Una mujer mapuche: «No necesitamos institución, tenemos comunidad»
por Victoria Morales Aldunate (Chile)
17 años atrás 19 min lectura
Conversación con Ana Ñanculeo Caniumil
“Yo prefiero la comunidad, resolvemos bien entre nosotros. No quiero ser candidata a consejera, cuando me lo propusieron, les dije: ¡Jamás me dejé manejar ni siquiera por mi padre y ¿creen que voy a aceptar ser utilizada por una maquinaria así? ¡Están locos, ni institución, ni partido político! ¡Nada!”.
En momentos en que una líder mapuche (Patricia Troncoso Robles), podría morir por la indiferencia y el racismo de este estado chileno conducido por Michelle Bachelet Jeria y su Concertación de partidos por la democracia, conversamos con otra líder mapuche, en este caso, una feminista, Ana, de la comunidad Calbul Llanquihuen que se encuentra camino a Chol Chol (1).
Ella participó en algún tiempo en el Consejo de Todas las Tierras, pero actualmente afirma ser “sólo de comunidad”. Agradece haber aprendido mucho en esa organización: “mi historia, mis derechos, los tratados internacionales que hay que saber que existen, pero estoy mucho mejor, en comunidad, esto es lo mío”. “Necesito vivir en comunidad, quiero que la gente esté cerca de mí y quiero estar cerca de la gente. No quiero que venga la CONADI (2) y los jueces, a resolver nuestros problemas, nosotros los resolvemos solos. No somos perfectos los mapuche, pero tenemos nuestra forma de ver la vida y eso es lo que queremos”.
ÑANCULEO: SE FUE Y NUNCA VOLVIÓ
Su primer apellido es Ñanculeo y significa “se fue y no volvió”. Eso porque el abuelo de Ana, justamente “se fue y nunca volvió”. Entonces la abuela lo explicaba diciendo: “¿Mi marido? ¡ñanculeo!”. Y así se quedó con esa explicación como apellido, cuenta Ana, quien también se ha ido más de una vez, pero, en su caso, de los dominios de otros. Escapó en la adolescencia del control de su padre, luego abandonó a un marido, más tarde expulsó a un winca de su vida, también dejó Santiago y el servicio doméstico explotador, y un día decidió no tener más hijos.
En fin, ella se ha dado, más de una vez, algunos permisos que, en la mayoría de los pueblos, se dan sólo los hombres. Eso sí, nunca ha renegado de sus orígenes. Es más, actualmente, es una de las líderes de la comunidad Calbul Llanquihuen, una comunidad que en sus inicios tuvo 119 hectáreas, pero que luego del despojo $hileno, sólo cuenta con tres hectáreas en una ocupación definida como “ilegal” por una muy conveniente ley del mismo estado usurpador. Esta comunidad, la de Ana, como todas las demás, han sufrido cotidianamente la represión policial y el hostigamiento de gobiernos invasores y sirvientes de los ricos del mundo y del país.
¿La represión policial además de racista es machista?
¡Claro que sí! A mí me han pegado, tironeado el pelo por defender a hombres mapuche. Me han dicho india puta malparida, india caliente (son los de la 2ª comisaría de Temuco)… Y yo les he dicho que aceptaría sus acusaciones si demuestran que conocen mi cultura. A mí nadie me llama puta en mi comunidad, a ninguna nos llaman así, ni con varios hombres y varios hijos a través de nuestra vida amorosa, no surge esa idea entre nosotros, tenemos otros defectos los mapuche, pero no ese del desprecio por las mujeres…
Es específico el desprecio racista hacia las mujeres, entonces…
Así es. El amedrentamiento particular es con la maternidad: ¡Te voy a matar a tus hijos, te voy a matar a tus wachos (3), india puta! gritan. Y también odian mucho que tengamos creencias distintas: “¡Ustedes son brujas, son todas unas ateas”, dicen. Porque no entienden nada de nuestra cultura, y nos juzgan por no ser católicos, tanto a hombres como a mujeres. Estos carabineros -¿cuántos mapuche, hay entre ellos?…- son unos desclasados, traidores a sus raíces, se dejan mandar por los gobiernos para reprimir a los que alguna vez fueron sus hermanos…
¿Para ellos son wachos los hijos e hijas de las mapuche?
