La revolución bolivariana sigue adelante
por Raúl Zibechi (Uruguay)
16 años atrás 5 min lectura
Montevideo.- Venezuela es un país con instituciones democráticas y un sistema electoral confiable. Esta es una de las principales conclusiones que surgen del referendo del pasado domingo, que echa por tierra los principales argumentos del gobierno de George W. Bush, de la oposición interna y de los gobiernos aliados de Washington, contra Hugo Chávez. Desde este punto de vista, el proceso de cambios que se registra en Venezuela desde 1999, cuando Chávez asumió la presidencia, sale reforzado.
En segundo lugar, Chávez reconoció con dignidad y transparencia la derrota de su propuesta de reforma constitucional, pese a la estrechez de los resultados. No recurrió a artimañas como hicieron tantos presidentes en este continente a la hora de reconocer derrotas, ni puso por delante la evidente injerencia de los Estados Unidos. Esto muestra que Chávez tiene un talante democrático, cosa que no ocurre con buena parte de sus críticos, entre ellos el propio Bush y su vecino Alvaro Uribe. Resulta curioso que los que intentan voltear el proceso bolivariano, reconozcan ahora la transparencia de las urnas cuando la negaron en las diez elecciones anteriores en las que ganó el chavismo.
Uno de cada cuatro venezolanos que votó por Chávez en diciembre de 2006, no votó la reforma de la Constitución el pasado domingo. En las elecciones presidenciales del año pasado Chávez cosechó 7.300.000 votos, que contrastan con los 4.380.000 que obtuvo el Sí a la reforma de la Constitución. Mientras el candidato opositor Manuel Rosales recibió en diciembre pasado 4.292.000 votos, la oposición a la reforma tuvo 4.500.000 sufragios. Un pequeño y poco significativo aumento de la oposición, y una pérdida de tres millones de votos del chavismo que se fueron casi íntegramente a la abstención, que pasó del 25% en diciembre al 44% el domingo pasado.
Es cierto que tanto Bush como una parte de la oposición interna realizaron una repugnante campaña contra la reforma, pero no es menos cierto que ya lo habían hecho en otras ocasiones. También es cierto que partidos como Podemos (socialdemócrata), que algunos destacados intelectuales y que el ex ministro del Interior, general Raúl Isaías Baduel, se opusieron a la reforma. Pero todo eso parece insuficiente a la hora de explicar nada menos que tres millones de abstenciones.
Según los datos que aportan amigos venezolanos, la abstención fue importante en los barrios populares partidarios de Chávez y del proceso de cambios. Eso indica que es en el seno de las fuerzas sociales que vienen apoyando los cambios, donde hay que buscar las claves del resultado. No es, por lo tanto, ni un triunfo de la oposición, ni del imperialismo; ni una derrota del chavismo popular de base. El propio Chávez dio pistas sobre lo sucedido al señalar que “algunos de nosotros no jugaron (…) se quedaron quietos y dejaron pasar la pelota”.
Los resultados echan luz sobre dos hechos que merecen ser debatidos. El primero gira en torno al socialismo; un debate abierto, imposible de cerrar luego de las experiencias soviética y china. No hay nada que permita pensar que los tres millones que votaron por Chávez un año atrás, le estén dando ahora la espalda al proceso de cambios. Pero no es lo mismo elegir entre la derecha y Chávez, que hacerlo por un modelo que no hubo ni tiempo ni voluntad de someter al debate abierto. En el imaginario colectivo, socialismo no es otra cosa que un gran aparato estatal centralizado, dirigido por una enorme y maciza burocracia. ¿No es algo de eso lo que estaba naciendo en Venezuela al calor del PSUV (partido único chavista) y de la nueva dirigencia estatal?
En segundo lugar, el resultado muestra que las bases sociales del proceso bolivariano son heterogéneas, diversas, contradictorias por tanto, y que resulta imposible reducirlas a categorías generales y totalizantes. La polarización imperialismo versus pueblo, puede ser válida para describir algunos momentos de aguda confrontación, pero no es en absoluto una realidad permanente y única. Reducir el conjunto de problemáticas sociales a una “contradicción principal” a la que todas las demás deben subordinarse, impide la expresión de las diferencias, como muestra la experiencia histórica del socialismo del siglo XX.
