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La gota de sudor a treinta grados

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Mientras otros gastan palabras en tres asuntos memorables como los 80 años de Ernesto Che Guevara, los comentarios polémicos del Presidente de la República bolivariana de Venezuela y los cien años del mayor héroe nacional de Chile: Allende, yo ordenaré las mías en otra dirección, en la tarde que cae con sus 30 grados.

Sucede que para ganar el pan trabajo en oficios poco rentables, pero que me permiten pensar. Nunca he visto a mi patrón, que en teoría es el dueño de la compañía para la cual trabajo. Acabo de ver una camioneta de otra compañía para la cual di mis sudores y fui esclavo a tiempo parcial a cambio de unos pocos dólares. Cuando ellos le comunicaron al jefe que no había más trabajo para mi, mi muda respuesta fue: desgraciados, y me fui a otra que por la misma paga me estruja en otra tarea.

En breves segundos de mirar hacia todos los lados posibles, constaté con sorpresa que los de la camioneta en cuestión, digamos que esos son S.B., no estaban en nada, pues son los que ganaron el contrato y su tarea es contratar a otras compañías, más modestas, para que hagan una parte del trabajo.

En esto me quedé pensando y caí en la cuenta de que todo es el mismo lodo. Esta compañía de papel S.B. es propiedad entera de otra: L.B. En esta última tiene acciones a 40% una Federación sindical, cuyo presidente va a pasar el fin de semana al lago privado de un director de una importante compañía. Es como para creer que con estos desalmados los trabajadores estamos bien representados.

La pequeña compañía para la cual yo trabajo se llama S., tiene supuestas oficinas en otra ciudad, como a ciento cincuenta kilómetros de donde tiene los contratos, lo que me permite adivinar que es una compañía de papel, pues invariablemente los pagos me los hacen desde la oficina de la compañía A., dueña de S.. Ahora lo interesante es que esta última es propiedad en parte de un palo blanco, detrás del cual están traficantes, asesinos y ladrones de un grupo criminal que en estos lados se les conoce como Motard, que tiene la característica de que se mueven para todos lados en moto. Un 40% es propiedad de la misma federación sindical que es dueña del mismo porcentaje en la otra que se denomina L. B.

Esta intríngulis, esta amalgama de nombres y propietarios que se repiten da como resultado que los motard, puedan pasar a respetables hombres de negocios y que los dirigentes sindicales engordan mientras el sindicato recibe su porcentaje de los trabajadores y de las ganancias de las compañías en que tiene intereses. Unos pendejos avivados hacen de representantes de los trabajadores y de patrones a la vez, otros que ayer eran delincuentes en el peligroso trabajo de buscar los dólares en el tráfico de drogas, ahora lo hacen con el sudor ajeno.

Luego me entero de que hay una agencia gubernamental que se llama ACDI, por sus siglas en francés que tiene por misión entregar supuestas ayudas humanitarias con la sola tarea de llevar su concepción de democracia. Si los resultados son los que veo, no me interesa esta democracia, en que yo soy llamado a votar cuando ellos deciden y el resto del tiempo los políticos profesionales, los representantes sindicales, los patrones y los ex delincuentes comunes se lo pasan en los enjuagues de vender influencias y ganar contratos, poco importa que compañía lo gane, pues al final están emparentadas y por uno u por otro lado ganan los mismos, mientras los de abajo seguimos en el oficio de sudar para engordar los cerdos del poder.

En estas latitudes tenemos la gracia de contar con cinco sindicatos que se disputan los trabajadores de la construcción. Cada tres años tenemos la potestad de decidir si cambiamos o no de sindicatos. Los dirigentes sindicales ganan el doble de un trabajador promedio, además el sindicato les paga los desplazamientos y la comida, con lo que se hacen un sueldo más. Yo debo disponer de movilidad y pagar de mi sueldo el gas y por supuesto la merienda, con el mismo sueldo les pago una parte al sindicato, otra a una oficina gubernamental que se ocupa de gerenciar todo lo relacionado a la construcción. Gerentes de pasatiempo, todavía no se dan cuenta de como los políticos, los mafiosos y los teóricos representantes sindicales están en el mismo lodo engordando como cerdos de engorda. Estos tipos, con estos sueldos y regalías, ya no trabajan para el sindicato, el sindicato trabaja para ellos, ellos son los que deciden todo, nosotros solamente contamos como números que les permiten contar con los recursos para sus gastos. Esto hace válida la palabra Revolución.

Treinta grados al sol son un constante desgaste de energías que se pierden con sudor, la reemplazamos tomando agua fría a cantidades de piscina olímpica. Recuerdo que una vez los caballos en la parte vieja de la ciudad no trabajaron, era mucho calor más el factor humedad, en cambio nosotros trabajamos ese día, en el techo, con el alquitrán como a doscientos grados y ninguna sombra para paliar el sol que caía a plomo.

Luego dirán los dirigentes de pacotilla que estamos en democracia y que este es el mejor de los mundos y que… Bueno, en definitiva repetirán lo mismo que antes. El problema es que mucha gente tiene mala memoria y estos mismos están con la soga al cuello de deudas, lo que por un lado les hace felices, son dueños de algo y les hace infelices, son dueños de nada, pues en realidad son simples piezas de recambio en un engranaje que no deja de moler y moler al ser humano. Otra razón para decir Revolución.

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