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Yo siempre he escrito sobre montevideanos, ni la dictadura me dejó sin mis personajes

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El 14 de Setiembre el escritor Mario Benedetti cumplió 88 años rodeado del cariño de sus amigos y el aprecio y la admiración de los uruguayos.
Benedetti, el escritor uruguayo más conocido internacionalmente, es autor de más de ochenta libros de poemas, novelas, relatos y ensayos, así como guiones de cine, recibió varios premios internacionales entre ellos el Reina Sofía, el Méndez Pelayo y el Alba. Recientemente editó “Testigo de uno mismo” su nuevo libro de poesía.

Lo que sigue es una larga entrevista realizada a Mario Benedetti en los años noventa para la TV cable y que circuló en el formato de video. Hoy La ONDA la publica por ser ésta, en nuestra consideración, un aporte para conocer la personalidad de Benedetti. Su origen y trayectoria literaria, sus su juicios críticos, los compromisos políticos y sociales, el origen de sus personajes, exilio y desexilio.

Un gran documento que hoy con la perspectiva de de los años transcurridos le confiere el carácter de verdadero testimonio sobre esta destacada personalidad de nuestras letras.

– Benedetti, usted no es nacido en Montevideo y si embargo la sustancia de parte de su literatura es montevideana. ¿Qué tiene Montevideo que lo estimula para esa literatura?
Bueno, yo nací en Paso de los Toros y a los 2 años mi padre fue a vivir en Tacuarembó y a los 4 años vinimos a Montevideo.  Lo que pasa que en mi generación todos los montevideanos nacíamos en el Interior.  Ahora se les ha dado por nacer en Montevideo, pero eso era muy frecuente.  La mayor parte de los escritores de mi generación todos nacían en el interior, pero sin embargo, la actividad final la hicieron en Montevideo.  Montevideo genera un atractivo muy especial – a pesar del deterioro que ha habido a nivel nacional, no sólo montevideano ¿no? – y no solo para los montevideanos.  Por ejemplo, para la gente que viene de Europa tiene un atractivo especial porque es una ciudad un poco provinciana, pero es una ciudad provinciana que no tiene capital a la que referirse, pero tiene un estilo de vida provinciana. Y eso siempre atrae, a los extranjeros les atrae mucho Montevideo. Además la colocación que tiene frente a la costa, toda esa costa larga, eso también atrae.  Y la gente nos encuentra muy amables.  Los extranjeros que vienen acá, incluso los españoles, dicen que el montevideano es muy amable. Lo cual nos hace pensar, porque cuando yo volví después de mi largo exilio, me encontré con que la gente era mucho menos amable que antes.  Pero parece que todavía seguimos siendo más amables que en otros países.

-¿Está cambiando entonces Montevideo?
– Está cambiado, ha cambiado físicamente. Por ejemplo, cuando volví ver a 18 de Julio sin árboles me pareció una cosa bastante chocante, aunque estaba enterado de eso.  Y está cambiado porque ha cambiado la situación económica.  En este país siempre hubo pobres – no vamos a decir lo contrario – pero la presencia de la mendicidad en las calles hoy era una cosa que no se conocía.  Y ha cambiado también el aspecto del mendigo.  El mendigo antes era un tipo en harapos – cuando aparecía – y había muy pocos mendigos.  Ahora uno ve por sus ropas que es un personaje de clase media que ha venido a menos y que, de repente, está viviendo prácticamente en un cantegrill o cosa por el estilo. O sea que la situación económica ha obligado a mucha gente de clase media a deteriorar su nivel de vida completamente y su presentación.

– Aquellos montevideanos que en los años 60 daban sustancia a sus novelas, a su literatura ¿también entonces ahora, cambian?
– Por supuesto, claro que sí.  Ahora he empezado una novela en donde estoy tratando de meterme en la psicología del montevideano actual y también conectándome un poco con el montevideano que vuelve a Montevideo del exilio. Pero ha cambiado, evidentemente.  Yo creo que hay un legado que nos dejó la dictadura del cual no nos hemos repuesto todavía, que es un legado de mezquindad, debido también no sólo a la represión, sino a la situación económica, a la sospecha  – a la sospecha esa que metió mucho la dictadura en el alma montevideana. De modo que eso se nota. Por ejemplo, yo creo que el montevideano era muy solidario antes y ha disminuido mucho la solidaridad.  Y yo no me refiero sólo en esto a la solidaridad política, me refiero a la solidaridad humana.

Además, se ha estrechado muchísimo el espacio del ocio que siempre es una cosa generadora.  Yo recuerdo en mis buenos tiempos en esta ciudad, las barras de café que había, las ruedas de intelectuales, de obreros, ruedas de periodistas, de escribanos, de ingenieros, que se reunían en los cafés y charlaban sobre el mundo y sus alrededores.  Pero todo eso era un intercambio necesario, no sólo porque de esas conversaciones colectivas surgían a veces muy buenas ideas – surgían del ocio que puede ser estimulante también cuando es manejado por gente creadora – no sólo por eso, sino también porque establecían un estilo de relaciones humanas.  Ahora ¿qué tiempo hay para el ocio? Si la gente, la que trabaja, tiene a veces tres empleos para poder sobrevivir y, la que no trabaja, la que está en los niveles de desocupación que se conocen, no está como para reunirse en los cafés para charlar sobre el mundo y sus alrededores.  O sea que eso ha desaparecido, el culto del ocio. Y tiene también un matiz de la solidaridad, que la gente está mucho menos dispuesta ahora a ayudar al prójimo.

