¿Por qué sería mala la reelección indefinida de un presidente?
por Amado de Mérici (Chile)
17 años atrás 6 min lectura
Apareció hace unos días en La Nación una interesante crónica de Jorge Palacios (La Nación, Chile)
sobre las enmiendas constitucionales en Venezuela. No se suele oír argumentos coherentes contra esta reforma. Los opositores más cuerdos dicen que la permanencia prolongada en el poder corrompe.
Vamos a suponer que la proposición 'el poder corrompe' tiene algún sentido, y no se la esgrime como 'cuidado que viene el cuco', que es lo que parece. ¿Querría decir que, por ejemplo, el presidente se subirá el salario como los legisladores chilenos (el segundo más alto del mundo; se ve que nuestra clase política se cuida, ¿no?) o que, como Pinochet, se apropiará de fondos del erario público? ¿O querrá decir que empezará a nombrar a sus amigos y parientes en cargos públicos, como el ex presidente Lagos o el ministro Arrate? ¿O que se comprará vehículos de lujo para él y sus ministros, como la presidenta Bachelet? ¿O que se sentirá libre de agredir sexualmente a sus subalternas y colegas, como algunos ministros de nuestra Corte Suprema? ¿O que empezará a violar a niños y niñas como nuestros funcionarios del servicio de protección al menor?
Si la tesis 'el poder corrompe' no significa nada de esto, ¿qué podría significar?
Que 'el poder corrompe' no es una ley, pero en estos últimos tiempos toda una camada de nuevos filósofos la esgrimen casi como si fuese un fenómeno físico. Se la asume como ley. Y se la enfatiza y exagera todo lo que se pueda, para hacer olvidar que también existen mecanismos, en todas las democracias, que justamente deben impedir su abuso, se trate de presidentes reelegidos o de ciudadanos de pie.
Palacios señala que los críticos de Chávez hacen equivaler la posibilidad de ser reelegido con una reelección cierta, pasando por alto que los ciudadanos son quienes en última instancia deciden si reelegirán al presidente o no. El presidente Bush ha sido reelegido dos veces, y es un criminal de guerra, pero los críticos de Chávez no lo consideran un tirano, pese a que tanto su elección como su reelección han sido ensombrecidas por graves evidencias de fraude electoral. El presidente Roosevelt gobernó durante veinte años, tras ser reelegido una y otra vez. Sin embargo, no veo yo a los críticos de Chávez llamar dictador al ilustre presidente norteamericano. ¿Qué explicará esta asombrosa ceguera y abandono del rigor lógico?
¿Abandonan la lógica sólo porque les conviene?
Dice Palacios, recordándonos que en muchas democracias el presidente puede ser elegido indefinidamente, que "una de las formas arteras de ataque contra Chávez es hacer aparecer la mencionada reforma como algo excepcional, producto del maquiavélico anhelo dictatorial del líder caribeño. Es una vergüenza que los numerosos países que tienen constituciones, que ofrecen la posibilidad indefinida de reelección de sus mandamases, no salgan en defensa de sus sistemas electorales y guarden un silencio cómplice para que Chávez sea atacado. En Francia, tanto el Jefe de Estado como su Primer Ministro, pueden ser reelegidos indefinidamente; en Italia lo mismo; en Inglaterra el Primer Ministro tiene también la opción; en Alemania el Canciller puede ser reelegido cuantas veces gane; en España, Portugal, Eslovaquia, Chipre, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Eslovenia, Grecia, Letonia y Países Bajos. ¿Será toda Europa fascista y dictatorial por la reelección indefinida de sus líderes?"
Un argumento impecable, este del señor Palacios. Se nos había olvidado. Obviamente, si no es el presidente francés un dictador nada más que porque la Constitución de su país admite que sea reelegido, ¿por qué lo sería Chávez? Palacios deja al descubierto la profunda irracionalidad de los enemigos de Chávez.