Sí, ellos tienen esa lógica, nosotros no. Yo dejé a una de mis hijas con mi suegra y ella la crío, lo creí mejor para mi hija y para mí y no me siento culpable porque para nosotros no hay wachos. Ni mi suegra ni mi hija me han culpado y me quieren como yo a ellas. Mi suegra es la mamá de mi hija y yo también soy su mamá, otra mamá, una segunda madre, distinta. Para mi suegra fue bueno, para mi hija fue bueno y para mí también. Entre nosotros es la comunidad la que acoge a los niños y a las niñas si la madre biológica es muy joven o tiene que irse. A nosotros no nos hace falta SENAME (4) porque si el niño nace, entonces siempre va a tener quién lo críe y lo quiera. Para nosotros es bueno que existan niños y niñas mapuche. A los chilenos, las instituciones les sacan la culpa, es otra manera de ver las cosas.
EL ESTADO CHILENO DA MÁS PODER AL HOMBRE SOBRE LA MUJER
Ana tiene ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro hombres, y dice que son los que quiso, incluso alguna vez se planteó tener diez porque le parecía una manera de no desaparecer como mapuche. Sin embargo, cuando le nacieron gemelos, ya no quiso más y decidió esterilizarse…
¿Qué pasó, aceptaron esterilizarte en la Salud Pública?
Me obligaron a pedirle permiso a mi marido (5). ¡Me dio tanta rabia!… porque le dieron a él poder sobre mí. Un poder que yo no le quería dar, un poder que tenía que ser mío, sólo mío y que ninguna costumbre mapuche me arrebata. Sin embargo como estamos en Chile, él, lo aprovechó y me dijo: bueno, firmo, pero si yo quiero otro hijo, me buscaré a otra mujer que pueda parirlo… Me hirió eso, y él pudo hacerlo con la complicidad de las instituciones de los chilenos…
Es decir, también hay machismo entre los mapuche…
Sí, claro, yo sé, no miento, no idealizo.
Muchas veces, las mujeres, somos la parte no contable. Un día descubrí que ellos deciden, que los hombres no cuentan a las mujeres en la decisión del casamiento por ejemplo. Conversando con los mayores, yo les pregunté por qué a una le destinan un marido, dijeron que para conservar nuestros orígenes, para no arriesgarnos a que las mujeres se vayan con un no mapuche… entonces pensé que eso es bueno en general, pero malo para las mujeres…
¿Y qué hiciste, entonces?
Me rebelé. Yo soñaba un matrimonio diferente al de mi madre. Yo soy feminista, en parte porque mi padre fue muy violento con mi madre, entonces yo fui rebelde porque creo que eso no es justo… Bueno, también soy feminista porque creo en la libertad, entonces me negué a aceptar al que me tenían destinado y busqué a otro, también mapuche, pero no el que mi padre quería. Yo arreglé todo y fui robada… robada, es una forma de decir porque, en realidad, fue con mi consentimiento. Aunque yo era una niña solamente, hice lo que pude para no aceptar imposiciones.
¿Y te hiciste “esposa”?
No. En realidad, no. Yo jugaba todo el día con mis primas y con niños que había por ahí, nunca cocinaba ni hacía aseo, se me pasaba el día, entretenida y cuando llegaba mi marido no había nada para él, me olvidaba de él aunque me gustaba, pero no quería ser una esposa. El, aunque era mayor que yo, no me exigía nada y bueno, por eso lo había elegido yo, porque sabía que él no iba a ser cruel. Pero un día quedé embarazada y ahí lo dejé…
¿Por qué?…
Porque estar embarazada era encarcelarme, no quería quedarme atrapada en esa vida para siempre. ¡Me daba tanto miedo! Cuando vivía con él, en las tardes me venía una gran pena porque esa no era la vida que quería. Entonces, me fui llorando de vuelta a la casa de mi padre y mi madre… llorando como si alguien se hubiera muerto y le dije a mi papá: ¡Yo quería salir de la casa porque me tenías presa y ahora, mira, estoy más presa que antes! Mi padre con mi madre me ayudaron para que escapara a Santiago. Mi marido me fue a buscar, pero no me encontró nunca. El día en que nació mi hijo, le miré los tremendos ojos que tenía y aunque el embarazo había sido una cárcel, él, ya nacido, no lo era, lo quise mucho. Después me puse a vivir con un winquita, pero no le trabajaba un día a nadie y yo no estaba para mantener hombres, así es que lo mandé a cambiar y me busqué un mapuche de mi familia.
¿Te entendían los hombres?
No sé… mira, para el mapuche, mujer es igual a riqueza. Cuando los mapuche estaban perdiendo la guerra hicieron alianzas con los colonizadores y decidieron cosas para las mujeres en complicidad con los wincas… Pero, entiendan o no, ahora las mujeres estamos recuperando la historia nuestra y el lugar que les pertenece a nuestras hijas. Los hombres mapuche también deben aprender, y pueden hacerlo porque son inteligentes, sólo que muchos viven llenos de impotencia, toman, se ponen cobardes y les pegan a las mujeres, después se tiran al suelo, pide perdón…
¿Y en qué son distintos?