En momentos de gravedad extrema, empero, las diversidades pueden y deben formar un puño para batir al enemigo. Pero lo que es necesario en momentos extremos no debería, salvo desfigurando la realidad y a los propios sujetos, convertirse en línea de acción que, las más de las veces, lleva a la aparición de líderes infalibles y de un aparato centralizado que termina por sustituir a los sectores populares, los hacedores verdaderos de los cambios.
En la izquierda laten dos formas de ver el mundo. Un amplio sector sostiene que los cambios en Venezuela comenzaron en 1999 con la llegada de Chávez a la presidencia, y que su figura y el equipo dirigente que lo rodea son la clave del proceso en curso. Otros pensamos que son los sectores populares, que irrumpieron en febrero de 1989 protagonizando el Caracazo, los verdaderos motores del proceso. Y que en ellos está la clave de la continuidad de la revolución, de su eventual profundización y de los rumbos que se tomen en cada momento.
Una parte de ese pueblo bolivariano decidió “dejar pasar la pelota”.
Deberíamos aceptar que es una decisión consciente y meditada, y no mera influencia del “enemigo”. ¿Por qué quienes hicieron una insurrección en 1989, hundieron al corrupto sistema de partidos en los 90, frenaron y revirtieron un golpe de Estado en 2002 y derrotaron la huelga petrolera en 2003, habrían de dejarse manipular por el imperio y la oligarquía? La revolución bolivariana seguirá adelante porque el pueblo de los “cerros”, tanto los que votaron Sí como los que se abstuvieron, lo viene decidiendo día a día desde hace ya casi dos décadas.
04/12/2007,
* Fuente: Agencia Latinoamericana de Informacion
Artículos Relacionados
SQM: Miembro del directorio del Servel vinculado a la UDI querellado por el SII
por El Mostrador (Chile)
8 años atrás 5 min lectura
Rusia, la esperanza de un nuevo orden mundial
por Darío F. García (Uruguay)
2 años atrás 3 min lectura
Pepe Taboada: «España acude con la dignidad por los suelos a la Reunión de Alto Nivel con Marruecos»
por José Taboada Valdés (España)
1 año atrás 5 min lectura
Que Ricardo Lagos no olvide que saludó el Golpe de Carmona, en Venezuela 2002
por Sergio Ramírez (Chile)
9 años atrás 13 min lectura
El ocaso de la derecha anticubana en Miami
por - Dr. Salvador Capote (Cuba)
5 años atrás 9 min lectura
En la vía rápida hacia la autodestrucción, ¿existe aún la posibilidad de un futuro viable para el Estado de Israel?
por David Shulman (EE.UU.)
2 horas atrás
Si Israel quiere sobrevivir, física y espiritualmente, necesita sufrir colectivamente un cambio radical en su visión de la realidad y enfrentarse a algunos hechos desagradables, aunque obvios.
25 de abril de 1975: La revolución de los claveles
por piensaChile
3 horas atrás
Se ha dicho que las revoluciones tardías son las más radicales. Seis años después del Mayo del 68 francés, pero cuatro años antes de que se pusiera en marcha una movilización de masas en el Estado español, la Revolución de los Claveles desplazó a un régimen dictatorial que llevaba casi medio siglo en el poder.
En la vía rápida hacia la autodestrucción, ¿existe aún la posibilidad de un futuro viable para el Estado de Israel?
por David Shulman (EE.UU.)
2 horas atrás
Si Israel quiere sobrevivir, física y espiritualmente, necesita sufrir colectivamente un cambio radical en su visión de la realidad y enfrentarse a algunos hechos desagradables, aunque obvios.
La «paciencia estratégica» de Irán se eleva a disuasión seria
por Pepe Escobar (Desde Moscú)
5 días atrás
Los ataques de represalia de Irán contra Israel no se llevaron a cabo en solitario. Los socios estratégicos Rusia y China cubren las espaldas de Teherán, y su papel en el conflicto de Asia Occidental no hará sino crecer si EEUU no mantiene a Israel a raya.