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El endeudamiento de los consumidores hace perder validez al modelo económico chileno

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Publicación enviada por OZREN AGNIC K.- Santiago de Chile
Me hago el deber de enviar a piensaChile este interesantísimo artículo publicado por el CONADECUS (Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios), entidad de Derecho Privado sin fines de lucro que dirige el economista y MBA de la Universidad de Stanford, don Finn Samsing Arentsen, empeñado por años en denunciar la usura encubierta que existe detrás de las tarjetas de crédito no bancarias.

Todas las autoridades económicas de Chile, incluida la Superintendencia de Bancos, hacen oídos sordos al despojo del consumidor que hacen los entes emisores. Nadie se atreve con las potencias económico-financieras y los intereses que hay detrás de la usura “legal” organizada por las grandes tiendas, supermercados y casas comerciales. Quien aún crea que Chile es “La copia Feliz del Eden”, tiene la obligación moral de leer y meditar acerca de lo denuncia Finn Samsing y colaborar con su campaña.

A continuación el texto completo del artículo a que nos hemos referido.


El endeudamiento de los consumidores hace perder validez al modelo económico chileno
Por Finn Samsung

El endeudamiento masivo afecta progresivamente a los consumidores chilenos al conculcar su libertad de elegir. Dada la gran cantidad de consumidores involucrados, este fenómeno económico merece ser analizado por la autoridad en cuanto a su impacto, no sólo actual, sino que también las consecuencias futuras  sobre los segmentos de familias de ingresos medios y bajos.

Cifras recientes del Banco Central indican que el  endeudamiento de los chilenos con créditos de consumo otorgados por casas comerciales, se ha elevado  en un 32.20%  real anual en el tercer trimestre del año 2007. 

Si consideramos que se han emitido 29 millones de tarjetas de crédito no bancarias -de acuerdo a la Superintendecia de Bancos e Instituciones Financiera (SBIF)-, puede asumirse que la totalidad de la  población activa en Chile (6,5 millones de personas)  están en posesión de una o más de estas tarjetas. Esto permite plantear la hipótesis de que el 32.20% de crecimiento no se produjo por la incorporación de nuevos usuarios de tarjetas, sino que el universo de usuarios existente fue el que recibió todo el aumento del endeudamiento.
El crecimiento del pasivo de los actuales usuarios de tarjetas, acarrea un aumento en  los pagos por  servicio mensual de sus deudas e incrementa los pagos por concepto de intereses, comisiones, cargos especiales, etc. etc.

La encuesta Casen del año 2006 indicaba que los dos quintiles más bajos de ingresos en Chile destinaban el 67,10% de sus ingresos para pagar deudas. El crecimiento de un 32,20 % real del endeudamiento al tercer trimestre del 2007 significa que  habrá un aumento explosivo en los desembolsos futuros de la familia chilena solo para servir obligaciones. Por tanto, experimentarán una disminución sustancial en su  disponibilidad de dinero líquido. Ergo, habrá mayor pobreza en esos sectores.

La importante suma destinada por la familia chilena para pagar deudas en el año 2006, más el fuerte aumento del endeudamiento con tarjetas de crédito no bancarias en el 2007, sumados los costos exorbitantes de este tipo de crédito, el impacto de la inflación, los gastos de las vacaciones y la entrada a clases, conforman un escenario crítico que podrá generar la gran crisis del “subprime” chileno que tendría lugar en los meses de abril o mayo de este año 2008.

Este escenario tiene una consecuencia trascendental para el modelo económico de libre mercado y es que el consumidor final a medida que aumenta su endeudamiento va perdiendo su capacidad de elegir libremente el uso de su poder de compra, transformándose en un “esclavo económico”; así se ve obligado a comprar sólo donde disponga de cupos de crédito, lo que no necesariamente significa que comprará a los mejores precios y en las mejores condiciones.

Para atentar aún más contra los intereses de los consumidores en Chile, rigen “leyes antimonopolios” deficientes, que han permitido la concentración del comercio al detalle en unas pocas cadenas de comercialización. Es así como la elección del tipo de productos, el precio, las condiciones y donde comprará el consumidor final no lo determina libremente este último, sino que es decidido por los operadores de las pocas cadenas de “retail”.

Como resultados de la ineficiencia supina de las leyes antimonopolios chilenas se verifica la concentración reinante en los diversos sectores de la economía; entre ellos, el comercio, el grupo financiero, industrial, salud privada, AFP, etc.

La ineficiencia de las leyes antimonopolios ocurre a causa de los principios establecidos por los Chicago Boys al implementar el modelo económico actual y que en una de sus partes establece que las leyes, reglamentos u organizaciones que dificulten los designios del mercado para maximizar resultados serán eliminadas.

La responsabilidad del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) está señalada en la Ley y se supone destinada a proponer mejoras en las leyes y reglamentos antimonopolios. La acción ha sido nula.

El Modelo Económico de Libre Mercado, deficientemente desarrollado en Chile, pierde toda su validez social y económica al vulnerarse y conculcarse progresivamente las libertades económicas del consumidor final que supone este modelo para decidir el destino de su poder de compra.

Debe considerarse, además, que las tarjetas de crédito generan un poder de compra similar a la emisión de dinero; por lo tanto correspondería al Banco Central regular estas emisiones de dinero plástico con más prolijidad y no repetir disposiciones inoperantes como las dictadas a fines del mes de marzo del año pasado por esa institución y que en nada detuvieron los abusos mayúsculos de los operadores de tarjetas de crédito no bancarias en contra de sus usuarios.

El economista Enrique Goldfarb atribuye como fuente de la inflación del año 2007 al fuerte crecimiento del endeudamiento  a través de las tarjetas no bancarias cuando dice:
“Sin embargo, uno puede reparar que los créditos del retail han aumentado en septiembre pasado en 32% anual, lo que sugiere que esta puede ser la fuente inflacionaria”.

¿Acaso el Banco Central ha sido contagiado con el  “Síndrome del Avestruz” al  soslayar el problema gigantesco que están generando las tarjetas de crédito? Esto, además de afectar a la economía chilena con un aumento de la inflación, repercutirá sobre millones de familias que serán arruinadas y embargadas por la incapacidad de enfrentar los pagos de créditos otorgados a través de las  señaladas tarjetas. 

“Digno de Ripley” es el hecho que el Banco Central,  la SBIF y el SERNAC no se sienten responsables del control sobre las tarjetas de crédito no bancarias, quizás por haberse visto estas instituciones afectadas por el “Síndrome del Avestruz”.

* Finn Samsing es autor es economista y MBA de la Universidad de Stanford

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