– ¿Cómo percibe entonces usted la salud cultural del Uruguay?
– Bueno, yo no creo que sea tan “salutífera”. En primer término, creo que hay una actitud muy negativa de parte del Estado con respecto a la cultura, hay como un desprecio por la cultura. Cuando el Ministro de Cultura, en un reportaje, insulta a toda una generación – a mí fue al que más insultó, me trató de “dinosaurio” – pero si el Ministro de Cultura tiene esa falta de respeto por toda una generación que fue muy importante en la evolución de la cultura uruguaya – no digo que sea decisiva ni general – sino que fue importante como removedores de la cultura, y si el Ministro de Cultura está en esa actitud, eso ya es un síntoma de cual es la actitud gubernamental de la cultura uruguaya. También ese corte que representó los años de la dictadura entre la cultura de antes de la dictadura y la cultura que dio después, todavía no se ha establecido el puente entre esas dos etapas. Antes todos estábamos acá y todos participábamos: viejos, jóvenes, maduros, hombres, mujeres, todos participaban con polémicas, con todo lo que fuera y en otro estilo, además, bastante más respetuoso. Pero en una dictadura, la gente que se quedó, que se pudo quedar en el país, tuvo que escribir a escondidas o escribir sobre temas muy de evasión, porque si no los llevaban presos, no los dejaban publicar.  Y los que nos fuimos para el exterior, en el exterior teníamos la posibilidad de publicar muchos de nosotros (otros ni siquiera eso) pero nos faltaba el elemento básico, nos faltaba el país.  O sea que, en un lado y en otro fueron dos culturas mutiladas, a los que estaban adentro les faltaba la libertad y a nosotros nos faltaba el país.  O sea que ninguna de esas dos culturas que se hicieron dentro y fuera del país, tenían que ver con la plenitud de una cultura nacional.  Al integrarse después de la dictadura, al integrarse estas dos cosas, había muchas dificultades. Muchos de esos escritores que empezaron por necesidad escribiendo temas de evasión, después les gustó, se quedaron en esos temas de evasión y le dieron un poco la espalda al país. En cambio los que venimos, venimos también distintos, encontramos un país distinto porque nosotros también éramos distintos. Llegamos a veces en edades en que es difícil emigrar, porque una cosa es emigrar a los 20 años y otra cosa es emigrar a los 50 o a los 60.

– Usted ubica una inflexión en ese proceso de los uruguayos con la dictadura, pero también ¿hay otros fenómenos a nivel mundial que pueden haber incidido en esto?
– ¿Por ejemplo cuáles?

– Bueno, la caída de los países socialistas, el hecho de que las dictaduras en el Cono Sur fueron cambiadas por otros modelos políticos.
– Bueno, parecería que esto último sí. Fueron cambiadas por otros modelos políticos pero siempre componentes a la etapa dictatorial.  Si uno ve por ejemplo en Chile, que hay un sistema democrático ahora, pero Pinochet sigue siendo el jefe de las Fuerzas Armadas y que condiciona cualquier actitud de Aylwin, uno se pregunta ¿hasta dónde eso es democracia en pleno, la chilena? No hay que olvidar también que esa buena relación de Aylwin con Pinochet viene de lejos.  Aylwin fue, de alguna manera, el inspirador del golpe de Pinochet contra Allende, eso está absolutamente demostrado con documentos.  Entonces, ¿hasta dónde la cosa ha cambiado así?  En Argentina y en Uruguay, uno con el caso de la Ley de Caducidad y el otro con la Ley de Obediencia Debida o de Punto Final, donde los militares salieron perdonados – no perdonados porque ellos rechazan ese término, rechazan hasta el de “amnistía” – porque dicen que ellos no se consideran culpables de nada. De modo que ese cambio fue con malos argumentos. Y por algo, los militares en la Argentina, varias veces intentaron golpear el sistema democrático en la época de Alfonsín, incluso en la de Menem.  Y bueno y acá no ha sido tan dura la cosa pero están allí presentes y muchas veces presionan a los poderes políticos. Hoy me he enterado, con satisfacción, que el nuevo comandante en jefe del Ejército ha disuelto la OCOA, que hace mucho que tendría que haber sido disuelta.  Pero, bueno, me parece un buen argumento de este militar el que si no hay más subversión, no hay porqué tener un organismo anti-subversivo. Y, según él,  el ejército tiene que darle al país lo que el país gasta en él. Me parece una buena actitud que son raras en los jefes militares ¿no? Vamos a ver cómo sigue esta historia.

– También ellos pueden empezar a cambiar
– ¡Ojalá! ¡Ojalá que cambien!  Para peor va a ser difícil, pero pueden cambiar para mejor y ese es mi anhelo más profundo, que se integren dentro del sistema democrático. Yo veo que en Uruguay es más posible eso que en Argentina o en Chile.  Yo veo que en Chile, hasta que no muera Pinochet, esto va a seguir igual porque Aylwin no es el más indicado para frenar los deseos autoritarios de Pinochet. Y en Argentina, también Menem les hace bastante el juego a los militares, curándose en salud, pero bueno…

Benedetti, usted hacía recién referencia a las definiciones del Ministro de Cultura uruguayo que los define como “dinosaurios” – a la generación del 45’. Uno de los reproches que le hace el Ministro, es que ustedes – y usted en particular, propongan una actitud revolucionaria de los intelectuales que, según él, eso está perimido.  ¿Qué actitud es la que usted propone?
– Yo no propongo una actitud revolucionaria. Yo apoyé dos revoluciones en América Latina.  Las apoyé con mis escritos, con mis formas periodísticas que, evidentemente, eso parece que le molesta mucho al Ministro.  Pero tal vez el ministro se ha olvidado de que han habido otras revoluciones en el mundo. Nadie hoy osa descalificar a la Revolución Francesa y se olvida que su tan admirado EE.UU. nació de una revolución y que demoró trece años en tener un gobierno democrático.  O sea que parece que ha habido revoluciones buenas y revoluciones malas. Entonces, a él no le gustan las de Cuba y Nicaragua, pero parece que le gustan las otras, las de EE.UU.  Ahora, yo lo que sigo sosteniendo, es que yo sigo siendo socialista, de mentalidad socialista porque no estoy afiliado a ningún partido en este momento.  Pero yo creo que el futuro del mundo debe ser socialista.  No un socialismo real, que fue un socialismo desvirtuado el que pasó en los países del Este, en Rusia y en los otros países.  Y fue un socialismo desvirtuado porque había falta de libertades, había dificultades para viajar, había también una burocracia bastante corrompida. O sea que todo eso estaba mal.  Pero lo que, evidentemente hoy está demostrándose, no fue solución pasarse al “paraíso capitalista”. Lo que ha pasado en la Unión Soviética. Y tenemos que pensar un poquito.  Resulta que Yeltsin es su presidente, da un golpe de estado, disuelve el parlamento, mete presos a los diputados y todo el mundo occidental lo apoya.  Habría que poner que cualquier semejanza con Pinochet y el incendio de La Moneda es mera coincidencia. Y ¿porqué, además, resultaron abominables Fujimori y Bordaberry dando un golpe y disolviendo los respectivos parlamentos? Ni siquiera hubo muertos. Aquí  100 muertos y 500 heridos.  Y ¿porqué el golpe de Yeltsin es magnífico y tiene el apoyo de todo occidente y porqué Fujimori y Bordaberry no fueron magníficos? ¿Por qué esa dualidad de la actitud occidental frente a los distintos golpes de estado? O eso viene de la doctrina de Reagan que decía que “hay dictaduras amigas y dictaduras enemigas”.  Parece que la de Yeltsin es una dictadura amiga.