Las comunidades y la cultura ancestral nuestra es la distinta. No se nos culpabiliza a las mujeres como provocadoras. El mapuche no dice cosas como que las mujeres hacemos pecar a los hombres, y si alguno lo dice es que ya se dejó colonizar, se dejó invadir totalmente por la cultura winca, porque esas son cosas de winca… Yo he tenido varios hombres en mi vida, también hijos e hijas, y nunca he sido estigmatizada o juzgada por esa razón en la comunidad.
CHILENOS: REPRESORES E IGNORANTES
Para Ana, “el winca siempre ha sido astuto. Traiciona al mapuche, lo utiliza y luego lo bota. La señora Michelle Bachelet por ejemplo, anda con unos mapuche vergonzosos, unos galapanes (6) de estado, pero luego deja que nos repriman”…
Y no es todo, los chilenos, según esta líder, tampoco son muy sensibles que digamos: “No se dan ni cuenta que la madre tierra está enferma terminal y que si no estamos unidos, morirá. ¿Qué se necesita? ¿Un gran remezón de la tierra para que despierten?”…
Cuenta que en las comunidades, hombres y mujeres conversan de todo esto y mucho más, sentados alrededor del fuego por las noches, que eso les entretiene mucho y les ayuda a decidir y reflexionar sobre sí mismos. Y es que, “tenemos la dicha enorme de no ver TV, porque la tevé es la gran continuación de la invasión y de la colonización. Sin tevé la tranquilidad es enriquecedora, es una tranquilidad que te conecta con la tierra”.
¿Sabemos poco los chilenos de los mapuche?
Nada. Están ignorantes. Especialmente los represores, ellos son los que menos saben. Nosotros por ejemplo solemos llevar un coligüe en la mano, y los carabineros nos acusan de llevar un arma. ¡No es arma, es una macana! Antes se usaba para matar los animales que íbamos a comer, porque jamás nosotros hemos matado por gusto ni industrialmente a los animales, sino sólo con el fin de alimentarnos. Pero esta macana que hace sufrir al animal para matarlo, ya no la usamos, porque ahora no es necesario hacer sufrir al animalito, hay otras maneras. Ahora la macana es algo tradicional. Muchos lonkos la usan como una protección ante los malos espíritus.
¿Y las mujeres?
Nosotras también, en nuestro rol de ñamcan. Los ñancam son dos mujeres y dos hombres, protectores de la machi, tanto las mujeres como los hombres cuando la machi está en trance, usamos la macana para protegerla porque cuando está en trance, su espíritu anda en las alturas hablando con Chao Nguenechen (7) que le advierte sobre lo bueno y lo malo, entonces es sólo su cuerpo el que está acá abajo y necesita ser cuidado.
También portamos la macana cuando hacemos el Guillatún en el que pedimos lo mejor para la comunidad, o cuando hacemos un Machitún para sanar a un enfermo o enferma.
INVASIÓN, MATONAJE, FRAUDES SEMILEGALES
Es cosa de todos los días dice Ana, esto del matonaje, la violencia, la agresión racista contra sus comunidades. En noviembre, por ejemplo, específicamente el lunes 19, gente de la comunidad de Ana Ñanculeo, había ido a ofrecer un Rehue (8) a otra comunidad hermana, la de Juan Cea Trecalaf. Se encontraban en los preparativos cuando “llegaron unos matones que comenzaron a gritar ofensas” (las típicas, claro, porque la creatividad no es el fuerte de ningún agresor, jamás). Nos decían: ¡indios de mierda, pa’ que ayudan a ese viejo comunista!, y Flores, se paseaba por ahí escuchando todo de manos en los bolsillos”…
Y ¿quién es Flores?
Flores es un corredor de propiedades de la zona, que vende parcelas de esas tierras y que trabaja para la familia Vera, que fue la que usurpó esas tierras. Antes esta familia en realidad se llamaba “Mera”, pero se cambió el apellido, quizás porque pensaba que así dejaría atrás su historia de sangre, tortura y violación contra la gente de la tierra…
¿Qué tierras y de qué manera las usurparon los Vera-Mera?…
Usurparon las tierras que rodean el puente Ripén, camino a Villarrica (cien hectáreas) justo donde se junta el Ripén con el Toltém. Esa familia y sus matones, hace 40 años, agarraban a los mapuche, los amarraban y los tiraban al río, vivos, pero antes los arrastraban con caballos y les echaban sal en el cuerpo, en la carne viva y destrozada…
De los Trecalaf, que eran los que vivían en esas tierras, hoy sólo queda uno que tiene más de 80 años. El nos contó que a los 16 años se unió al ejército chileno, que traicionó a su comunidad de puro miedo al chileno, que a su familia la mataron toda, que su abuela fue violada y asesinada por un Mera…
Un femicidio
Sí, eso es lo que hacían con las mujeres mapuche los winca, violación y muerte: femicidios…
¿Qué significa winca, Ana?
