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Contra los doblemoralistas: Apuesta al Socialismo

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El discurso pronunciado el pasado 26 de Julio en la ciudad de Camagüey por el compañero Raúl Castro, ha dejado una estela de comentarios e interrogantes dentro y fuera de Cuba, pero sobre todo una enorme esperanza en los que confían que la Revolución Cubana está en condiciones de renovarse, sin perder el principio capital que la ha mantenido erguida por cuarenta y ocho años a solo noventa millas del Imperio.
 
Una vez más, quedó clara la inclaudicable posición ante los enemigos históricos de la Patria, la necesidad de fortalecer las defensas de la Isla, la disposición de todos los cubanos de prepararse para la lucha, pero también se puso de manifiesto la voluntad del gobierno cubano de zanjar de una vez y por todas las diferencias históricas con los Estados Unidos, marcadas por un bloqueo cruel y criminal contra la Isla que ya dura más de cuatro décadas. Un llamado a la nueva administración norteamericana que asuma en la Casa Blanca en el 2008 y que esté en condiciones de una discusión franca, sobre una base de principios y de respeto a la soberanía de cada nación.
 
Lo que ha sorprendido a muchos en la intervención pública del líder cubano, es el análisis crítico, sin ambages ni vestiduras de la política doméstica, en tanto es uno de los problemas más acuciantes y de primerísima envergadura que debe enfrentar el gobierno, el Partido y todas las instituciones del país, unido al llamado a que todos participemos en la lucha contra la indolencia, la burocracia, la doble moral y la indisciplina social que hoy campea por sus respetos a lo largo de la geografía nacional.
 
La Revolución Cubana ha tenido que sortear grandes escollos en casi medio siglo de existencia. Las agresiones de sus enemigos de clase, escondidos como ratas en las cloacas de un exilio que no ceja en su agresividad sin límites y en su fracasada intención de subvertir el orden y la vida cotidiana del pueblo cubano. Ha soportado los intentos de descrédito en la arena internacional a mano de los voceros del imperialismo y ha resistido estoica las pretensiones de ahogar por hambre a su gente.
 
Hasta hoy, esa Revolución que nació del pueblo, ha salido victoriosa en cada contienda. Respetada y reconocida por la inmensa mayoría de los países del mundo y símbolo indiscutible de la resistencia de los pobres ante los opresores. Pero dentro de ella han florecido, como malas hierbas, determinadas tendencias negativas que se han arraigo con fuerza en nuestra vida nacional y que hoy solo consiguen obstruir y detener el empuje ante nuevos desafíos.
 
Con mucha valentía política, el Segundo Secretario del Partido Comunista de Cuba dejó claro que se abrirán los frentes de batallas contra estas tendencias. El sentido crítico de sus palabras, avizora una batida sin cuartel y la impostergable participación de todos los cubanos.
 
Estos años de Revolución nos han enseñado que solo con sentido crítico podemos crecernos ante las dificultades. El propio Comandante en Jefe Fidel Castro es el mayor inspirador de la crítica revolucionaria y constructiva, lo que jamás nos convertirá en enemigos de un proceso político social en que todos tenemos algo que aportar.
 
Los tiempos de los burócratas que pensaban por nosotros están a punto de concluir. Las épocas siniestras en que teníamos que guardar silencio porque podíamos «contribuir con el enemigo» también están llegando a su fin. Solo reconociendo nuestros errores, señalando con el dedo honesto hacia el corazón de los problemas y llamando a cada cual por su nombre, nos permitirán definirnos como verdaderos revolucionarios.
 
El compañero Raúl tocó a degüello contra los doblemoralistas de guayabera que viven de espaldas a una realidad tangible y que no está en condiciones de ceder un milímetro más. Raúl alertó de la nueva guerra que se librará contra los neocapitalistas que sueñan que esa será la salvación del socialismo. Raúl pidió cerrar filas con el Partido, el Estado y todo el pueblo para comenzar a sanear nuestra propia casa, sin necesidad de copiar fórmulas foráneas.
 
El reciente debate surgido entre los intelectuales en torno al tristemente célebre “Quinquenio Gris” es una muestra de que hay voluntad de comenzar a renovarse desde la base de nuestros propios errores. Ya se discute abiertamente sobre erradas políticas económicas que solo han provocado crisis y caos interno.
 
En el futuro queda mucho por discutir. La relación entre salarios y precios que está ahogando al cubano de a pie. El ineficaz uso de los recursos agrícolas que debilita ostensiblemente la mesa del obrero. La centralización a ultranza de una economía manufacturera que pide a gritos se liberalice para que todos dispongamos de lo que hoy no tenemos ni el Estado puede brindar a pesar de sus esfuerzos.
 
Comentando en las esquinas del barrio o en los pasillos no se resuelve el problema. Hay que activar todos los medios de discusión y análisis. Hay que incentivar la polémica entre todas las partes. El Partido, la Juventud Comunista, las organizaciones estudiantiles, los sindicatos y las organizaciones de barrio deben servir esta vez como vehículos del debate entre todos los cubanos.
 
Estos tiempos no son de arengas ni de lamentaciones. Estos tiempos son de construir el futuro y de salvar la Revolución. Ya nuestro Comandante en Jefe nos advirtió a mediados de noviembre del 2005, que la Revolución podía peligrar como consecuencia de sus errores e hizo un llamamiento a enfrentar la corrupción, el burocratismo y la indolencia que tanto daña a nuestra sociedad. Ahora, Raúl Castro reafirma que las palabras del compañero Fidel están vigentes.
 
No cabe dudas que nuestro pueblo sigue apostando por el Socialismo, pero se hace necesario un saneamiento de todas las estructuras –sociales y gubernamentales- que permita reoxigenar el proceso revolucionario.
 
Este tiempo es de sacudirnos los miedos y los temores y ver con ojo crítico, que nuestros enemigos también, los tenemos al alcance de las manos. Vale la pena recordarles que esta Revolución es «de los humildes, con los humildes y para los humildes.»
 
Autorizada la reproducción siempre que se cite al autor y a inSurGente

* Fuente: inSurGente.-
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