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Salvemos la escuela pública

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ALAI AMLATINA, 14/08/2007, Sao Paulo.- Antes de ingresar a la universidad, en 1964, estudié ocho años en una escuela pública. Como sucede ahora con las universidades, en general esas escuelas tenían más calidad que los colegios privados. Además de la enorme ventaja de que eran gratuitas.

Hoy día nuestras escuelas públicas de enseñanza básica están degradadas.
Quedaron deterioradas por la administración pública, la corrupción, la indiferencia hacia profesores y alumnos. En el Brasil hay 55 mil escuelas públicas. Según la OCDE, apenas el 0.2 %, o sea 160, alcanzan un nivel considerado mediano.

Para clasificar nuestras escuelas de enseñanza básica en el Brasil se usan el SAEB (Sistema de Evaluación de la Educación Básica), hecho a base de muestreo, y el IDEB (índice de Desarrollo de la Educación Básica), que otorga una nota de 0 a 10 a las instituciones de enseñanza, teniendo como criterio el desempeño de los alumnos en la Prueba Brasil, examen aplicado a todos los alumnos de 4º a 8º grado.

En todo el país apenas 160 escuelas sacaron una nota de 6 ó superior. En los grados iniciales de enseñanza fundamental la nota fue de 3.8. Los cursos de 5º a 8º grado sacaron un 3.5. En la enseñanza media un 3.4. La meta del MEC, estimulado por la campaña “Compromiso de todos por la Educación”, es que la mayoría de nuestras escuelas alcance la nota de 6 en el 2021. El Ideb actual de Holanda es 7 y el del Reino Unido 6.5.
Aunque hay en el Brasil colegios, escasos, que sacaron nota de 8.5, como la Escuela Profesora Guiomar Gonçalves Neves, de Trajano de Morais (RJ).  Es la de mayor calidad del país.

¿Será que de aquí a 15 años -vísperas del bicentenario de la independencia del Brasil- alcanzaremos la meta deseada? En el estado de Rio de Janeiro 20 mil niños no van a la escuela por falta de profesores.
El índice nacional de aplazamiento es de 11.9 %. El desfase edad/grado es del 17.3 %.

¿Qué constituye una buena escuela? Muchos factores, entre ellos la disciplina, o sea no tolerar el atraso de los alumnos; contar con profesores eficientes y cualificados (maestría, doctorado o especialización) trabajando a tiempo completo; remuneración digna al cuerpo docente; aumento de la permanencia del alumno en la escuela; tener aulas para música, teatro y artes plásticas; laboratorios de idiomas, de ciencias y de informática; asociación estudiantil; salas de lectura y de video, etc.

El MEC promete que el gobierno va a entregar, este mismo año, US$ 1 millón más para las escuelas urbanas y US$ 2.2. para las rurales. Las cinco mil escuelas con peores índices en el Ideb tendrán derecho, cada una, a unos módicos US$ 2 mil para invertir en infraestructura, material pedagógico y apoyo metodológico. A través del sistema de educación a distancia -la Universidad Abierta del Brasil- el MEC pretende cualificar a dos millones de profesores de enseñanza básica.

Una reciente encuesta realizada por la Unesco, junto con el gobierno federal, comprobó que el 82.4 de los alumnos aplazados en la enseñanza básica se culpan a sí mismos por el fracaso. La misma encuesta indica que la culpa no puede ser atribuida a los alumnos, sino que recae en la falta de motivación de los profesores, en la pésima infraestructura de las escuelas y en el hecho de que los directores y profesores no dan importancia a la realidad personal y familiar del estudiante.

No se puede culpar a un niño de 10 años de su fracaso escolar. Pero si eso no lo tiene claro, si no se siente valorado en la escuela y querido por sus profesores, quedará con un sentimiento de derrota, que le puede llevar a rebelarse o al desánimo precoz.

La mayoría de nuestros estudiantes llega al 4º grado con dificultad para la lectura y la redacción. Le falta estímulo al profesor, muchas veces sometido a una carga excesiva de trabajo, sin condiciones para mejorar su cualificación y humillado por un irrisorio salario.

A finales de junio el Banco Mundial divulgó el informe “Jóvenes en situación de riesgo en el Brasil”. Son preocupantes sus conclusiones:
nuestros jóvenes de entre 14 y 15 años matan y mueren más, inician su vida sexual cada vez más temprano y son vulnerables a las drogas. Datos de la Secretaría Nacional de la Juventud muestran que, hoy día, 9.5 millones de brasileños entre 15 y 29 años no estudian y están desempleados. De ellos, 4.5 millones no terminaron la enseñanza básica.
Entre éstos se incluye la mayoría de los asesinos y de los asesinados.

¿Qué hacer ante este cuadro tan acongojante? ¿Presionar al poder público? Sí. ¿Votar el año entrante a concejales y gobernadores comprometidos con la prioridad Educación? También. Pero ¿por qué no reunir a las familias de su barrio o comunidad y promover una acción colectiva para mejorar las escuelas públicas del área? ¿Por qué no asegurar la instrucción y/o el empleo a uno o dos de esos 9.5 millones de jóvenes vulnerables al narcotráfico? (Traducción de J.L.Burguet)

* Frei Betto es escritor, autor de “Alfabeto. Autobiografía escolar”, entre otros libros.

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