Bueno, tiene varios significados, para mí es alguien traído desde afuera, para otros es un ladrón, y también a veces un violador y un asesino…
¿Qué pasa finalmente con Juan Cea Trecalaf?
Bueno, él se arrepiente mucho de lo que hizo de niño… Nos dice que quiere antes de morir, que las tierras sean de la gente no de los usurpadores, él ya no la necesita, no tiene hijos, su mujer también es de mucha edad. Entonces, el hermano Trecalaf sacó posesión efectiva y copia de dominio vigente de esas tierras, a su nombre y se las entregaron, pero por otro lado, los Vera también tienen escritura…. Ahí hay algo muy turbio… Aquí no sólo está la culpa del usurpador, sino también de las autoridades. Pero la turbiedad sigue porque Trecalaf ganó un juicio en Pitrufquen. Le había pagado 300 mil pesos al abogado para hacer la demanda contra los Vera, pero resulta que los Vera apelaron, y ahí se descubrió que el mismo abogado que había cobrado los 300 mil, también trabajaba para el Ministerio Público y era el defensor de los Vera…
Así son, generalmente, los juicios contra las y los mapuche en $hile. Arreglados, con testigos falsos, testigos pagados, amedrentados, torturados, fiscalías lamebotas, sometidas a los intereses de los grandes capitales trasnacionales o nacionales. Basta revisar casos como Poluco-Pidenco (11) para darse cuenta, y según relata Ana, no sólo los juicios a gran escala como los antiterroristas -que comenzó el emperador concertacionista Lagos cuando era presidente (12)- sino también aquellos juicios más triviales…
Por otra parte, Carabineros sirviendo a los poderosos (y que cuando se trata de mujeres violentadas sirven sólo a otros hombres) no llegan jamás a defender a los mapuche de los agresores, así los llamen un millón de veces (como les pasa también a las mujeres agredidas), y cuando llegan, lo hacen aludiendo a diversos resquicios legales por los cuales no pueden actuar en contra de los ofensores.
Los carabineros de Freire por ejemplo, cuando los matones de Flores y los Vera-Mera amenazaban a Ana y a Juan Cea Trecalaf, llegaron cinco horas más tarde de la llamada. “Los matones disparaban escopetazos al aire y los carabineros veían todo pero dijeron que no se podía hacer nada porque no tenían orden”, explica Ana.
Hay que mencionar que el mismo día que sostuvimos la conversación (a fines de noviembre) Ana venía de la comunidad Trecalaf donde nuevamente habían sufrido hostigamientos: “Llegaron ocho muchachos a cortar árboles, hablaban como hablan en la ciudad. Nosotros fuimos a conversar con ellos, que no cortaran los árboles, les dijimos, pero nos amenazaron con machetes y cuchillos. Siempre dicen que los mapuche somos los violentos, pero resulta que Flores les había pedido que cortaran más árboles y les había dicho que los indios no iban a molestar… Yo les pregunté”, prosigue Ana: “¿No les parece raro un trabajo en el que tienen que andar armados?”.
Ana suele preguntar lo justo, al menos en nuestra larga conversación así lo evidenció: “¿Cuándo los mapuche hemos ido a un país extranjero a matar a su gente?”…
La respuesta es clara, no son ellos los invasores, así como tampoco son ellos los que se enredan en leyes e instituciones que sólo hacen la vida de los pobres más miserable e injusta, por eso es que nos quedamos pensando con más fuerza en desarmar el patriarcado y construir comunidades, sin instituciones. Comunidades que no sean poblaciones de casas diminutas repletas de televisores y calles de cemento desbordadas de niñas y niños desprotegidos, que sólo lograrán más tarde ser enrejados en cárceles infantiles…
L@s mapuche, la gente de la tierra, perseguida, vejada, torturada por siglos por el Estado $hileno, y tratada las más de las veces como indios ignorantes, tienen más de una lección que enseñar a sus carceleros.
