotación, humillación y un largo etc. Se trata, para mi, sin más, de limpiar una vez al año la imagen de los empresarios, del mercado y de esta sociedad que genera al por mayor pobreza, desesperación, tristeza, amargura…

– El autor es investigador y académico de ELAP.
Arena Pública, plataforma de opinión de Universidad ARCIS

* Enviado a piensaChile por el periodista Jordi Berenguer

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