– En este momento se vende un libro en las librerías que es: “Las perplejidades del fin de siglo”. ¿Estas son algunas de esas perplejidades?
– A mí lo que más perplejo me deja es la hipocresía política.  Yo vivo parafraseando un viejo libro que decía que hay que escribir un libro sobre la hipocresía como una de las “bellas artes”. Porque fíjese – toda la campaña feroz que hay contra Cuba, que es un país marxista-leninista, que hay pocos países marxista-leninistas en este momento.  Pero, ¿y China? ¿no es marxista-leninista y todavía hace ostentación de su doctrina?  Pero a Cuba se le reprocharon esas cinco ejecuciones – y adelanto que estoy contra la pena de muerte con cualquier ideología – o sea que también estoy en contra de los 5 fusilamientos que hubo en Cuba. Pero hubo una feroz campaña internacional contra Cuba por esos cinco fusilamientos y si se los compara con la “gran democracia” del norte, hay un condenado a muerte  ejecutado más o menos uno por semana y unos 2200 condenados a muerte que están esperando ser ejecutados en EE.UU.. Pero si nos referimos sólo a los países marxista-leninistas, en China, hubo miles de muertos cuando lo de Tian’anmen y, sin embargo, los gobernantes occidentales van a China a negociar.  Cuando fue Felipe González a China hace unos meses, cuando volvió le preguntaron: “¿y usted no puso el tema de Tian’anmen sobre la mesa?”, “no, porque no era el momento, fuimos a hablar de negocios”.  Entonces, yo llego a la conclusión de que el gran defecto de Cuba es tener sólo 10 millones de habitantes y por lo tanto, sólo 10 millones de consumidores, mientras que China tiene 1000 millones de posibles consumidores.  Entonces a China se le perdona cualquier cosa con tal de acceder a ese gigantesco mercado de consumo. Entonces, a mí no me cierra y puedo seguir con varios ejemplos más. Entonces eso, ha deteriorado realmente a la sociedad. No sólo a la sociedad directamente involucrada, sino a toda la sociedad. Saber que ahora no hay índices morales por los que regirse.  Por ejemplo, hoy mismo,  escuché declaraciones del ex presidente Sanguinetti decir que el político no tiene porqué decir siempre la verdad.  Es bastante sintomático esto, porque ¿cómo un político destacado, que ha sido presidente de la República y será, probablemente candidato para la próxima, reconozca que “el político no tiene porqué decir siempre la verdad”.  Entonces de ahí yo digo que uno de los graves problemas que hay actualmente es el abismo que media entre los gobernantes y los gobernados.  El gobernante sólo se acerca a los gobernados cuando se acercan las elecciones y entonces, más que escuchar al pueblo – y perdón por usar ese término tan obsoleto hoy – más que escuchar al pueblo quiere que lo escuchen a él. Hay una cierta comunicación, pero conseguir el voto – que es lo que le interesa, no le interesa saber cuáles son las necesidades de la gente, sin o conseguir el voto ¡Le importa un comino saber todo lo que prometió! Y se encierra otra vez en su cápsula de poder y, a lo mejor, se comunica nada más que con otras cápsulas de poder, con otros gobernantes que están  en su tendencia. Pero ya no se comunica con ese pueblo que lo votó, que pasa a ser un “estado archipiélago”. También está lleno de “islitas” el “estado archipiélago”, como para que no cunda el desconcierto.

– Benedetti, ¿cuál es la identidad actual de Europa? ¿Cuál es el rasgo más sobresaliente que usted ha percibido?
– Yo creo que la hipocresía. Me parece que es un elemento cohesionador y uno de los pocos en el que están totalmente de acuerdo.  Fíjese, por ejemplo, tanto hablar del muro de Berlín, que cayó y bien caído está, pero yo veo que con los escombros, están construyendo una nueva Europa, para que no entren los indeseables, para que no entren los que puedan llegar a molestar esa Europa del bienestar. Para que no entren los albaneses, los turcos, los “sudacas”, los africanos, los maoríes, todos los indeseables.  Y, cada vez, se cierran más las fronteras con ese muro de Europa que se está construyendo. Tal vez de lo que los europeos no se den cuenta es de que no van a ser esos inmigrantes pobres, miserables los que van a destruir a Europa.  Que si Europa, si puede ser destruida  – ojalá que no, nadie quiere que Europa sea destruida – va a ser por los gérmenes que tienen adentro, por el neo-nazismo que tienen adentro.  En Viena, en la capital de Austria, ya el partido nazi es el segundo partido en las últimas elecciones.  Yo estuve hace seis meses, más o menos, en Alemania y mostrando mi preocupación con alemanes de izquierda sobre el nazismo.  Y me decían: “no si acá son sólo 60.000 inscriptos en el partido nazi”.  Pero si hay 60.000 inscriptos ¿cuántos habrá en realidad? Porque yo no veo a los nazis yendo al registro diciendo: “mire, yo soy nazi, tome nota”.  Entonces ¡me parece que hay una inconciencia!  Salvo la de algunos sectores pre-claros que hay en Alemania también entre los intelectuales, incluso ¡hay que ver las cosas que escribe Gunther Grass!, que son muy, muy valientes. Pero también hay intelectuales que tuvieron esa posición y que tuvieron que emigrar, o que terminaron en los campos de concentración. Y está el movimiento de Le Penn en Francia. Yo lo que veo es eso, ¿no? Que hay como una inconciencia en Europa, de no ver, realmente, dónde están sus verdaderos enemigos.  Entonces, la única solución para no ser invadidos por el 2° y el 3er. mundo – porque están siendo invadidos también por el segundo mundo ¿no?, los de la parte del este  – es que ayuden a esos países.  Porque nadie tiene interés en irse de su país, del país donde nació, donde tiene su familia,  sus amistades, su trabajo, etc. Se van porque se mueren de hambre.  Entonces, ¡ayuden a esos países!  Ellos que pueden ayudar, ellos que tienen dinero y que tienen montones de cosas.  ¡Ayuden a esos países! Si sos una ayuda técnica y económica para esos países, ahí tal vez sea más lógico decirles: “bueno, arréglense ustedes”.  Pero hasta, ¿qué derecho moral?  tienen esas potencias colonialistas, ex-colonialistas y neo-colonialistas en cerrarle las puertas a toda esa gente que padece los males que esas potencias provocaron.

