La dramática situación en que se halla el buen ciudadano Jesús Neira por defender a una mujer del maltrato de su pareja ha dado lugar a multitud de comentarios sobre la dependencia de su verdugo que padece la mujer maltratada, que en este caso no ha agradecido el noble gesto de su defensor y que se niega a denunciar a su maltratador.
Esta conducta podría compararse con la de los que padecen el síndrome de Estocolmo, pero a quienes lo sufren se les trata con una comprensión que siempre se echa de menos con las mujeres maltratadas, aunque haya que aplicarles un atenuante muy cualificado, como es la relación afectiva y sexual que mantienen con el maltratador, una circunstancia que no se produce en las víctimas de tortura.
Lo que nunca explican los comentaristas y expertos en el tema es que el maltratador en el primer momento es un seductor. Se dirige a la que será su víctima mostrándose enormemente obsequioso y amable, colaborador, generoso, solidario. Cuando la ha enamorado –muchas veces ella ni siquiera sentía atracción antes por él– y comienzan a vivir juntos, empieza la tarea de esclavizarla. El control de su vida, los ataques de celos –que ella interpreta al principio como amor–, la exigencia de que obedezca todas sus órdenes, la separación primero de sus amigas y después de su familia. Cuando ya se encuentra aislada se inicia el maltrato psicológico: las manifestaciones de desprecio, las críticas continuas, los insultos… y cuando ya ha perdido la confianza en sí misma, comienzan los golpes. El resto pueden imaginarlo fácilmente.
Escucho a menudo, incluso de mujeres, los comentarios despectivos respecto a la conducta de las víctimas. Ellos no comprenden cómo aguantan semejante situación, y ellas jamás lo soportarían, y dicen que hace falta estar mal de la cabeza o deben de ser masoquistas. Ninguno, y de momento tampoco ninguna, de quienes hablan así ha vivido una situación semejante. Parecen creer que las víctimas se entregan encantadas a una relación que comenzó a bofetadas el primer día que conocieron a su verdugo, lo que significa que desconocen totalmente el problema. Y ya no me refiero a las que son hijas de un padre maltratador, que padecen todos los condicionamientos para reproducir la conducta de su madre. Las secuencias han sido generosamente mostradas en el cine y la televisión, pero no se recuerdan.
Pero es que además de la dependencia afectiva, de la que todo el mundo habla, existen otras tres dependencias a las que nadie se refiere. La primera es la dependencia del miedo. Cuando la víctima comienza a comprender que debe huir de la esclavitud a la que está sometida, su torturador la ha convencido muy eficazmente de que no se lo permitirá, la perseguirá allí donde se encuentre, también a sus padres y a sus amigos, y, en último término, la matará. Amenazas realmente muy creíbles, tanto por su conducta anterior como porque así lo confirman las cifras cotidianas de asesinadas.
La segunda dependencia es la económica. En una mayoría de casos la mujer no dispone de medios para independizarse, mucho menos si tiene niños pequeños. ¿Cómo huir de aquella casa que paga su tirano, adónde ir, cómo sufragar su vida y la de sus hijos? Si tiene trabajo deberá dejarlo para huir lejos, sacar a los niños del colegio, perder las amistades, alejarse de sus familiares, quizá cambiar de ciudad, de comunidad incluso, si el perseguidor es tenaz. ¿Cuántas podrán hacerlo? ¿Cuántas creerán que el peligro es tan grave que vale la pena sufrir tales penalidades y cambios?
La tercera dependencia es la familiar. No todas las familias –padres, madres, hermanos– están dispuestas a comprender a la hija o hermana, a apoyarla en su decisión de abandonar al marido, a pagarle el abogado, a acogerla en sus domicilios, acompañada de los pequeños, mientras el padre y marido –su dueño legítimo– les llama continuamente, va a esperarles a la puerta de su casa, les arma broncas en el trabajo. No todas las familias tienen recursos económicos, o no quieren gastarlos en mantener a su hija, hermana, nietos, sobrinos, comprarles ropa y pagar el colegio, mientras se dirimen interminablemente los procesos judiciales que correspondan.
