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La Ministra destituida… ¡Y se veía venir!

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Yasna Provoste, Ministra de Educación, primera Ministra destituida, después de 20 años de ejercicio parlamentario,  una vez advenida la “democracia” (¿) en Chile.

Caso inédito, porque no se anda por ahí destituyendo a Ministros, así como así, salvo que hayan mediado hechos demasiados graves, desde el punto de vista político.

Ahora bien… ¿Merecía o no, ser destituida la Ministra Provoste?… Me atrevería a decir, que el asunto no daba para tanto.

Es más, pienso que la Ministra fue el pato de boda  que pagó  los platos rotos  de muchos sinvergüenzas que andan por ahí, apegados a las faldas del gobierno, con las manos siempre ligeras   para usufructuar del dinero público y engordar así sus personales billeteras. Eso aquí, y en la quebrada del ají, tiene un solo nombre, “rapiña”, “corrupción”,  o llámesele como quiera.

Podrán darse muchas volteretas, y dar muchas explicaciones    personeros políticos  del Gobierno  y la Concertación, tales como, Camilo Escalona, Viera Gallo, Francisco Vidal, Antonio Leal, y la misma Sra. Presidenta,  para explicar tan feo asunto,  pero lo   cierto es que la cosa es así de claro,  y punto.

Los chilenos tenemos que  empezar a sacarnos  de la cabeza aquel prurito, que nos enorgullecía,  de que no éramos un país corrupto.  Ello por cuanto, la corrupción hace rato que dejó de ser un hecho aislado,  para enquistarse en las entrañas mismas del aparato burocrático de la administración pública chilena. En efecto, repasando y repasando, casi ninguna Institución pública ha quedado libre de esta impronta. Es cosa de ponerse a revisar la prensa para atrás,  para cerciorarse  de los casos sucedidos unos tras otros,  en las distintas reparticiones del Estado salpicadas, casi todas ellas, con el estigma  de la corrupción, algunas,  y otras con  oscuros o malos manejos, o bien de  clara ineptitud o  desorden, o abismante negligencia en otros.

No necesito mencionar cada uno de los innumerables y sucesivos actos de corrupción, de que han sido protagonistas partidos políticos y funcionarios públicos, incluidas altas autoridades de gobierno, a nivel de Subsecretarios y Ministros. Cual más, cual menos, se  acostumbraron a tomar por asalto las reparticiones públicas para hacerse pago de honorarios, respecto de trabajos que nunca fueron hechos, o sirviéndose de complejas triquiñuelas para hacerse pago de platas indebidas a través de triangulaciones de contratos con terceros, o bien,  abultando derechamente contratos con cifras mayores, para sacar cada cual una porción  de su remanente.

Todo Chile ha sido testigo que mientras no acababan de apagarse los ecos del escándalo tal o cual, inmediatamente se sucedía uno nuevo, incluso, mayor que el anterior,  producto todo ello de la avidez de políticos rapiñeros del conglomerado de la Concertación que pretendían, poco menos, que llevarse en  carreta el erario público  para sus casas.  Sólo recordar, al respecto, los sonados casos  del MOPT GATES, CHILE DEPORTES, CORFO INVERLINK,  Platas de los PGE, SAG, Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE), GENDARMERÍA, Subvenciones del MINEDUC, caso de los desmalezados en la RPC, Sobresueldos de Subsecretarios  y Ministros, y un suma y sigue, con incontables otras perlas que de enumerarlas todas tendría que hacer uso de mucha tinta.

Todo esto, por cierto, sin contar el desorden caótico que se sucedió con el Transantiago,  la caída de puentes, inauguraciones fulleras, como el caso del hospital de Curepto, etc, todo ello que ha hecho de nuestro país una especie de Macondo, digno de la  fértil imaginación de un insigne escritor,  como  García Márquez, En fin, por todas parte una gran improvisación y caos, producto del gran desorden y despelote que existe en el gobierno y las filas de la Concertación.