– Benedetti, en el plano cultural ¿siguen consumiendo la literatura latinoamericana?
¿Quiénes?

– Los europeos
– Mucho menos, eh. En Francia, por ejemplo, ha decaído completamente.  Salvo algunos libros. En Alemania, por ejemplo, las novelas de Isabel Allende se venden bien, García Márquez también.   En Francia ha subido mucho la literatura española en desmedro de la latinoamericana.  Y en España mismo. Para el 92, hubo como una obsesión de presentar una gran literatura española, una gran novela española,  porque estaban completamente obnubilados con el 92 del V Centenario. ¿Y qué pasó? Publicaban tanto que se presentaron las editoriales a pedir una ayuda gubernamental como le pusieron el logotipo del 5° Centenario, les compraban no sé si 500 o 1000 ejemplares con los cuales financiaban la edición. Y eso fue en desmedro de la propia literatura española. Porque, como se publicaba lo muy bueno, lo bueno, lo regular y lo malo, salieron perjudicados los “muy buenos” que pasaron desapercibidos en esa marea de publicaciones.  En cambio en lo mío, en un descuido, en una actitud negativa con respecto a la literatura latinoamericana – yo no tengo porqué quejarme, lo mío siempre funcionó muy bien en España – pero en general, fue eso.  Pasado el 92, han vuelto otra vez a reclamar autores latinoamericanos.  Muchas veces manejados también por los agentes literarios. El “boom”, el famoso “boom” de hace ya unos cuantos años, fue una creación de un agente literario que tomó 4 autores, 4 buenos autores y los lanzó con una publicidad tremenda. No fue del todo perjudicial para la literatura latinoamericana porque puso sobre el tapete la literatura latinoamericana.  Pero bueno, se limitó a cuatro autores.  Después, nos reunimos editores y dijimos: “¿nada más que estos cuatro hay, no hay más gente?”

– Benedetti, usted señala que a usted en la literatura en España le va bien. ¿Qué otras cosas hace Benedetti allí?
– Allí, de lo que me ocupo, fundamentalmente, hago periodismo, escribo un artículo mensual – desde luego quisiera más, pero no me dan más. Y también escribo para periódicos de América Latina. Desde España o cuando estoy aquí desde aquí. Y la otra cosa que yo hago generalmente en España, es trabajar con universidades.  Hay muchas universidades que me llaman para que de discursos sobre poesía latinoamericana.  Durante tres años lo hice con la Universidad Complutense de Madrid en los cursos de internación de verano del Escorial.  Ahora hicimos un gran curso sobre poesía latinoamericana, financiados por ellos claro, 7 u 8 poetas latinoamericanos sobre los cuales yo daba una conferencia sobre cada uno de ellos y después dialogaba con la gente.  Luego dejé porque me daba un trabajo enorme. Estaba como seis meses metido en eso aunque los cursos duraban 10 días, ¿no? Pero también he trabajado en otras universidades pero no lo hice intensamente.  Ahora, tengo que volver en febrero, para en febrero y marzo tengo cursos sobre poesía latinoamericana también, en la Universidad de Valencia y en la de Murcia – diez o quince días en cada una – y también tengo un seminario en la Universidad de Alicante – donde ellos querían que fuera sobre mi propia literatura – entonces, sin perjuicio de que yo también hablaré un poco de alguno de mis libros y del contexto social en que se originaron, pero lo derivé, un poco más que nada, a presentar también la literatura uruguaya de antes y después de la dictadura, a hablar de – una de las clases se va a dedicar al Semanario “Marcha” y a la figura de Quijano.  O sea que siempre tengo trabajo con las universidades.  Además me llaman de muchísimos lados en España, sobre todo, para dar conferencias, recitales, de todo un poco.

– ¿Y le parece un símbolo que mientras el Ministro de Cultura los critica, dos de la generación del 45, o en torno de ella, vivan hoy en Madrid, usted y Onetti?
– Bueno, Onetti él dice que es de la generación del 44, que él nació en el nueve y que casi todos nosotros nacimos en el 20. Los dos casos tienen explicaciones políticas.  Onetti estuvo preso y sufrió mucho su prisión y se exilió y yo tuve un ofrecimiento interesante de España.  Y Onetti se fue y no vuelve más. Onetti quedó tan ofendido con lo que hicieron con él, por haberlo metido preso por haber integrado un jurado donde incluso él había puesto objeciones y así y todo lo metieron preso, lo humillaron.  Ahora está muy viejo y ya no se levanta de la cama, no sale ni a la esquina. ¡Cómo para venir a Montevideo!

