Lo diferente es el talismán de la publicidad, que atrae la curiosidad y la atención, que surge como novedad, que suscita el paradójico deseo de singularidad. Observen: el producto que promete hacer del consumidor una persona muy especial -auto, ropa, perfume- es el mismo que se ofrece a una multitud de consumidores. Todos manejan el mismo auto, visten la misma ropa, usan el mismo perfume, pero cada cual está convencido de que su “peculiar” producto elevó su personalidad un poco, un plus.
Éste es el secreto de la moda: todos usan vaqueros manchados y rotos, por los que pagan una pequeña fortuna, convencidos de que están in, que forman parte del selecto grupo de hombres y mujeres socialmente valorados por tener su humanidad embutida en el producto que llevan: un auto Ferrari, un reloj Rolex, un vino Marqués del Riscal…
Ése es el impulso que nos hace encarar con simpatía la candidatura de Barak Obama al cargo más poderoso del mundo: presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Es negro, hijo de inmigrante africano, joven y crítico de la política guerrerista de Bush. Aunque en verdad él es un efecto del mercadeo electoral. En materia de elecciones, ¡compramos muchos gatos por liebres!
Puede ser que la diferencia entre Obama y McCain sea la misma que entre la Pepsi y la Coca-Cola. El hecho es que su victoria en el Partido Demócrata, derrotando a la presuntuosa Hillary Clinton (¿por qué algunas personas consideran humillante no vencer siempre?), llegó en medio de la crisis económica de los EE.UU. Y toda crisis genera deseos de cambios, tanto en la esfera personal como en la social.
En los EE.UU. tendrán que ser devueltos un millón de inmuebles. ¡Adiós al sueño de la casa propia! Y los bancos tendrán que hacer caja con la estafa de los que no pagan, a menos que el “papá” Estado socorra a sus hijos en apuros, a pesar del discurso liberal de que el mercado debe regularse por sí mismo, sin la menor interferencia del poder público. (Discurso válido hasta la hora de la dificultad. ¡Que lo diga el Proer en Brasil! Pregúntenles a los fabricantes y a los privilegiados beneficiarios por el cuerno de la abundancia del BNDES cómo multiplican sus fortunas).
Si una locomotora se rompe entre dos ciudades de China, eso no afecta en nada el transporte ferroviario en la región del valle de Rio Doce. Pero si dos máquinas viajan por el mismo carril entonces lo que le sucede a una se refleja en la otra. El rail se llama globalización. Al contrario de la crisis de 1929, ahora la gripe del Tío Sam hace estornudar a todo el mundo. Cuanto más cerca se esté del enfermo, mayor es el riesgo de contaminación.
En la Europa Occidental ya se encendió la señal roja en la economía. El Brasil cree que su actual política financiera neoliberal lo vuelve inmune a los reflejos de la crisis. Pero ¿de qué sirve jactarse de tener casi US$ 200 mil millones de reservas internacionales si la moneda usamericana se derrite literalmente?
Para que el modelo económico no sea alterado en este país, en el que el 10% de la población posee el 75.4% de la riqueza (dato del Ipea, de mayo 2008), se adoptan medidas monetarias, como el aumento de los intereses. Pero no se tocan las estructuras injustas, como la latifundista. Es la misma lógica del etanol. Ante el costo exorbitante del petróleo, no se discute el actual modelo de transporte, basado en la aceptación de que la gente es un animal que camina con dos piernas y cuatro ruedas. Se debate cómo alimentar vehículos, que son 800 millones en todo el planeta -el mismo número de bocas en situación de desnutrición crónica, agravada ahora por el aumento del precio de los alimentos.
Que venga Obama al encuentro de nuestras esperanzas, tales como el fin de la agresión a Iraq y el bloqueo a Cuba. Y evite que se aproxime a él la élite blanca, racista y asesina que considera heroica la página macabra de la historia del K-Kus-Klan. (Traducción de J.L.Burgue)
16/06/2008
– Frei Betto es escritor, autor de “Sobre la esperanza”, junto con Mário Sérgio Cortella, entre otros libros.
* Fuente: Agencia Latinoamericana de Información
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