Es mucho más cómodo y barato convencer a la hija o a la hermana que se encuentra en tal situación de que aguante, que algo bueno tendrá él cuando se enamoró. Esto lo dicen hasta las psicólogas que hacen los informes oficiales para el juzgado.
Y aún hay una cuarta y definitiva dependencia: la judicial. Si la víctima, que ha de ser una heroína, se decide finalmente a presentar la denuncia, comenzará para ella el último e interminable suplicio. La falta de pruebas, la negativa de los testigos a implicarse, la deficiente defensa, la indiferencia –cuando no la ausencia– del fiscal, la impaciencia y la ideología del juzgador, terminarán la mayoría de las veces con la absolución del maltratador, o condenándolo a una pena absolutamente inoperante que no cumplirá.
En cuanto a la eficacia de las órdenes de alejamiento o de protección –hay 12 policías para proteger a varios miles de mujeres–, ya la conocemos, sobre todo la última víctima desgraciada de Tenerife que confió en ella.
¿Y todavía les exigimos a las víctimas que denuncien?
* Lidia Falcón es abogada
Fuente: El Periódico
– Publicado por gentileza de Débora
Artículos Relacionados
Bolivia: La conspiración del aceite
por Antonio Peredo Leigue (Bolivia)
15 años atrás 7 min lectura
El laicismo: oxígeno para la Democracia
por Marta Lamas (México)
12 años atrás 11 min lectura
¿Por qué está tan callado David Cameron tras la recuperación de Palmira de las garras de Isis?
por Robert Fisk (Inglaterra)
7 años atrás 3 min lectura
A la Constitución rogando y con el mazo dando. Observaciones no vinculantes sobre un golpe de Estad
por Jorge Majfud (EE.UU)
14 años atrás 6 min lectura
Chile: La primera quincena ardiente de 2011
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
12 años atrás 7 min lectura
Un 26 de julio: En pie de combate
por Mireya Baltra Moreno (Argenpress.info)
17 años atrás 4 min lectura
En torno al actual “proceso constituyente”
por Roberto Albarracín (Viña del Mar, Chile)
1 día atrás
06 de febrero de 2023 El PC y otros sectores de la izquierda, tanto ahora como en situaciones anteriores, han participado de las materias a dirimir a pesar de…
¿El fin de la constitución fujimorista en Perú?
por Andres Kogan Valderrama (Chile)
1 día atrás
A dos meses de que el congreso de Perú destituyera al presidente Pedro Castillo, luego que este hiciera un autogolpe fallido, hemos sido testigos de grandes movilizaciones populares en todo el país contra el gobierno de facto de Dina Boluarte. quien se ha dedicado a criminalizar la protesta social y a violar brutalmente los derechos humanos, con miles de heridos y costándole la vida a decenas de personas.
Sáhara Occidental: Presidente de la Unión Africana visita campamentos de Refugiados saharauis, mientras Sánchez viaja a Marruecos
por Luis Portillo Pasqual del Riquelme (España)
46 mins atrás
«¡Qué triste! Me duele el abandono de una causa justa. Ante el pragmatismo político y la geoestrategia, siempre pensé que los socialistas podíamos abrazar causas justas. Aunque otros las consideren inútiles por perdidas»
Pepe Taboada recibe el Premio a la Solidaridad por toda una vida luchando por la libertad del pueblo saharaui
por Contramutis (España)
2 días atrás
En 1974, el azar llevó a un joven Pepe Taboada -José Taboada Valdés- a hacer el servicio militar en El Aaiún. Allí fue testigo de la traición (del gobierno español) y abandono del pueblo saharaui y (eso hizo que Pepe Taboada) quedara unido a él para siempre.