– ¿Es cierto que vive en la cama?
– Y sí, vive en la cama.  Cuando estaba aquí y era joven, todo el tiempo que podía lo pasaba en la cama.  Él siempre dijo: “en la cama se nace, en la cama se muere, se puede comer, se puede hacer el amor, se puede leer, se puede escribir, ver la televisión.  Todo se puede hacer desde la cama”.  Pero ahora está debilitado, tiene varios problemas de salud.  Todo ese esfuerzo que hizo por terminar la última novela – esa novela que ha tenido mucho éxito, por suerte – y que tenía como un “testamento”. Pero yo creo que va a seguir escribiendo a los pocos y editando novelas. Y en el caso mío también fue por razones políticas. Yo no estuve preso pero, si no me iba, me pasaba igual que a Onetti.

-Ustedes han demostrado que no necesariamente hay que vivir en el país para escribir con las identidades que ustedes siempre tocaron los temas.
– Sí claro. En mi caso en particular, si. Onetti es un poco más ambiguo porque tiene esa ciudad Santa María, que no es ni uruguaya ni argentina, pero también cuando vivía acá escribía sobre Santa María. Y en mi caso yo siempre he escrito sobre montevideanos.  Ahora, yo en los primeros años de mi exilio pensaba: “y bueno, cuando se me borren los recuerdos, que me quede ya sin recuerdos, que haya usado todos los recuerdos – mis novelas no son autobiográficas pero sí se basan en contextos de tipo psicológico – ¿qué va  a pasar? Voy a tener que ponerme a inventar otras cosas y no estoy seguro como va a salir. Pero resulta que la dictadura desparramó montevideanos por todo el mundo.  Y yo viajé mucho, en eso del exilio, por invitaciones tuve que viajar mucho y en todos lados me encontraba con los montevideanos exiliados y, entonces, siguieron siendo mis personajes, los montevideanos de clase media, siguieron siendo mis personajes, ubicados en otros países. Hay cuentos míos, por ejemplo que pasan en Barcelona, que es un exiliado argentino y una chica, una hija de otro exiliado uruguayo que viven en Alemania, y cosas así. Y aparte, por varios lados, en “Geografías”, aparecen varios cuentos que pasan en un país europeo, pero son montevideanos de clase media los que están allí. De modo que la dictadura tiene esa especie de “intimidad trágica” para mí, que no me dejó sin mis personajes.

– ¿Cómo le ha ido en el cine, Benedetti, lo hemos visto como marinero?
– ¡Capitán! ¡No me rebaje! Capitán de un barco mercante.  Bueno, eso fue una broma ¿no? Yo no lo conocía a Susviela, pero me había gustado mucho su primera película e integré el jurado en el Festival San Sebastián, él había escrito donde se presentó “Hombre mirando al Sudeste” y yo fui una de las películas que propuse para la terna final y, bueno, no tuve suerte.  Pero en ese mismo Festival le dieron el premio a la “Ópera Prima”, porque era su primera película.  De modo que, no fue por mi voto que lo sacó, pero me gusta mucho esa película. Y después vi también la otra: “Últimas imágenes del naufragio”, que también me encantó.  Entonces un día vino acá y me dijo que pensaba hacer una película en cuya estructura, al no ser una película sobre novelas o cuentos, pensaban incorporar poemas míos y de Juan Gelman.  Entonces me dijo: “no te dejo acá el guión y vuelvo dentro una semana”. Bueno, volvió y a mi me pareció fantástico y le di mi autorización. Y yo estaba contestando aquí en la máquina una carta de una editorial, la editorial Köhn de Alemania, que había publicado en alemán una antología de mis poemas, y entonces, vio eso sobre la mesa y me dice: “Benedetti, ¿y esto que es, te me estás volviendo froilen?” Y ¿por qué?” Esto es una antología mía traducida al alemán. “¿Y lo hiciste revisar la traducción? No, la revisé yo porque sé alemán, estoy un poco olvidado pero sé alemán.  Fui al Colegio Alemán, hice la primaria en el Colegio Alemán antes del nazismo.  Y entonces se le prendió la lamparita, yo vi que se le iluminaron los ojos, y me dijo: “sería fantástico que vos hicieras un papel del Capitán de un navío mercante alemán que entrás a un cabaret de mala muerte de Montevideo y le decís el poema ese, el poema tuyo en alemán, se lo decís primero a una puta y después a otra. Y ahí me quedé pensando y le dije: “bueno mirá, leí tu guión y es un guión tan delirante que, una de las razones por las que me gustó es que es un delirio”, que bueno, esto que me pedís es un delirio y por eso te digo que sí”. Y fue un muy lindo trabajo, porque se eligieron tipos muy macanudos. Yo fui a Buenos Aires porque, el cabaret ese que aparece en Montevideo, se filmó en Buenos Aires. Es un viejo cabaret, ya en desuso, que alquilaron por una semana.

– Y fue realmente muy atractivo, muy simpático el personaje que encarna usted.
– Si, una curiosidad.

– El cine argentino y el cine latinoamericano, en parte, se ha acercado a su literatura, ¿no?
– Si, como no. En Argentina hicieron tres largometrajes: “La Tregua”, “Gracias por el Fuego” y “Las Sorpresas”. En México hicieron “Pedro el Capitán” y, aparte, han hecho muchos cortos, algunos de los cuales nunca los he visto.

– Acá dieron uno hecho en España: “Los pocillos de café”
– Sí, “Las tazas del café” que después fue “los pocillos” e hicieron otro corto más en España que se llama: “Cinco años de vida”, sobre otro cuento mío.  Si y mire, casualmente, uno fue hecho por españoles y el otro fue hecho por una uruguaya, Mariana Rodríguez, que es sobrina de “Taco” Larreta.  Y los dos así, un año tras otro, ganaron el premio que daba el Ayuntamiento de Madrid a un corto de ficción.  Así que tuvieron suerte.