Ahora bien, volviendo al punto original de la nota,  en mi opinión, la Sra. Ministra Provoste, no fue destituida por una  política del “desalojo” de la derecha, sino más bien por los propios errores del gobierno y los políticos de la Concertación que no pararon nunca la corrupción, ni menos hicieron reales esfuerzos  en pro de ello, aquella corrupción que se venía venir, cual  avalancha, una tras otra, corroyendo de paso las propias filas del Gobierno y los partidos políticos de la Concertación que la apoyan.

Como lo dice el dicho  “no se puede  llorar sobre la leche derramada”, más aún si aquella leche se derramó por obra y gracia de aquellos  mismos, que ahora se encuentran llorando sobre ella, Por eso, aparece como grotesco  que la Concertación  se ande  victimizando ante la opinión pública como modo de distraer la atención sobre la vergonzante y verdadera naturaleza de la trama que se esconde tras este bochornoso affaire, por lo demás, uno más de tantos otros.

El único pecado de la Ministra Provoste, a mi juicio,  fue no haber renunciado en su debido momento;   no tuvo la suficiente agudeza política para percatarse de  que lo que se le venía  encima era un monstruo que pisaba demasiado fuerte.  Trocó la posibilidad de una  brillante carrera política por delante, por obra y gracias de una tozudez incomprensible para cualquier político que se precie de avezado y ducho.

Y si bien, no estoy de acuerdo en que se la hubiera destituido, ello no quiere decir que no se le hubiera pedido la renuncia al cargo de Ministra, lo que pasa a darle un cariz distinto al asunto. Ello, por cuanto, cometió una sucesión de errores impropios de una alta autoridad pública. Primero, por su tonta mentira de que había sacado determinado puntaje en la PSU, cosa que se demostró,  para su bochorno,  que no había sido cierto. Y esto que pareciera  un hecho insustancial, tiene mucha importancia,  desde el punto de vista de la probidad y la ética,  por tratarse de la Ministra de Educación, que debe ser espejo de sus actos y dichos  ante  jóvenes y niños que se están educando.  Este sólo hecho, por su propia naturaleza, de suyo  resultaba ser un hecho inaceptable.

Lamentablemente, la cosa no paró ahí y la Sra. Ministra protagonizó una suma y sigue de errores con sus dichos públicos que quisieron ser frases para el bronce.  Declaró que las conciliaciones habían sido todas enviadas a la Contraloría, lo cual no había sido cierto. Después, que las cuentas estaban todas cuadradas, otro dicho que no se avino con la verdad. También que no habían platas mal habidas, otra afirmación no cierta. Y por último, la guinda de la torta, cuando la Contraloría le sugirió tomara sanciones  contra el Seremi Metropolitano,  por el manso despelote que había en las cuentas,  no halló  nada mejor que aplicar una leve sanción administrativa  contra el directo responsable, sanción que más pareció una tomadura de pelo a la  Contraloría General de la República, por no decir una  vulgar chacota.

Con cada uno de estos bochornosos sucesos, Yasna Provoste demostró que no tenía oficio para investirse de tan alta investidura. O debía haber renunciado, o la Sra. Presidenta habérsela pedido discrecionalmente.  No se hizo ni lo uno ni lo otro, prevaleciendo una tonta tozudez   y que de paso echó por los suelos el propio principio instruido por la Sra. Presidente a sus ministros, de que había que adelantarse a los acontecimiento.

Otro principio más echado al tacho de la basura, igual que el de la paridad de género en los cargos, o de que ningún Ministro o Subsecretario se iba a repetir el plato, o el del mismo slogan de un “gobierno ciudadano”, etc… ¿Quo Vadis Bachelet?… ¿Quo Vadis Yasna Provoste?… ¿Quo Vadis Concertación?

Como persona, una lástima  lo sucedido a la Sra. Provoste. Ojalá aprenda la lección que le ha dado la vida. En política, así como en todos los órdenes de la vida, más vale la humildad. Lamentablemente, ella,  no comprendió nunca que la soberbia y la arrogancia del  poder, algunas veces suele pasar la cuenta.
* Hernán Montecinos

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