Notas:
1. En esta comunidad, una Constructora llamada Villa San Marcos, ha hecho de las suyas. Desde el 2004 que envía periódicamente Carabineros armados a allanar a cualquier hora, sin ningún miramiento con niños y niñas. Está comunidad igualmente desde ese año, que realiza un proceso de recuperación de tierras, amparados en el título de merced 536 que comprendía hasta 1863, 119 hectárea divididas en 24 hijuelas (parcelas). Su objetivo primordial ha sido rearticular la vida en comunidad de las 65 familias que la componen.
2. CONADI, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena.
3. En «La Injuria de Palabra en Santiago de Chile, 1672-1822» (Coloquio disponible en: http://nuevomundo.revues.org/document240.html), de María Eugenia Albornoz Vásquez, Licenciada en Historia, plantea que aunque algunas palabras en el lenguaje chileno, “aluden a una relación inter-géneros, sólo las mujeres son las destinatarias de este tipo de injuria”… “Parece importante vincular a esta moralidad sexual de la mujer los insultos que aluden al origen “no legítimo” de una persona, aquellos que hablan de una concepción prohibida, sucedida durante una unión sexual fuera del matrimonio, acto que se vincula siempre a la errada conducta sexual de la madre: no supo escoger para engendrar descendencia. Para el caso de Chile, la palabra utilizada es huacho (wacho).
4. SENAME: Servicio Nacional de Menores, institución que se hace cargo de “Hogares” para niños/as y que depende directamente del Ministerio de Justicia en Chile. Supuestamente, protege a la infancia desprotegida, aunque mantiene lugares de reclusión para menores llamados en situación de riesgo.
5. En Chile, legalmente, las mujeres ya no deben solicitar “permiso” marital para estilizarse, sin embargo, muchos trabajadores/as de la salud pública, insisten en exigir ese “permiso” a las mujeres que piden ser esterilizadas.
6. Galapanes: burócratas en mapudungun, idioma mapuche.
7. Chao Nguenechem: dios de l@s mapuche
9. Altar sagrado hecho de un árbol.
10. El fundo Pidenco y sus tierras fueron predios de los mapuche desde el siglo XIX, estas tierras les fueron arrebatadas por el estado chileno. En el gobierno de la Unidad Popular les fueron devueltos a la comunidad de Tricauco que había hecho ocupación del fundo pidenco. En 1977 en Dictadura, en el marco de la denominada contra reforma agraria, efectivos del ejército y carabineros proceden a desalojar el predio ocupado por los mapuche quemando casas y deteniendo a varios mapuche de la comunidad, el fundo pasa a manos de sus antiguos dueños, y en 1978-79 lo adquiere la empresa forestal MININCO S.A. En 2003 bajo el gobierno de Lagos, vari@s dirigentes mapuche son acusad@s de participar en un incendio de carácter terrorista ocurrido en el predio, de planear la comisión de una serie de atentados incendiarios contra bosques, campos, casas patronales y vehículos en tierras en disputa en la región de la Araucanía, en el Sur de Chile. Ninguno de estos delitos contra la propiedad alcanza la gravedad de un delito de terrorismo. En 2004. se condena a 5 mapuche a una pena mínima de 10 años por su participación en el incendio. El juicio transcurre con testigos de rostro tapado y de los que luego se descubre han sido pagados y amedrentados por la Fiscalía de Ercilla.
11. El informe de 60 páginas titulado: «Proceso Indebido: Juicios Antiterroristas, Tribunales Militares y los Mapuche en el Sur de Chile», muestra cómo los mapuche acusados de terrorismo se enfrentan a juicios desiguales por delitos que no constituyen un peligro directo para la vida, la libertad ni la integridad física. La aplicación de procedimientos excepcionales establecidos en la ley antiterrorista para confrontar casos de violencia extrema es totalmente injustificado si se trata de juzgar delitos—mayoritariamente contra la propiedad—de los se acusa a los mapuche. «La ley antiterrorista es inaplicable a estas conductas delictivas y además viola las obligaciones jurídicas de Chile de garantizar el respeto al legítimo derecho de todos, incluidos los mapuche, al debido proceso», señaló José Miguel Vivanco, Director Ejecutivo de la División de las Américas de Human Rights Watch. «Como si fuera poco, cuando los mapuche comparecen ante los tribunales militares, ya sean en calidad de acusados de delitos o víctimas de abuso, se enfrentan a una verdadera denegación de justicia». La ley con la cual están siendo juzgados los/as mapuche fue dictada por el dictador Pinochet en 1984 para enfrentar la resistencia contra su régimen, y es aplicada contra l@s mapuche en el Gobierno de Ricardo Lagos Escobar, un gobierno considerado “democrático” por la coalición que aún gobierna: Concertación de Partidos Por la Democracia.
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