– Ahora, se inspiran en su literatura. ¿Usted nunca escribió para cine?
– Cómo yo quedé muy desconforme con “La Tregua”, ¿no? – está bien el trabajo de los actores, me pareció excelente.  Pero no quedé contento de que se sacara de Montevideo en una novela que es tan montevideana y que pasara en Buenos Aires y, además, que la cambiaran de época.  Entonces, al quitarle el contexto social, quedó una “Love Story”.  Nada más.  Ahora, ¡la gente se emocionó mucho, lloraban en los cines de Buenos Aires! En aquel momento, en Buenos Aires, ocupó el segundo puesto, no en recaudación, sino en espectadores. Después de “La Guerra Gaucha”, era el segundo puesto. Ahora, parece que “El lado oscuro del corazón”, pasó a ser la película más vista.  Y entonces en “Las Sorpresas”, yo quería hacer los guiones.  E hice dos guiones de los tres: “Corazonada” y “Los pocillos”.  Pero el otro guión no lo pude terminar porque me amenazaron las tres A y me tuve que ir de un día para el otro de Buenos Aires.  Entonces el otro, que era “Cinco años de vida” lo hizo el director que fue Luis Puenzo que después ganó el Oscar con “La Historia Oficial”.  Pero sin embargo allí, yo me quedé conforme con lo que hizo Luis Puenzo porque realizó un trabajo fantástico que es “Cinco años de vida” que, originalmente, pasa en el metro de París, también entre un montevideano con una argentina ¿no?. Yo lo ubicaba en el metro de Buenos Aires lo cual me parecía muy bien, pero le quitaba el carácter fantástico.  Por eso se llama “Cinco años de Vida”, porque es la clave, la frase clave, para que se transforme en fantástico.  En cambio, yo quedé muy conforme, sobre todo, con “Los pocillos” – puede ser porque yo hice el libreto ¿no?, pero me gustó “Los Pocillos” y “Corazonada” también, aunque es un cuento menor. Y fueron tres directores distintos.  El otro día en la mesa redonda que inauguraron en Cinemateca dije que, entre las dos cosas que más me satisfacen a mi de lo que se ha hecho en cine sobre cosas míos, están “Los Pocillos” y “El lado oscuro del corazón”, no por mi actuación – que lo hice adrede – sino por cómo usó los poemas míos Susviela.  A mi me pareció una proeza que pudiera hacer una película sobre la base de poesía, me pareció genial y que además, no desentonara, que no quedara como una cosa retórica.  Todo está integrado ahí donde están los poemas, y las imágenes, y la fotografía estupenda que tiene la película.

– Benedetti, ha trascendido que está asociado con otros escritores uruguayos para construir una novela
– No, ya está hecha, ya está terminada.  Podemos revelar sólo el nombre, se llama: “La muerte hace buena letra” y somos varios escritores. ¿Quiere que se los mencione?

– ¡Sí, como no!
– Aparte de mi mismo, que fui el que hice el primer capítulo, fueron otros escritores en dos rondas, o sea que cada uno escribió dos veces.

– ¿Y uno podía corregir al otro? Porque eso de las dos rondas….
– No, no hemos corregido al otro, hemos seguido. Cada uno continuó lo que el anterior había hecho.  Cuando me llegó la primera, fui el primero de la segunda ronda me costó engranar.  Estuve como una semana pensando en cómo seguíamos.  Bueno, los escritores son, en orden alfabético: Mario Benedetti, Hugo Burel, Miguel Ángel Campodónico, Enrique Estrázulas, Milton Fornaro, Zuleika Ibáñez, Silvia Lago, Juan Carlos Mondragón, Teresa Porczekanski, Omar Prego Gadea y Elbio Rodríguez Barilari.  Y después se repiten otra vez. Hay de varias generaciones. Yo soy el mayor y creo que el menor es Rodríguez  Barilari, hay tres mujeres.  O sea que es muy hablado, hay muy distintos estilos y cada uno escribió en su estilo cada capítulo.

– ¿De dónde surgió esta idea?
– Omar Prego Gadea es el editor literario de la Editorial Trilce y a Barilari le pareció muy bien, que es el editor.  Y nos reunimos por primera vez, nos juntamos todos hace 15 o 20 días en un almuerzo que tuvimos y después en una sobremesa larga, para decidir, estos son 22 capítulos – el capítulo 23, que era el final, a ver quien era el asesino o todo eso.  Cómo iba a terminar.

– ¿Es una novela policial?
– No sabíamos que iba a ser policial.  Pero en el capítulo yo fui el que inventé al protagonista, porque fui el primero, el primer escritor.  En el capítulo 8°, Juan Carlos Mondragón, me mató al protagonista. Entonces había que investigar quien lo mató. Cada uno fue creando lo que se le antojó y nadie censuró al anterior. Yo creo que todos nos divertimos mucho y el hecho de que cada uno haya conservado su estilo le da un tinte. Es increíble, porque también es un peligro…..

– Además realmente inaugura un camino de mucha fertilidad, porque …
– Si, el tema que es de no es de extrañar que hiciéramos otra (risas)

– Benedetti, en este momento “Las borras del café” están entre los primeros libros de venta en Montevideo y en Buenos Aires.  ¿Cuáles son los planes inmediatos en la literatura de Benedetti?
– Empezar una novela que ni sé cómo se va a llamar, ni la tengo demasiado clara todavía.

– ¿Cómo trabaja Benedetti? ¿Se levanta y empieza a escribir? ¿Tiene dudas?
– Yo escribo cuando me dejan escribir, ya sea de mañana, de tarde o de noche. Pero en ocasiones tengo que estar buscando el espacio. De “Las borras del café” escribí 25 páginas en los 6 meses que estuve en Montevideo. Después, en España, me fui a un balneario en Mallorca, donde no me conoce nadie y nadie sabía que iba a estar ahí, me fui con mi mujer ahí, y, ahí, escribí 75 páginas más en tres semanas.  Y después, en agosto, me quedé en Madrid – que en agosto no hay nadie en Madrid, es un páramo, una isla, en agosto Madrid queda desierto – y en agosto escribí 100 páginas más.  Pero buscándome yo desesperadamente los espacios para poder escribir.. Y 95 páginas que las escribí también en ese balneario en una semana.  Eso fue en julio y estamos en octubre y no he podido escribir una línea más.