Y me temo que tiene también razón en otro punto: Esta campaña contra Chávez es evidentemente una campaña lanzada por el presidente Bush, cuyo odio por América Latina y sus campañas contra la democracia y la libertad* en nuestro continente son archiconocidas. En Chile, arrebató la vida a tres mil de nuestros mejores ciudadanos cuando ordenó a sus reptiles pinochetistas que atacaran a la patria. Chilenos cobardes -nuestros militares- y arrastrados los hubo siempre y seguirá habiendo. Es evidente que está utilizando la misma estrategia que utilizaron los traidores contra el presidente Allende. Es de esperar que el presidente Chávez evite esos ataques y sea capaz de hundir de manera definitiva a los enemigos de la libertad.
También en la prensa reciente se ha comentado la denuncia del presidente boliviano Morales de que el fascistín José María Aznar conspira para Estados Unidos contra el presidente electo de Bolivia.
Sinceramente, no me cabe a mí ninguna duda sobre este nefasto personaje y el hecho de que viaje tan a menudo a América Latina es algo que debiese preocuparnos a todos. Este intrigante no puede traerse nada bueno entre manos. Amigo íntimo del Memo Mayor, ha dado muestras de una codicia y una inmoralidad que no veíamos desde épocas romanas. Y siempre recuerdo su discurso el día anterior al ataque contra Iraq, cuando quiso convencer a los españoles -sin ningún éxito, como se vio- de que la invasión era buena porque él había logrado que Bush le prometiera que los empresarios españoles se llevarían una buena parte de los proyectos de reconstrucción. Un ser repugnante por donde se lo mire y al que habría que impedirle su ingreso futuro a este país y otros de América.
Pues bien, este señor Aznar colabora con la agencia oficial de ayuda norteamericana (Usaid), que es la organización que, junto con el embajador norteamericano en Bolivia, Philip Goldberg, estaría conspirando con la oligarquía boliviana para derrocar al presidente electo -y que será probablemente expulsada del país. La estrategia que usan es casi la misma que la que están implementando en Venezuela.
Morales contó durante su estancia en Chile para la cumbre de presidentes que los norteamericanos estaban conspirando contra Bolivia y mostró una fotografía en la que aparece un notorio y peligroso delincuente vinculado a las fuerzas paramilitares colombianas, John Jairo Banegas, con el embajador norteamericano (Goldberg) en Bolivia.
Originalmente, Estados Unidos negó en todos los tonos que existiese siquiera esa fotografía. Hoy el departamento de Estado se retracta y la reconoce, pero explicando que el embajador se encontraba en un evento público y que ese encuentro con el criminal fue fortuito (véase sobre Aznar aquí).
Ahora estoy recordando el incidente de la cumbre, y entiendo mucho mejor la rabia de Chávez. Morales mostró esa foto del delincuente con el embajador norteamericano durante la cumbre. No lo vi en la prensa, curiosamente. Se me habrá escapado, quizás. Pero ahora entiendo mejor la ira de Chávez contra Aznar y encuentro totalmente justificada su intervención ante Rodríguez Zapatero, en la que le pidió que controlasen las actividades del payaso Aznar. No era nada descabellado. Y era muy pertinente -independientemente de si su intervención se ajustó a protocolo o no.
Me estoy preguntando: ¿Le creería yo -usted- a un funcionario norteamericano? ¿Es posible creer en un comunicado del departamento de Estado del presidente Bush? ¿Le creería yo a Bush?
¿Yo? Ni por sobre mi cadáver muerto.
* Hace unos días leí en la prensa que el gobierno chileno colaborará con Estados Unidos en una campaña de fomento de la democracia en el mundo. La iniciativa causa hilaridad. ¿Chile y Estados Unidos fomentando la democracia? Chile no es una democracia, y la norteamericana dista bastante de ser un ejemplo. ¿Así que estos dos países, cuyos gobernantes calatos exigen elogios por sus atuendos imaginarios, se ven a sí mismos como democracias? Vaya imaginación la de nuestros políticos. Chile, una democracia. Qué divertido. Voy a tratar de contenerme para no ahogarme risa.
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