– En las últimas horas, en los últimos días ha muerto un uruguayo de la cultura, Atahualpa del Cioppo.
– No me olvido de él, fue un “golpazo”. Me avisaron a mi por teléfono antes de salir por los diarios.  Atahualpa fue un tipo EXCEPCIONAL, un tipo FENOMENAL.  Yo lo conocí muy de cerca, tuve muy buena relación con él. Él dirigió la versión teatral de “Pedro y el Capitán”.  Nunca tenía muy buena impresión de mi teatro, con toda razón. Me acuerdo que una vez cenamos en Buenos Aires con él y otros amigos del teatro argentino que siempre me insistieron en que yo escribiera teatro y entonces le dicen: “Atahualpa, insístale a Benedetti para que escriba más teatro, porque él dialoga muy bien”. Y entonces dice Atahualpa: “sabe una  cosa, yo no sé, yo se lo digo a Benedetti porque somos amigos, yo creo que Mario es mucho más teatral en sus poemas y en sus cuentos que en su teatro”. (Risas) Pero con “Pedro y el Capitán”, yo lo empecé a hacer como novela y se iba a llamar “El Cepo”. Y un día – yo estaba viviendo en Cuba y vinieron de “El Galpón” a La Habana y yo les dije que estaba escribiendo una novela. “¿Y de qué trata?” Y les empecé a decir de qué trata y me dicen: “¡pero eso no es novela, es teatro! ¡Pasala al teatro! Y bueno, no me convencieron mucho pero me dejaron pensando. Entonces en un momento me preguntaron por la novela y les dije: “sí la estoy escribiendo”. “Entonces tenés un compromiso con nosotros. Cuando las termines te venís para México y nos las leés”. Y bueno, cuando termíné, fui a México y le leí la obra. Y yo que, afortunadamente nunca estuve preso, ni de repente, fui torturado, entonces yo decidí no referirme a testimonios, a cosas que me habían contado y, además, dejé la tortura fuera de la obra.  Los 4 actos de la obra son nada más que conversaciones entre el preso que viene cada vez más torturado y el otro que viene a ser el “torturador bueno” ¿no?, que lo convidaba con cigarrillos.  La tortura quedaba afuera, la tortura pasaba en otro lado. Yánez la iba a dirigir, Beiro iba a ser el preso y Campodónico iba a ser el capitán.  Y me dicen: “bueno, de todos modos Atahualpa está en Cuernavaca, lo vamos a llamar y hablamos por teléfono”.  Y se hablaron un fin de semana. Y el lunes volvió Atahualpa y “ahora la dirijo yo”, dijo. Parece que por primera vez, le había gustado. Y dicen que la película tiene un defecto contrario al de la película argentina, que es demasiado fiel al original.  ¿Usted la vio?

– Sí, a mi me gusta más la versión de teatro.
– De teatro, sí. Sí ha sido criticada como teatro filmado. Creo que había posibilidades de hacerla más cinematográfica.

– Sí creo que los exteriores y toda la relación plástica, tendría que haber sido planteado de otra manera ¿no?
– Sí, de otra manera, si de otra manera, yo creo. De acuerdo a mi juicio, en definitiva, está bárbara.  Pero eso es lo que se me trasmitió, lo mismo que me dice usted ahora.

– Benedetti, ¿cómo imagina usted que debiera ser el Uruguay?
– Bueno, se me hace un poco difícil, pero trataré de improvisar.  Bueno, en primer lugar quisiera que fuera, en términos generales, progresista, que fuera socialista – digamos – aunque ya le dije que no milito en ningún partido – pero soy militante del Frente Amplio, como independiente. Pero yo quisiera que hubiera una ideología socialista que rigiera esto.  Pero lo difícil de que acontezca esto acá es que son tantas las zancadillas, las trampas, las maniobras que se le hacen a la izquierda en este país desde los medios de comunicación. Fíjese, cada vez que hay elecciones, o un referéndum, o cosa así, las referencias en la televisión son de 1 a 15. Aparte que nos cobran carísimo a nosotros los espacios y a los partidos tradicionales se los dan prácticamente gratis. Y además, muchas veces cosas que se presentan, las rechazan los canales.  Los canales comerciales, por supuesto.  Entonces ¡es tan difícil!  Es una posición como la que se está haciendo ahora de la Intendencia, tan llena de trampas, de mentiras, de pequeñas deformaciones que tienen, a lo mejor, una semillita de actos mal deformados, sacados de contexto. Es muy difícil, es casi una utopía lo que yo propongo.  Me gustaría que fuera un país de ideología socialista pero con más respeto entre los distintos partidos.  Que si se pierde una elección, que se respete, como lo hemos respetado nosotros durante más de un siglo en que han venido ganando los blancos y los colorados.  Que se respete al adversario.  Eso por un lado.  Por otro, quisiera un país que fuera más celoso de su soberanía. Que no se inclinara constantemente a los designios del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, a los intereses leoninos que nos cobran por la deuda externa y a la intromisión descarada, a veces,  que tienen los EE.UU. en la política nuestra. Fíjese que ahora, por ejemplo, como EE.UU. aplaude a Yeltsin en su golpe de estado, el parlamento nuestro dice que ahí hay una voz que no es Satán. Parece que aprobaran el golpe de estado. Cuando el golpe de estado ha hecho lo que hizo Bordaberry con el parlamento acá, con varios de los que todavía son diputados, disolver el parlamento. Ahora, que el parlamento uruguayo no haya todavía sacado una declaración, diciendo que es una cosa anticonstitucional lo que ha hecho Yeltsin en Rusia, sólo creo que  se puede ver como que EEUU apoya a Yeltsin.

– ¿Y en la cultura qué habría que hacer, Benedetti?
– Habría que hacer una cultura más de “puertas abiertas”, más de comunicación con los barrios, acabar con eso de que sólo el ciudadano montevideano es quien  tiene vocación de comunicarse la cultura viniendo al centro.  La cultura también tiene que ir a los barrios que no implica que vaya por sí misma, eso significa gastos.  Se había pensado y algo se ha hecho algo con los Centros Comunales desde el Municipio, pero creo que eso habría que profundizarlo también y aprendiendo también de la cosa cultural desde el propio Municipio, de la Comedia Nacional.  Y además que la cultura vaya al Interior.  ¡Hay que ver cuándo uno va al interior – que muchas veces no hay tiempo para ir todo lo uno quisiera, pero siempre que puedo voy – cuando uno va al Interior, hay que ver cómo lo recibe la gente del Interior! ¿Por qué? Porque no va nadie al Interior.  Los artistas.  Es rarísimo que un pintor, que un poeta que un escritor – los cantantes van un poco más – pero que vayan.  Y se sienten ninguneados, se sienten abandonados por la Capital, como siempre. Después nos quejamos, incluso la gente de izquierda, de que en el Interior, la izquierda no vote bien. Dejemos un poco la actitud del gobierno, que va a ser siempre anti-cultural y anti Interior.  Pero desde nuestra propia izquierda, tratar de subsanar esas cosas, cambiar su actitud. Pero eso tenemos que ir cambiándolo todos.  Y con respecto a la difusión y al diálogo. No es simplemente ponerse ahí y chau, me voy.  No.  Después que uno dice sus cosas,  dialogar con la gente del Interior, que nos planteen las dudas.

– Muchos de los observadores que tratan estos temas de cómo hacer un nuevo Uruguay hablan de que, por ejemplo en el plano cultural, Varela ya no es vigente, que es necesario otro enfoque de la educación, donde esté introducido las tendencias de la computación, de la informática de una visión distinta del mundo.
– Pero perfectamente, Varela no podía prever que vinieran las computadoras, me imagino. Pero yo creo que hay mucho de rescatable en las actitudes de Varela ¿no?. Si hay que ajustar, a todos se ajusta.  Hay que ajustar a Cristo, a Marx, a Varela, nadie tiene la bola de cristal para ver cómo va a ser el mundo dentro de 200 años, 500 años.  Entonces yo creo que, en materia de cultura, hay que rescatar lo mucho rescatable que tiene Varela y adaptarlo también a las circunstancias. Pero no siempre adaptarlo, así, diciendo “amén”.  Frente a las circunstancias también hay que tener una actitud crítica.  Porque el problema mismo de los ordenadores, de la computación y de todo eso, hay que adaptarlo en lo que tenga de interesante, de educativo, de formador. Pero también tiene mucha cosa deformadora eso.  Porque que los tipos estén nada más que con eso, tampoco puede ser ¿no? Lo mismo que la televisión.  La televisión es un instrumento maravilloso, mágico, pero, ¿se usa siempre para el bien de la sociedad o se usa a veces para volver a la sociedad más agresiva, más volcada al consumo de drogas, más volcada a la violencia?  Yo escucho que se dice: “la audiencia está siempre con las cosas negativas, con las películas violentas”. ¡Y si es verdad! ¿Qué otra opción tiene esa audiencia para ir formando su gusto.?  Y esto no pasa sólo en Uruguay, eso pasa en todos lados, en España, en Francia, en todos lados.  La violencia de las películas para televisión que hacen los norteamericanos, invaden toda la televisión de toda Europa. Porque, además, generalmente las dan muy baratas. Conozco gente de Televisión Española que quisieran a veces tener películas francesas, alemanas, belgas, y tienen muchos problemas por eso.

-¿Pero entonces al Uruguay es casi imposible cambiarlo?
– Bueno, siempre es posible, siempre es posible. Pero el cambio tendría que venir de abajo. De arriba me parece que no. Vi los comentarios de los políticos actuales y de los que se van a presentar a las futuras elecciones y veo que la cosa no ha cambiado por ahí.  Yo creo que un tipo como Tabaré Vázquez podría cambiar las cosas. Pero es muy difícil que una figura como él, a pesar del carisma que tiene, llegue a ganar las elecciones nacionales.  ¡Ojalá!  Pero lo veo difícil. Seguramente que si se presenta otra vez a Intendente, dada la nueva ley, porque sí,  ahí tiene un muy buen apoyo popular, a pesar de todo lo que dicen y de las calumnias y de los ataques, se hacen nuevas encuestas y siempre va primero.  Pero también tiene dificultades con su propio Frente Amplio.  Somos tan – cómo podría decir – tenemos, en general, el uruguayo tiene una cosa así de crítica devastadora, un poco destructiva.

– Es lacerante.
– Sí, sí.

– Usted recién hablaba de ajustar a Varela, ajustar a Cristo…
– Adaptar

– Adaptar.  Ve que un católico, un cura uruguayo quiso adaptar a Cristo.
– Y le pegaron. Es que hay todo un movimiento dentro de la iglesia, dentro de los sacerdotes, que dice que “si el cristianismo no se cristianiza, se pierde”.  Y además también, allí hay una hipocresía de que, por ejemplo, al obispo éste – creo que es obispo – monseñor Paul Marcinkus.

– ¡El del Banco Ambrosiano?
– Y todas esas estafas monumentales en que estuvo complicada la Santa Sede. Era requerido por la justicia italiana y el Papa lo protegió, hasta que al final consiguió que pudiera salir para Chicago.  Lo mandó a una parroquia allí donde estaban los ciudadanos “gángsters”.  Con ese estado, allí, con la miseria que viven y además viven con ellos

– También Pérez Aguirre es una de las críticas que hace.
– Claro, claro. Si, yo tengo el libro, lo estaba hojeando

– La otra es la participación de la mujer
– ¡Qué democracia!  ¡Está defendiendo los Derechos Humanos y no ha firmado en la Santa Sede nunca la Declaración de los Derechos Humanos! ¡Nunca! Eso por un lado. Después, ¿qué participación tiene la mujer?  No puede llegar ni siquiera a sacerdote.  ¿Cómo se manejan los derechos laborales dentro de la Santa Sede? ¡Que es un país! Además de ser la dirección de la iglesia, es un país. Todos los empleados que trabajan en el Vaticano, no se pueden sindicar.  Está prohibida la sindicación de los empleados. Y son empleados, no son sacerdotes, son empleados. ¿Qué sistema democrático es ese en el que sólo una minoría de la feligresía mundial, que son los Cardenales, puede tener el derecho de elegir democráticamente al Papa?

– Le agradecemos mucho esta oportunidad que nos ha dado de conversar con usted.
– Bueno, gracias a usted y por el tiempo que les debí llevar.

* Fuente: LA ONDA® DIGITAL

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